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Jóvenes frenéticos, adultos miedosos

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Las consecuencias del consumo precoz de cannabis dependen de manera importante del ambiente asociado
Las consecuencias del consumo precoz de cannabis dependen de manera importante del ambiente asociado

Un nuevo estudio realizado en animales de laboratorio muestra que la exposición al cannabis y al estrés durante la adolescencia puede llevar a trastornos de ansiedad a largo plazo caracterizados por la presencia de miedo patológico.

El trabajo, realizado por el Laboratorio de Neurofarmacología-NeuroPhar de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), ha sido liderado por los investigadores Fernando Berrendero, ahora en la Universidad Francisco de Vitoria, y Rafael Maldonado. Los resultados se han publicado en la revista Neuropharmacology.

El cannabis continúa siendo la droga ilícita más consumida en todo el mundo. Su uso regular comienza a menudo durante la adolescencia; esto es especialmente preocupante ya que este período es crucial para una correcta maduración del cerebro mediante la reorganización de las sinapsis neuronales. De hecho, numerosos datos preclínicos y epidemiológicos sugieren que la exposición a cannabinoides en adolescentes puede aumentar el riesgo de aparición de enfermedades psiquiátricas en la vida adulta.

Así, los resultados del Plan Nacional sobre Drogas muestran un aumento del consumo de cannabis y una revisión reciente evidencia que en los últimos años ha disminuido la percepción de riesgo de su consumo en la población joven, de 12 a 17 años, que es la franja de edad en la que se centra este artículo.

“Hemos investigado las consecuencias de la exposición simultánea al Δ9-tetrahidrocannabinol (THC), el principal responsable de las propiedades psicoactivas del cannabis, y al estrés durante la adolescencia”, explican Rocio Saravia y Marc Ten-Blanco, primeros autores del artículo. Concretamente, han estudiado cómo esta exposición durante la adolescencia afecta a la extinción de la memoria del miedo en los ratones adultos.

Deterioro en la extinción del miedo

En ocasiones, un estímulo que debería ser neutro –como puede ser por ejemplo el hecho de ver al dentista con su bata blanca– se asocia con uno amenazante –que sería el dolor que hemos sentido en anteriores visitas– y provoca una respuesta de miedo.

Normalmente, las reacciones de miedo disminuyen con el tiempo a medida que el estímulo condicionado se deja de asociar con la experiencia negativa. Esto se conoce como extinción del miedo. Pero cuando esto no ocurre correctamente, se producen trastornos de ansiedad, como el síndrome de estrés postraumático, las fobias o los ataques de pánico.

“Los ratones adolescentes tratados con THC y expuestos al estrés exhiben un deterioro en la extinción del miedo en la edad adulta. Sin embargo, este efecto no se observó en los animales expuestos a estos dos mismos factores por separado”, detalla Berrendero. Además, la resistencia a la extinción del miedo se asoció con una disminución de la actividad neuronal en la amígdala basolateral y la corteza prefrontal infralímbica, lo que sugiere una desregulación a largo plazo del circuito que regula el miedo.

“Nuestros hallazgos destacan la influencia de factores ambientales como el estrés en los efectos deletéreos de la exposición al cannabis durante edades precoces y sugieren que las consecuencias del consumo precoz de cannabis dependen de manera importante del ambiente de consumo”, explica Rafael Maldonado, catedrático de Farmacología de la UPF. “La presencia de situaciones de estrés, que es habitual en los consumidores de esta sustancia, puede empeorar sus efectos deletéreos”, concluye.

Los poderes sanadores del cannabis

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El estado legal de la marihuana está en pleno proceso de cambio. Hay muchos países que mantienen activos programas de cannabis medicinal en Europa, como Alemania, Francia, Italia, Finlandia o Macedonia, pero también fuera, como en muchos Estados de EE UU, Canadá, Colombia o Uruguay. Mientras, otros países se plantean crear los suyos. Es el caso de Suiza, Polonia, Croacia, Australia o Nueva Zelanda
El estado legal de la marihuana está en pleno proceso de cambio. Hay muchos países que mantienen activos programas de cannabis medicinal en Europa, como Alemania, Francia, Italia, Finlandia o Macedonia, pero también fuera, como en muchos Estados de EE UU, Canadá, Colombia o Uruguay. Mientras, otros países se plantean crear los suyos. Es el caso de Suiza, Polonia, Croacia, Australia o Nueva Zelanda

Acabar con el estigma que pesa sobre el consumo de cannabis con fines terapéuticos es una vieja batalla. Numerosos colectivos piden su legalización para garantizar la seguridad jurídica y sanitaria de los pacientes y quieren dejar muy claro que nada tiene que ver con fumarse un porro

Las propiedades y usos medicinales de esta planta, sus efectos beneficiosos y las investigaciones científicas que se llevan a cabo en España y que apuntan al cáncer de mama, o a los daños cerebrales que sufren los bebés cuando hay asfixia en el parto, son objeto de análisis en busca de un consenso que nunca parece llegar.

