Cuando le preguntaron al maestro calígrafo, Sebastián «Seb» Lester, qué palabras de sus numerosos vídeos de caligrafía manuscrita fueron las más divertidas de dibujar, esta fue su selección ¡Disfrútala!
La incógnita que esconde el rostro angelical de la infanta Margarita de Austria en “Las Meninas” de Velázquez solo puede ser resuelta por un “ojo clínico”. Así es como el cirujano maxilofacial Florencio Monje observa una mancha en la cara de la niña y diagnostica que se debe a una enfermedad rara denominada “el síndrome de Albright”.
Este doctor, un apasionado de la historia del arte, diagnostica las enfermedades de personajes retratados en cincuenta obras de arte universal en su libro “El rostro enfermo: 50 pinturas universales para comprender las enfermedades de cara y cuello”. Unas patologías que pasan desapercibidas para la mayoría de los espectadores: manchas rojizas en el rostro, cuello inflamado o mandíbula pronunciada son algunas de las señales más observadas.
Por eso, en el famoso cuadro de Diego Velázquez, este especialista observa “en la sien derecha de la infanta una mancha pequeñita café con leche”, una marca que aparece en retratos posteriores de la infanta y que responde al síndrome de Albright, una enfermedad genética que afecta a los huesos y a la pigmentación de la piel.
Pero… ¿Cómo puede ser tan efectivo un diagnóstico con solo mirar el rostro? El doctor Monje considera que “para un cirujano maxilofacial es relativamente sencillo sacar un diagnóstico de una deformidad, una enfermedad o problema en la cara, con relativa veracidad”, y explica, que aunque la gente no ve estos signos, si se les orienta, “pueden aprender a verlos”.
“Es como pasar por delante de un edificio durante muchos años y que luego te digan que tiene una forma particular en la fachada”, que ha pasado desapercibida, añade el experto.
Bajo la misma lupa, el cirujano analiza las patologías de otros 49 personajes ilustrados, grandes exponentes del romanticismo y del impresionismo, y las recopila en el libro que cuenta, además, con una reseña histórica y artística de su hermano, el historiador Isidoro Monje Gil.
La deformidad más común, según el doctor Monje, es el prognatismo o mandíbula hacia adelante más allá del plano de la cara. Se puede ver sobre todo en los retratos de la dinastía de los Habsburgo de Austria, quienes tenían “la mandíbula muy aumentada y el maxilar superior con poca capacidad de crecimiento”, agrega el cirujano.
La dama dorada, por Gustav Klimt
Uno de los cuadros analizados es el “Retrato de Adele Bloch-Bauer I”, conocido como “La dama dorada”, de Gustav Klimt (1907), que se exhibe en la Neue Galerie de Nueva York. Según el diagnóstico del doctor Monje, “en esta señora se puede determinar por la mancha de la cara, que pudo tener una insuficiencia cardíaca”.
Y para confirmarlo, los hermanos Monje Gil investigaron en la biografía de la mujer y encontraron que “la causa de su muerte fue una meningitis, posiblemente derivada de una enfermedad del tejido conectivo, y que tiene esa señal característica” agrega el cirujano.
Un detalle llamativo de la obra –hecha en óleo y oro sobre lienzo- son los dedos de la dama dorada, que a consideración del cirujano, podrían ser un síntoma de una artritis reumatoide.
El Descendimiento de Rogier van der Weyden
En la reseña patológica sobre la Virgen María, vestida de azul, ilustrada en el cuadro “El Descendimiento” del pintor flamenco Rogier van der Weyden (antes de 1443), el doctor Monje invita a fijarse en su cuello, en el que se ve un bulto característico del bocio difuso ocasionado por un aumento en la glándula de la tiroides.
La obra maestra del pintor belga se encuentra en el Museo del Prado.
Retrato de anciano con niño, Domenico Ghirlandaio
Uno de los cuadros de interés del doctor Florencio Monje Gil, durante sus visitas al Museo del Louvre, es el “Retrato de anciano con niño” (1490), de Domenico Ghirlandaio. En este “se ve a un hombre con granos en la nariz, una lesión denominada rinofima, que es una deformidad peculiar característica de la rosácea”, asegura el cirujano.
