aprendizaje
En busca de la vocación y la enseñanza integral

El alma de profesor “existe” y habita en los docentes que quieren a sus alumnos de “manera incondicional, por cómo son y no por los resultados que obtienen”, en aquellos a quien el compromiso docente “les nace del interior” y lo viven “ilusionados y emocionados”, según la docente Maria Rosa Espot.
Bióloga y doctora en Humanidades, Maria Rosa Espot es autora del libro “Alma de profesor” (editorial Descléé) junto al profesor de filosofía en la Universidad de Navarra Jaime Nubiola.
Espot explica que el texto pretende “volver a despertar el alma de profesor, encendiendo el fuego en el corazón de tantos docentes que quizás se sientan quemados y desanimados ante la enormidad de su tarea”.
El libro trata aspectos que “normalmente no se abordan en los libros sobre docencia”, como la sonrisa del profesor hacia los alumnos o su mirada, una herramienta de conexión “brutal” en la que el estudiantes deben encontrar “siempre complicidad y apoyo”, concede la autora.
En los ojos del maestro, los alumnos tienen que ver una mirada que “anime y acompañe y no que juzgue o controle”, una mirada que “acoja y comprenda, en la que puedan refugiarse siempre que lo necesiten”, señalan en el libro.
La docente entiende que “un buen profesor es un profesor bueno, quiere a sus alumnos y no le importa que se note, es generoso con su saber, con su tiempo y su escucha atenta, además de altamente competente en su materia”.
El texto empieza describiendo a los profesores con alma docente como aquellos que “se muestran dentro y fuera del aula como son, fieles a sus convicciones, sin ningún reparo en admitir una equivocación” y que “saben escuchar y ponerse en los zapatos de sus alumnos”.
La obra sigue enlazando la figura del docente con la de los alumnos y plasma la interacción entre ambos para sentenciar que la clave del éxito de los alumnos “está en los profesores”.
En este sentido, Maria Rosa Espot asegura que el afecto del profesor hacia sus alumnos “tiene una enorme repercusión en el éxito o fracaso escolar” y no tanto el número de alumnos por profesor ni el número de horas de clase.
Teniendo en cuenta que la profesión docente es una de las que más desgaste psicológico y bajas por estrés produce, los autores abordan en el tercer capítulo algunos aspectos de la tarea educativa como la motivación, que según Espot es “clave” para una buena docencia.
Para mantener viva la motivación, los autores recomiendan “un tiempo de descanso semanal” para los profesores, porque es “básico que enseñen sin aburrir”.
Espot ha avalado el uso de la tecnología “como una herramienta más, que jamás sustituirá a la emoción que puede transmitir un buen profesor”.
El libro se cierra con un cuarto capítulo en el que se abordan cuestiones de actualidad en el debate educativo como la innovación pedagógica.
Las metodologías innovadoras basadas en aprendizajes cooperativos, proyectos y el desarrollo de competencias “parten del entusiasmo y la curiosidad intrínsecas de los alumnos, como si estuvieran siempre presentes en los niños y adolescentes”, plantea la docente.
Esta nueva educación está “alejada de las prácticas habituales de la escuela como los libros de texto, los deberes y los exámenes”, critica la obra.
En este sentido, Espot afirma que la educación escolar “no puede estar al margen” de los exámenes porque “preparan para la vida adulta, ayudan a responsabilizarse y a desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo”.
En la misma línea, los expertos defienden la cultura del esfuerzo y los deberes, que deben “fomentar hábitos de estudio y responsabilidad” y tienen que estar relacionados con la materia que se estudie en clase.
Para ser efectiva, la educación “debe ser una combinación de métodos tradicionales e innovación pedagógica”, subraya Espot que “espera ver los resultados de la actual vorágine de innovación pedagógica”.
Asimismo, la docente concluye que “no tienen ningún sentido” la división entre ciencias y letras, ya que “no son independientes”, y ha marcado la conveniencia de dar cabida a las humanidades en cualquier tipo de enseñanza porque “necesitamos profesores que sepan aunar las dos culturas y así lo trasladen a sus estudiantes”.