Hay que explicar, para comenzar, que el cannabis es una planta con una gran diversidad de quimiotipos, cada uno de los cuales contiene distintas proporciones de principios activos, los cannabinoides.

Y cuando se consume un preparado de cannabis medicinal es necesario conocer su composición en cannabinoides, especialmente los dos más relevantes: el tetrahidrocannabinol o THC, que es el principal constituyente piscoactivo, y el cannabidiol o CBD, que no es psicoactivo pero es es un potente antiinflamatorio y antioxidante.

El principal efecto secundario del THC es que la gente puede sentirse confusa o tener complicaciones psiquiátricas, tipo alucinaciones o ideas paranoicas, y el CBD lo modera.

El contenido en cannabinoides de un preparado depende de factores como la variedad de la planta, su forma de cultivo y la técnica de extracción, y es muy importante que el preparado no contenga metales pesados, microorganismos patógenos (bacterias y hongos), pesticidas u otros componentes que puedan resultar perjudiciales para la salud.

El cannabis no es una panacea, pero sí posee propiedades terapéuticas para el tratamiento sintomático de algunas enfermedades, como diversos cuadros de dolor crónico, trastornos motores asociados a la esclerosis múltiple, caquexia en cáncer o sida, vómitos y náuseas asociadas a quimioterapias oncológicas, convulsiones en epilepsias infantiles y desórdenes inflamatorios gastrointestinales.

El cannabis terapéutico suele venir en frascos con gotero para que cada paciente se administre las gotas que necesita. Sus usuarios, normalmente suelen acudir a los club de uso recreativo de la marihuana para adquirir estos frascos, pero afirman que se sienten casi como “criminales” porque consumir y transportar THC es ilegal. El CBD está admitido como suplemento alimenticio y se puede comprar hasta por internet.

La lucha contra el dolor

Una mala caída a los 11 años y la rotura del coxis ha marcado la vida de Carola Pérez. Licenciada en Comunicación Audiovisual, preside actualmente el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM) y es fundadora de la asociación de usuarios terapéuticos “dosemociones”, en donde asesora y da apoyo a todos las aquellos pacientes que utilizan el cannabis con fines medicinales .

Carola sufrió once operaciones y tomó un sinfín de fármacos convencionales, incluso, explica, “llevé dentro de mi cuerpo unas pilas con cables conectados a la médula espinal para engañar al cerebro, y nada funcionó. Si la medicina convencional ha fracasado y me ha empeorado con qué derecho nadie puede negarme un tratamiento; yo no lo comprendo porque la que está enferma soy yo, la que convive con el dolor a diario soy yo”.

El cannabis , señala, es una medicina, y como usuaria terapéutica le gustaría viajar sin tener que esconderlo y sentirse “una delincuente” porque la compra y transporte de THC es ilegal, y poder conseguirlo en cualquier farmacia o dispensario, “con una calidad óptima y a un precio asequible, junto con el mejor método y pauta de administración”.

“Nos encontramos en una situación de indefensión sanitaria y jurídica absoluta: muy desprotegidos, porque no sabemos lo que estamos consumiendo, somos blancos perfectos de estafa, y aquellos que recurrimos a asociaciones cannábicas más o menos hay un control, pero los que recurren al mercado negro y lo compran en la calle son presa de estafas”, como cobrar por un bote de aceite 3.000 euros cuando cuesta solo cien.

El Observatorio defiende que urge la regulación y sus miembros suelen reunirse con todos los grupos políticos: «Cada vez hay más pacientes automedicándose sin seguimiento, ni pauta médica, y eso tiene que acabar. Para mí es lo más grave y urgente».

Ya hay países donde se ha regularizado y se han abierto dispensarios oficiales, como Israel, Alemania, Italia o Canadá. En el caso de Israel, tienen un programa de dispensación con 30.000 pacientes.

Carola considera vital que la sociedad distinga entre el consumo terapéutico y el lúdico, y sostiene que los argumentos que se están utilizando en contra no son válidos porque no están basados en la evidencia. ”Vamos a abrir el debate, que hablen los expertos y los pacientes, y que los políticos escuchen y decidan. Pero yo creo que no nos lo pueden negar”.

Carola toma Tetrahidrocananbinio y HC Y CBD. Su dolor es de 8 sobre 10.

Efecto antitumoral en el cáncer de mama

Cristina Sánchez es Profesora Titular de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid y coordina una investigación que persigue comprender en términos moleculares y explotar clínicamente el potencial antitumoral de los cannabinoides en cáncer de mama principalmente.

Miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Investigación sobre cannabinoides, Cristina Sánchez explica que existe en España una investigación “muy potente” y de hecho, asegura, tenemos una de las sociedades científicas nacionales “más grandes del panorama internacional”.

Sobre su investigación explica que los ensayos realizados en ratones de laboratorio in vitro, demuestran los efectos antitumorales de los cannabinoides en el cáncer de mama a tres niveles:

Hay un nivel en el que “los cannabinoides frenan la proliferación e inducen la muerte de las células tumorales, bloqueando así la progresión tumoral.”

Otra etapa, llamada angiogénesis, es el proceso fisiológico que consiste en la formación de vasos sanguíneos nuevos a partir de los vasos preexistentes; esto es “absolutamente esencial” para que los tumores crezcan, porque la sangre es la que transporta la comida para las células tumorales que están proliferando.

Por ello, combatir al tumor solo desde la parte de la proliferación no es suficiente y hay que atacar también esta otra etapa, y se ha visto que los cannabinoides también sirven para esta segunda etapa, pues bloquean ademas la última fase de la progresión tumoral, inhibiendo los procesos de la metástasis, que es la formación de nuevas masas tumorales en otros órganos del cuerpo, como cerebro, pulmones…

Hemos probado con THC , pero en determinados tipos de cáncer de mama, el CBD “también es efectivo”.

Su equipo tiene la intención de trasladar esta investigación a la fase clínica lo antes posible, “pero primero hay que encontrar médicos dispuestos a embarcarse en un ensayo clínico”, y segundo una entidad que financie, y “estos ensayos cuestan cientos de miles de euros y por desgracia ahora la única fuente de financiación son las empresas farmacéuticas”.

El potencial terapéutico, asegura la bióloga, es enorme y nuestra experiencia nos dice que los extractos completos de la planta funcionan mejor que los cannabinoides aislados.

La planta, refiere, tiene cientos de compuestos. Solo cannabinoides unos 115 aproximadamente.

Cannabis terapéutico para un investigador enfermo

Ekaitz Agirregoitia es doctor en biología y profesor en la Universidad del País Vasco, en la UPV/EHU. Su área de investigación principal se centra en el papel del sistema endocannabinoide en la reproducción humana y animal. Además padece una colitis ulcerosa y consume con fines terapéuticos y, en su caso, con “muy buenos resultados”.

Una de las razones principales para la creación del Observatorio es que vimos que muchos de los que nos estábamos medicando con cannabis estábamos muy desprotegidos, desconocíamos de que cepa venía, el grado de THC que contenía o la cantidad de CBD; de donde procedía, si tenía metales pesados…

Jóvenes hippies consumiendo cannabis durante un encuentro al aire libre
Jóvenes hippies consumiendo cannabis durante un encuentro al aire libre

Hace 13 años Ekaitz fue diagnosticado: ”tu cuerpo reacciona teniendo que ir más al baño, perdiendo sangre, líquidos… , y estás muy bajo de forma”.

En su caso estuvo hospitalizado y le recomendaron un tratamiento inmuno supresivo que no le convencía por los efectos secundarios que suelen tener, principalmente porque provocan un descenso de las defensas.

Ekaitz conocía el efecto antiinflamatoriodel cannabis, optó por su uso terapéutico y durante un año se hizo un autoestudio: “controlé mi peso, las veces que iba al baño, que tipo de alimentación llevaba, las sensaciones que tenia… y poco a poco fui viendo que aquello funcionaba porque he ganado 12 kilos y en mi enfermedad ganar peso supone directamente que la inflamación esta bajando y estas empezando a absorber lo que ingieres”.

“De ir muchas veces al baño y de manera muy violenta y normalmente con fiebres, pues fui bajando también esta frecuencia, eran más compactas las heces, directamente deje de sangrar tanto…”

Y viendo que funciona, considera que sería interesante hacer un estudio, en principio observacional, con otras personas que no quieren inmuno deprimirse.

Hoy en día, Ekaitz sigue medicándose y toma CBD y THC en aceite, entre 20 y 40 miligramos del primer compuesto, y 5 miligramos del segundo. Sobre este último ha comprobado que más de 5 miligramos le podrían dar “un poco de pelotera” .

Bebés con daños cerebrales

José Antonio Martínez Orgado es responsable del servicio de Neonatología del Hospital Universitario Clínico San Carlos y desde hace años investiga, con éxito, en ratones y cerditos recién nacidos el papel de los cannabinoides para las lesiones neuronales que se producen en el bebé cuando durante el parto sufren una asfixia por falta de oxígeno.

