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El rico arte de la momificación

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Los cuerpos momificados (mirlados) de los indígenas canarios han generado siempre de una gran fascinación: exploradores, eclesiásticos, mercaderes, naturalistas... plasmaron en sus escritos descripciones sobre la propia momia o el método utilzado para su conservación
Los cuerpos momificados (mirlados) de los indígenas canarios han generado siempre de una gran fascinación: exploradores, eclesiásticos, mercaderes, naturalistas… plasmaron en sus escritos descripciones sobre la propia momia o el método utilzado para su conservación

“Momias, xaxos y mirlados” es el mayor conjunto de narraciones publicado hasta la fecha con los relatos que, desde el siglo XV, indican cómo los aborígenes de Canarias embalsamaban a sus difuntos, y la variedad de datos es tal que todo apunta a una práctica mucho más rica de lo que se conoce.

Algunas de estas descripciones presentan además como particularidad varios errores a raíz de comparar este proceso con el de la momificación egipcia, indica Daniel Méndez, que ha recopilado las “Narraciones sobre el embalsamiento de los aborígenes de las Islas Canarias (1482-1803)”.

Daniel Méndez es un egiptólogo que decidió aplicar a estas fuentes la misma metodología que aplica en su estudio el “Libro de las Doce Cavernas, una obra cosmográfica del Egipto antiguo que formó parte del Libro de la Salida al Día (más conocido como Libro de los Muertos).

El arqueólogo se planteó dar “una vuelta de tuerca” y adaptar este método al estudio de los textos sobre el “mirlado“, que es cómo se denomina la técnica de embalsamar los cuerpos de los aborígenes.

El resultado es un análisis exhaustivo de cómo se transmitió la información del “mirlado” durante más de tres siglos.

Con este objetivo llevó a cabo una recopilación de 33 autores que se extienden desde el navegante portugués Gomes de Sintra (1482) hasta el expedicionario y naturalista francés Bory de Saint-Vincent (1803) y que incluyen a Abreu Galindo, Torriani, Viana, Núñez de la Peña y Viera y Clavijo, entre otros.

Novedad: textos en sus lenguas originales

Como novedad, en el estudio se incluye un apéndice con los textos en sus lenguas originales y con su traducción al castellano, de la que en cinco ocasiones tuvo que encargarse Méndez porque no habían sido traducidos al castellano con anterioridad (Hakluyt, Purchas, La Croix, Pingré y Golbéry).

El texto más antiguo que se conserva en relación a las prácticas funerarias de los aborígenes canarios es el de Gomes de Sintra, que se refirió al “mirlado” en Tenerife y explica cómo se evisceraba y rellenaba con manteca el cuerpo de un mencey.

Es Alonso de Espinosa quien habla en el siglo XVI de que los aborígenes denominaban a estos cuerpos embalsamados “xaxos” (se pronuncia “jajos”) al menos en Tenerife.

Mirlado y momia, términos desgastados que conducen a error

El término mirlado lo usan muchos autores para designar a los cuerpos secos, bien conservados, y la palabra “momia” se generaliza a partir del siglo XVIII, cuando los ilustrados empiezan a comparar la momificación egipcia con la canaria, algo “que va a dar lugar a una serie de errores”, señala el arqueólogo.

Estos errores surgen en parte porque algunos autores que tratan el “mirlado” extrapolan los datos que ofrecen dos autores de la antigüedad, Herodoto y Diodoro Sículo, del proceso egipcio de momificación.

Un ejemplo es cuando Viera y Clavijo dice que los cuerpos se lavaban con agua fría “y sal”, como hacían los egipcios con el natrón.

Este error fue reproducido por autores posteriores que dieron por cierta esta información, como también ocurrió con Bory de Saint-Vincent cuando especificó que las vísceras se sacaban del cuerpo de los aborígenes canarios y se lavaban, detalle este último que nunca se había afirmado con anterioridad, con excepción de Herodoto y Diodoro Sículo al aludir a los egipcios.

También autores como Sprats señalaron que los encargados de “mirlar” entre los canarios eran sacerdotes con conocimientos que ignoraba el resto de la sociedad aborigen, a la manera egipcia, lo cual nunca se ha podido demostrar.

