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Un medio inhóspito hizo crecer al cerebro humano

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Un nuevo estudio apunta que los factores ecológicos, como la búsqueda y procesamiento de alimentos, tuvieron un papel más importante en la evolución y crecimiento de nuestro cerebro
Un nuevo estudio apunta que los factores ecológicos, como la búsqueda y procesamiento de alimentos, tuvieron un papel más importante en la evolución y crecimiento de nuestro cerebro

No hay consenso científico sobre por qué el cerebro humano tiene un tamaño relativo tan grande, en comparación con otros seres vivos. Numerosas teorías evolutivas han tratado de explicar esta singularidad, pero ninguna ha conseguido discernir si su crecimiento es una causa o un efecto de otros factores.

Una de las hipótesis más conocidas es que nuestro cerebro creció para permitir a nuestros ancestros desenvolverse mejor en una vida en sociedad cada vez más compleja. Otra hipótesis es que este aumento de tamaño está relacionado con el hecho de que nuestros ascendientes comenzaran a comer carne. El mayor aporte proteico habría permitido la reducción del sistema digestivo, en favor de un incremento de la masa cerebral.

Un nuevo estudio rebate esas hipótesis. “Nuestros resultados indican que la ecología ha sido determinante en la evolución del tamaño del cerebro humano, y no aspectos sociales como la cooperación o la competición”, explica a Sinc Mauricio González-Forero, investigador en la facultad de Biología de la Universidad de Saint Andrews (Reino Unido).

Entre estos factores ecológicos se cuentan problemas como encontrar comida, almacenarla, y procesarla para consumirla. “Los cazadores-recolectores que viven en la sabana africana resuelven estos problemas a través de habilidades de rastreo de animales, construcción de herramientas como botellas y contenedores de piel, y con la producción y control de fuego para cocinar alimentos”, explica el investigador.

El estudio concluye que cuando el medio ambiente es inhóspito y los individuos pueden continuar aprendiendo cómo resolver problemas mucho después de la niñez –por ejemplo, porque pueden aprender técnicas difíciles de otros individuos–, esa combinación entre ecología y acumulación de conocimiento produce cerebros de tamaño humano.

Tras la pista de un cerebro más grande

Con la ayuda de un modelo computacional, los autores han analizado los costes y beneficios energéticos proporcionados por un cerebro mayor. A mayor tamaño, más energía consume y menos disponibilidad energética hay para otras funciones, como los órganos reproductivos. Sin embargo, un cerebro más grande también tiende a permitir que el individuo resuelva problemas más complejos.

“El modelo calcula cómo de grande debería ser el cerebro como resultado de la selección natural cuando los individuos han evolucionado encontrando problemas de diferentes tipos. Hemos considerado problemas ecológicos y tres tipos de problemas sociales (de cooperación, competición entre individuos, y competición entre grupos)”, explica González-Forero.

De este modo, un 60% de los factores determinantes son de carácter ecológico, un 30% estarían relacionados con la cooperación y tan solo un 10% se basarían en la competición entre grupos. La competición entre individuos no habría sido relevante para la evolución del cerebro.

Estos porcentajes son consistentes con el hecho de que la psicología humana se caracteriza por su tendencia a la cooperación. La cooperación entre individuos sumada a la competición entre grupos, que involucra cooperación entre los individuos del grupo, proporciona una alta proporción de problemas de cooperación –un 40%– que podría haber moldeado la psicología humana.

“Nuestro modelo rebate la hipótesis de que el cerebro humano se expandió a lo largo de la evolución debido a demandas sociales. Por el contrario, encontramos que tales demandas contribuyen a disminuir el tamaño del cerebro”, explica González-Forero.

“Eso no significa que debamos disminuir nuestras interacciones sociales para promover un mayor cerebro, porque las consecuencias de algo así tomarían cientos de miles de años en tener efecto y podrían involucrar consecuencias negativas que no anticipa el modelo”, concluye el investigador.

