Lectura
Johnny Rotten, o cómo se puede oler a podrido en el Mainstream

Vuelve «Juanito el Podrido» con una doble ración de ruido: se publican en castellano sus memorias. La ira es energía (Malpaso, 2015), y el líder de los Sex Pistols lanza un nuevo álbum con su banda Public Image Ltd (PiL). ¡Atentos! El mundo tiembla cuando resuena el nombre legendario de Johnny Rotten.
A punto de cumplir 60 años, el también conocido en su pasaporte británico como John Lydon regresa a la carretera. Quizá por eso -o por hacer caja-, el cabecilla del punk publica sus memorias «sin censura» donde arremete con rabia y gracia contra sus enemigos habituales y otros invitados.
Recopilemos antes de entrar en la difícil historia de este tipo -ya millonario, más o menos- que nació en 1956 en Londres, que vivió una pobre infancia como un personaje de Charles Dickens -«vengo de la basura», declara- y que saltó a la fama universal por ser el cantante de la banda punk más celebre del universo: Sex Pistols.
Él fue el que, en el 25 aniversario de la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra, allá en el lejano 1977, popularizó el verso «Dios salve a la reina y su régimen fascista». Y fue detenido, vapuleado, escupido, odiado y, sobre todo, alcanzó la gloria. Genio y figura.
En estas memorias, volvemos a recordar las brillantes anécdotas de este ególatra incorregible que ya publicó hace más de 20 años su primera autobiografía, titulada «Rotten. No Irish, no Blacks, No Dogs». (Reeditada oportunamente ahora, claro)
En este nuevo volumen, de más de 600 páginas, Juanito va más lejos y confiesa que la ira, la rabia, ha sido la energía ha movido su vida. Para empezar nos sitúa en el Londres de la postguerra donde enfermó de meningitis, una monja le bautizó como «el tonto del bote» del colegio y donde nos razona que el catolicismo «es letal para los cantantes» (¿?).
Después llega la chicha. Rotten recuerda la bolsita de heroína que la madre de Sid Vicius -el bajista yonqui de los Pistols- regalaba a su hijo por su cumpleaños, patea a la diseñadora Vivienne Westwood o arremete contra su manager ya fallecido, Malcom McLaren, que recibe como mejor piropo que era «un chulo y un capullo».
Sin dudad, estamos ante una lengua viperina en estado airado. Pero no hay que escandalizarse: John Lydon fue quizá el primer británico que dijo «mierda» en un programa de la BBC (véase en Youtube) y este «don de lenguas» se destila en toda la biografía.
El «abuelo cebolleta» del punk reparte cartas y siempre gana. «Beyoncé, Rihanna, Jay-Z?son tipo Las Vegas. En realidad, no hay mucho más detrás. Me deja frío. La música en los setenta fue tan emocionante porque había cosas muy distintas, no como ahora», sentencia en el libro.
Esta actitud perdonavidas se mantiene en toda la historia aunque el desparpajo y el salero al contarlo (con la colaboración del periodista musical de The Telegraph Andrew Perry) nos hace perdonar el permanente ataque de superego tipo «cualquier cosa que yo me ponga es punk» u otras sandeces que aparecen en letra impresa y sin complejos.
Bocazas o héroe, Juanito el Podrido dedica parte del libro en reivindicar el papel de su grupo PiL en el cambiante mundo de la cultura popular. Es una forma de defender sus cuarenta años de carrera por encima del mito que, de forma bipolar, alimenta en las páginas pares de estas memorias.
Este anecdotario vital -agrio a veces, ameno siempre- es la fotografía de un personaje popular que vive en Los Ángeles y que, de forma airada, arremete contra todo lo que se mueve, respira o emite sonidos guturales.
Pues bien, a estas alturas ¿es esto ya escandaloso? Más bien, no. Aunque tampoco es para ponerse serios: estamos ante la verborrea de un anti-Cristo -«Anarchy in UK»- con pinta de sinvergüenza que, con su actitud, figura y ganas de vivir, ha cambiado a muchas personas la forma de entender el mundo. Y eso no es poco.
«El hombre que fue jueves», la sátira hecha cómic