Otros veinte tipos de deformidades de rostros ilustradas en varios cuadros son reseñadas en este libro editado por Art Duomo Global (Descubrir el Arte), que plantea una mirada del arte a través de la medicina, y en particular de la especialidad quirúrgica del esqueleto facial, la cara y el cuello.
Para el doctor Monje, actualmente este tipo de deformidades (tipo II y III) se solucionan de forma precoz con cirugía, y “se logra que el esqueleto facial vuelva a tener todas las medidas de una cara normal”, contrario a lo que se puede ver en las pinturas, en las que los personajes seguían así hasta la edad adulta.
Además, el cirujano señala que por este tipo de deformidades se realizan más de 4.000 operaciones en España, siendo la más común el progmatismo tipo III, en la que “el labio superior está hundido y el labio inferior es más prominente”, concluye el doctor Monje.
El erotismo no es algo exclusivo de los humanos actuales, ya que los primeros homo-sapiens que llegaron a Europa hace 40.000 años tenían un comportamiento sexual complejo del que dejaron constancia en unas pocas pinturas rupestres, convirtiéndolas en el primer Kamasutra de la humanidad.
El doctor en Prehistoria de la Universidad del País Vasco (norte de España) Marcos García Díez y su compañero Javier Angulo son unos de los pocos arqueólogos que han estudiado estas manifestaciones artísticas de patente carácter erótico.
Según explican, los grabados y las pinturas demuestran que ya en el Paleolítico superior (38.000-9.000 A.C.) el sexo dejó de ser un comportamiento biológico vinculado exclusivamente a la reproducción y se integró como un elemento cultural más.
Para García Díez, coautor con Angulo del libro «Sexo en piedra», esta temprana separación de lo sensual y lo meramente reproductivo se debe a que «el apetito sexual condiciona a los humanos como especie» y lo hace de una forma tan grande que nos ha llevado a plasmarlo en el arte desde la Prehistoria.
García recuerda las relativamente numerosas imágenes femeninas «sexuadas» datadas en esta época como las conocidas Venus, de rotundas y generosas formas, con las que los primitivos pretendieron «dejar constancia del papel generador de vida de las mujeres», o las representaciones de figuras masculinas en las que el falo erecto es la característica más visible de la virilidad.
Imágenes un tanto abstractas que simbolizan vulvas y penes por medio de puntos y líneas son otras expresiones artísticas con las que los hombres primitivos documentaron su actividad sexual, aunque también lo hicieron de una forma totalmente realista en las paredes de unas pocas cavernas, desde Siberia hasta la península Ibérica.
Angulo aclara que, aunque las imágenes de contenido sexual son muy escasas, en España existen algunos buenos ejemplos en la cueva de Los Casares (centro del país), donde puede verse una escena de coito, y en las grutas de Chufín y El Castillo (en el norte), que cuentan con sendos grabados con formas fálicas
En otros yacimientos, sobre todo de Francia y Portugal, se han descubierto imágenes de cópulas, abrazos, besos, algún trío, sexo oral, un supuesto caso de bestialismo y hasta masturbaciones, todas ellas con un profundo carácter simbólico y erótico que «nos hablan de la forma en que estas personas entendían su propia sensualidad».
Angulo precisa que, aunque resulta «muy difícil» afirmar que los hombres prehistóricos practicaban el masoquismo, existe una «sospechosa» figura maniatada en el yacimiento ruso de Kostienki I que apunta en esta dirección, mientras que en Portugal se ha encontrado una roca que muestra una posible escena de bestialismo.
El experto comenta que tampoco los tríos han podido ser constatados de una forma explícita, si bien en la excavación francesa de Enlene se localizó una placa grabada hace unos 13.000 años con dos personas en posición de coito y una tercera que los mira «en una actitud que recuerda al voyeurismo».
El sexo oral también está presente en este Kamasutra prehistórico pero en muy pocos casos, tal vez el más significativo de ellos sea un grabado hallado en La Marche (Francia).
La masturbación está documentada en un fino grabado de Foz Coa (Portugal), en el que unas líneas que salen de la cabeza de un hombre reflejan, en opinión de los investigadores, el momento del orgasmo.
