Lectura
Palabras raras, sin perífrasis ni circunloquios

¿Alguna vez te has parado a leer una página del diccionario? Porque si no lo has hecho deberías. Seguro que no conocerás todas y cada una de las palabras que allí encontrarás. Muchas incluso puede que te sorprendan. Y es que el castellano tiene términos que nos pueden resultar de lo más extraños. Bueno, el castellano y el resto de idiomas. Pero hoy nos centraremos en el castellano (por eso de que es el idioma oficial y tal).
Los idiomas siempre tienen muchas curiosidades que depararnos (muchos “easter eggs” que dirían algunos). Buena prueba de ello son las palabras más largas del mundo o aquellas lenguas que no tienen más de 10 hablantes. Lógicamente, el castellano no es ninguna excepción. El idioma oficial de nuestro país se habla en más de 30 países, tiene más de 528 millones de hablantes y cuenta con cerca de 88.000 palabras. Tantas que es hasta normal que muchas de ellas podamos definirlas como… surrealistas. Y ya que seguramente nadie las pronuncie en una conversación contigo, ni las leas en un buen libro, hemos decidido recopilar aquí las más raras. Aquellas que te harán pensar en qué demonios estaba pensando quien las inventó (o que estaba tomando…). Así que, para no entretenerte más, aquí están; las 12 palabras más raras del castellano:
Abuhado
Dícese de aquellas personas cuya apariencia se asemeja a la de un búho u otra ave rapaz nocturna. No te preocupes, es broma (de las malas). El término abuhado se utiliza para referirse a lo “hinchado o abotagado”.
Ejemplo: ¿No crees que Borja está un poco más abuhado que la última vez?
Acmé
No, no es que la RAE haya admitido a la marca de explosivos favorita del coyote dentro de nuestro diccionario. La palabra existe, pero con un significado bien distinto: “momento más agudo de una enfermedad”. Aunque pensándolo bien preferimos la versión del correcaminos.
Ejemplo: Tras varios intentos fallidos de atrapar al correcaminos, el coyote se encuentra en el acmé de su depresión.
Amover
Otra palabra que parece más bien dicha por nuestro vecino el del pueblo. Pero no, está palabra existe y significa nada más ni nada menos que “destituir, deponer a alguien de su empleo o destino”.
Ejemplo: en este país es tarea harto difícil amover a los poderosos de sus asientos.
Barbián
Este vocablo, más propio de una barbería o de un estilo de barba, se utiliza para referirnos a alguien como “desenvuelto, gallardo, de carácter jovial”. Todo un piropo sin duda.
Ejemplo: Que joven tan apuesto y barbián.
Haiga
Que no oiga. Este curioso término sirve para designar aquellos coches de gran tamaño y carácter ostentoso. Como una limusina o un ‘batmóvil’.
Ejemplo: menuda haiga que se ha comprado Carlos. Va a ser la envidia de todo el vecindario.
Jipiar
No, no tiene nada que ver con el movimiento hippie. Por el contrario, esta curiosa palabra significa “hipar, gemir, gimotear. Cantar con voz semejante a un gemido”. Sí, a nosotros también nos ha sorprendido la última acepción.
Ejemplo: Pero qué bien jipía Susana en el ‘Singstar’.
Mamporrero
Esto… Como decirlo sin que suene mal… Bueno, mejor damos la definición que nos ofrece la RAE: Hombre que dirige el miembro del caballo en el acto de la generación. A buen entendedor pocas palabras bastan…
Ejemplo: Luis fue contratado como mamporrero para “ayudar” a los caballos del establo de su tío.
Murciégalo
Cuantas veces nos hemos reído de aquellos a los que les hemos oído pronunciar esta palabra. Pues va a ser que estábamos equivocados. Porque murciégalo es la forma original de la palabra murciélago. Aunque tampoco hace falta que les digamos que tenían razón…
Ejemplo (un clásico): Que sí, que te lo digo yo, que se dice murciégalo.
Orate
Otra más que parece sacada de una novela de ciencia ficción. Pero no. Se utiliza para referirse a una “persona que ha perdido el juicio”. Como la persona que la inventó, más o menos.
Ejemplo: – ¡Ayuda! ¡Un orate me ataca! – ¿Un qué?
Sapenco
Aunque suene a insulto o a palabra despectiva (por su parecido con zopenco), lo cierto es que nada podría estar más alejado de la realidad. Este vocablo no significa otra cosa que “caracol terrestre con rayas pardas transversales, que alcanza una pulgada de longitud y es muy común en la Europa meridional”. Ahí es nada.
