No habrá turistas en una sartén que arde

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El cambio climático puede hacer desaparecer el turismo en el sur de Europa
El cambio climático puede hacer desaparecer el turismo en el sur de Europa

Los cambios climáticos que se registran en el mundo pueden conducir a que dentro de 50 años desaparezca el turismo en el sur de Europa, pronosticó un meteorólogo alemán, Mojib Latif, del Instituto de Investigación Marina de la Universidad de Kiel. No me puedo imaginar que con las altas temperaturas que reinan actualmente en Italia, por ejemplo, se pueda ofrecer en el futuro viajes de descanso en ese país, indicó Latif.

Mientras que el sur del continente europeo experimentará pronto frecuentes períodos de sequía prolongados, «en las montañas seguirán ascendiendo los límites de las zonas nevadas», señaló. Practicar el esquí en los Alpes «con cierta seguridad es hoy casi imposible por debajo de los 2.000 metros de altitud», subrayó Latif, investigador de renombre en materia de cambio climático en el planeta.

El recalentamiento de la Tierra provocará que se derritan los suelos congelados en las zonas de alta montaña, por lo que en el futuro también serán más frecuentes los deslizamientos de tierra y desprendimientos de masa rocosa, «tornando inestables esas zonas». En Alemania, la ola de calor de este año ha bajado a marcas récord los niveles de los ríos, entre ellos el caudaloso Rin, llegando a afectar la navegación en diversos tramos.

Los períodos relativamente cortos entre sequías e inundaciones no son una contradicción, afirma Latif. «El clima continuará evolucionando de forma extrema». Asimismo, destacó que la actividad humana «no tiene incidencia directa en cada uno de los fenómenos climáticos que se registran, pero sí en su frecuencia». Una de las causas principales de estos vertiginosos cambios climáticos, según el meteorólogo, son las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono.

Turismo, un gran negocio con fecha de cierre

El aumento del nivel del mar, de la temperatura del agua, de la altura del oleaje y la frecuencia e intensidad de los temporales provocados por el cambio climático, tendrán un impacto directo en el turismo, los ecosistemas marinos y la comunidad pesquera.

Los efectos de este fenómeno ya son palpables en el Mediterráneo, según los expertos. Como consecuencia, las playas, paseos marítimos y construcciones costeras alterarán notablemente su aspecto actual.

Aún admitiendo que el clima de nuestro planeta haya podido sufrir cambios continuos a lo largo de su historia, existen evidencias que apuntan a que, en las últimas décadas, la actividad humana está provocando cambios en el clima más rápidos que la capacidad del medio natural para reaccionar.

Como consecuencia del calentamiento global, se prevé la aparición en las próximas décadas de graves impactos ambientales y socioeconómicos a escala planetaria tales como una mayor incidencia de los fenómenos meteorológicos extremos (sequías, inundaciones), la alteración de los sistemas naturales y la reducción de la productividad agrícola y forestal en amplias zonas.

El sur de Europa, y especialmente España, será especialmente sensible a estos fenómenos, así, las más recientes evaluaciones apuntan hacia una disminución de los recursos hídricos, la posible regresión de la costa, las pérdidas de la biodiversidad biológica y ecosistemas naturales y los aumentos de los procesos de erosión del suelo.

Según los datos aportados por el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, Ministerio de Industria, Turismo y Comercio), más del 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero se producen en nuestras ciudades, procedentes fundamentalmente del tráfico, de consumos energéticos ligados a la vivienda y otras actividades relacionadas con los edificios y actividad industrial a las que habría que añadir las emisiones producidas por la gestión y eliminación de los residuos. Por lo tanto, en el ámbito local puede canalizarse una gran parte de la prevención y respuesta al cambio climático.

Los expertos insisten en que las medidas de prevención deberían ir acompañadas de la plena concienciación por parte de administraciones públicas y ciudadanos, y remarcan que el cambio climático afecta con gravedad a los ecosisemas de la costa mediterránea y a la pesca.

Aunque en apariencia el incremento de un grado de la temperatura sea insignificante, conlleva que muchos animales marinos habituales en nuestros mares desaparezcan y emerjan especies invasoras. Este aumento varía la circulación oceánica, responsable de transportar el calor y el frío de unas zonas a otras.

El Mediterráneo es especialmente sensible a la acidificación impulsada por el cambio climático, que supone el aumento de la acidez del agua, debido al incremento de dióxido de carbono en la atmósfera. Esto comporta el descenso del pH del océano, que disminuye la disponibilidad de iones carbonatos, indispensables para la supervivencia de aquellas especies que necesitan generar estructuras de carbonato cálcico.

De esta manera, se evidencia también el incremento de la estratificación acuática, es decir, la dificultad para que las aguas se mezclen, lo que condiciona la disponibilidad de nutrientes. Por ello, se han registrado muchas muertes de gorgonias, unos corales que tienen problemas para sobrevivir, al igual que las algas calcáreas.

Mientras tanto, el incremento del nivel del mar modificará las playas, y el cambio de frecuencia y magnitud de los temporales producirá daños y generará problemas en las estructuras costeras, afirman los expertos. Para ellos, un ligero aumento de ese nivel puede afectar mucho al acuífero costero y generar problemas de disponibilidad de agua dulce.

Los investigadores afirman que se necesitarán ecosistemas dunares bien conformados que taponen la subida del nivel del mar y el incremento de la magnitud de los temporales, y no se debería permitir la urbanización y la destrucción de los ecosistemas costeros, por lo que proponen establecer políticas de adaptación y planificar los usos del territorio y los recursos naturales.

En su opinión, la sociedad debería realizar mucha pedagogía, cambiar el modelo económico y de movilidad, replantear su relación con el medio ambiente, apostar por energías renovables, evitar los combustibles fósiles y reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

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