Morrison y la poesía de la percepción

Según las teorías del filósofo y profesor de Cambridge C. D. Broad, el ser humano es capaz de percibir cuanto está sucediendo en el universo. Son el cerebro y el resto del sistema nervioso los que impiden, a través de los sentidos, que esto sea así ya que el ser humano quedaría completamente confundido y abrumado por tanto conocimiento que en la vida cotidiana es inútil. No hay que olvidar que somos animales, que nuestro instinto primario es la supervivencia y que por ende el cuerpo bloquea todo aquello que no es práctico. Pero esto no es así siempre. Aldous Huxley, en su ensayo The Doors of Perception realiza un estudio sobre los efectos psicológicos y cognitivos que se desarrollan con el consumo del cactus del peyote y la mescalina, el principio activo de la planta, que tomaban los chamanes de México y el sudoeste de Estados Unidos en sus rituales religiosos. Huxley afirma (y confirma) que con el consumo de ciertas drogas se pueden depurar las percepciones sensoriales y así permitir que el hombre pueda percibir aquello que acontece en su universo. Ya lo dijo William Blake.
Corrían los años 60 en Estados Unidos. La Segunda Guerra Mundial ya había quedado atrás y ahora eran la Guerra de Vietnam y la Guerra Fría los conflictos políticos e ideológicos que aparecían en la portada de los periódicos. Ante esto, surge una generación de jóvenes que para nada están de acuerdo con el mundo que les habían dejado sus padres y decidían renegar de él. Se puso de moda el pensamiento que en los 50 había desarrollado la llamada Generación Beat, rechazando los valores clásicos que había potenciado América y acogiendo entre sus brazos las drogas, la libertad sexual, la filosofía, la poesía y todo aquello que ayudara a estos jóvenes a buscar unos ideales que no existían.
Es en este momento cuando aparece Jim Morrison, un joven poeta que por casualidades del destino acabó como cantante, que leía a Nietzsche y que pensaba que el arte había muerto. Una época mejor había quedado atrás, los pilares de todo lo que se sostenía se estaban derrumbando y la única salvación era liberar la vida cotidiana. Y eso pensaba hacer él con su poesía y su música. Su grupo¸The Doors¸ adquirió ese nombre a partir de una cita de William Blake (When the doors of perception are cleansed things will appear to man as they truly are: infinite) que da nombre a un ensayo de Aldous Huxley (The Doors of Perception). La idea de Jim era abrir las puertas de lo conocido para pasar a lo desconocido; él lo hacía mediante el consumo del peyote y asumía el rol de profeta moderno para hacérselo ver a los demás.
Su sonido se forjó a base de la mezcla de lo que tenían y también de lo que carecían. El batería, John Densmore tocaba jazz y trasladó las características de este sonido a su grupo, diferenciando, por completo, la percusión de la que disponían The Doors comparándolos con otros grupos de rock. Por otro lado estaba el guitarrista, Robby Krieger. Tenía una formación clásica; desde pequeño experimentó con diversos instrumentos hasta que dio con el suyo, la guitarra flamenca. Se hizo guitarrista de flamenco, para luego investigar el blues y el jazz y pasar a tocar la guitarra eléctrica, pero sin abandonar del todo la forma flamenca; por ejemplo, tocaba sin púa. Una de las canciones donde mejor se puede apreciar su dominio de las cuerdas es en The End donde él toca la melodía inicial.
Otro de los componentes del grupo, y quizás el verdadero artífice del sonido característico era Ray Mazarek. Tocaba el teclado con el estilo de la música psicodélica y puesto que el grupo carecía de bajista, él era el encargado de marcar el ritmo. Una de sus piezas maestras es el solo de teclado de Light My Fire, canción escrita por Krieger.
