Los turbios asuntos del séptimo arte

En el principio, la mafia enseñó a Hollywood sus métodos de trabajo y las películas dieron a los hampones una pincelada de romanticismo y normalidad. De ahí nacieron conceptos tan incrustados en la cultura popular contemporánea como el del Padrino de Francis Ford Coppola, que la mafia nunca había utilizado.
Fueron los años de oro de la Cosa Nostra y el cine, una relación en decadencia, pero que sigue dando extraordinarios éxitos de crítica y público, como la serie Los Soprano.
Éstas serían las líneas maestras del libro Hollywood y la mafia (Ediciones Robbinbok), donde el escritor y periodista británico Tim Adler desentraña las conexiones entre dos mundos que estuvieron conectados desde que Al Capone visitó Hollywood en 1927.
Según Llewella Humprheys, que se cree que era la hija ilegítima de Al Capone, la idea de extorsionar a Hollywood vino de su madre, una fan del cine. «Así que le dijo a mi padre, ¿por qué no nos metemos en este negocio y así yo podré conocer a todo el mundo?»
Una vez que Capone fue detenido por evasión de impuestos, como se relata en la cinta The Untouchables (1987), de Brian de Palma), fue su familia quien se hizo cargo de los negocios en Hollywood, «obteniendo por la fuerza 1.5 millones de dólares al año (equivalentes a 20 millones de ahora). Su intención a la larga era tomar todo el control de Hollywood», explica Adler, editor de la revista Screen Finance.
Tampoco los grandes estudios eran ajenos a prácticas que el autor llama «criminales», como el prostíbulo que tenía montado la Metro Goldwyn Mayer (MGM) para atender a mánagers y visitas del extranjero, y en el que trabajaban dobles de estrellas del cine, como se relata en la cinta L.A. Confidential (1997).
Pero al margen de las extorsiones a las figuras (Lucky Luciano suministraba drogas a las estrellas) o a los grandes estudios (controlando los sindicatos de técnicos, que podían paralizar un rodaje), la mafia vio en las películas un medio perfecto para blanquear dinero.
«La producción cinematográfica requiere grandes cantidades de dinero rápidamente», explica Tim Adler. «Hoy en día, producir y promocionar una película de Hollywood cuesta de promedio unos 96 millones de dólares. La mayoría de los ingresos llegan a los dos años del estreno de la película, una vez ha estado en los cines y en vídeo».
Por su parte, Hollywood aprendió los métodos de la mafia para intimidar a los actores y quedarse con el dinero de los accionistas.
Por ejemplo, «hasta la Segunda Guerra Mundial, tanto los jefes de la MGM como de la 20th Century Fox estuvieron robando millones de dólares provenientes de la recaudación de taquilla de manera muy parecida a cómo la mafia birlaba dinero de los casinos de Las Vegas en la década de 1960. Nadie puede birlar tanto dinero tan bien como en Las Vegas, porque ellos la inventaron», dijo el director Richard Brooks, pero Hollywood está en segundo lugar.
Además, en la década de los setenta se sabía que los estudios debían a los actores cientos de miles de dólares y que les pagaban la mitad de lo debido. Luego les decían que les demandaran por el resto, lo cual nunca hacían porque se arriesgaban a no trabajar nunca más.
En ocasiones, las cuestiones que se ventilaban eran estrictamente personales: En 1958, Harry Cohn, de la Columbia, que compró el estudio con el dinero de la mafia, amenazó a Sammy Davis Jr. con dejarle ciego y partirle las piernas si no dejaba de verse con Kim Novak, de quien estaba encaprichado. El resultado es que Davis, aterrado, se casó rápidamente con una corista negra.
De Sammy Davis Jr. a su famoso amigo, Frank Sinatra, que no podía faltar en una historia de Hollywood y la mafia. El genial ‘crooner’ es para el autor un personaje desconcertante:.
«Es difícil entender cómo alguien con el talento de Sinatra, y con su maravillosa voz, estuviese tan encaprichado con la mafia. Una vez dijo que prefería ser un don de la mafia que el Presidente de EE.UU. Sinatra veneraba a mafiosos como Bugsy Siegel, imitaba su llamativa forma de vestir y repartía regalos tan extravagantes como vulgares. Sin embargo, según Jerry Lewis, su admiración no se reducía a la simple imitación, sino que también transportaba para la mafia dinero por todo el país».
Según Adler, aunque el cine estaba controlado por judíos y los mafiosos eran de ascendencia italiana, tenían un punto en común: «Todos son emigrantes en EE.UU., desde Louis B. Mayer y Meyer Lansky, de origen ruso; el cómico Danny Kaye y el gángster Bugsy Siegel, creador de Las Vegas, que habían crecido en la misma calle; o los abuelos de Frank Sinatra, que vivían en la misma calle que Lucky Luciano, todos de origen siciliano».
De hecho, Hollywood dio una pátina de lo que hoy sería el ‘glamour’ a esos hombres rudos, incultos e incluso analfabetos que hacían dinero sucio en Hollywood; ahí están películas como El Padrino, que reflejaba a los mafiosos como protectores de las mujeres y los niños, no se metían en asuntos de drogas y no se traicionaban unos a otros. «Nada más lejos de la realidad», dice el autor británico. «Este submundo se basaba en el tráfico de drogas y en la traición».
La mafia está también presente en una de las teorías más extendidas sobre la muerte de Marilyn Monroe, según la cual Sam Giancana, el líder de la mafia de Chicago, ordenó matar a la actriz porque había amenazado con hablar sobre el dinero de la mafia que el presidente Kennedy había utilizado para las elecciones primarias de 1960. Esto lo contó el hijo del propio Giancana.
«Lo cierto es que Monroe», explica Tim Adler, «había tenido mucho contacto con la mafia, especialmente con el peso pesado Johny Rosselli, y había sido vigilada por las autoridades por ese motivo. Sinatra hizo un triángulo entre Hollywood, la mafia y la política. De hecho, fue él quien presentó a John F. Kennedy y Giancana y ambos tuvieron una aventura con Monroe».
Para Adler, la película que mejor reflejó la mafia histórica es Scarface (1932), de Howard Hawks, que se inspiró en el hecho de que Capone acabase con una gánsteres rivales golpeándolos con un bate de beisbol. Pero es que Hawks contó asesores de la mafia en el propio plató de rodaje.
Lo mismo podría pasar con la serie Los Soprano, que muestra detalles de trabajo de las mafias que sólo se pueden saber de primera mano, según el FBI, y que además muestra la actual decadencia de la Cosa Nostra: «Lejos de aquella mafia de los años veinte que quería controlar Hollywood, nos encontramos frente a pequeños ladronzuelos, mafiosos de clase media, cuyos hijos son contables, banqueros o abogados».
Su relevo puede estar en las mafias rusas: «El crimen organizado, como la esencia del ser, aborrece el vacío. Ahora otros grupos de emigrantes más necesitados, como los rusos, ocupan este vacío. La policía dice que la mafia italiana es suave comparándola con la rusa. Hasta ahora las incursiones de la mafia en Hollywood se han limitado a raptos y exigencias mediante a amenazas, pero no es difícil imaginar el dinero ruso comprando la MGM, de la misma manera que han comprado clubes de futbol».
Hollywood ha retratado de forma magistral a las figuras de la mafia, porque en realidad la tenía muy cerca: desde los primeros tiempos de la industria cinematográfica, la Cosa Nostra hizo negocios y manejó a productores y actores de la Meca del Cine. James Cagney, Marilyn Monroe, Marlon Brando, Francis Fod Coppola y, por supuesto.no.