La «inconsciencia» ha sido la culpable de que la ilustradora madrileña Marta Gómez-Pintado se haya atrevido a adaptar al cómic la novela El hombre que fue jueves, la obra de G.K Chesterton que en la edición hecha por Nórdica se convierte en un clásico accesible para todos los lectores.
«Decidí hacer esta novela gráfica porque soy una inconsciente, y creo que es verdad. Me di cuenta de que lo era cuando ya estaba metida en faena, pero es mi manera de funcionar, no medir demasiado la dificultad y el tiempo que va a llevar el proyecto», ha contado a Efe la autora sobre esta adaptación, la primera que ha hecho en su vida.
Y no midió el tiempo, y al final fueron dos años los que se dedicó en cuerpo y alma a esta adaptación que «le atrapó» hasta el punto de que, una vez editada, aún «no ha podido aterrizar».
En este sentido, Gómez-Pintado (Madrid, 1967) ha confesado que han sido más de 15 veces las que ha leído la obra de Chesterton, unas lecturas de las que saca en claro el «sentido del humor» y la «descripción» que el autor británico imprimió en «El hombre que fue jueves», así como reconoce que se trata de una obra «difícil».
Aunque el rasgo que más le «ayudó» para hacer su adaptación fue «lo visual» que es el texto original: «Fue relativamente sencillo inventarme los personajes. Me he basado en sus descripciones, pero me ceñí más a la parte de la trama pensando en los factores de ritmo».
Tratándose de su primer trabajo como guionista y dibujante, Gómez-Pintado ha confesado que tardó «seis o siete meses» en «tener la historia», pero ha matizado que todo ha sido «cuestión de síntesis» a la hora de adaptar el guión.
Respecto a las ilustraciones, todas hechas en tinta y acuarela, la autora ha elegido el blanco y negro como trasfondo y sólo aplica el color en los trajes de los diferentes personajes, aunque en el primer borrador todo lo imaginó en «grises y sepias».
«Cuando terminé el borrador vino Diego (el editor de Nórdica) a leerlo y me dijo que lo veía en color. Yo me quedé alucinada, fue un choque, y tuve que estar varios meses haciendo pruebas hasta que comprendí que asociar cada persona a un color iba a facilitar la lectura. Ahí le vi el sentido», ha matizado.
La ilustradora madrileña, licenciada en Bellas Artes, aún con el recuerdo de «lo bien» que se lo ha pasado haciendo «El hombre que fue jueves» ha destacado que espera que «muchos» se animen con el libro y que, incluso, su obra pueda hacer que luego se atrevan con el texto original de Chesterton.
El escritor, la soledad y los lectores
LEONARDO PADURA
Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015
Agencia Sputnik