Ejemplo: ¿Qué por qué no lo llamo simplemente caracol? Pues porque estoy aburrido, no tengo nada más que hacer y aún quedan 4 horas para la cena.
Uebos
Tal que así, sin hache y con “b”. Esta palabra, que si la escribiera algún amigo no dudaríamos en criticarle hasta que el mundo dejara de ser mundo, se trata de un arcaísmo que significa “necesidad” o “cosa necesaria”.
Ejemplo: tengo unos uebos de gran importancia.
Vagido
En un principio podría parecer que esta palabra se asemeja a “valido”. Bueno, y en cierta forma lo es; porque este curioso término hace referencia al “gemido o llanto de un recién nacido”. Pero tal vez sea mejor que no habléis a vuestros amigos sobre los vagidos que da vuestro hijo o hermanito pequeño.
Ejemplo: el niño les despertaba todas las noches con sus insufribles vagidos.
Burdégano
Nada menos que ‘Animal resultante del cruzamiento entre caballo y asna’ (algún nombre tenía que recibir el “animalico”). Pero sin duda lo que más nos gusta es cómo suena. Altisonante cuando menos.
Ejemplo: ¡Menudo burdégano estás hecho!
«Kamasutra para domingos lluviosos», una obra gráfica para todos los días

Amor, humor, sexo, contorsionismo y locura se dan la mano, se mezclan y se funden en «Kamasutra para domingos lluviosos», una pequeña obra gráfica en la que el ilustrador Ximo Abadía versiona de manera libre algunas de las posturas del antiguo texto hindú.
«La primera ilustración nació en un sofá y fue el ’69 a cuerda'», cuenta a Abadía, sobre el nacimiento de este libro, que siguió creciendo entre «sofás y sillas» en los tiempos muertos que encontraba durante su trabajo como ilustrador de obras infantiles.
«Se las envié a Enrique Redel (editor de Impedimenta, la editorial que edita este libro) y en un par de horas me respondió que quería el libro.
Así que un proyecto que podría haber acabado en un cajón se convirtió en una pequeña loca aventura», relata el autor.
Mediante dos únicas figuras, dos amantes que visten siempre de negro (él) y rojo (ella) adoptan posturas como la del «sifón», «el balancín» o «el vermut» para dar rienda suelta a sus pasiones amatorias.
«Conocía el kamasutra y me gustaba el contorsionismo de las figuras.
Pero, por otra parte, me encanta la locura de los artistas balcánicos como Emir Kusturika o Goran Bregovic, tienen algo muy circense y festivo; y a la vez sencillo, cotidiano y divertido.
Creo que se mezcló todo y nació este kamasutra», afirma.
Pero en «Kamasutra para domingos lluviosos» Abadía (Alicante, 1983) hace uso también de algunos juguetes eróticos para disfrute de sus particulares amantes.
«Creo -añade- que el sexo ha evolucionado mucho desde el kamasutra original y he intentado darle un toque un poco más bizarro.
Utilizo estos objetos (bolas chinas o esposas) como elementos decorativos porque me resulta muy divertido ver cómo ha evolucionado la industria del sexo.
Muchos de estos objetos creo que tienen un toque circense, y el circo tiene algo que me atrapa».
Nacido como un «reto» para conseguir algo «irónico e icónico a la vez», el autor de este libro de pequeño formato recomienda que no sólo se lea en «domingos lluviosos», sino que lo «mejor» es»utilizarlo» cualquier día de la semana.
Aunque, según reconoce Abadía, los domingos lluviosos son días «más caseros» que piden más «cama».
«Tienes más tiempo para jugar, y así empiezas el lunes con una sonrisa».
Philip K. Dick, el lisérgico divagante

Philip K. Dick es uno de los escritores de ciencia ficción más importantes e influyentes de Estados Unidos. Sus obras han sido llevadas al cine en clásicos como Blade Runner y ha inspirado filmes como Matrix.
En los libros de Philip K. Dick se tocan temas como el control de las grandes empresas o gobiernos sobre las personas, así como la manipulación de la realidad, que termina siendo una ilusión.
A continuación 10 libros de Philip K. Dick que debes leer.
1. El hombre del castillo (The Man in the High Castle )
La novela fue publicada en 1962 y presenta una realidad alternativa en donde los aliados perdieron la II Guerra Mundial. Lo que era Estados Unidos fue dividido en tres partes: una costa es dominada por Alemania, la otra es controlada por Japón y en el centro se encuentran los estados autónomos. En 2015 se estrenó la serie del mismo nombre que tiene como productor ejecutivo a Ridley Scott.
2. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheep? )
Philip K. Dick publicó esta novela en 1968 y fue adaptada por Ridley Scott en la película Blade Runner, que fue estrenada antes de la muerte del escritor. Es considerada un clásico en la ciencia ficción que tiene como escenario una Tierra devastada por una guerra nuclear y plantea las dudas sobre la realidad.
3. Ubik
Una de las obras más complejas de Philip K. Dick que fue publicada en 1969. En Ubik, la realidad no es lo que parece. En 2005 fue incluida por Time Magazine entre las 100 novelas de todos los tiempos.
4. Tiempo de Marte (Martian Time-Slip )
Obra publicada en 1964 en donde Philip K. Dick en donde Marte ha sido colonizado por los seres humanos. El protagonista lucha contra su esquizofrenia y un autista que puede ver el futuro. El libro advierte los peligros de una sola autoridad.
5. Fluyan mis lágrimas, dijo el policía (Flow My Tears, the Policeman said )
El libro fue publicado en 1974 y su protagonista Jason Taverner era una estrella televisiva que vive en un estado policial. Sin embargo, todo cambia cuando un día despierta en una habitación de hotel y sus documentos de identidad han desaparecido. Poco después se dará cuenta que toda su identidad ha desaparecido.
6. Una mirada a la oscuridad (A Scanner Darkly )
Publicada en 1977, Philip K. Dick presenta a un policía antinarcótico que empieza a perder contacto con la realidad tras haber sido expuesto a la Sustancia D, droga que genera alucinaciones y estados de confusión.
7. El tiempo desarticulado (Time Out of Joint )
En 1959 se publicó la obra que inspiró la película El Show de Truman. En la obra se pone en duda la realidad cuando el protagonista Ragle Gumm, quien cree vivir en 1959 en realidad está en 1997. El gobierno de la Tierra se enfrenta a los colonos de la luna que son llamados ‘lunáticos’.
8. SIVAINVI (VALIS)
Novela escrita en 1981. Esta obra, en la que el protagonista es una parte de sí mismo, no es para cualquiera. Es recomendable solo para aquellos familiarizados con la obra de Philip K. Dick, en donde se cuestiona la realidad.
9. Los tres estigmas de Palmer Eldritch (The Tree Stigmata of Palmer Eldritch)
La novela publicada en 1965 presenta una compleja estructura de capas de realidad e irrealidad y explora los temas religiosos. La humanidad ha colonizado todos los planetas habitables. La vida en el espacio es dura, pero también lo es en la Tierra, que es ahora casi inhabitable.
Fue publicada en 1966. La historia transcurre en 2055 cuando la Tierra está en guerra contra un enemigo alienígena. El protagonista Eric Sweetscent y su esposa se hacen adictos a una poderosa droga que aparentemente causa viajes en el tiempo.
Los Reyes Magos y su verdadera historia

Se acerca la Noche de Reyes, y qué mejor ocasión para recordar la verdadera historia de estos tres pintorescos personajes, que durante la madrugada de todos los 6 de enero, recorren el mundo a caballo dejando regalos en los zapatos de los niños.
La historia de los Reyes Magos es de fuerte tradición católica, por eso en los países donde no hay una gran presencia de esta religión, sus figuras son más simbólicas que otra cosa.
La primera aparición de los Reyes Magos se la debemos a la Biblia.
Según el libro sagrado, luego del nacimiento de Jesús, llegaron al establo donde el recién nacido se hospedaba junto a sus padres para hacerle cada uno un regalo al nuevo mesías.
Los Reyes Magos habían llegado hasta allí solamente guiados por “La estrella de Belén”, que algunos la relacionan con el Cometa Halley en una de sus tantas pasadas sobre nuestro planeta.
De esta manera según la Biblia, se decretó la fecha del 6 de enero, día en que los tres Reyes Magos llegaron desde un origen que no está del todo claro, para encontrarse con el niño salvador, el verdadero hijo de Dios.
La Biblia no especifica el origen de los Reyes Magos, los cuales se supone que provinieron de Persia o Babilonia, ya que en esos lugares aquellos eran conocidos como magos, y tenían un gran poder e influencia en la sociedad.
Además la palabra “mago” se utilizaba comúnmente en esa época para designar a los astrónomos.
Tampoco se extrae de la Biblia sus nombres (Melchor, Gaspar y Baltazar) ni sus apariencias físicas, las cuales fueron incorporadas algunos siglos después gracias a las escrituras de un monje benedictino.
