Un escocés contra el Régimen

Stuart Christie, el anarquista escocés que participó en un plan para atentar contra Franco, relata su aventura en ‘Franco me hizo terrorista’, memorias que constituyen «una contribución a la historia de la lucha antifranquista española», según el autor.
Publicado por Temas de Hoy, el libro narra el viaje desde su país natal hasta un lugar que desconocía y en cuyo cambio histórico quiso participar. «Lo único moral que podía hacer era ofrecer mis servicios para una acción antifranquista», afirmó Christie durante la presentación de la obra.
Su temprano interés por Franco nació en su adolescencia, a raíz de las anécdotas que sus familiares y círculo de amigos contaban sobre la Guerra Civil y su participación en las Brigadas Internacionales, aunque quien más influyó en él fue su abuela, que le proporcionó «un barómetro moral en cuanto al bien y el mal» y a la que ha dedicado el libro ‘Mi abuela me hizo anarquista’.
En agosto de 1964, Christie recibió instrucciones para cumplir con su primera misión internacional. Debía entrar en España desde Francia con un cinturón de explosivos que, una vez en Madrid, le entregaría personalmente a otro contacto de la red junto con una carta que el escocés pasaría antes a buscar por las oficinas de American Express.
Explosivos en la zamarra
Después de recoger los explosivos en París, Christie debía viajar en tren hasta Toulouse, de allí a Perpiñán y, luego, intentar introducirse en automóvil en España.
Con tan sólo 18 años, el joven anarquista escocés llegó a España en autoestop y cruzó la frontera sin ser detenido. A pesar del calor que hacía en agosto de 1964, Christie llevaba puesta una zamarra en la que escondía una carga de explosivos.
La misión, organizada por Defensa Interior, tenía como objetivo atentar contra Franco y cambiar así el curso de la historia española. Pero su estancia en libertad duró muy poco, ya que horas después de pisar Madrid, con tiempo sólo de comerse un bocadillo en un bar de la Puerta del Sol, a escasos metros de la Dirección General de Seguridad, fue detenido por agentes de la Brigada Político Social.
Encarcelado y juzgado, fue condenado a 20 años de prisión. El indulto personal de Franco llegó a mediados de agosto de 1967, tres años después de su detención. La cárcel de Carabanchel, «donde no vi a ningún miembro del Partido Socialista», fue para él una «universidad de la vida».
En un partido del Real Madrid
Stuart Christie emprendió su misión sin estar al corriente del plan, ya que su papel era sólo de enlace que debía entregar los explosivos. «Años más tarde me enteré de que el plan era atentar contra Franco antes o después de un partido de fútbol en el estadio Santiago Bernabéu».
La publicación de ‘Franco me hizo terrorista’ constituye para su autor una oportunidad de ofrecer su propio testimonio de lo que pasó «y dar algo de empuje a la campaña para clarificar y abrir el proceso de la ejecución de los dos militantes anarquistas Francisco Granado y Joaquín Delgado».
Sin pensar en los posibles riesgos que corría, lo importante para Christie «era la idea de luchar por la justicia. Tenía 18 años y son los jóvenes quienes piensan que pueden cambiar el mundo sin tener en cuenta los riesgos a los que se enfrentan».
Sainetes de Carabanchel
Todavía hoy el autor desconoce quién le delató, aunque en el interrogatorio que le hicieron al ser detenido estaba claro que «hubo contactos estrechos entre la policía social y el servicio británico». «Años después», continúa, «descubrí que hubo dos infiltrados, Guerrero Lucas e Inocencio Martínez».
La historia que narra el libro fue el viaje iniciático de Stuart, en lo físico y en lo personal. Fue una experiencia vital que emprende en el momento en que entra en la cárcel en un país y una cultura desconocidos y junto a personajes de todo tipo.
En la España de Franco, la cárcel de Carabanchel era un punto de libertad. Así, de no ser porque las historias que cuenta este idealista, ingenuo e inexperto son tan serias, nos parecerían sainetes.