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Ficciones e interpretaciones en tierra de Dios

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Dios, creador impío, seguidor de la evolución humana y hasta alienígena caprichoso. Todas estas posibilidades aparecen tras una lectura desde el presente del Antiguo Testamento
Dios, creador impío, seguidor de la evolución humana y hasta alienígena caprichoso. Todas estas posibilidades aparecen tras una lectura desde el presente del Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento bíblico es «una gran novela experimental» que tiene «un final abierto» y de cuyo autor o autores no sabemos mucho, sostiene el lingüista hebreo Ioram Melcer.

«La Biblia es una novela muy moderna, y como buen proyecto literario moderno de un autor desconocido (…) mezcló muchos cuentos de muchas fuentes desconocidas», agrega el escritor judío. En su presentación Melcer explicó que la discusión de lo que en México se llama «Biblia» corresponde en realidad al «Antiguo Testamento» de ese libro sagrado y que podía ser leído como literatura desde la modernidad. «También es una novela ideológica de la tensión entre la tendencia popular y la religión oficial, estatal», añade Melcer.

Recordó que el Antiguo Testamento fue escrito «en hebreo», lo cual da ventaja y diferencia a los estudiosos judíos sobre los demás ya que cuentan con «interpretaciones escritas hace más de 2.000 años». ««Interpretar el Antiguo Testamento, estudiar, leer, escribir, contar un cuento, en el mundo hebreo-judío, son sinónimos. Mucha gente, para tener la libertad artística en una época antigua, disfrazaba algo original como interpretación de la Biblia», agrega.

Por su parte el filósofo y escritor Hugo Hiriart basa su razonamiento en los estudios del filólogo Erich Auerbach en su obra Mímesis, en los que compara textos del Antiguo Testamento con los de La Odisea de Homero. Fue ese autor alemán de origen judío quien sostuvo que «los relatos de la Biblia no buscan nuestro favor, no nos halagan a fin de embelesarnos». «Lo que quieren es dominarnos. Estos relatos no son como los de Homero, una realidad meramente contada, no. En ellos se encarna la doctrina y la promesa fundidas indisolublemente en el relato», recuerda Hiriart.

Por ese carácter abierto de la obra, explica el novelista, dramaturgo y ensayista mexicano, «estos relatos velados (…) albergan sentidos ocultos que reclaman nuestro pensamiento y nuestra interpretación». En la discusión ambos autores reflexionan sobre el sentido del sacrificio de Abraham e Isaac, uno de los episodios bíblicos más importantes, que introduce el tema del padre dispuesto a matar al hijo por «una necesidad superior». Hiriart lo conecta con los tiempos actuales y señala que «el terrorista que se hace estallar en un concurrido café para matar a los que allí están sentados pertenece al grupo de los obsesos con deberes éticos superiores».

Influencia en el arte

Entrar a una pinacoteca sin conocer la Biblia es como echarse a la mar sin brújula porque ese texto sagrado es un bien común: sus mitos, cuentos y leyendas trascienden la religión y han forjado nuestra sociedad. Conocerlos es un regalo cultural, según varios autores de literatura juvenil.

¿Cómo entender el mundo sin los relatos del Antiguo y el Nuevo Testamento? ¿Cómo comprenderlo sin saber quiénes son Abraham, Goliat, la reina de Saba o María Magdalena?, se pregunta el escritor francés Philippe Lechermeier en el prefacio de «Una biblia» (Edelvives), ilustrada por su compatriota Rebecca Dautremer.

«Una biblia» no es la Biblia, con mayúscula, precisa Lechermaier, sino una recopilación de las historias que la componen y que, «al margen de que se sea creyente o no», de que «nos gusten o no», han «forjado» nuestras sociedades, se «inmiscuyen» en nuestra vida cotidiana y «circulan» en nuestro inconsciente colectivo.

Sin conocer «los fabulosos cimientos de nuestra sociedad» no se puede «descifrar» el arte, la arquitectura o la literatura, subraya.

Esta es la primera vez que alguien reescribe la Biblia, desde el Génesis hasta resurrección de Jesús, como si fuese una novela, en un proyecto cuya idea nació en la cabeza de Lechermaier hace cinco años y al que se sumó casi desde el principio Dautremer.

La ambición de ambos era hacer «una biblia lo más laica posible, una biblia cultural», pero con un «inmenso respeto» hacia un texto que es «sagrado» para muchos creyentes y con el cuidado de «no herir a nadie», dice a Efe la ilustradora, nacida en el seno de «una familia católica muy piadosa».

Por sus páginas desfilan los personajes más destacados del Antiguo Testamento: Adán y Eva, Caín y Abel, Noé, Judith, Jonás, Moisés, Abraham, Jacob, Isaac y muchos otros. Son historias de familias, de amor, de guerras…

Y también los del Nuevo Testamento, con Jesucristo como protagonista: su vida, sus amigos, sus aventuras, sus ideas.

Lechermeier relata todas esas historias a su manera, con mucha sensibilidad, con un lenguaje muy cuidado, muchas veces poético, con cuentos, con canciones e incluso con una pieza teatral.

El resultado es «un bello objeto», de casi 400 páginas, que sale simultáneamente en varios idiomas, y en el que se ha cuidado «con mimo cada dibujo, cada palabra», subraya Dautremer.

«Las historias de la Biblia han esculpido, moldeado y fabricado nuestra cultura, por tanto no hay razón para darles la espalda, es muy importante conocerlas se sea creyente o no, después cada uno las interpreta como quiere», insiste esta alabada ilustradora, «exhausta» tras el «mayor» trabajo que ha abordado «nunca».

«Apasionante» fue también para Rosa Navarro Durán la adaptación de este «libro maravilloso, uno de los fundacionales de la cultura occidental», subraya a Efe la catedrática, que hizo para edebé en 2012 y que tituló «La Biblia contada a los niños».

Recuerda que sufrió «mucho» durante su elaboración porque el material era «inmenso» y tenía que seleccionar algunos episodios, y además iba con «pies de plomo» porque en sus manos tenía «palabra sagrada» para los creyentes de dos religiones, judíos y cristianos.

«Es un libro esencial en la transmisión de la cultura», subraya esta experta en el Siglo de Oro español, cuya lectura recomienda a «niños, jóvenes y adultos con pocas competencias lingüísticas».

Y es que si leen estas versiones más sencillas y actualizadas de la Biblia acumularan un conocimiento esencial para «ir a museos y entender qué están viendo, leer y entender las alusiones, y no permanecer al margen de nuestra cultura», insiste Navarro.

De la misma opinión en Maite Carranza, premio Cervantes Chico 2014, para quien «las historias de la Biblia, como Adán y Eva o Jonás y la ballena, entre otras, son sumamente necesarias para entender el arte, la historia y el mundo en que vivimos».

Y es que esas historias, al igual de las influencias grecolatinas o árabes, forman parte de «nuestro acervo cultural» y «nos enriquecen muchísimo», apunta, por su parte, Daniel Arboleda, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2014.

Privar a alguien de ese «elemento vertebrador» de la cultura supone, añade, condenarle a una «carencia» importante.