En ellos, se estableció que Melchor era un anciano de cabellos y barba blancos; que Gaspar era más joven pero igualmente barbudo y rubio; y que Baltazar, era joven y negro.
Según los expertos, estas descripciones hacen una clara referencia en establecer a los Reyes Magos como representantes de Europa, Asia y África, respectivamente.
Un dato de los Reyes Magos que sí nos ha dejado la Biblia, es el correspondiente a los regalos, un aspecto bastante importante, considerando que en varios países los regalos en esta fecha tienen una gran importancia.
Según las escrituras, los Reyes llegaron con tres cofres, uno repleto de oro, otro de incienso, y otro con mirra.
Estos elementos, son más simbólicos de lo que parece a simple vista para la tradición católica.
En primer lugar, el oro es un regalo a Jesús entendido como Rey, ya que el oro era el regalo habitual que se destinaba a los reyes de la época.
El incienso era un regalo para Jesús entendido como Dios, debido a que se quemaba en los templos en honor a los dioses.
Finalmente la mirra, es entendido como un regalo para el Jesús hombre, ya que era la sustancia con la que se embalsamaba a los muertos en la época.
De esta forma, los tres regalos estarían constituyendo los tres perfiles de Jesús, como Rey (de los judíos como se autoproclamó varias veces), como Dios y finalmente como hombre.
Con el correr de los años, la historia de los regalos de los Reyes Magos fue cobrando notoriedad, y en algunas zonas del mundo se utiliza el 6 de enero (el día destinado a los Reyes en los calendarios) como un día especial para realizar regalos a los más pequeños.
Libros famosos que pasaron por el purgatorio del rechazo

Que la insistencia es una virtud es un hecho probado. Con independencia del resultado final, sólo quienes lo intentan pueden fracasar o triunfar; en el campo editorial, la demostración palpable de lo suscrito son las negativas, portazos, rechazos y hasta humillaciones que recibieron, antes de ser conocidos por todos, algunos de los libros más famosos de la historia.
1. Un editor dijo una vez a Scott Fitzgerald: “Tendrías un libro decente si prescindieras del personaje de Gatsby”, en referencia a su obra más exitosa, El gran Gatsby.
2. C. S. Lewis, autor de Las crónicas de Narnia y Cartas del Diablo a su sobrino, obtuvo más de 800 negativas antes de vender un solo escrito.
3. Rebelión en la granja, una sátira contra la corrupción política escrita por George Orwell, fue rechazada con el siguiente comentario: “Es imposible vender historias de animales en Estados Unidos”.
4. El diario de Ana Frank recibió esta respuesta de una editorial: “Esta chica no tiene una percepción ni sentimiento especial que eleve este libro por encima del nivel de la curiosidad”.
5. Rudyard Kipling, autor de El Libro de la Selva, fue rechazado por el San Francisco Examiner con esta nota: “Lo siento, Sr. Kipling, pero sencillamente no sabe usted usar el inglés”. Sin embargo, no tardaría mucho tiempo en convertirse en el primer británico en ganar el Premio Nobel de Literatura, y continúa siendo el escritor más joven en haberlo logrado.
6. Cuando J. K. Rowling envió el manuscrito Harry Potter y la piedra filosofal a 12 editoriales, sólo recibió negativas. Finalmente, la hija de ocho años del presidente de Bloomsbury convenció a su padre para que lo editara.
7. La editorial con la que se topó Marcel Proust fue tan coloquial como hiriente respecto a su gran obra, En busca del tiempo perdido: “Mi querido amigo, puede que esté muerto de cuello para arriba, pero aún así no veo por qué un tío puede necesitar 30 páginas para describir cómo cambia de postura en la cama antes de dormir”. El escritor francés llegó hasta el punto de pagar de su bolsillo a una editorial para ver publicada su obra.carrie
8. Agatha Christie pasó cuatro largos años suplicando a las editoriales para que publicaran alguna de sus novelas. Hoy, se estima que se han vendido ya más de cuatro mil millones de copias de sus 79 libros, una cifra sólo equiparable a Shakespeare.
9. Stephen King destruyó su primera novela larga tras verla rechazada, y sólo pudo empezar a publicar a partir de la cuarta, Carrie, que tampoco estuvo exenta de negativas. La más llamativa fue esta: “No estamos interesados en ciencia ficción que tenga que ver con utopías negativas. No venden”.