La posibilidad de un planeta de simios

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El beso de Taylor a Zira es pobablemente el más interracial de la historia del cine
El beso de Taylor a Zira es probablemente el más interracial de la historia del cine

¿Puede ocurrir que la Tierra se vea inmersa en una tesitura similar a la acontecida en «El Planeta de los Simios»? En teoría, sí. ‘‘Podría ocurrir’’, dice el Profesor Volker Sommer, antropólogo evolucionario y experto en simios del University College de Londres. ‘‘Un ser humano medio (del género Homo) y un chimpancé/bonobo medio (del género Pan) probablemente solo se diferencien en unos pocos componentes genéticos funcionalmente importantes. Así que, posiblemente, si alguien introdujese algunos componentes genéticos similares a los del Homo en miembros del género Pan, es una posibilidad que se volviesen más ‘humanos’’’.

Cada vez hay más preocupaciones en la comunidad científica sobre el hecho de llegar demasiado lejos en el desarrollo de inteligencias animales. Un informe de un grupo de trabajo de la Academia de ciencias médicas (Academy of Medical Sciences) advertía de la necesidad de crear reglas que rijan las investigaciones sobre los intentos de humanizar a los animales. ‘‘El miedo que tenemos radica en que cuando empiezas a poner una gran cantidad de células del cerebro humano en los cerebros de los primates, podrías transformar a ese primate en algo que tenga algunas de las capacidades que consideramos exclusivamente humanas’’, dijo el profesor Thomas Baldwin, quien colaboró en el informe.

‘‘El fuego parece ser la clave’’, dice Ray Hammond, futurólogo famoso a nivel internacional y autor del libro ‘The Modern Frankenstein’. ‘‘Cocinar la carne ayuda a procesar la proteína mucho más rápido y este gran avance llevó al crecimiento desmedido de la inteligencia, al desarrollo del lenguaje y fue la razón por la que los seres humanos se convirtieron en la especie dominante. Si los simios tuvieran el estímulo del fuego y empezasen a ponerse de pie durante largos periodos de tiempo, podrían evolucionar y convertirse en la especie dominante”.

Sin duda ganarían en una batalla, pero solo si fuera un combate cuerpo a cuerpo. Los gorilas tienen seis veces más fuerza que los humanos en la parte superior del cuerpo.

‘‘Si desechamos las consideraciones éticas y permitimos a un Frankenstein moderno intentar todo lo que quiera, la mayoría de los resultados serían deficientes’’, admite el profesor Sommer. ‘‘Sin embargo, podrían aguardarnos grandes sorpresas. Por ejemplo, podrían aparecer híbridos entre humanos y chimpancés o bien chimpancés y bonobos modificados podrían empezar a caminar por el mundo’’.

Y la gripe simia que elimina a casi toda la humanidad en ‘El amanecer del planeta de los simios’ es algo que varios futurólogos han considerado.

‘‘Sabemos que es posible’’, dice Hammond. ‘‘El virus del sida vino de los simios. Si hubiese infectado a la humanidad hace 60 o 70 años, podría habernos exterminado’’.

Dicho esto, cuanto más tiempo pase es menos probable que ocurra alguna pandemia de escala mundial. ‘‘Consideramos que es posible, no que sea probable’’, añade.

En contra

Según Ray Hammond, cualquier transición tardaría un mínimo de 300 millones de años y eso solo si los simios llegan a niveles de inteligencia del ser humano.

Además, mientras que una enfermedad sí podría extenderse por todo el mundo, es poco probable que llegase a un nivel de exterminio. ‘‘La realidad es que la humanidad se ha convertido en algo muy flexible, adaptable e inteligente’’, dice. ‘‘Aunque pudiera producirse algo de resultados absolutamente devastadores, la posibilidad de un exterminio absoluto es mínima’’.

La cantidad de gente que tendría que matar cualquier enfermedad también es un factor importante. Hay alrededor de siete mil millones de personas en este planeta. Según la Lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (International Union of Conservation of Nature, UICN), la población de todo tipo de simios está disminuyendo, con varias especies de tan solo unas pocas decenas de miles. No es suficiente para organizar una sublevación.

Sin embargo, nuestro conocimiento limitado de los simios también puede significar que ya haya simios en alguna parte del mundo hablando sobre cómo tomar el control de la ONU. Hace solo 50 años desde que la legendaria primatóloga Jane Goodall se embarcó en su histórica investigación. ‘‘Las sociedades humanas se llevan estudiando desde hace miles de años’’, afirma el profesor Sommer. ‘‘Hay quizás 8 o 10 grupos o comunidades pequeñas de simios donde sabemos qué está pasando’’.