En cuanto a la homosexualidad, para García «no se puede afirmar ni negar» la existencia de esta tendencia sexual, porque «el carácter poco definido de los personajes» que participan en algunas de las escenas «deja abierta esta posibilidad».
Trompetista, poeta, novelista e inventor, Boris Vian, que pasó la II Guerra Mundial haciendo turismo y acudiendo a numerosas fiestas, falleció a los 39 años por una enfermedad que llevaba tiempo advirtiéndole de que su muerte sería temprana, una vida que queda relatada en el cómic «Piscina Molitor».
Christian Cailleaux y Hervé Bourhis, dos escritores franceses dedicados a la novela gráfica, son los autores de esta obra que en España edita Impedimenta y en la que se recorre con un tono «melancólico» la apasionante vida de este prolífico artista, que fue según el editor del libro, Enrique Rede, «un símbolo de rebeldía ante la sociedad de su época».
La publicación «Piscina Molitor» es adherible a la película «La espuma de los días» del director Michel Gondry que está basada en la novela homónima de Boris Vian (1920 – 1959). Un escritor tan rompedor, que «60 años después de su muerte sigue siendo de actualidad», asegura Rede.
Estudió ingeniería pero su pasión fue el jazz y la escritura, aunque esta última quedó relegada, durante muchos años, a un mero entretenimiento que utilizaba para divertir a sus amigos al describir las fiestas a las que continuamente asistían.
«Iconoclasta, renacentista, surrealista,…», le faltan adjetivos a Rede para describir a un artista al que le detectaron a los 12 años un reumatismo cardiaco que anunciaba que su muerte sería temprana y que de hecho, sobrevino un 23 de junio de 1959, mientras asistía de incógnito al pase de la adaptación al cine de su novela «Escupiré sobre vuestra tumba».
Antes había acudido a la Piscina Molitor, donde solía nadar para fortalecer su corazón y tratar de luchar contra una enfermedad que se empeñaba en determinar su vida. De hecho, con esa imagen comienza y termina esta novela que desde las primeras páginas destaca el trágico final de un artista que nunca estuvo dispuesto a llevar la vida ordenada que sus médicos le exigían.
«El libro se llama ‘Piscina Molitor’ porque este lugar es un símbolo del París de los 50 y sigue quedando en la mente de los parisinos. La Piscina Molitor cerró y también Boris Vian murió y sin embargo, ambos son símbolos que permanecen», asegura Rede.
Vernon Sullivan, Navis Orbi, Baron Visi o Brisavion, son solo algunos de los numerosos pseudónimos que Vian utilizó a lo largo de su vida para firmar una obra tan cargada de dramatismo y profundidad como de ligereza y despreocupación.
En «Piscina Molitor» se describe la vida de este ingeniero hecho artista que tuvo una infancia feliz en el seno de una familia burguesa amante del arte, la música y la literatura.
Su padre, «un ricachón» que enseñó a sus hijos el desprecio por el dinero, el ejército y la religión marcó en buena medida su existencia y esto se puede corroborar en su literatura en la que trata temas como el amor, el mundo del trabajo, la religión, la superficialidad o la enfermedad y la muerte.
Un Boris Vian que entabló amistad con buena parte de los intelectuales de la época como el filósofo Jean Paul Sartre, la escritora Simone de Beauvoior o el violinista Yehudi Menuhin quien, junto a su familia, se instaló en la casa de Vian después de que el padre de este perdiese una gran cantidad de dinero en la bolsa y se viera obligado a desprenderse de ella.
«La vida de swing de Boris Vian» se puede leer bajo el título de esta novela gráfica, y precisamente a ritmo de jazz decidió llevar su vida este excéntrico escritor cuya temprana muerte no evitó que se convirtiera en un mito que trascendió su tiempo.
Las chicas melancólicas de la joven Elena Pancorbo saltan desde las redes sociales a las páginas de «Antes de que te vayas quiero decirte» (Cross Books) con una historia ilustrada de desamor donde conviven largas melenas, coloridos tatuajes y espesas barbas plasmadas con lápices y ceras pastel.
Con más de nueve mil seguidores en Facebook y rozando los diecinueve mil en Instagram, Elena Pancorbo pertenece a esa ola de ilustradoras, como Sara Herranz o Paula Bonet, que triunfan en las redes sociales, unas plataformas que cada vez «surfean» más editoriales en busca de talento.