10. El espía que surgió del frío fue la primera novela de John le Carré. Un editor le envió el manuscrito a un compañero con el siguiente mensaje: “Te presento a le Carré. No tiene ningún futuro”. Sin embargo, la prolífica obra del escritor inglés parece demostrar lo contrario.
Así que a menudo el problema para lograr reconocimiento no reside en la falta de talento del escritor, sino en el dudoso criterio de los editores.
La leyenda japonesa del hilo rojo del destino

De acuerdo a este mito, toda persona está atada por el meñique de un hilo rojo invisible que lo conducirá hacia otra persona con la que hará historia.
Para los japoneses, que saben tanto e intuyen más, las relaciones humanas están predestinadas por un hilo rojo que los dioses atan a los dedos meñiques de aquellos que se encontrarán en la vida.
De acuerdo a la leyenda, las dos personas conectadas por este hilo tendrán una historia importante, sin importar el lugar, el tiempo o las circunstancias.
El hilo rojo se puede enredar, contraer y estirar, como seguramente a menudo ocurre, pero nunca se puede romper.
Esta leyenda, tanto más estética que la de las almas gemelas, surge cuando se descubre que la arteria cubital conecta el corazón con el dedo meñique (que es la misma razón por la que en tantas culturas se cierran promesas al entrelazar este dedo con el de otra persona).
La delgada vena que va del corazón a la mano se extiende por el mundo invisible para terminar su curso en el corazón de alguna otra persona.
Pero a diferencia de otras supersticiones amorosas, la japonesa no se limita a la pareja, ni a una sola persona a la que estemos destinados a encontrar.
Habla de una suerte de ramificación arterial que surge de un dedo hacia todos aquellos con los que haremos historia y todos aquellos a los que ayudaremos de una manera u otra.
Para la imaginación ontológica, el mito del hilo rojo es una manera de entender nuestro itinerario de encuentros como una trama predeterminada donde las relaciones de pareja, los roces íntimos y todas las pequeñas historias que enlazamos con otros no son triunfos ni accidentes del azar sino parte de un tapiz escarlata cuyos hilos nos fueron dados al nacer pero nosotros tejimos.
Una de las leyendas japonesas en torno a esto cuenta que un anciano que vive en la luna sale cada noche y busca entre los espíritus aquellos afines a reunirse en la Tierra, que tienen algo que enseñarse mutuamente, y cuando los encuentra les ata un hilo rojo para que encuentren su camino.
Así, nuestros hilos rojos terminan en alguien más. Aceptar esto, o al menos considerarlo, es un consuelo secreto; es como si nuestros pasos, por más obstinados que a veces nos parezcan, supieran la ruta y la geografía de sus múltiples destinos amorosos y por lo tanto no hubiera “tropiezos” o decisiones mal tomadas.
En el cine hay dos momentos memorables que rinden tributo a la estética sutil y mistérica de este hilo rojo conductor: la primera es la película Dolls, de Takeshi Kitano, y la segunda Sayonara, de Joshua Logan.
En ambas nos enteramos al final que las parejas estaban unidas por el hilo rojo del destino, y que todo lo que sucedió antes no fue sino una trama por la ruta del hilo que acabaría por reunirlos.
“Journeys end in lovers meeting”, decía William Shakespeare.
Todas las culturas se han planteado qué es lo que gobierna el rumbo individual de cada hombre, y entre ellas muchas han concebido un hilo astronómico que predice sus caminos.
Pensemos en las Moiras de los griegos, que sostienen un hilo de oro por cada hombre en la tierra y a su muerte lo cortan de tajo, o en el hilo, también rojo por cierto, de la cábala, que conecta a los creyentes con la Tierra Santa de Jerusalén.
Es lógico pensar que si la vida se concibe como un gran texto (del latín textus: tejido, enlace), los hilos sean la materia prima del hombre para entramar su acontecer diario. “Perder el hilo” es ya una expresión universal para referirse al extravío práctico o incluso existencial.
Así, la leyenda del hilo rojo nos dice que dentro del laberinto de encuentros e historias compartidas hay una senda prediseñada y perfecta, un hilo escarlata que, como el de Ariadna, nos conecta con nuestro destino irrevocable colocado a la vera de otro hilo que también habrá de conducir a nosotros.
El enigmático universo de Lovecraft y sus códigos secretos
Genio de la escritura estadounidense, creador de fantásticos y macabros cuentos y novelas cortas, Howard Phillips Lovecraft, quien nació hace 125 años, es considerado uno de los maestros del cuento gótico de terror del siglo XX.