Sin embargo Méndez, que es subdirector del proyecto dos cero nueve, la Misión Arqueológica de la Universidad de La Laguna en Luxor, señala que la variedad de textos que aluden al menos a dos técnicas de momificación -con evisceración y sin ella, lo que ha sido verificado por los estudios bioantropológicos- y a varios métodos de lavado, embadurnamiento y secado.

“Todo indica a una práctica mucho más rica de lo que se piensa”, con alusiones a cuestiones comunes como el uso de manteca ograsa de cabra u oveja, y también elementos como corteza de pino, madera carbonizada, piedra pómez, salvia, lavanda y otras flores como ingredientes del embalsamamiento.

Siglo III

Los cuerpos momificados más antiguos que se conocen en Canarias datan del siglo III en Gran Canaria -del V en Tenerife- y en ambas islas el proceso dura hasta la Conquista, por lo que Daniel Méndez subraya que sería interesante estudiar en el futuro cómo evolucionó esta técnica a lo largo de las centurias en las que se aplicó.

Al respecto, detalla que Gómez Escudero en el siglo XVII menciona que cuando los conquistadores conminaron a los aborígenes a aceptar la dominación de la Corona de Castilla, éstos se embravecieron y juraron “por el cuerpo mirlado” del Gran Tinerfe (el primer mencey) que no podía ser así.
Es decir, parece que existía en la memoria cultural aborigen la impresión de que era una costumbre que se remontaba a sus orígenes.

El arqueólogo precisa que la investigación sobre este asunto “nunca va a terminar”.

Por un lado, porque algunas de las fuentes aluden a otros textos ahora perdidos pero que quizás, podrían aparecer en algún archivo de las islas o del resto de Europa; y por otro, por el continuo avance de las técnicas de investigación de la Bioantropología.

En todo caso, añade, su hipótesis es que puede haber un sustrato cultural norteafricano primigenio y a partir de ahí se produjo una evolución por separado entre la momificación en Egipto y en Canarias, por lo que sería preciso efectuar excavaciones y posteriores estudios en el norte de África para poder avanzar en esta línea.

“Momias, xaxos y mirlados” ha sido editado por el Instituto de Estudios Canarios con la colaboración del Ayuntamiento tinerfeño de La Laguna y del Cabildo de Gran Canaria.

Una vida para las líneas ‘espaciales’ de Nazca

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María Reiche se enamoró de la nada del desierto y en él dio su vida. A él dedicó su existencia en solitario: a investigar, elucubrar, descubrir, limpiar, cuidar y conservar algo que pasó de misterio indescifrable y desconocido por la mayoría a atracción turística demasiado visitada. En la inmensidad de la llanura peruana había unas líneas geométricas imposibles de entender y a las que la científica alemana se empeñó en dotar de significado
María Reiche se enamoró de la nada del desierto y en él dio su vida. A él dedicó su existencia en solitario: a investigar, elucubrar, descubrir, limpiar, cuidar y conservar algo que pasó de misterio indescifrable y desconocido por la mayoría a atracción turística demasiado visitada. En la inmensidad de la llanura peruana había unas líneas geométricas imposibles de entender y a las que la científica alemana se empeñó en dotar de significado

La arqueóloga Maria Reiche, conocida como “la dama del desierto”, se apasionó hasta el fin de sus días con los enormes geoglifos de Nazca y dedicó su tiempo y dinero a preservarlos.

En un trabajo para la escuela, la niña Maria Reiche escribió que su sueño era viajar por el mundo como investigadora. Nacida en 1903 en Dresde, esa chica se convertiría en la máxima experta en las Líneas de Nazca, esos enormes geoglifos con formas de animales que inundan el desierto entre Palpa y Nazca, en Perú. Para graficar la importancia que tiene para la región y para la investigación esta arqueóloga y matemática alemana, dos ejemplos: el aeropuerto de Nazca lleva su nombre, al igual que una importante avenida de la ciudad.

Deseosa de cumplir sus sueños, Reiche viajó a Cuzco en 1932. Ana María Cogorno, presidenta de la Asociación Maria Reiche, una institución que resguarda el legado de la arqueóloga, cuenta que Reiche estuvo tres años en Cuzco, haciendo clases a los hijos del cónsul alemán. En ese período, la arqueóloga “aprende a admirar nuestro pasado y todas sus manifestaciones culturales”. Incluso, la joven peregrinó hasta Machu Picchu, “iniciando ahí su primera investigación astronómica al reloj solar, el Intiwatana”, revela Cogorno.

