República Checa, el paraíso de las drogas de ‘marcas blancas’

El pervitín es una droga ideada por químicos checos con materias primas domésticas y efectos prácticamente iguales a la cocaína. Sólo que un gramo se vende casi cuarenta veces más barato que la nieve . Un número importante de empresarios checos y eslovacos han conseguido asentarse firmemente en los mercados europeos, entre ellos también los traficantes con drogas. El pervitín y el braun son dos narcóticos baratos y con frecuencia muy duros que se venden como pan caliente no sólo en la desaparecida Checoslovaquia sino que empieza a penetrar con éxito en los sofisticados mercados occidentales, especialmente en Alemania.
El pervitín, conocido en los bajos fondos con el nombre de pan de alajú , causa unos efectos alucinantes que nada tienen que envidiar a los que produce la cocaína.
El braun, otra droga inventada por los químicos checos, es un opiáceo basado en la codeína que sustituye con ventaja a la heroína. Las dos drogas se pueden confeccionar fácilmente con medicamentos prescritos por los médicos y a un precio infinitamente inferior al de sus sucedáneas. Un gramo de braun, de excelente calidad, se consigue por menos de tres dólares, mientras que la misma cantidad de cocaína no se vende por menos de 107 dólares.
La narcomafia de Italia y Alemania se llevan a los especialistas checos a sus propios territorios para que produzcan allí esas drogas, según revelan fuentes bien informadas. Trasladar a un químico conlleva menos riesgo y es más fácil que pasar de contrabando drogas a través de las fronteras, dada la vigilancia y la eficacia cada vez mayores de las brigadas especializadas en la represión del narcotráfico.
Checoslovaquia se ha convertido ya desde que desapareciera el régimen comunista y las barreras fronterizas en una de las principales arterias del tráfico internacional, principalmente de Turquía, Polonia y de los Estados de la desaparecida Unión Soviética.
Fuentes policiales de Praga afirman que cada fin de semana acuden a la capital checa miles de drogadictos de Holanda, a pesar de que allí están permitidas las drogas blandas , y de Italia, atraídos por la abundancia de drogas duras y a precios más baratos que en sus países.
En los hoteles de nivel internacional, miembros de las mafias de la ex Yugoslavia, Rumania, Bulgaria y también de Albania y de las ex repúblicas soviéticas, ofrecen a los turistas y prostitutas, heroína y cocaína importada.
Esta venta de las drogas clásicas es cada día más difícil debido a la competencia que ofrecen el pervitín y el braun, al que se orientan los turistas una vez superada la desconfianza inicial.
Uno de los distribuidores que venden pervitín en los círculos más selectos de Praga asegura que cuando un cliente prueba mi mercancía, después ya no compra otra, pues le resulta regalada.
En la república checa, el mercado de la droga es muy reducido. El año pasado estaban registrados 6.448 drogadictos, de los cuales 4.500 totalmente dependientes, aunque su número real se calcula en cerca de veinte mil.
La legislación checa no es represiva en lo que al consumo de droga se refiere; tan sólo castiga la fabricación, venta y el tráfico ilegal con estas sustancias, con penas de hasta diez años de cárcel.
Pero la rigidez de esa ley es tan sólo aparente , señala un conocido jurista, pues si la persona afectada declara que la droga la tiene para su propio consumo, la justicia debe iniciar un interminable proceso para demostrar al inculpado que realmente su fin era el lucro.
En los círculos especializados médicos y policiales, tiene lugar en la actualidad un amplio debate, entre los que quieren la represión y los que luchan por su permisibilidad. Unos y otros tienen argumentos de peso.