Entre sus obras más reconocidas se encuentran: “Dagon” (1919) “Los mitos de Cthulhu” (1921-1935), “El que acecha en la oscuridad” (1935) y “El caso de Charles Dexter Ward” (1941), entre otras.
Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 en Providence, Estados Unidos. Era hijo único del comerciante Winfield Scott Lovecraft y de Sarah Susan Phillips, una mujer llena de problemas psicológicos que traspasó a su sobreprotegido hijo.
Durante su infancia a la edad de tres años su padre sufrió una crisis nerviosa en un hospital de Chicago, dónde permaneció cinco años hasta su muerte, ocurrida el 19 de julio de 1898.
Lovecraft fue un niño enfermizo lo que le impedía asistir al colegio, fue una persona solitaria que dedicaba su tiempo a la lectura, la astronomía, las ciencias y era aficionado de los textos de terror.
En 1906, con sólo 16 años, comenzó a escribir una columna de astronomía para el «Providence Tribune» y dos años más tarde se ganó la vida publicando relatos para revistas de la época, como «Weird Tales».
En 1919, después de acercarse a la obra de Lord Dunsany (1878-1957), Edgar Allan Poe (1809-1849) y Arthur Machen (1863 -1947), reveló su sensibilidad y maravillosa imaginación, que con los años lo llevaron a ser considerado uno de los mejores autores de narrativa fantástica del siglo XX.
En los años 20, la obra del joven Lovecraft presentó una compleja y personal mitología monstruosa, en la que seres malolientes y desagradables aparecen para tomar posesión del planeta.
Lovecraft en algún momento aseguró que todos sus relatos estaban basados en la leyenda: «Este mundo había estado habitado en tiempos remotos por otra raza, que fue aniquilada y expulsada cuando ejercía la magia negra, pero que sigue viviendo fuera del mundo, estando dispuesta en todo momento a volver a tomar posesión de esta tierra».
Sus relatos se recopilaron en varios volúmenes póstumos, entre los que destacan, “El extraño y otros cuentos” (1939) y “El cazador en la oscuridad y otros cuentos” (1951). Sus mejores novelas cortas son “Las montañas de la locura” (1931) y “La sombra sobre Insmouth” (1936).
La obra de Lovecraft ha representado una fuerte influencia para reconocidos autores, tales como Jorge Luis Borges (1899-1986), quien se basó en su estilo para escribir un extraño relato incluido en «El libro de arena» (1975).
Howard Lovecraft falleció a los 47 años de cáncer intestinal en su ciudad natal, el 15 de marzo de 1937, en la pobreza y el anonimato.
Cuando la corrupción en el Antiguo Egipto provocó la primera huelga de la Historia

Raro es el día en el que en la prensa no aparezca alguna noticia relacionada con algún conflicto laboral o alguna huelga convocada por un sindicato para obtener ciertas mejoras laborales.
También famosas fueron aquellas huelgas y reivindicaciones que se produjeron en un gran número de ciudades a raíz de la Revolución Industrial hacia finales del siglo XVIII y, sobre todo, bien entrado el XIX.
Pero esos paros reivindicativos, aunque si eran los primeros en hacerse de manera organizada y con el respaldo de sindicatos, en realidad no fueron los primeros en realizarse en la Historia, debido a que hay textos que datan la primera huelga (documentada) en el Egipto del siglo XII a.C.
Fue concretamente en el año 1166 a.C., bajo el reinado del famoso faraón Ramsés III, y tuvo lugar entre los obreros del que fuera el más próspero poblado de obreros y artesanos del Antiguo Egipto: Deir El-Medina.
A través del cine y las novelas se nos ha dado la errónea imagen de que en el Egipto de los grandes faraones la mano de obra que trabajó levantando las pirámides y los grandes templos estaba compuesta por esclavos.
En realidad el número de cautivos que trabajaron en esos lugares es mínimo, siendo mayoritariamente las labores a las que estaban encomendados las de estar en las canteras picando y trasladando los bloques de piedra que posteriormente serían colocados por los artesanos y trabajadores asalariados.
Cabe recordar que el mayor grueso de esclavos provenía de haber sido hecho prisioneros en las guerras, comprados en el extranjero o capturados en las diferentes expediciones que realizaban en otros países.
Sin embargo el trabajo de levantar las construcciones faraónicas estaba a cargo de mano altamente cualificada.
Si hoy en día podemos contemplar esas grandes obras es gracias a que fueron realizadas por diferentes profesionales.