Hemingway, que a lo largo de su vida dijo tantas tonterías que se han hecho célebres (como aquella historia del editor del Toronto Star que lanzaba máquinas de escribir por la ventana del periódico), también expresó algunas de las grandes verdades del oficio de escritor, sin haberse propuesto nunca (afortunadamente) teorizar sobre el arte de la escritura, sino más bien sobre la experiencia del trabajo con las palabras y las historias.
Fue el autor de El viejo y el mar quien advirtió con mayor claridad del peligro que representa para el novelista, en un determinado momento de su carrera, depender del oficio periodístico, tan absorbente y devorador. Fue también quien comparó la novela con un iceberg, que apenas muestra una octava parte de su volumen, pero que debe sostenerse sobre las otras siete que están sumergidas. Y resulto ser Hemingway quien formuló, con similar certeza, una de las más dramáticas realidades del trabajo del novelista, cuando aseguró que en la medida en que el escritor avanza en su labor a lo largo del tiempo, se va quedando solo. Y no por una maldición intrínseca a su tarea, sino por una necesidad: la soledad es indispensable para el trabajo del novelista, y debe buscarla u olvidarse de lo que pretende ser.
García Márquez, que solía acuñar también este tipo de frases rotundas, aunque con la levedad y la gracia de un hombre del Caribe, decía al respecto que el mejor lugar para vivir un escritor es un burdel: fiesta en la noche y silencio sepulcral en las mañanas. O lo que es lo mismo: distracción sin compromiso y soledad para el trabajo.
Cuando se escribe una novela las exigencias de concentración del escritor deben alcanzar sus máximos niveles, y únicamente la soledad del estudio de trabajo pueden garantizar la satisfacción de esa necesidad. Fuera deben quedar muchas de las atracciones o distracciones del mundo, sin que eso signifique que el individuo que escribe novelas deba ser un anacoreta (como lo fue Onetti durante años), pues de su contacto con su realidad surge o puede surgir una parte de su alimento literario.
En el mundo contemporáneo tal imperativo del oficio de novelista es cada vez más difícil de obtener. Los compromisos promocionales y sociales, las exigencias económicas y las peticiones personales ocupan un tiempo precioso aunque a la vez necesario para una labor que se inicia en el estudio de trabajo pero que se materializa en la librería a la que llega un lector y, entre cientos, miles de ofertas que abarrotan los estantes, decide comprar un libro determinado… ¿Cómo se llega a ese lector? ¿Quién es ese lector?
Las presentaciones de libros en ferias y diversos tipos de eventos promocionales suelen colocar al escritor necesitado de soledad en un escenario donde forma parte de un espectáculo indispensable, pues si no promueve y vende sus libros, difícilmente podrá aspirar a un poco de soledad para escribir, pues tendrá que gastarse y desgastarse en otras labores de las cuales arañar el sustento. Pero esos eventos públicos suelen tener una importante gratificación –al menos así lo asumo yo-: el encuentro personal con el lector, esa posibilidad de ponerle rostro y voz a ese ser difuso y múltiple para el que, en definitiva, uno se encierra durante horas, a lo largo de meses y años, para escribir la novela que, así lo espera, será leída por… ese lector que se acerca y nos pide una firma o algo más.
Cuando ese ente casi abstracto e imprescindible que es lector se materializa e individualiza frente al escritor y le elogia su trabajo, todas las semanas y meses de soledad a que ha debido someterse el escritor cobran su mejor y más amable sentido… Pero cuando ese lector, apenas dichas las primeras palabras se convierte en alguien singular (por lo que dice como lector, por lo que es como persona, por lo que representa como individuo) entonces se abre un mundo de conexiones y posibilidades a los que nunca, en la soledad del estudio de trabajo, pensó llegar al escritor.
Algo así es lo que me ha ocurrido recientemente en Madrid cuando en una presentación de mis libros se me acercó una señora, ciega, y me dijo que era una gran admiradora de mis libros y que mi novela Herejes había sido la última selección del club de lectores ciegos al que pertenece. De inmediato supe que Guadalupe Iglesias no era un lector más, deseoso de un breve diálogo con un escritor, sino alguien especial… que resultó ser muy especial.
De aquel breve encuentro con Guadalupe, surgió un compromiso: asistir a una tertulia con el Club de Lectura del grupo Retina Madrid (que forma parte de la Fundación Retina España) compuesto por personas afectadas por diversas afectaciones de la retina que les provocan ceguera parcial o total, como es el caso de Guadalupe.
Pocas veces en mi vida de escritor –que se va haciendo larga, mientras pierdo pelo y se me oxidan las rodillas- he tenido un encuentro tan cálido y cercano como el que, en medio de decenas de compromisos y trabajos, al fin efectué con este club de lectores en el restaurante madrileño Rías Baixas. Pocas veces he conversado con lectores tan ávidos y apasionados, que han hecho de la literatura una de las formas de comunicarse con un mundo a cuyo acceso se han visto limitados por la pérdida parcial o total de la visión… Pero, sobre todo, pocas veces he estado con gentes con tantos deseos de vivir y de encontrar la plenitud del disfrute de la belleza del mundo como entre estas personas ciegas que leen libros, asisten a cines y museos, viajan por el mundo pues no se han dejado derrotar por la adversidad de un terrible padecimiento.
Si alguna vez he sentido que la soledad de mi trabajo, las dudas desgarradoras del proceso de creación, los temores de todo tipo que anteceden y preceden a mis partos literarios han tenido algún sentido, una invaluable recompensa, ocurrió en esa noche, en un restaurante gallego, con un grupo de lectores ciegos, voraces y suspicaces, que para completar el ensalmo de una noche definitivamente mágica, casi literaria, efectuaron la ceremonia de la queimada del aguardiente, con el tradicional pronunciamiento del conjuro de las brujas… hecho por una Guadalupe Iglesias vital e invencible, vestida de meiga (bruja) gallega para celebrar y brindar por la vida y por los libros.
Vargas Llosa: libros intensos, corazón loco

