Risas alojadas en el estoicismo

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Este talentoso cómico de Hollywood, estrella de la época muda del cine, debe su apodo al prestigioso mago Harry Houdini, quien quedó asombrado por su resistencia al verlo salir ileso después de caer de una escalera a los 3 años de edad
Buster Keaton, estrella de la época muda del cine, debe su apodo al prestigioso mago Harry Houdini, quien quedó asombrado por su resistencia al verlo salir ileso después de caer de una escalera a los 3 años de edad

Dos hombres juegan fútbol americano. El que sostiene el balón ve que cuatro gigantes del otro equipo corren en su dirección para quitarle el ovoide. Si llegan a tocarlo, lo despedazan. El tiempo se acaba. Usted, ¿qué haría? Fácil. Buster Keaton le entrega el balón a su amigo y los colosos se lanzan sobre él. El actor se aleja caminando, impoluto.

El 1 de febrero de 1966 fallecía este guionista, intérprete y director, pionero de la comedia física y las bromas corporales.

Su cine, anterior al de Adam Sandler, Jackie Chan o Mr. Bean, dejó películas inolvidables como “La ley de la hospitalidad”, “El maquinista de la General”, “El navegante”, “El moderno Sherlock Holmes”, “El héroe del rio”, “Tres edades”, “El rey de los cowboys” o “El Cameraman”.

Genio inolvidable, fue conocido como “Cara de piedra” por su rostro inexpresivo y también como “Pamplinas” por uno de sus primeros largometrajes, “Pasión y boda de Pamplinas”.

Nacido en el pueblo de Picway, en el estado de Kansas, Estados Unidos, el 4 de octubre de 1895, con el nombre de Joseph Francis Keaton, murió el 1 de febrero de 1966 debido a un cáncer de pulmón en Hollywood, una fecha de la que se cumple medio siglo y que recupera a una de las grandes figuras del cine mudo.

De Buster Keaton se ha dicho que el secreto de su éxito como actor se debió a que no rió jamás en sus películas, de ahí sus apodos de “Cara de piedra” o “Cara de palo”.

Criado en una familia de comediantes, desde los tres años formó parte de una pequeña compañía que crearon sus padres, conocida como “Los tres Keaton”.

Desde pequeño sufrió una inusual serie de accidentes, como sofocarse al quedar encerrado en un baúl de disfraces, perder parte de un dedo por quedarse atrapado en una máquina o ser golpeado en la cabeza por un ladrillo durante un tornado. Pero eso, más que desalentarlo a él, y sus padres, lo llevó a convertirse, desde sus primeros años de vida, en una estrella del Vodevil, un tipo de show de variedades muy popular en Estados Unidos hasta la década del 30’, que incluía todo tipo de entretenciones como magia, animales, teatro, comedia, danza, acrobacias, etc.

Por ello se introduce en el circo, un mundo muy ligado al cine de entonces, por el que consigue un cierto éxito que le permite firmar, con veinte años, un contrato con la productora cinematográfica Keystone, por cuarenta dólares a la semana.

Así empieza a encadenar pequeños trabajos en películas, aunque el estallido de la Primera Guerra Mundial le obliga a pasar una temporada en el frente francés.

De vuelta a Estados Unidos, retoma su tarea cinematográfica y muy pronto comienzan sus éxitos, ya en los años veinte, una época en la que tiene que convivir con dos grandes genios del cine mudo como Charles Chaplin y Harold Lloyd.

“Buster Keaton Comedies”, fue mejor época del cómico, ya que tenía total libertad creativa y pudo desarrollar toda su genialidad, además de comenzar a dar forma a su personaje tragicómico que le valió el apodo de “Cara de Palo”.

En la mayoría de sus películas, interpreta él mismo las escenas de riesgo, comprometiendo su vida en varias ocasiones. No estuvo exento de lesiones, una de las más importantes fue una fractura de cuello que sólo se notó años después. Pero esta parte de su interpretación, contrastada con su constante e impertérrita expresión, fueron las que generaron la irrefutable hilaridad del espectador. A diferencia de su antiguo compañero de labores Roscoe “Fatty” Arbuckle, quien se reía con el espectador de las situaciones que vivía, Buster prefería que se rieran de

En estos años veinte, Keaton actúa, dirige y produce, en muchas de ellas, sus mejores trabajos como los mencionados títulos de “El navegante” o “El maquinista de la General” (1927), películas en las que se le exigía no sonreír, por una cláusula en su contrato.

Sonreír no era lo suyo

La llegada del cine sonoro no fue una gran aportación en la carrera de Keaton, sus películas de entonces no funcionaron y el actor y director cayó en una gran depresión y en el alcoholismo.

Una huida a Europa, donde rueda “El rey de los Campos Eliseos”, en 1935, le obliga a reír por contrato.

No era lo suyo. En su vuelta a Hollywood, tiene que conformarse con apariciones en filmes de segunda categoría. “El moderno Barba Azul”, rodada en México en 1948 y un corto papel en “Candilejas”, película para la que le llama Charles Chaplin, en 1952.

Ocho años después, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le concede un Óscar honorífico.

Buster Keaton falleció el 1 de febrero de 1966, en Hollywood, a los 70 años. Vivía entonces junto a su tercera esposa, Eleanor Norris. Ésta, durante un homenaje al actor y director en la Berlinale de 1995, reconoció entonces “no creo que actualmente exista ningún cómico que alcance su nivel”.

La viuda de Keaton señaló en la aquella ocasión, que su marido tuvo siempre una excelente relación con Charlie Chaplin, al que conoció ya antes de hacer ambos cine, aunque no puede decirse lo mismo de sus contactos con Harold Lloyd, “un hombre de negocios al que sólo le interesaba el éxito de sus películas”.

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