Hay que tener en cuenta que no solo se levantaron grandes edificaciones, sino que había todo un tejido social, mercantil, agrícola y empresarial alrededor de las principales ciudades de Egipto.
Pero el salario que percibían todos aquellos profesionales no era en metálico sino en especies, en forma de hogazas de pan, sacos de cereales, litros de cerveza, pescado, carne, vestimenta y utensilios para el hogar.
Dependiendo de la categoría laboral del trabajador se percibía mayor o menor cantidad de víveres.
Y aunque esto tenía lugar alrededor de 3.200 años atrás, hay algo que por aquel entonces ocurría al igual que en nuestros días: la corrupción.
Algunos fueron los administradores, encargados de distribuir el salario de los trabajadores que aprovecharon para hacer desaparecer gran parte de las mercancías, mercadear con ellas y privar a los obreros de percibir aquello que les correspondía.
Cada vez llegaba con mayor retraso sus víveres, además de ver que los mismos eran mucho menores a lo estipulado.
Esto provocó el enfado de los trabajadores que decidieron parar y personarse en el Templo de Thutmose III el día 10 del mes de Peret en el año 29 de Ramsés III, según el calendario egipcio, y que correspondería a la primera semana de enero del año 1166 a.C., si lo trasladamos a nuestro calendario.
Allí hicieron públicas sus quejas y, según recoge un documento de la época conocido como ‘papiro de la huelga’ y que actualmente se conserva en el Museo Egipcio de Turín, comunicaron a las autoridades: ‘Tenemos hambre, han pasado dieciocho días de este mes… hemos venido aquí empujados por el hambre y por la sed; no tenemos vestidos, ni aceite, ni pescado, ni legumbres.
Escriban esto al faraón, nuestro buen señor, y al visir, nuestro jefe. ¡Que nos den nuestro sustento!’.
Tras ocho días de huelga los trabajadores percibieron parte de lo que se les adeudaba, pero, tal y como indican las crónicas, los retrasos en los pagos se volvieron a producir nuevamente en más ocasiones y hasta tres fueron las huelgas realizadas.
De lo que no hay constancia es de cómo se solucionó finalmente el conflicto laboral y en qué momento los huelguistas se reincorporaron a sus puestos de trabajo.
Cómo adentrarse sin temor en los ‘Clásicos’ de la Literatura

Nacieron hace siglos y a pesar de que muchas veces nos causan temor de entrada, nos siguen seduciendo.
Son los denominados textos clásicos, esas obras que nos revelan ciertas visiones de la naturaleza humana que de alguna manera se han vuelto perdurables y que parece que retratan de alguna forma la esencia misma del ser humano, independientemente de la época, la cultura o el lugar donde se está leyendo.
En 1996 firmó varios intelectuales firmaron el «Manifiesto Crack», una propuesta de renovación de las letras a través de una grieta con respecto a la generación post-boom.
El manifiesto buscaba la revalorización de la literatura de antaño, considerada por los firmantes como el mayor esplendor de las letras a causa de su experimentación formal y lingüística, su polifonía y su estructura.
Sin embargo, no es fácil ni rápido leer un libro escrito hace siglos. Y muchas veces, la obligación de leerlos en la escuela más por cumplir una malla curricular que por inculcarles a los adolescentes el gusto por la lectura, se vuelve su peor enemigo.
¿Qué hace a un clásico un clásico?
Existen tres formas determinantes de convertir una obra en clásica:
- La primera y más natural tiene que ver con la suerte, con aquellos textos que han sobrevivido al paso del tiempo y a la destrucción sucesiva de varias civilizaciones, como los textos de la antigüedad griega y otras anteriores a ella.
- En otras ocasiones en es posible detectar un cambio revolucionario frente a la tradición previa, en clásicos más modernos como Shakespeare o Cervantes.
- Por último, hay veces que tiene que ver con cómo se modela el canon o el gusto a partir de parámetros que tienen mucho de político, mucho de ideológico y que terminan estableciendo una especie de catálogo que consideramos clásicos.
¿Por qué es importante leerlos?
Los clásicos griegos, como La Ilíada y La Odisea han tenido diversas interpretaciones a través del tiempo.
Es sumamente recomendable adentrarse en ese mundo de los antiguos.
La lectura es algo esencial para el ser humano, para poder descubrir otros mundos, otros seres humanos y vivir otras vidas a través de la imaginación y la ficción.
Son obras que se han vuelto perdurables por su poder de seducción, su poder para seguir permitiéndonos interpretar la naturaleza humana independientemente del tiempo en el que ocurre.