Patricia Llosa está viviendo en sus propias carnes el sufrimiento que padeció Julia Urquidi, la primera mujer de Mario Vargas Llosa, cuando hace más de 50 años se cruzó en la vida del matrimonio. Sorprendida por las imágenes del premio Nobel e Isabel Preysler juntos y por la posterior confirmación de la relación entre ambos, Patricia subrayaba en un comunicado su asombro y el de sus hijos ante la noticia, ya que hacía solo una semana compartieron un emotivo viaje a Nueva York con motivo de sus bodas de oro.
Sin embargo, los ecos de crisis en el matrimonio ‘perfecto’ resuenan en los medios prueanos desde hace meses. La fama de mujeriego le precede, y hay quienes que consideran el affaire con la madre de Enrique Iglesias un mero capricho, antes de regresar a los brazos de la mujer que ha sido su sostén incondicional durante medio siglo.
La historia sentimental del ensayista de 79 años es un verdadero culebrón. Las dos mujeres de su vida, hasta ahora, fueron y son parte de su familia más cercana. El enamoramiento de Julia Urquidi, su tía política por línea materna, provocó un verdadero cataclismo en su entorno más cercano. Mario tenía apenas 18 años y la mujer que le quitaba el sueño tenía 11 más. A pesar de las reticencias y las consecuencias, Vargas Llosa plantó cara a sus padres y se casó con ella. Urquidi, fallecida en 2010 a los 84 años, llegó a escribir la réplica a La tía Julia y el escribidor -una de las principales obras de juventud del autor -, Lo que Varguitas no dijo (1983), en la que relataba la cara oculta de esa idílica historia de amor que aparece en el libro, incluida la fuga para casarse y las razones de su divorcio.
Según desvelaba en marzo de 2010 su necrológica en El País, en su última entrevista reclamaba el reconocimiento al papel que jugó en la creación del escritor que es Mario en la actualidad. «Yo lo hice a él. El talento era de Mario, pero el sacrificio fue mío. Me costó mucho. Sin mi ayuda no hubiera sido escritor. El copiar sus borradores, el obligarlo a que se sentara a escribir. Bueno, fue algo mutuo, creo que los dos nos necesitábamos», decía al periódico El Deber.
La Preysler, ¿su nueva conquista?
Algunos de sus coetáneos y biógrafos cuentan que fue ella la que puso fin a la relación ante los constantes coqueteos de su joven esposo, mientras que otros aseguran que fue él quien quedó prendado de su prima hermana y rompió el matrimonio. Una vez más, el joven prodigio de las letras ponía patas arriba a la familia, con un casamiento que trajo muchos quebraderos de cabeza a los padres de los contrayentes. Los que conocen a Patricia coinciden en su fuerte carácter y en sus férreas convicciones, alabadas por su ¿exmarido? en múltiples ocasiones. A pesar del consabido riesgo para la salud de sus futuros vástagos, la endogamia no fue un obstáculo para la pareja, y fruto de su amor nacieron sus tres hijos: Álvaro, Gonzalo y Morgana, los dos primeros formados en Cambridge y la más joven, en Ascott.
Isabel Preysler, exmujer de Julio Iglesias y de Carlos Falcó, y viuda de Miguel Boyer, es la primera pareja oficial del escritor que no pertenece al círculo familiar. Se conocieron en 1986 con motivo de la entrevista que la socialité filipina realizó para su revista de cabecera, ¡Hola!, y de aquel encuentro nació una amistad de la que hacían gala los dos matrimonios. Ella, nueve meses después del fallecimiento del que fuera su marido durante 27 años, rehace su vida sentimental con un premio Nobel, demostrando una vez más su capacidad para conquistar a hombres de enorme relevancia. Por algo es la reina del papel couché patrio.
Alejandro Roemmers ve la poesía como «un refugio para poder expresarse»

