Los estigmas de Voss Van Conner

De vueltas con algunos de sus temas como la soledad, la muerte o el humor, la escritora y periodista Laura Fernández rinde homenaje a algunos de sus fantasmas literarios en su última novela, «Connerland», una historia de ciencia ficción en la que quiere «redimir a autores malditos del género».
Fernández explica que la novela se concibe como un homenaje a todos los escritores que la han hecho muy feliz y que para ella «son eternos, aunque su vida haya sido corta, tormentosa e incluso triste, como le pasa al protagonista Voss Van Connervan, autores como Philip K. Dick, Douglas Adams, Kurt Vonnegut, Thomas Pynchon o David Foster Wallace».
Todos esos autores, señala Fernández, «durante sus vidas quisieron ser famosos, pero no lo consiguieron hasta después de muertos» y con «Connerland» la autora quería ofrecerles una especie de redención, «porque sólo nos atraen los perdedores una vez muertos».
Su admirado Philip K. Dick, su «autor totémico», recuerda Fernández, murió en 1982 poco antes de que se estrenara la exitosa película «Blade Runner», de Ridley Scott, basada parcialmente en su «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?»;
«Connerland» (Literatura Random House) narra la historia del escritor de ciencia ficción Voss Van Conner, cuya carrera despega el día que muere electrocutado con un secador de pelo, una desaparición repentina que un editor importante aprovechará para convertirlo en oro, para que su mujer admita que estaba a punto de dejarlo y para que su mejor amiga pierda los papeles.
«Me gustaba la idea de traer a Voss Van Conner de entre los muertos para que viera su éxito postmortem», apunta.
La novela está llena de guiños a esos autores que Fernández colecciona en las estanterías de su biblioteca y, así, la novela «Timequake» de Kurt Vonnegut da nombre a una aerolínea, o aparece la misma ciudad en la que se desarrolla la profética «King Kong blues», de Sam J. Lundwall, que «en los 70 se convirtió en un ‘best seller’ referencia de la ciencia ficción de la década».
Juega Fernández además con la ambigüedad de la muerte: «Me gusta la idea con lo que puede haber en el más allá, que tiene que ver con las películas de los 80 y 90 y su imaginario, esa sensación de que todo era posible».
Sin embargo, aclara, en ningún momento está pensando en «fantasmas» tipo «Bitelchus» de Tim Burton, sino que su opción es «dar la bienvenida a esos mundos», siempre «muy alejado de lo que se hace en la literatura española».
La escritora, que anteriormente publicó «Bienvenidos a Welcome», «Wendolin Kramer» o «La chica zombie», se ríe de sus personajes, de ella misma y de las situaciones, porque «el humor te convierte en alguien invencible, y si te ríes de todo, nada te puede hacer daño».
La soledad, otro distintivo marca de la casa, está presente en esta novela, al igual que en las anteriores, porque como la propia Fernández recuerda: «Yo he sido hija única, y he crecido leyendo, yendo a otros sitios sin salir de casa a través de la lectura».
La periodista barcelonesa ha tardado cinco años en escribir «Connerland» y el resultado ha sido «un texto denso» que tiene que ver con que ese tiempo ha leído «El rey pálido» de David Foster Wallace.