¿Por dónde empezar a leer un clásico?
Por donde los lectores quieran. Lo terrible de lo que ocurre con los clásicos es que el canon empieza desde la escuela y como una obligación. Esto es lo peor que se le puede hacer a un libro: convertirlo en obligación en lugar de objeto de disfrute.
Habría que empezar en cualquier caso a leer los clásicos que de alguna forma resulten más entretenidos, divertidos o apasionantes para el lector que los está buscando.
¿Por qué una buena traducción es fundamental?
«Ser o no ser» es una línea reconocida en cualquier lugar del mundo, a pesar de haber sido escrita hace más de 400 años.
Hay que buscar buenas y nuevas traducciones de los clásicos griegos lo mismo que de Shakespeare. Podrían ser los dos pilares de lo que consideramos la tradición clásica occidental.
Las traducciones deben de tratar, independiente de ser fieles al original, de ser fieles al tiempo en que están siendo traducidas. Se necesitan traducciones modernas constantemente de los clásicos, para encantar a las nuevas generaciones.
Esto ocurre a veces ocurre incluso en escenas de la misma lengua. Es el caso de la traducción o actualización reciente que ha hecho Andrés Trapiello sobre el Quijote. A algunos les parece casi una herejía traducir el español del siglo XVII al español moderno, pero en realidad para los jóvenes o niños se vuelve muy necesario, para que se sientan tentados a leer esos textos. No se trata en absoluto de alterar la esencia, sino de transformarlos a un español más moderno.
¿A qué edad empezar a leerlos?
Caperucita roja, de los hermanos Grimm entraría en la categoría de clásico y puede ser leído desde cualquier edad.
Nunca es demasiado temprano para aproximarse a un clásico.
Siempre ha habido textos que han sido clásicos muy posibles de leer por los niños, empezando por las recopilaciones de cuentos célebres de los hermanos Grimm o de Perrault o de Andersen. Una serie de textos que bien traducidos son ideales para empezar a contárselos a los niños y que a partir de ahí ellos puedan ir decidiendo qué mundos les gustan y tratar de irlos encontrando.
¿Cómo escribir un clásico?
Lamentablemente para los aspirantes a escritores, en esto no hay receta.
Un autor tiene que trabajar con la tradición que le pertenece tratando de subvertirla y al mismo tiempo de continuarla y lo que ocurra después es sumamente difícil de prever. Ningún escritor debiera estar pensando que lo que quiere hacer en la vida es un clásico.
Diminuta biblioteca gratuita

Las casitas, muchas exquisitamente adornadas y pintadas, contienen títulos para quien quiera llevárselos, sin ningún compromiso salvo devolver lo que lleves o, en caso de que te encapriches, reemplazar el libro por otro.
Brooks y Bol, dos padres de familia con iniciativa, se dieron cuenta además del potencial que tenía el sistema para que los vecinos se conocieran y compartieran impresiones sobre las lecturas.
Cuando dos personas coincidían, comenzaban a hablar de lo que habían cogido y lo que dejaban, algo que nunca hubieran hecho en la calle sin más.
Lo que comenzó como un proyecto altruista de dos personas se ha universalizado.
Hay cabañas llenas de libros en lugares tan remotos como Accra (Ghana), Pointe-Noire (República del Congo) o Victoria (Australia).
En Europa todavía escasean: hay una en Inglaterra, dos en Alemania y una en Italia, pero eso es fácilmente solucionable con un poco de voluntad.
Los miembros de Little Free Library dan planos, consejos e instrucciones precisas para construir una cabaña resistente al tiempo más inclemente.
Lo primero que le puede venir a uno a la cabeza es que un plan así falla: los libros pueden desaparecer una y otra vez, las cabañas pueden sufrir actos de vandalismo.
Pero el tiempo ha demostrado que si se cuidan las cosas en conjunto, no tiene por qué pasar nada grave.
Los miembros de Little Free Library consideran que “no se puede robar un libro si es gratis”, si hay socios activos y el ladrón potencial entra en la dinámica de préstamos, se dará cuenta de que no tiene sentido sustraer nada.
Se trata de un código de honor que de momento está funcionando.
En cuanto al vandalismo, se han encontrado en total cuatro bibliotecas dañadas por alguna gamberrada, pero en todos los casos los vecinos que vieron el daño se ocuparon de arreglarlas o cuidar mejor de ellas.
“Pon siempre la biblioteca en un lugar visible, Ten a mucha gente usándola y cuidando de ella.
Mantenla limpia y ocupada”, aconsejan los expertos.
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