Reiche regresó a Alemania en 1936. Pero la situación en su país estaba muy complicada, con el régimen de Adolf Hitler preparando el escenario para lo que sería la Segunda Guerra Mundial. Por ello, decide volver a Perú. “En las primeras cartas que envió desde Perú a su hermana y a su madre, Maria relata que se había enamorado del país y su gente y que no deseaba retornar a Alemania. Y cuando en 1941 tuvo la posibilidad de viajar a Nazca con el arqueólogo Paul Kosok, su apetito por la investigación despertó”, explica la ingeniera Christiane Richter, autora de numerosos textos sobre las Líneas de Nazca y presidenta de la Asociación Dra. Maria Reiche, con sede en Dresde.

El “virus de Nazca”

En gran medida gracias al trabajo de Reiche, las Líneas de Nazca son hoy Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Estos gigantescos dibujos –que pueden apreciarse en toda su magnificencia desde el aire– fueron trazados por la cultura nazca y, según las investigaciones de la arqueóloga alemana, eran un calendario astronómico que ya relacionaba la posición de los astros con las cosechas y las estaciones del año. “Este lugar sagrado captura la atención de Maria y lo convierte en la razón de su vida”, dice Cogorno.

“En la Asociación nosotros hablamos del ‘virus de Nazca’, que contagia a algunos y a otros no. Pero el que cae contagiado, nunca más lo deja”, dice entre risas Richter, intentando buscar una explicación a la incontrarrestable pasión que generan estas maravillas, entre las que se cuentan líneas de solsticio y famosos diseños como “El colibrí”, “El mono” y “La araña”, estos últimos dos descubiertos por Reiche. Sabedora del enorme valor de sus hallazgos, Reiche se fue a vivir a El Ingenio (cerca de las líneas) y comenzó a luchar para conservarlas.

“La prensa escrita de la época da detalles de esa lucha, como cuando Maria hace campaña en contra de un proyecto del Ministerio de Agricultura para irrigar la zona donde se encuentran las líneas. Llegó hasta el Parlamento, donde mostró a los diputados sus investigaciones, planos geográficos y fotos de las figuras. Así logró, después de muchos debates, el apoyo de los diputados”, cuenta Cogorno. Consciente de que los peligros no desaparecerían, Reiche pidió ayuda financiera a su hermana Renate. Con ese dinero, pagó a seis guardias “con el único propósito de conservar la zona arqueológica por el profundo respeto y amor que tenían las dos por Perú”, dice Cogorno.

Peligros que no desaparecen

En 1992 Maria Reiche recibió la nacionalidad peruana. “Yo les digo: yo soy chola”, dijo entonces la alemana, que expresó su enorme aprecio por la cultura nazca también en sus obras. “Tengo definida mi vida hasta el último minuto. El tiempo será poco para estudiar la maravilla que encierran las pampas de Nazca, y ahí moriré”, apuntó en una ocasión. “¡Todo por Nazca! Si 100 vidas tuviera, las daría por Nazca. Y si mil sacrificios tuviera que hacer, los haría si por Nazca fuera”, dijo en otra oportunidad. Y cumplió: murió en 1998 en Perú, siempre atenta a sus líneas.

Su deceso dejó un vacío que intentan llenar sus seguidores, que siguen enfrentándose a los mismos problemas. “Desde nuestra perspectiva, hay muchas amenazas. Están las catástrofes naturales, como El Niño o el calentamiento global, y también la contaminación. Por otra parte están los trabajos mineros y situaciones inesperadas, como accidentes aéreos o acciones como la de Greenpeace de diciembre de 2014. El rally Dakar también es un problema”, enumera Richter. Cogorno agrega que sigue el saqueo del patrimonio cultural y que falta invertir más en conservación.

“Basta con considerar los visitantes que sobrevuelan las líneas para darnos cuenta de la relevancia que tienen para el turismo en el Perú. Aun así, la inversión estatal para la conservación de este sitio histórico es casi nula”, lamenta Cogorno desde Lima, dejando en evidencia un problema habitual: el escaso interés de muchos Estados por los valores más grandes que legó a sus países la historia.