A parte del sonido peculiar de su música, The Doors tenían otro fuerte: los conciertos. Aquí aparecía en su apogeo la figura semi-espiritual de Jim Morrison. Hacía introducciones en prosa a sus canciones y a través de sus acciones llevaba a cabo un espectáculo de rock que imitaba a la tragedia griega evocando ritos y representaciones sagradas y desempeñando el papel de un héroe mundano y problemático como en las obras de Eurípides. El énfasis con el que desarrollaba su papel sobre el escenario llevó a que le echaran de numerosas salas, sus conciertos se prohibieran en diversos estados e incluso una vez se tuvo que sentar ante un juez porque se le acusó de haberse masturbado durante una actuación.
Jim Morrison, poeta
Dejando a un lado la parte meramente musical de The Doors hablemos del contenido de las canciones, la letra. Jim Morrison era más poeta que cantante; fue cuando le cantó uno de sus poemas a Ray Manzerek que decidieron hacer canciones. La figura del poeta de sombrero y gabardina fumando una pipa en un sofá viejo había quedado atrás hace mucho tiempo y ahora los poetas eran jóvenes drogados en el baño de algún bar soltando versos que cuestionaban verdades absolutas y desordenaban la conciencia derrumbando todo lo establecido hasta el momento. Así era Jim Morrison.
Influenciado por Rimbaud por identificarse con él y con su vida e influenciado por Huxley, William Blake y Nietzsche por las ideas que estos transmitían; la poesía de Jim consistía en evocar imágenes, casi siempre autobiográficas, con las cuales rozar las sensaciones a las que el hombre no puede acceder por el bloqueo de la percepción, ya que, según Blake, el cuerpo es la cárcel del alma.
This is the end
beautiful friend
this is the end
my only friend, the end
of our elaborate plans, the end
of everything that stands, the end
no safety or surprise, the end
I’ll never look into your eyes…again

En la letra de la canción The End habla del final de una relación que tuvo Morrison en la adolescencia, pero aparte de eso, utiliza la autobiografía para transmitir la culminación del nihilismo y evocar un sentimiento de soledad horrible. Según Huxley vivimos juntos y actuamos y reaccionamos los unos sobre los otros, pero siempre, en todas las circunstancias, estaremos solos ya que las sensaciones, los sentimientos, las intuiciones, imaginaciones y fantasías son cosas privadas incomunicables. Jim lo sabe, lo acepta y se resigna y así aparece, como una persona solitaria y lo transmite en sus poemas donde completa la idea añadiendo que el amor es la única forma de evitar el vacío y considera el sexo, la demostración del amor por la humanidad, como una experiencia mística donde se concentran los cinco sentidos y la percepción abre sus puertas a lo infinito, a lo incomunicable pero que esta vez sí se entiende. Momento que culmina con la muerte, la eyaculación, que representa el éxtasis de lo anterior y lleva al único final inevitable: la muerte de uno mismo como ser solitario.
En 1970 Jim decide retirarse del mundo de los escenarios y excesos, ya no quería ser Jim Morrison esa estrella del rock que seguía un ritmo de vida que acabaría pasando factura. Es entonces cuando se va a vivir con su novia Pamela Courson a París donde decide volcarse de lleno en su literatura. Un año después muere, a la edad de 27, de un paro cardiaco que le dio mientras se estaba dando un baño.
Hay diversas versiones sobre la muerte de Jim. La oficial es ese paro cardiaco y puesto que no se hizo autopsia no hay forma de demostrar que fuera una versión errónea, pero mucho se ha hablado de esta muerte y muchas versiones se han dado. La más interesante, y quizás más argumentada, es la que presenta Sam Bernett en el libro The End que afirma que estuvo presente el día de la muerte de Jim y que al cantante le dio una sobredosis de heroína en los baños del Rock and Roll Circus de París y que luego llevaron el cuerpo a casa y lo metieron en la bañera para intentar reanimarle pero ya era demasiado tarde. Pamela Courson, que murió de sobredosis cuatro años después, que aquel día habían ido al cine y que se lo encontró muerto en la bañera. Sea cual sea la verdad, Jim Morrison intentó huir de sí mismo por su propio bien, el problema es que Jim Morrison no puede no ser Jim Morrison…