Esbozos fantásticos desde el lado femenino

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Las escritoras que han participado en este libro provienen de las dos orillas del Atlántico. Pertenecen a generaciones diferentes y se mueven estilísticamente por parámetros distintos. Una oportunidad para explorar sus diferentes prosas y proposiciones creativas
Las escritoras que han participado en este libro provienen de las dos orillas del Atlántico. Pertenecen a generaciones diferentes y se mueven estilísticamente por parámetros distintos. Una oportunidad para explorar sus diferentes prosas y proposiciones creativas

Las ‘Mary Shelley’ que escriben en español son reivindicadas en «Insólitas», la primera antología de género fantástico de escritoras españolas y latinoamericanas, en la que Teresa López-Pellisa y Ricard Ruiz Garzón han reunido cuentos de una treintena de autoras.

López-Pellisa explica que la idea de esta antología era «reivindicar y visibilizar a unas autoras que llevan escribiendo durante mucho tiempo y que no se conocían tanto, o algunas latinoamericanas que no habían publicado en España».

El volumen propone «la revisión del canon literario desde los géneros no realistas, ya que «nunca se habían reunido relatos de lo fantástico, ciencia ficción y fantasía escritos por autoras en español», comenta la antóloga, para quien otra de las «grandezas» del texto es que es «transatlántica».

Hay países latinoamericanos como Argentina, añade, en los que hay una tradición con nombres como Mariana Enríquez, Luisa Valenzuela, Ana María Shua o Angélica Gorodischer, «muy conocidas en su sistema literario, porque allí lo fantástico viene de lejos, desde Borges, Bioy Casares o Silvina Ocampo, con mayor peso que en España, al igual que pasa con México, con dos ilustres representantes como la fallecida Elena Garro o la nonagenaria Amparo Dávila».

Que haya desde autoras de 90 años hasta algunas que no han llegado a los 30 ofrece, según López-Pellisa, «un panorama intergeneracional interesante de los géneros no realistas».

Entre las españolas, «Insólitas» (Páginas de Espuma) incluye «clásicas como Pilar Pedraza, la dama del terror; Cristina Fernández Cubas, dama de lo fantástico; y Elia Barceló, la dama de la ciencia ficción», a las que se suma un ejemplo puente, Cristina Peri Rossi, uruguaya, afincada desde décadas en Barcelona, que ha cultivado siempre lo fantástico, pero también tiene relatos de ciencia ficción, siempre con una fuerte reivindicación feminista en su obra.

Ricard Ruiz Garzón advierte, sin embargo, que «no se trata de una antología de reivindicación feminista», pues las autoras abordan temas de lo más variado, desde la maternidad o la violencia de género, a la globalización, los temas del monstruo o la muerte.

Percibe que hay «menos terror o fantasía épica», temas que habitualmente se abordan más en la novela que en el cuento.

Estas autoras se enfrentan a un doble obstáculo, según Ruiz Garzón, «como mujeres escritoras, pero también por escribir en un género minorizado dentro del canon porque en España se ha impuesto el canon realista».

Ambos antólogos coinciden en que «la ciencia ficción está cambiando en los años post Harry Potter, y ahora funciona más la distopía juvenil, las ucronías, el estilo ‘Black Mirror’, con historias ambientadas en un tiempo no muy lejano, porque la tecnología evoluciona de manera acelerada».

Los dos especialistas opinan que se puede hablar de un auge de las escritoras del género «en tanto en cuanto hay un boom de visibilidad, pero también hay una incorporación masiva de la mujer en todo el proceso con nuevas lectoras, traductoras, autoras y editoras».

La tradición femenina en el fantástico ya hunde sus raíces en el siglo XV con Christine de Pizan, Margaret Cavendish en el XVII o Mary Shelley en el XIX, subraya Teresa López.

Aunque existen en España numerosos encuentros en torno al género fantástico, Ruiz Garzón echa en falta un evento del tamaño del BCNegra, que «cuente con el apoyo decidido del mundo editorial».

Ambos antólogos perciben un punto de inflexión a partir del éxito de «El cuento de la criada» de Margaret Atwood, amplificado por el éxito de la serie televisiva, que ha desatado la creación de distopías, un efecto multiplicador que también se puede atribuir a «Los juegos del hambre» o «La carretera».

La literatura, concluyen, debe eliminar los prejuicios que tiene hacia la ciencia ficción y el género fantástico, que «sí son pujantes en las series televisivas, en el cine o en los videojuegos».

No menos necesaria sería «una biblioteca de autoras y autores del género fantástico, porque permitiría reivindicar y recuperar a Emilia Pardo Bazán, cuya primera novela es de ciencia ficción, a Mercè Rodoreda por sus novelas fantásticas, a Ramon y Cajal, que escribía ciencia ficción para enseñar a sus alumnos, o a Unamuno y Clarín, ambos del canon realista pero que también cultivaron la ciencia ficción y que además estaban en contacto con H.G. Wells».

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