La masonería en la piel de toro

El historiador madrileño Javier Alvarado Planas desentraña algunos grandes mitos de la masonería en su último libro “Masones en la nobleza de España”, desde su cátedra de Historia del Derecho y de las Instituciones, y como director del Máster de Historia de la Masonería en España y América.
Apenas se conoce que fueron masones no pocos de los grandes poetas, escritores, músicos o científicos como Montesquieu, Voltaire, Goethe, Herder, Mozart, Listz, Haydn, Fleming, incluso actores como Oliver Hardy, John Wayne, Glenn Ford, Clark Gable, o Peter Sellers , según indica a Efe Javier Alvarez Planas, catedrático de Historia del Derecho en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia).
“Para muchos, la masonería es una sociedad secreta en la que se urden conspiraciones y se medra a la sombra del poder. Para otros, fue además, una organización republicana, izquierdista y anticlerical, pues en ella militaron, destacados líderes socialistas, anarquistas o comunistas, como Lafargue, Proudhon, Bakunin, Buonarroti, Malatesta y hasta varios caudillos de la Independencia de América”, precisa el experto.
Éstos son algunos ejes sobre los que vertebra su obra “Masones en la Nobleza de España. Una hermandad de iluminados”, este historiador y también jurista, en un intento de desterrar viejos mitos y prejuicios, afirmando que: “la masonería no es una sociedad secreta, sino una sociedad con secretos”.
Una obra exhaustiva que publica La Esfera de los Libros (2016), y que fue galardonada con el V Premio Hidalgos de España.
El autor plantea al lector la paradoja de la presencia de nobles en las logias, con un perfil supuestamente conservador, monárquico y católico, todavía más acentuado si se tiene en cuenta que la masonería practicaba una fraternidad igualitaria, que contribuyó a difundir los principios del liberalismo social, político y económico.
Durante la dictadura franquista, el enemigo fundamental del Régimen era una supuesta “conjura judeo-masónica y comunista”, sin embargo, Alvarado demuestra que en la masonería había gentes muy variadas, de derechas y de izquierdas y, sobre todo. nobles católicos y monárquicos.
“Todo muy lejos de la realidad que aseguraba la propaganda del régimen franquista sobre unos masones que conspiraban, o coincidían en conspirar con los comunistas, para acabar con la España católica y tradicional”, afirma el experto.
A través del estudio biográfico de centenares de nobles españoles, pertenecientes a la masonería y de perfil conservador, católico y monárquico, demuestra lo equívoco de aquellas afirmaciones y clarifica dichas paradojas.
Son precisamente desentrañados algunos mitos, como la efectiva participación de la masonería en las Cortes y la Constitución de Cádiz de 1812, en el Trienio Liberal, o su responsabilidad en períodos históricos cruciales, como el proceso de Independencia de las colonias americanas, el Sexenio Revolucionario (1868-1871) o la Guerra Civil española .
Por sus páginas desfilan nobles y políticos españoles que fueron masones, entre ellos el conde de Montijo, el general Riego, o Agustín Argüelles. En el Gobierno de España, a lo largo del siglo XIX, lo fueron Calatrava, Martínez de la Rosa, el duque de Rivas, Ruiz Zorrilla; y los generales Fernández de Córdova, Evaristo San Miguel y Narváez.
Sin embargo, hasta el último cuarto del siglo XIX, fue aristocrática y burguesa, siendo las logias una plataforma de promoción profesional, social y política. Por eso abundaron los militares masones, pues la sociabilidad de las logias evadía de la monótona vida militar, según indica el experto.
“A finales del XIX, y principios del XX, la creación de partidos de masas y sindicatos de trabajadores, al canalizar la sociabilidad reivindicativa, permitió que la masonería recuperase su papel originario, apolítico, filantrópico y educativo”, comenta.
En la Segunda República (1931-1939), sólo en su primer Gobierno provisional hubo seis ministros masones, y en las Cortes Constituyentes, más de 150 diputados de diversas obediencias masónicas, aunque seguían las directrices de sus respectivos partidos, por encima de las consignas de sus obediencias: 48, en el Partido Republicano Radical; 44, en el PSOE; 34, en el Radical-Socialista; 14, en Acción Repúblicana; 10, en Esquerra Republicana de Catalunya; y 7, en la Federación Republicana Gallega, según indica en las páginas de su obra.