Entrada al terrible averno

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Conocida como la “Puerta de Plutón” –Ploutonion en griego, Plutonium en latín- la cueva fue considerada como el portal al inframundo en la mitología y en la tradición greco-romana
Conocida como la “Puerta de Plutón” –Ploutonion en griego, Plutonium en latín- la cueva fue considerada como el portal al inframundo en la mitología y en la tradición greco-romana

Para los antiguos griegos y romanos, el infierno era un lugar físico que se encontraba comunicado con el mundo de los vivos y al que, por tanto, se podía acceder a través de una puerta. Tan esperpéntico lugar se situaba cerca de la ciudad turca de Hierápolis, una zona geológicamente muy activa y famosa por sus aguas termales, y durante muchos años encontrar su entrada ha sido el objetivo de muchos arqueólogos.

Cubierto por nubosos vapores venenosos, la puerta de Plutón era la entrada a una cueva consagrada a Plutón, el dios romano del inframundo. De acuerdo al geógrafo Strabo del primer siglo, el sitio era hogar de rituales en el cual cualquier animal que entrara en la apertura “encontraba una muerte repentina”.

Allí hay un templo que desciende hasta una gruta en la que los animales eran sacrificados sin intervención de la mano del hombre. Y es que, junto a las ruinas del Plutonium, el templo a Plutón, dios romano del inframundo, todavía hoy defallecen los pájaros que se aventuran a volar por las inmediaciones. La explicación que ha dado la publicación es que hay una gruta de la que emana dióxido de carbono volcánico en concentraciones mortales.

Antiguamente, en la época romana, los religiosos utilizaban esas emanaciones para sacrificar animales, pues caían muertos “milagrosamente”, sin intervención humana alguna. Los fieles se sentaban en las gradas para contemplar dicho espectáculo. Acercaban a toros sanos y los conducían hasta la boca de una gruta puesta en el interior de una estructura rectangular del templo. Morían rápidamente pero los sacerdotes que los acompañaban no sufrían daño alguno. En la época se creía que el motivo era porque los religiosos estaban castrados. Hoy sabemos que no es así.

Arqueólogos y vulcanólogos de la Universidad alemana de Duisburg-Essen han dado con una posible respuesta a esta pregunta tras un nuevo estudio. Durante el día, el sol disuelve la neblina, pero durante la noche el gas queda concentrado en el rectángulo y, cuando llega el amanecer, la concentración se vuelve mortal. A medio metro del suelo su concentración es del 35%, suficiente para asfixiar a cualquier ser vivo. Pero esa concentración disminuye intensamente al aumentar la altura. Así que los sacerdotes que conducían a los toros respiraban prácticamente aire puro, mientras los bóvidos iban ahogándose en cuanto pisaban el recinto.

Por ello era en plena aurora cuando tenían lugar estos rituales. El aliento del Can Cerbero, guardián de la puerta del infierno solo afectaba a los animales que respiraban cerca del suelo. Los sacerdotes, sin embargo, no llegaban nunca a caer en el ámbito mortal del templo.

El arqueólogo de Hierápolis, Francesco D’Andria, reconstruyó la ruta de la fuente de agua termal de la zona hasta descubrir la Puerta de Plutón, la cual fue destruida por cristianos en el siglo VI. La famosa leyenda de la Puerta de Plutón no es solo el producto de la leyenda; durante la excavación, varios pájaros murieron debido a las emisiones de dióxido de carbono cuando se acercaban a la entrada de la cueva de Plutón.

Durante la excavación, los gases venenosos de la Puerta de Plutón mataron a varios pájaros, haciendo eco a los cuentos mitológicos registrados por Strabo.

Este no es el primer descubrimiento sorprendente en la excavación que D’Andria realiza en Hierápolis, ubicada cerca de las frecuentemente visitadas corrientes termales en el Sitio Patrimonio de la Humanidad de Pamukkale.

De acuerdo a los Hechos de Felipe, un libro apócrifo, el apóstol Felipe predicó y convirtió a muchos residentes de Hierápolis, aunque terminó siendo martirizado. Una iglesia octagonal fue construida en Hierápolis para recordar al santo, y una moneda acuñada en el siglo XI muestra a Felipe parado en ese mismo sitio.

La publicación del artículo de D’Andria “Conversion, Crucifixion and Celebration” en la edición de Julio/Agosto de 2011 del Biblical Archaeology Review fue seguido por el descubrimiento de una pequeña iglesia que D’Andria cree que es la tumba de San Felipe.