Cuando a Pancorbo la descubrieron en Facebook, miles de seguidores ya habían disfrutado de sus ilustraciones, donde las mujeres jóvenes copan todo el protagonismo.
«La figura femenina es lo que más me gusta, lo que me es más cotidiano y conozco más, pero no descarto centrarme en la figura masculina en un futuro», explica la ilustradora jaenense, quien, cada año que pasa, vislumbra más cosas que el cuerpo femenino puede expresar.
En «Antes de que te vayas quiero decirte» también aparecen hombres, pero son las diferentes mujeres quienes llevan el peso de contar las diferentes etapas de una historia de amor, o desamor, que empieza por el final: la ruptura.
«Me dieron mucha libertad y plasmo en las imágenes mi gusto personal. Siempre busco alejarme de una imagen comercial, que igual entra más por el ojo, e intento que se vea mi esencia, que se me reconozca cuando se vea un dibujo mío», cuenta Pancorbo.
Esa estética propia se traduce en los pequeños tatuajes de paraguas o corazones que adornan las manos de las chicas de las páginas del libro, una característica que comparten con las manos de la chica que las dibuja.
Su personalidad también se encuentra impresa en los dibujos de las virutas de lápiz, una especie de firma que cuela, por ejemplo, en los tatuajes de las chicas con el corazón roto.
«Un día me sorprendí dibujando las virutas casi sin querer. Es algo que llevo viendo desde la infancia, y ahí se han quedado como una señal en mis dibujos», explica la joven.
La ilustradora, que usa de forma preferente la técnica del pastel, experimenta en el libro con el dibujo a lápiz, ante la buena acogida que está teniendo entre sus seguidores.
Pancorbo cree que el «boom» de jóvenes artistas está favorecido por las redes sociales, principalmente Instagram, desde donde le llegan la mayoría de propuestas de trabajo, pero el talento de la nueva generación no es nada desdeñable.
«No creo que el interés por la ilustración vaya a pasar como una moda, todo lo contrario; hay muchísima gente que siempre ha dibujado, pero no lo ha mostrado tanto como ahora», argumenta Pancorbo, quien también opina que la profesionalización de otras ilustradoras populares, provenientes de las redes sociales, animan a otras personas que «lo veían como un ‘hobby'» a considerar el dibujo como una actividad laboral.
Pancorbo dibuja desde que tiene uso de razón, pero nunca había pensado seriamente en dedicarse al mundo de la ilustración o del arte hasta que vio las reacciones y el interés de la gente por su trabajo. Así se dio cuenta de que, además de una afición, el dibujo y la pintura eran una posibilidad de futuro.
Compagina sus estudios de Bellas Artes con su trabajo como «freelance»: «Es un mundo que se centra mucho en el producto autónomo, lo que guste a la gente, o lo que las editoriales identifiquen con potencial para gustar», explica.
Entre sus trabajos que se publicarán próximamente se encuentra la ilustración del libro «Cartas a ninguna parte» de Ane Santiago, una joven escritora cuyas poesías también siguen en Instagram miles de personas.
Aunque no se plantea retos de futuro, a Pancorbo le gustaría sacar un libro en el que se vea reflejado únicamente su trabajo: «Es a lo que aspiramos todos los ilustradores», comenta, aunque de momento, no tiene queja.
El fotógrafo Warren Richardson ha ganado el World Press Photo, la máxima distinción del fotoperiodismo mundial, con una imagen en blanco y negro tomada en 2015 en la frontera entre Serbia y Hungría que capta a un bebé siendo pasado de un lado al otro de la valla mientras un hombre lo toma en sus manos.
«Estuve 4 o 5 días y noches en la frontera, pero este momento fue muy veloz: los refugiados venían y venían», declaró el ganador durante una rueda de prensa, y añadió que no se dio cuenta de que lo que estaban pasando a través de la valla «era un bebé».
Richardson, que trabaja como freelancer, explicó que la foto nunca fue publicada.
En la foto, la luna ilumina tanto la cara del hombre que toma al bebé en sus manos como el cuerpo del niño.
El hombre está a un lado de la frontera medio agachado, con cara de agotamiento.