Colecciones educativas para el bilingüismo

Una nueva selección de libros para niños en formato bilingüe les deleitará mientras refuerzan los conocimientos del lenguaje adquiridos en la escuela y en el hogar. En las historias figuran personajes latinos que reafirman la herencia cultural de sus pequeños lectores.
Publicados por las editoriales Arte Público de Houston y Lee & Low de Nueva York, estos libros para niños representan los retos y regocijos de crecer entre dos culturas.
«Mamá la extraterrestre» (Lee & Low), del salvadoreño René Colato Laínez, relata una tierna historia de inmigración con humor y delicadeza. La pequeña Sofía descubre en la cartera de su mamá una tarjeta de identificación con la palabra «Alien» en grandes letras azules.
Para la niña, esto solo podía significar que su querida madre era «¡una extraterrestre!» Sofía se pregunta si de noche su madre se transforma y sale a pasear en un platillo volador para visitar otros planetas.
Cuando su mamá anuncia que el gran día de su transformación se acerca, Sofía la descubre con una mascarilla verde en el rostro y rulos en la cabeza, confirmando sus terribles sospechas. Los padres le aclaran entre risas que el gran día que se acerca es cuando su madre dejará de ser extranjera residente para convertirse en ciudadana.
La historia fue ilustrada por la artista cubano-estadounidense Laura Lacámara, quien logra transmitir en sus coloridos dibujos la candidez de la niña y las sorpresas del malentendido.
En «Una vida con suerte» (Arte Público), de Gladys Barbieri, la pequeña Felicia acompaña a su madre a la enorme casa de los Fitzpatrick donde no debe tocar ni hacer nada mientras su mamá trabaja.
Cansada de colorear en un rincón, Felicia decide explorar la casa sin creer que alguien pueda vivir en un lugar tan grande y hermoso.
La dueña de la casa la sorprende y en lugar de reprenderle, le sirve una merienda y la invita a columpiarse en el patio. Allí le regala una pulsera de dijes de la suerte y le cuenta que hacía mucho tiempo, sus bisabuelos habían salido de Irlanda para venir a EE.UU. con el sueño de tener una vida mejor para su familia. «Eso es lo que tu mamá quiere para ti,» le dice.
Las ilustraciones de Lisa Fields destacan la emoción de la niña al escuchar el significado del regalo con un brillo en los ojos que sugiere lágrimas de alegría y agradecimiento.
La traducción al español de Carolina Alonso explica hábilmente el juego de palabras del título entre los dijes de la pulsera y una vida con suerte.
Otro título reciente es «El círculo de cuentos» (Arte Público) de Diane Gonzales Bertrand, en el que se celebra en breves palabras el poder de la imaginación.
La escuela de los chicos estuvo cerrada por inundaciones y cuando regresaron a sus salones, encontraron libreros nuevos, pero vacíos. La maestra los invita al círculo de cuentos y como no tienen libros, en lugar de leerles, les cuenta sobre un niño a quien le gustaba volar.
Uno a uno, los chicos, se unieron contando sus propios cuentos y poco a poco fueron llenando el librero con sus propias creaciones.
Además de libros ilustrados para primeros lectores, Arte Público tiene una creciente colección de libros para lectores intermedios y avanzados con el texto en inglés en una mitad del libro y en español en la otra.
Este formato ha resultado popular entre niños de 8 a 12 años, quienes suelen disfrutar las historias de misterios para resolver.
René Saldaña añadió recientemente el cuarto volumen a su colección «Mickey Rangel, Detective Privado» con «Un misterio más grande que grandísimo».
En este libro, el niño detective se dispone a resolver la misteriosa identidad de una estudiante nueva. La chica es un poco rara, anda siempre con prisa, y su ropa luce desgastada, lo cual la hace sospechosa ante sus compañeros.
Mickey contempla varias posibilidades sobre la identidad de la nueva chica, algunas de ellas un poco crueles.
Al ver que su investigación causa sufrimiento, el joven detective eventualmente se ve forzado a abandonar su investigación y hacer lo correcto, concluyendo que «algunos misterios es mejor dejarlos sin resolver».