La traducción de “Pamukkale”, el nombre moderno para el área cercana a Hierápolis, describe apropiadamente las impresionantes formaciones naturales de travertinos en el lugar. Hierápolis se ubica sobre una falla geológica activa que ha creado terremotos y corrientes termales por milenios. La precipitación de minerales de las calientes corrientes geotermales se endurece en la roca sedimentaria travertino, y forma las así llamadas “flores de algodónW que continúan atrayendo visitantes.

La puerta de Hierápolis al infierno era un importante lugar sagrado en la ciudad. El viajero del primer siglo, Strabo, describe sus letales propiedades:

La puerta de Plutón, debajo de un pequeño monte de la región montañosa que yace sobre ella, es una abertura de tamaño moderado, lo suficientemente grande para que quepa un hombre, pero alcanza una considerable profundidad, y está rodeada por una balaustrada cuadrilateral, de alrededor de un plethrum en circunferencia, y el espacio está llenó de un humo tan vaporoso y denso que difícilmente uno puede ver el suelo. Para aquellos que se aproximan a la balaustrada en cualquier lugar alrededor de la cueva el aire es inofensivo, dado que el exterior está libre del vapor si el clima está tranquilo, porque el vapor permanece dentro de la cueva, pero si algún animal pasa al interior encontrará una muerte instantánea. En cualquier cantidad, los toros que son llevados dentro caen y son arrastrados fuera ya muertos; y yo mismo arrojé loros y ellos inmediatamente respiraron su último aliento y cayeron [al suelo]. Pero los Gali, que son eunucos, pasan adentro con tal impunidad que incluso se aproximan a la abertura, se inclinan y descienden hasta una cierta profundidad, aunque ellos aguantan la respiración tanto como pueden (porque pude ver en sus expresiones faciales una indicación de alguna clase de ataque de sofocación, si lo hubiere), tal vez su inmunidad pertenece a todos aquellos que son castrados, o solo a aquellos que rodean el templo, o quizás sea debido a la providencia divina –como sería probable en el caso de rituales divinos, o podría ser el resultado de ciertos poderes físicos que funcionan como antídotos contra el vapor (Strabo, Geography 13.4.5).

Keops sostiene el enigma

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La cavidad, bautizada como ‘ScanPyramids Big Void’, fue observada por primera vez a través del uso de “películas de emulsión nuclear instaladas en la Cámara de la Reina”
La cavidad, bautizada como ‘ScanPyramids Big Void’, fue observada por primera vez a través del uso de “películas de emulsión nuclear instaladas en la Cámara de la Reina”

Un grupo internacional de científicos ha descubierto, gracias a la física de partículas, una nueva cámara vacía de gran tamaño en el interior de la Gran Pirámide de Keops, en Giza (Egipto), según revela un estudio publicado este jueves por la revista ‘Nature’.

El descubrimiento se realizó utilizando imágenes basadas en rayos cósmicos, lo que demuestra cómo la física de partículas moderna puede revelar nueva información sobre estructuras antiguas, destaca la revista.

Además, el hallazgo de esta cámara en la mayor de las pirámides de Giza, realizado por un grupo de expertos de Japón, Francia y Egipto, podría ayudar a explicar cómo se levantó este espectacular monumento.

La Gran Pirámide, la edificación más importante del Reino Antiguo, fue levantada durante el reinado de Khufu (2550 a.C. a 2527 a.C.), segundo faraón de la IV Dinastía, a quien Herodoto llamó Keops, pero los expertos desconocen aún las técnicas precisas de construcción.

Para descubrir los misterios que aún se esconden en su interior, los científicos analizaron las imágenes generadas por una partícula cósmica conocida como muon, que se activa cuando partículas subatómicas procedentes del espacio exterior entran en contacto con la atmósfera terrestre.

La partícula muon presenta diferentes trayectorias cuando penetra la piedra o atraviesa el aire, lo que permite a los investigadores detectar cavidades en estructuras sólidas, como la descubierta en la Gran Pirámide.

Esta gran cámara vacía se estima que tiene unos 30 metros de largo y presenta una sección transversal similar a la de la Gran Galería, que se localiza justo debajo de la nueva cavidad.

No está claro aún cual es su estructura exacta o función, pero los expertos confían en que su estudio puede llevar a entender más adelante el proceso de construcción de la mayor pirámide de Giza.