El escritor argentino Alejandro Roemmers define la poesía como «un refugio para poder expresarse» que exige «una mirada muy humilde de toda la naturaleza» y ha asegurado que no existe un camino individual a la felicidad, sino que hay que recorrerlo en compañía.
Embajador de las Letras Argentinas, Roemmers (Buenos Aires, 1958) ha recibido en Salamanca el título de Huésped de Honor de la Universidad Pontificia (UPSA) en el marco del 75 aniversario de la Restauración de esta institución académica salmantina.
En declaraciones, el escritor se ha confesado «absoluto defensor» de valores como «el amor y la fraternidad» y ha resaltado la «importancia» de la solidaridad y la relevancia de la figura de Jesucristo. Ha sostenido que la mejor manera de «ayudar a mejorar la realidad» es a través de «la educación y la cultura» porque, según sus palabras, «no hay nada que cambie más la vida de las personas que los libros».
Como embajador de las Letras Argentinas entregó al Papa Francisco el poema titulado Un regalo para Francisco que está incluido en su último libro «La mirada impar».
«Espíritu de San Francisco de Asís» Precisamente, del Papa ha subrayado su «entrega y servicio» a la manera del «espíritu de San Francisco de Asís».
Tras poner de manifiesto su afinidad con el Pontífice, Roemmers se ha mostrado convencido de que la Iglesia necesitaba un Papa como Francisco porque faltaba ese «mensaje de apertura hacia todos, de amor y de dulzura, y no tanto de dogma, «sino una mirada que todo lo perdona, como fue la de Jesús».
El acto de entrega del título de Huésped de Honor ha contado con la asistencia de la pintora y escritora Cristina Bergoglio, quien ha resaltado que tiene en común con Roemmers el interés por «una formación científica, técnica y artística», aunque lo suyo, ha confesado, es «más sencillo».
Ha restado importancia a ser «pariente lejana» del Papa Francisco, del que ha dicho que le «inspira mucho la entrega que tiene» y que «está enseñando a pensar de manera más renovadora».
Finalmente, ha afirmado que el mensaje que ella siempre transmite es que «la vida está en manos de los libros».
Libros que valen su peso en oro

Los libros son algo al alcance de cualquier persona. Sin embargo hay una serie de ejemplares que solo los pueden comprar bolsillos muy pudientes. Esta es una muestra de los libros más caros del mundo.
1. El bestiario Northumberland: 3.200.000 euros
Este libro se vendió en Londres en 29 de noviembre 1990 por 2,700,000 libras. El Bestiario Northumberland fue una de las tradiciones más importantes para salir de la Inglaterra medieval. Sirvió como el libro de imágenes más famosas de su tiempo.