La línea principal de la investigación es paliar estos daños con CBD, que tiene “propiedades muy interesantes” e inhibe una sustancia que liberada en grandes cantidades provoca la destrucción del cerebro.

Martínez Orgado, vocal del citado Observatorio, relata que ya se han dado todos los pasos preclínicos que las autoridades exigen para comenzar los ensayos clínicos con recién nacidos, y que estima serán un hecho.

Para ello cuentan con la colaboración financiera de laboratorios farmacéuticos que producen un medicamento derivado de los cannabinoides (el Sativex)m para pasar al ensayo clínico internacional.

En los ensayos preclínicos “hemos demostrado que el CBD aplicado incluso hasta 18 horas después del nacimiento reduce los daños a nivel histológico, bioquímico y clínico».

En el mundo, cada 3 o 4 minutos hay un recién nacido que se asfixia en el nacimiento y en términos globales aproximadamente un millón de niños muere y otro millón queda con secuelas invalidantes.

Los desmemoriados del cannabis

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Aunque los derivados cannabinoides tienen un potencial terapéutico bien conocido, su uso queda limitado por los importantes efectos adversos que presentan al actuar sobre los receptores CB1, entre ellos la pérdida de memoria
Aunque los derivados cannabinoides tienen un potencial terapéutico bien conocido, su uso queda limitado por los importantes efectos adversos que presentan al actuar sobre los receptores CB1, entre ellos la pérdida de memoria

Un equipo de científicos ha descubierto que el cannabis reduce la memoria porque esta sustancia afecta a la mitocondria de las neuronas, la encargada de suministrar energía a las células del cerebro. El hallazgo podría tener implicaciones en el uso terapéutico de los fármacos cannabinoideos.

El trabajo, publicado en Nature y dirigido por Giovanni Marsicano de la Universidad de Burdeos (Francia), ha sido realizado en colaboración con científicos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), del Achucarro Basque Center for Neurosciencey, de la Universidad Complutense, y de varios centros de Canadá e Italia.

Hasta ahora se sabía que tanto el cannabis natural como los fármacos sintéticos (cannabinoides) que se usan para combatir el dolor en enfermedades crónicas y el cáncer, afectan a la memoria.

Y es que estas sustancias se unen a los receptores de cannabinoides tipo 1 (los CB1) localizados en las terminales nerviosas de las neuronas y dificultan la transmisión de mensajes entre estas células del cerebro provocando así episodios de amnesia o pérdida de memoria.

Además, en los últimos años se ha demostrado que el receptor CB1 también se localiza y funciona en las mitocondrias de las neuronas, ha explicado Nagore Puente, del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la UPV/EHU y coautora del estudio.

El trabajo publicado en Nature va un paso más allá y demuestra que la amnesia inducida por cannabinoides requiere de la activación de los receptores de cannabinoides CB1 localizados en las mitocondrias del hipocampo (la estructura cerebral implicada en la formación de memoria).

Para llegar a esta conclusión, los investigadores eliminaron genéticamente el receptor CB1 de las mitocondrias del hipocampo y vieron que con ello se eliminaba tanto la pérdida de memoria como la disminución de la comunicación neuronal inducidas por los cannabinoides.

La misma investigación demostró también que la amnesia y las alteraciones neurofisiológicas que causan los cannabinoides son resultado de una regulación aguda de la actividad bioenergética mitocondrial a través de la activación directa de los receptores CB1 en las mitocondrias.

Y es que, según el estudio, cuando se activan los receptores CB1 mitocondriales, se reduce la respiración celular, lo que no sólo tiene lugar en el cerebro, sino también en el corazón y el resto de músculos del cuerpo.

Por todo ello, “un mal funcionamiento mitocondrial puede tener serias consecuencias en el cerebro”, advierte el neurocientífico de la UPV/EHU y coautor del trabajo, Pedro Grandes.

“Por ejemplo, la disfunción mitocondrial crónica interviene en la patogenia de las enfermedades neurodegenerativas, el ictus o los trastornos asociados al envejecimiento. Sin embargo, se desconocía la implicación de la modulación aguda de la actividad mitocondrial en funciones cerebrales superiores”, explica Grandes.

Y desde el punto de vista traslacional, aunque los derivados cannabinoides tienen un potencial terapéutico bien conocido, su uso queda limitado por los importantes efectos adversos que presentan al actuar sobre los receptores CB1, entre ellos la pérdida de memoria.

“Por esa razón, el uso del cannabis con fines terapéuticos debería estar basado en un justo balance del riesgo-beneficio”, opina Nagore Puente.

Los resultados de esta investigación “podrían ser de interés de cara al desarrollo de nuevas herramientas terapéuticas basadas en los derivados cannabinoides más eficaces y seguros en el tratamiento de ciertas enfermedades cerebrales”, asegura Grandes.