La cavidad, bautizada como ‘ScanPyramids Big Void’, fue observada por primera vez a través del uso de “películas de emulsión nuclear instaladas en la Cámara de la Reina”, que fueron examinadas en la Universidad Nagoya de Japón, explican los autores en el texto publicado por Nature.

Después, expertos de la Organización de Investigación del Acelerador de Alta Energía KEK, en Tsukuba (Japón), confirmaron su existencia con un detector de rayos cósmicos u “hodoscopio“, también instalado en la Cámara de la Reina.

Por último, refrendaron el hallazgo de ‘ScanPyramids Big Void’ con “detectores de gases instalados en el exterior de la pirámide” por la Comisión Francesa de Energía Atómica (CEA) de la Universidad Paris Saclay (Francia).

“En consecuencia, esta gran cavidad ha sido detectada con un alto grado de fiabilidad por tres tecnologías de (partículas cósmicas) muon diferentes y tres análisis independientes”, destacan los autores.

Los resultados, agregan, representan un “gran avance” para conocer más detalles sobre la Gran Pirámide y sobre “su estructura interna”.

“Aunque no hay aún información sobre la función de esta cavidad, estos descubrimientos demuestran que la física de partículas moderna puede arrojar luz sobre el patrimonio arqueológico mundial”, resaltan los expertos.

De Carambolo a la mítica Tartessos

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Imagen de 1958 en la que se observa a los obreros que desenterraron el Tesoro del Carambolo
Imagen de 1958 en la que se observa a los obreros que desenterraron el Tesoro del Carambolo

El tesoro de Carambolo son unos restos de incalculable valor hallados en el cerro El Carambolo, en la ciudad de Camas, Sevilla. La rehabilitación de las instalaciones de la Real Sociedad de Tiro de Pichón, favoreció el encuentro del gran tesoro.

De forma casual, uno de los obreros, D. Alonso Hinojos del Pino, dio con su azada en el preciado metal. Sorprendido del hallazgo, acudieron a su encuentro sus compañeros, y tras remover la tierra, apareció un recipiente de barro repleto de piezas de oro: brazaletes, placas, pectorales, collares de un oro de 324 quilates, con un peso total de 2.950 gr. Parece un sueño, pero es un hecho real ocurrido en 1958. Además en el yacimiento se han encontrado multitud de restos de huesos de animales domésticos.

La autoría de los mismos no se sabe con exactitud, hay quien dice que el collar tiene una procedencia foránea. Habría que estudiar las soldaduras de las joyas, para aclarar si están elaboradas por los tartesos, o por el contrario son los artesanos fenicios los autores.

Una vez recogido todos los elementos, la buena acción de estos hombres, hizo que llegaran a manos de D. Juan de Mata Carriazo, experto en arqueología tartéssica, quien continuó las excavaciones duraron varios años, hasta el 1961.

Tartessos es una ciudad que para muchos arqueólogos es pura ficción, sólo existe en las fuentes antiguas (Heródoto) y para otros es algo real. Este descubrimiento, puede avalar la idea de que Tartessos y su rey, Argantonio existieron.

Durante el período de esplendor de los Tartessos, es decir cuando más riqueza y poder tenía este pueblo gracias a la explotación del bronce, oro y plata, muchos fueron los pueblos que acudieron a la península Ibérica para mercadear. No podían ser otros que los fenicios, los grandes mercaderes, primero y posteriormente los griegos, quienes influyeron de forma decisiva en los tartessos en la elaboración de joyas, objetos decorativos, etc…, de ahí la dificultad que existe en la actualidad para decidir la autoría de muchos restos arqueológicos hallados de esa época.

Por esta interrelación entre Culturas durante varios siglos, es por lo que los arqueólogos y estudiosos del tema, dan una autoría fenicia al Tesoro de Carambolo, llegando incluso a decir que dicho esplendor es gracias a la influencia de los fenicios.

Yacimientos de puro carácter tartésico, se consideran a los de San Pedro en Huelva, el Gandúl y Carmona en Sevilla, la Colina de los Quemados en Córdoba, Medellín en Badajoz, La Aliseda en Cáceres, etc…

En la actualidad, y después de muchas vicisitudes de cómo y dónde exponer estas alhajas, y haber estado en una caja fuerte acorazada durante décadas, por fin se ha optado por rehabilitar una sala del Museo Arqueológico de Sevilla y hacer una exposición permanente.

