Clichés que segregan por sexo desde la infancia

Los estereotipos y la manera de enseñar matemáticas minan la capacidad femenina en España, según los resultados del test retos Matemáticos realizado por los promotores del método Smartick.
Con respuestas de 7.147 mujeres y 7.270 hombres, el estudio demuestra que los adultos españoles apenas aprueban un test matemático de Secundaria.
Los resultados de las mujeres son bastante peores que los de los hombres (4,27 frente a 5,62), independientemente del nivel de estudios (desde Primaria a estudios de Master o Doctorado).
De hecho, tan sólo los bachilleres y universitarios hombres y las mujeres con master o doctorado logran un aprobado en el test.
Sin embargo, las métricas por género en Primaria del método Smartick revelan que esta diferencia no se aprecia en Primaria, donde las niñas sacan incluso mejores notas en Matemáticas.
La razón es por tanto de carácter social ya que, según Jo Boaler, profesora de la universidad de Stanford, la sociedad desperidicia el talento matemático de las niñas.
A su juicio, la forma en que se enseñan matemáticas en nuestros colegios, al poner énfasis en los resultados y en lo puramente procedimental en contraposición a un enfoque más integral, es particularmente lesiva para las mujeres, que necesitan entender mejor los porqués y para qué sirve lo que aprenden.
Si a eso le sumamos una cultura y una sociedad que tiende a favorecer ciertos estereotipos machistas, estamos ante un claro ejemplo de profecía autocumplida, apunta.
Ideas preconcebidas
Las ideas preconcebidas que asocian una mayor brillantez intelectual al género masculino empiezan a afectar a las niñas a una edad tan tierna como los seis años, según indica un estudio de las universidades de Nueva York, Illinois y Princeton, cuyos resultados se publican esta semana en la revista Science.
Según explica a Sinc Lin Bian, investigadora de Psicología de la Universidad de Illinois y una de las líderes del trabajo, “los estereotipos que otorgan una mayor habilidad intelectual a los niños que a las niñas emergen muy pronto y tienen un impacto sobre las aspiraciones profesionales de las mujeres”.
Para probar a qué edad empiezan a gestarse estas ideas, los investigadores llevaron a cabo varios experimentos con niños y niñas de entre 5 y 7 años. En uno de ellos, se les hizo escuchar una historia sobre una persona que era ‘muy inteligente’ y luego se les pidió que adivinaran cuál de cuatro adultos desconocidos (dos hombres y dos mujeres) era el protagonista. También se les dijo que eligieran qué adulto en una serie de pares de diferentes géneros era ‘muy, muy inteligente’.
Si bien los resultados mostraron que tanto los niños como las niñas de 5 años veían a su género de manera positiva, las niñas de 6 y 7 años eran mucho menos propensas a asociar la brillantez con su propio género. Estas diferencias de edad fueron muy similares entre participantes de contextos socioeconómicos y étnicos diversos.
En una prueba posterior, a un grupo diferente de niños y niñas de 6 y 7 años se le invitó a participar en dos juegos, uno para niños ‘realmente inteligentes’ y el otro para los que ‘trabajan muy duro’. Las niñas estuvieron mucho menos interesadas que los niños en el juego para inteligentes. Sin embargo, no hubo diferencia entre unos y otras en la elección del juego para los trabajadores.
Un experimento final comparó el interés de los niños y niñas de 5 y 6 años por los juegos para niños inteligentes. Los resultados no mostraron diferencias significativas en los niños y niñas de 5 años; sin embargo, la inclinación de las niñas de 6 años por esta actividad fue, de nuevo, inferior a la que mostraron los niños.
Sara-Jane Leslie, investigadora de Filosofía de la Universidad de Princeton y otra de las autoras, recuerda las conclusiones de un trabajo anterior, en el que analizaron cómo el estereotipo del genio limita las carreras de las científicas.
«Las mujeres son menos propensas a cursar títulos superiores en campos que, según la creencia establecida, requieren brillantez intelectual. Estos nuevos hallazgos muestran que estos estereotipos empiezan a afectar las decisiones de las niñas en una edad increíblemente temprana», destaca.
En opinión de Lin Bian, “si queremos cambiar las mentes de los jóvenes y hacer que el mundo sea más equitativo, necesitamos saber cuándo comienzan a surgir estos estereotipos para poder intervenir y evitar estas consecuencias negativas sobre las decisiones educativas de las niñas y sus futuras opciones de carrera”.