Al otro lado de la frontera, unos brazos sujetan a la criatura y la pasan a través de un agujero hecho en el alambre de espino.
Entre los premiados hay dos españoles, Daniel Ochoa de Olza, que trabaja para Associated Press, y el fotógrafo Sebastián Liste.
Ochoa consiguió el segundo y tercer premio en la categoría «Historias de personas» con las imágenes «La tradición maya» y «Víctimas de los ataques de París».
Liste, por su parte, se hizo con el tercer premio en la categoría «Historias de la vida diaria» por su instantánea «Periodismo ciudadano en las favelas de Brasil».
También fueron premiados en la categoría de «Naturaleza» los mexicanos Anuar Patjane, que se hizo con el segundo puesto por «Ballenas que susurran», y Sergio Tapiro, que con «El poder de la naturaleza» fue agraciado con el tercer premio.
Un total de 5,775 fotógrafos presentaron a concurso 85,000 instantáneas.
El presidente del jurado, Francis Kohn, dijo que, durante el proceso de selección, que duró dos semanas, intentaron mantener un balance entre calidad fotográfica y valor informativo.
«Hemos recibido muchas imágenes que tenían que ver con la crisis de los refugiados: navegando en el océano, cruzando vallas fronterizas, teniendo problemas con la policía. También fotos de Siria e Irak, y muchas de los ataques de París de noviembre».
Allá por 1962, nadie daba mucho por una película como “¿Qué Fue de Baby Jane?”. Se trataba de una cinta rodada en blanco y negro, con dos actrices que sobrepasaban los 50 y cuya carrera parecía más dirigida ya hacia la televisión que a la gran pantalla. Además, las dos divas eran famosas por su épica rivalidad desde la década de los años 30, cuando ambas pasaron a convertirse en dos de las principales estrellas de la Warner y del Hollywood dorado en general. Nunca antes habían trabajado juntas y después de esta película jamás volvieron a coincidir, sin embargo, su choque interpretativo sigue siendo recordado hoy en día como uno de los más memorables de la historia del cine.
Basada en una novela de Henry Farrell, quien previamente había trabajado como guionista en las series televisivas “Bus Stop” y “Alfred Hitchcock Presenta”, la película narra la malsana relación de dependencia de las hermanas Hudson, dos antiguas estrellas del cine, que viven juntas después de que un supuesto accidente dejara parapléjica a la más exitosa de ellas. Bajo la dirección de Robert Aldritch, esta historia grotesca adquiere el tono de un circo malsano y terrorífico, donde el payaso blanco, el pierrot, está interpretado por Joan Crawford como Blanche, la hermana mayor y verdadera estrella de las dos, ahora enclaustrada en su habitación, atrapada en su silla de ruedas. Demasiado bondadosa como para traicionar a su hermana, se convierte en víctima de sus cada vez más perversas travesuras. El rol del payaso alegre, el augusto, le corresponde a Bette Davis como Jane, la exniña prodigio que vive anclada en el pasado, incapaz de aceptar que su talento y su fama se han desvanecido y proyectando toda su rabia y su frustración hacia su hermana. Jane viste con sus trajes infantiles y se maquilla en exceso la cara en un vano intento por recuperar su época de esplendor. Excesiva y grotesca, resultaría cómica si no fuera tan inquietante y aterradora.
A medio camino de “El Crepúsculo de los Dioses” de Billy Wilder y “Psicosis” de Alfred Hitchcock, la cinta establece una macabra cercanía entre los dos personajes protagonistas y las actrices que las interpretan. Las cuatro habían vivido momentos de mayor esplendor y habían visto como la industria las había dejado atrás, olvidadas. Para ello, Aldritch emplea incluso clips de las películas de Davis y Crawford, así como fotos promocionales de las mismas en su época dorada, para ilustrar el pasado cinematográfico de las hermanas Hudson. Por otro lado, la animadversión que sentía la una por la otra, perfectamente conocida por el público, hacía que sus enfrentamientos en pantalla resultaran más virulentos y verosímiles, especialmente cuando antes del estreno de la película los rumores sobre los roces entre las dos estrellas ya llenaban las revistas.