2. La Biblia de Gutenberg: 4.000.000 euros
Este libro fue vendido en Londres el 22 de octubre 1987 por 5.390.000 dólares. La Biblia de Gutenberg, esta es el primer libro impreso. Uno de los mayores tesoros de las colecciones del Centro Ransom.

3. El Código Leicester: 23.300.000 euros
El Código Leicester es una colección de escritos científicos en gran parte de Leonardo da Vinci. Fue comprado en 1980 por el rico industrial, coleccionista de arte y filántropo Armand Hammer de la Residencia de Leicester, y cambió el nombre del «Codex Hammer». En 1994 Bill Gates lo compró en una subasta por 30,8 millones de dólares ( 23.300.000 euros).

4. Autógrafo manuscrito de las nueve sinfonías de Amadeus Mozart: 2.700.000 euros
Este libro se vendió 22 de mayo 1987 en Londres por 2,292,993 libras . Este libro tiene el récord de cualquier manuscrito de música.

5. The Monypenny Breviary: 2.000.000 euros
Este libro fue vendido en Londres 19 de junio 1989 por 1,700,000 libras. Este libro tiene el récord de cualquier manuscrito francés.

6. Biblia hebrea: 2.200.000 euros
Este libro se vendió en Londres en 05 de diciembre 1989 por 1,850,000 libras. Biblia hebrea es una referencia genérica a los libros de la Biblia, escrito originalmente en hebreo y arameo, y de canonicidad polémica. Este es uno de los libros más caros y tienen el récord para cualquier manuscrito hebreo.

7. Los evangelios de Enrique León: 9.600.000 euros
Este libro fue vendido en Londres el 6 de diciembre 1983 por 8,140,000 de libras. El manuscrito, que contiene 266 páginas con el texto de los cuatro evangelios.

8. Los cuentos de Canterbury: 5.400.000 euros
Este libro fue vendido en Londres el 08 de julio 1998 por 4,600,000 de libras. Los cuentos de Canterbury es una colección de historias escritas por Geoffrey Chaucer en el siglo 14 (dos de ellos en prosa, el resto en verso).

9. The Hours and Psalter of Elizabeth:1.650.000 euros
Este libro fue vendido en Londres de 21 de junio de 1988 por 1.400.000 libras.

10. Los pájaros de América: 2.700.000 euros
Este libro fue vendido en Nueva York el 06 de junio 1989 por 3.600.000 dólares. Los pájaros de América es el título de un libro de John James Audubon naturalista y pintor. Contiene los registros de cualquier historia natural.
El Universo de Orson Welles

La Editorial Notorious acaba de llevar a las librerías un volumen bajo el título ‘El universo de Orson Welles’. La obra, que coincide con el centenario del nacimiento del director y actor, es un compendio en el que se reúne toda la filmografía del creador de ‘Ciudadano Kane’.
José Luis Garci dedica su apasionado prólogo al amigo y colaborador de Welles, Juan Cobos. Hasta 22 autores escriben con detalle sobre cada una de las películas de Welles, tanto como director como actor, como hombre de teatro, o gran renovador de radio. Entre las firmas, figuran las de Luis Alberto de Cuenca, Fernando R. Lafuente, Eduardo Torres-Dulce, Oti Rodríguez Marchante, Víctor Arribas, Guillermo Balmori y Juan Carlos Laviana.
Este volumen de casi 450 páginas, lujosamente encuadernado, es una obra de obligada consulta para todos los amantes del personaje Welles y de su cine: sus películas buenas,, sus películas buenas, sus proyectos inacabados, sus films recuperados, sus grandes colaboradores, sus amigos, sus esposas, sus filias, sus fobias…
El lector podrá encontrar los carteles de todas su películas; centenares de fotografías, algunas nunca vistas en nuestro país; una lista con las películas preferidas para el director de ‘Sed de mal’; una encuesta con las películas favoritas de los críticos… En suma, todo lo imprescindible para acercarse a uno de los personajes clave del cine en el siglo XX.
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