El idioma más pequeño del mundo

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Un pequeño idioma
Un pequeño idioma

Estudiar un idioma puede convertirse en una tarea larga, tediosa y frustrante.

En 2001, la lingüista canadiense Sonja Lang se propuso crear uno que pudiera aprenderse en un fin de semana.

Para ello, seleccionó 120 palabras procedentes del inglés, el finlandés, el croata, el alemán, el georgiano y el chino que fueran fáciles de pronunciar por hablantes de distintos países y que, combinadas, sirvieran para explicar prácticamente cualquier cosa.

Lang llamó a su neolengua toki pona –toki es ‘lengua’ y pona, ‘bueno’, ‘sencillo’–.

Lo cierto es que la selección de vocablos le confiere una exótica sonoridad infantil.

Valga un ejemplo: suno li suli li pona, que significa ‘el sol es grande y bueno’.

Por lo demás, la ausencia de mayúsculas, plurales o tiempos verbales facilita enormemente la construcción de frases.

El problema surge cuando queremos referirnos a objetos, ideas o acciones para las que no existe término específico.

Así, podríamos decir café con la expresión telo pimeja wawa, o sea, ‘líquido oscuro energizante’.

Tales rodeos exigen un talante creativo y metafórico.

También es curioso el caso de los colores, pues solo hay cinco: loje, ‘rojo’; laso, ‘azul’; jelo, ‘amarillo’; pimeja, ‘negro’, y walo, ‘blanco’.

Para referirnos al rosa, pongamos por caso, deberemos mezclar dos:loje walo.

Se desconoce el número de hablantes de toki pona en el mundo, pero sí hay abundantes webs y entradas que remiten a manuales y diccionarios para aprenderlo. O poba! –‘¡buena suerte!’– si te animas. 

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