Las evidencias siguen señalando al Sur de España como enclave de la mítica Atlántida

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Un sillar con argamasa adherida de gran antigüedad, en La Algaida, en Sanlúcar, junto a la desembocadura
Un sillar con argamasa adherida de gran antigüedad, en La Algaida, en Sanlúcar, junto a la desembocadura

El investigador sanluqueño Manuel Cuevas ha comunicado a la Junta de Andalucía lo que considera el hallazgo, mediante fotografías tomadas por satélite, de una gran ciudad antigua sepultada en el pinar de La Algaida, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), junto a la desembocadura del Guadalquivir. Las fotografías aportadas por el investigador, empresario autodidacto de 52 años, están tomadas por satélite a 700 kilómetros de altitud y posteriormente aumentadas y tratadas, y dejan ver formas estructurales sepultadas también en el Cerro del Trigo, en el actual parque de Doñana, donde el arqueólogo alemán Adolf Schulten ubicó la antigua Tartessos, a unos seis kilómetros de La Algaida, pero en la otra orilla del río Guadalquivir.

Cuevas ha presentado un escrito en el Registro de la Consejería de Cultura de Andalucía en el que aporta las coordenadas de lo que ha interpretado como cuatro grandes edificios y un poblado, todos ellos de no menos de 2.500 años de antigüedad. Una de estas estructuras, edificio o plaza rodeada de edificios, llega a medir 360 metros por 180, mientras que otra de las estructuras mide unos 180 por 100 metros, unas construcciones de dimensiones inusuales para ese periodo histórico.

La zona del pinar de La Algaida tiene una extensión de unos ocho kilómetros cuadrados, en los que las fotografías de satélite manejadas por Cuevas pueden interpretarse estructuras de edificios completos, como si se hubieran conservado por haber sido sepultados de golpe al haber sufrido una gran inundación de agua y sedimentos. Independientemente de esos restos enterrados, Cuevas ha detectado otro tipo de estructuras más en superficie, de una época más reciente aunque anterior a la etapa romana, como espigones portuarios, canales navegables, restos de muros, cimentaciones y estructuras que podrían haber sido embarcaderos y otras que ofrecen líneas paralelas y cuadrículas de dimensiones similares a las de las calles de una ciudad.

Ante unas fotografías que Cuevas interpreta como «evidencias», el investigador ha pedido apoyo de la Consejería de Cultura para efectuar un estudio de tomografía eléctrica para determinar a qué profundidad se hallan los muros que estén más próximos a la superficie para poder determinar una ulterior excavación, además de para hacer otras fotografías aéreas de la zona. Responsables de la Consejería, que han visto las fotografías de Cuevas y escuchado sus explicaciones, le han remitido a la Delegación de Cultura de Cádiz, donde debe presentar un proyecto de investigación que deberá estar avalado por una universidad andaluza, para dotarlo de carácter científico y académico.

Entre otros especialistas, Cuevas ha contactado con el catedrático de Arqueología de la Universidad de Sevilla Ramón Corzo, quien ha mostrado interés por los indicios revelados por las imágenes del satélite, las cuales considera que deberían comprobarse científicamente con una excavación o al menos con unas catas o con tomografías. En la zona de La Algaida se hallaron hace años restos turdetanos y romanos en el lugar denominado «El Tesorillo», y a una cierta distancia de allí Cuevas tiene localizadas numerosas piedras con argamasa, sillares y restos de muros enterrados.

Cuevas, quien lleva años dedicado a su particular investigación y que conoce La Algaida como la palma de su mano, ha lamentado la «falta de entusiasmo» que encuentra entre los arqueólogos, sean adscritos o no a la Administración, si bien es consciente de que estructuras arquitectónicas como las que está seguro de haber detectado, por la profundidad a que se encuentran y la evolución del nivel del mar en la zona, tendrían una antigüedad superior a la de las grandes estructuras faraónicas y mesopotámicas.

Algunas de estas estructuras, por la profundidad a que se hallan, remiten al periodo en el que la desembocadura del Guadalquivir era un enorme estuario, en el que el agua del mar cubría la actual Sevilla, una época, en definitiva, en la que no se conoce tecnología para construir semejantes estructuras y que, en cualquier caso, remitiría a los ámbitos del mito, a una civilización perdida, la de la Atlántida, desconectada del devenir histórico científicamente conocido.