Aldritch construye una puesta en escena robusta y medida, enfática y estridente para subrayar el delicado estado emocional de las dos protagonistas. La cámara juega con el espacio convirtiendo cada rincón en una amenaza, y la fotografía saca un partido casi expresionista del blanco y negro. De esta manera, a medida que avanza el metraje se va incrementando la sensación de malestar y desasosiego en el espectador, quien va intuyendo una atmósfera fúnebre alrededor de la casa donde se desarrolla la acción. En el apartado musical, la partitura de Frank DeVol se apoya en la canción infantil “I’ve Written a Letter to Daddy”, compuesta expresamente para la película y que sirve para dar el tono nostálgico y de degradación con respecto a la época dorada de las dos protagonistas, al mismo tiempo que establece esa psicología anclada en su época infantil del personaje de Jane.
Pese a las confrontaciones entre las dos actrices, el resultado interpretativo no puede ser más asombroso. Bette Davis fue nominada a los Oscars por su interpretación y de haber ganado la estatuilla se hubiese convertido en la primera actriz en poseer tres premios de la Academia, sin embargo, la triunfadora de la noche resultó ser Anne Bancroft por “El Milagro de Anna Sullivan”, con el atenuante de que Joan Crawford se encargó de recoger el reconocimiento en su nombre. Un nuevo bofetón a Bette Davis como venganza por haber estado cerca del premio, mientras su compañera de reparto había sido ignorada en las nominaciones.
Debido al éxito de “¿Qué Fue de Baby Jane?”, Robert Aldritch propuso a las dos actrices repetir con otra adaptación de una novela de Henry Farrell, “What ever happened to cousin Charlotte?”, cuyo título fue modificado por petición expresa de Bette Davis a “Hush Hush, Sweet Charlotte” y que en España fue traducido como “Canción de Cuna para un Cadáver”. Finalmente Crawford tuvo que abandonar la producción por enfermedad y fue sustituida por Olivia de Havilland, buena amiga en la vida real de Bette Davis. El resultado fue notable, pero muy alejado de las virtudes de “¿Qué Fue de Baby Jane?”.
Garagatos, un cuaderno que reúne decenas de dibujos, pinturas y bocetos realizados por el artista durante sus giras y en su intimidad.
«No me considero pintor, ni tampoco dibujante», ha explicado Sabina, que cree que con este libro se le da la oportunidad de hacerse «un regalo» inesperado, al tiempo que ofrece a sus seguidores la posibilidad de adentrarse en su universo creativo desde otra perspectiva.
El libro lo publica Artika, editorial española especializada en libros de artistas, y es una edición limitada de 4.498 ejemplares, a 2.100 euros cada uno.
Ya han sido vendidos 1.200, según la editorial.
Sabina ha firmado a lápiz, uno a uno, todos los ejemplares.
«Yo no soy el responsable del precio», ha señalado el cantautor, que ha confesado que al conocer la cuantía le ha dado un poco de impresión.
«Entiendo que gran parte de mi público no lo va a comprar», ha apuntado.
Sabina, lejos de verse como un genio «Lo sé porque he conocido a tres o cuatro», ha apostillado, cree que tiene la «enfermedad del intruso».
«Yo toda la vida he pensado y he dicho sin la menor grandilocuencia, que era un impostor», ha asegurado.
«Me gustaba mucho meterme en sitios donde no estás invitado.
Eso me pasó con la canción, que al principio fue una cosa de clubes muy pequeñitos, de mandrágoras, de cavas bajas, y luego pasó a grandes escenarios y a América Latina; Nunca lo pensé, nunca lo soñé».
Garagatos consta de dos libros de gran formato.
El primero reúne 66 dibujos facsimilares acompañados de versos manuscritos del artista y un desplegable de casi tres metros de largo con 74 retratos.
Muchas imágenes están inspiradas por mujeres —varias con toques eróticos— o por las andanzas nocturnas del autor.
El segundo volumen repasa el universo creativo de Sabina a través de la mirada de grandes autores y personalidades del mundo del arte, como el director artístico del Museo Thyssen de Madrid, Guillermo Solana.
Se trata de un trabajo completamente artesanal que ha tardado dos años en materializarse desde que se concibió. Se presenta en un estuche de madera que reproduce la puerta de una habitación de la casa de Sabina, una puerta pintada por él mismo que simboliza la entrada a su mundo más personal.
Velázquez, Matisse, Zurbarán y Barceló son algunos de los grandes referentes de Sabina junto a Picasso, quien según el compositor, «lo pintó todo».
El cantautor tuvo su primer contacto con la pintura a los 14 años, cuando plasmó sus primeros óleos.
Aunque después se centró en la música y la poesía, nunca dejó de lado los dibujos y, en los últimos tiempos, esta expresión artística ha ido cobrando cada vez más relevancia en su día a día: «Hace muchos meses que no escribo un solo verso de canción, pero todos los días hago cinco o seis dibujos», ha comentado.
El 26 de abril de 1937, durante la Guerra Civil española, la aviación alemana, por orden de Francisco Franco, bombardeó el pueblo vasco de Guernica.
Pocas semanas después Picasso comenzó a pintar el enorme mural conocido como Guernica.
Fue realizado en menos de dos meses, por encargo del Gobierno de la República Española para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición Internacional de 1937 en París, con el fin de atraer la atención del público hacia la causa republicana en plena Guerra Civil Española.
El cuadro no retrata el acontecimiento en sí; más bien quiso expresar con él la violencia y crueldad del acontecimiento mediante la utilización de imágenes como el toro, el caballo moribundo, el guerrero caído, la madre con su hijo muerto o una mujer atrapada en un edificio en llamas.
Pese a la complejidad de estos y otros símbolos, el Guernica logró un gran impacto como retrato-denuncia de los horrores de la guerra.
El estallido y posterior desarrollo de la II Guerra Mundial contribuyeron a que la paleta de Picasso se oscureciera y a que la muerte fuera el tema más frecuente en la mayor parte de sus obras.En la década de 1940, puesto que en España se había instaurado el régimen dictatorial del general Franco, Picasso optó por dejar que el cuadro fuese custodiado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, aunque expresó su voluntad de que fuera devuelto a España cuando volviese al país la democracia.
En 1981 la obra llegó finalmente a España. Se expuso al público primero en el Casón del Buen Retiro, y luego, desde 1992, en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde se encuentra en exhibición permanente.
Su interpretación es objeto de polémica, pero su valor artístico está fuera de discusión.
No sólo es considerado una de las obras más importantes del arte del siglo XX, sino que se ha convertido en un auténtico «icono del siglo XX», símbolo de los terribles sufrimientos que la guerra infringe a los seres humanos.
Las recreaciones de Seb Lester de logotipos clásicos podrían salvar la brecha entre los antiguos manuscritos y la tipografía de alto diseño, para los legos podría no apreciarse la diferencia.
Lester es experto en el diseño gráfico y su cartera incluye trabajos para los grandes nombres, como la NASA, Apple, Intel, Nike, British Airways y The New York Times.
Cuando le preguntaron al maestro calígrafo, Sebastián «Seb» Lester, qué palabras de sus numerosos vídeos de caligrafía manuscrita fueron las más divertidas de dibujar, esta fue su selección ¡Disfrútala!
Algunos artistas utilizan pintura, bronce u otros materiales pero Nathan Sawaya opta por construir su arte inspirador en bloques de construcción de juguetes, LEGO ® para ser exactos.
El ex abogado corporativo renunció a su trabajo en 2001 para concentrarse en ser el artista más importante del mundo de LEGO.
Con más de 1,5 millones de ladrillos de colores en su estudio de Nueva York, las esculturas de Sawaya toman muchas formas.
El arte de Sawaya está actualmente de gira por los museos de América del Norte en un espectáculo titulado El arte del ladrillo.
Es la única exposición centrada exclusivamente en LEGO como un medio artístico.
Las creaciones, construidas a partir de casi un millón de piezas, se construyeron con ladrillos estándar a partir de 2002.
Un artista freelance a tiempo completo, Sawaya acepta encargos de particulares, empresas, y … bueno casi cualquier persona con una buena idea!
También está disponible para diseñar y construir creaciones encargadas para eventos, sesiones de fotos y convenciones.
Así que Sawaya dice que, si sabes lo que tienes en mente literalmente no hay límites para lo que puede crear con LEGO.