ciencia ficción
Ciencia Ficción bajo el disfraz «mumblecore»

El mumblecore, ese género contenido en la vasta producción de cine independiente norteamericano, que se vale de actores no profesionales, bajísimos presupuestos y altos grados de improvisación argumental al momento de filmar, vivió uno de sus mejores años gracias a que Frances Ha, la película de Noah Baumbach, filmada y ensamblada al más puro estilo mumblecore, fue acogida con bastante cariño por la crítica internacional. Sin embargo, el verdadero acontecimiento trascendental para el mumblecore fue sin lugar a dudas una modesta película de nombre Computer Chess.
Filmada por Andrew Bujalski, padre del movimiento mumblecore, el filme relata los extraños acontecimientos ocurridos a principios de los ochenta en un ficticio torneo de programadores, todos completamente obsesionados con la creación de un software de ajedrez que no sólo derrote a los otros programas dentro de la competencia, sino que, por primera vez, consiga vencer al organizador del evento, un veterano ajedrecista invicto durante años.
Los diferentes equipos de nerds, algunos universitarios y otros autofinanciados, se enfrentan en la sala de eventos de un hotel que cada año acoge la convención. Sin embargo, conforme se suceden las rondas eliminatorias y el espectador se familiariza con los peculiares personajes protagónicos, cosas muy extrañas comienzan a ocurrir, transformándose lo que en un principio parecía un filme tipo mockumentary, en una perturbadora cinta de ciencia ficción cuya narrativa se centra en la creación de inteligencia artificial, pero que al mismo tiempo retrata con gran habilidad ese pensamiento científico alejado de los reflectores, complejo, brillante, obsesivo, pero al mismo tiempo altamente inestable e incluso infantil, que engendra año con año los avances tecnológicos que el resto de los mortales con IQs moderados disfrutamos.
Filmada mediante cámaras vintage modelo Sony AVC 3260, de forma que el metraje tuviera esa textura característica del VHS tradicional, Computer Chess es también un interesante experimento técnico que se encontró con decenas de problemas durante su filmación, principalmente por la inestabilidad de las cámaras utilizadas que, de forma aleatoria e inesperada, imprimían marcas, manchas o efectos ópticos azarosos en las cintas, los cuales contribuyen a darle un aspecto decadente y antiguo a la película, pero que al ser incontrolables representaban un dolor de cabeza importante para el equipo de filmación.
A pesar de mostrarse como una intensa y oscura reflexión sobre los límites del amor, la conciencia humana y la tecnología, Computer Chess consigue mantener altos niveles de comicidad a lo largo de su metraje, situación que la convierte en una película profundamente atípica, que por momentos pareciera ser deudora del humor de Dr. Strangelove o de la atmósfera de Eraserhead, pero que consigue desmarcarse lo suficiente para crear un producto de sorprendente ingenio y calidad.
Cargada de personajes extraños e incómodos, producto de la gran habilidad de Bujalski como guionista y director de actores no profesionales, Computer Chess corre el peligro de ser olvidada por su modesta puesta en escena, sin embargo, en esa hora y media de filme se esconde una excelente película.
Cómo beberse a chupitos a Stanislaw Lem

Visionario, radical, inteligente y misántropo son adjetivos que le van como anillo al dedo al escritor polaco Stanislaw Lem, de quien se publican trece relatos inéditos en español que constituyen una excelente ocasión para adentrarse en las obsesiones de este maestro de la ciencia ficción.
El relato central del libro, «Máscara», ha servido también para titular la obra que acaba de publicar en España Impedimenta, la editorial que en los últimos años ha rescatado varios títulos de este autor de culto y que seguirá haciéndolo en el futuro.
Se trata de trece cuentos que Lem (1921-2006) fue escribiendo a lo largo de su vida y que por cuestiones de extensión o de temática «se habían caído» de las antologías que el autor polaco preparó en sus primeras décadas como narrador. Tampoco abundan las traducciones a otras lenguas.
En Polonia sí fueron recopilados en 1996 y, después, en 2003 como el tomo 23º de las obras completas de este escritor que está «a la altura de los mejores autores del siglo XX». Es «un excelente narrador, filósofo de fuste y auténtico estilista», asegura en declaraciones a Efe Enrique Redel, director de Impedimenta.
Los cuentos incluidos en el volumen «son raros pero en absoluto de peor calidad que otros suyos, entre otras razones porque Lem y su familia jamás ofrecerían para su traducción ningún texto del que no estuvieran orgullosos», afirma el editor que no duda en calificar de «rocambolesco» el proceso seguido hasta localizar los relatos y comprobar que permanecían inéditos en castellano.
Tan solo hay una versión pirata en internet de «Máscara», el relato principal del libro, desconocida incluso por el secretario de Lem, Wojciech Zemek.
Los trece relatos se ofrecen por orden cronológico (el primero es de 1957 y el último de 1996) y en ellos está «el mejor Lem, el de ‘Solaris’ o ‘Vacío perfecto'». En sus páginas laten las principales preocupaciones y obsesiones de este escritor «visionario, radical, burlón y violentamente inteligente».
«Lem tenía una especial predilección por el humor en sus relatos y una gran facilidad para intuir mundos futuros, para ver hacia dónde va el ser humano o cuestiones como la biotecnología y la inteligencia artificial», comenta Redel.
La incomunicación está también muy presente en los relatos de «Máscara». Por algo Lem «era muy misántropo, odiaba al género humano profundamente y, conforme se iba haciendo mayor, lo odiaba más», asegura este editor que ha publicado otras obras del escritor polaco, entre ellas «Solaris», «El hospital de la transfiguración», «Vacío perfecto» y «Golem XIV».
Y no hay que olvidar que Lem vivió bajo un régimen comunista y «estuvo muy controlado». La falta de libertad que había en Polonia fue uno de los motivos que lo llevó a escribir ciencia-ficción, género en el que llegó a ser «el mejor escritor europeo y el único comparable a los autores norteamericanos» de esta modalidad.
De hecho, fue miembro honorario de la Asociación Americana de Escritores de Ciencia-Ficción, pero fue expulsado en 1976 tras declarar que la que se publicaba en Estados Unidos era de baja calidad.
La variedad está garantizada en los cuentos incluidos en «Máscara». Desde el tono jocoso de «La invasión de Aldebarán», una parodia de las historias de alienígenas; el delirio de «La rata en el laberinto» o la tenebrosa pesadilla de «Moho y oscuridad» hasta la filosófica y compleja parábola del relato que da título al libro, la historia de una inteligencia artificial que quiere escapar de su destino.
Ese relato central es también una reflexión sobre «la identidad, el sentido de la vida, la inseguridad, la libertad y el amor», cuenta la polaca Joanna Orzechowska, traductora del volumen.
Esta experta en Filología hispánica ya había traducido al español varias obras de Lem, pero reconoce que «Máscara» ha sido «un desafío» por la diversidad de los relatos que contiene, los juegos de palabra que hace el autor y los neologismos que crea.
«Este libro ha puesto a prueba mis conocimientos de polaco, mi imaginación y mis conocimientos de español. En algunos momentos ha sido como entrar en trance», asegura Orzechowska, que reside en España desde hace quince años y que es autora de la primera traducción directa del polaco al español de «Solaris», la obra maestra de Lem.
La traductora coincide con Redel en que Lem era «un gran visionario», capaz de adelantarse a su tiempo en temas relacionados con la nanotecnología, los ordenadores inteligentes o la realidad virtual.
En contra de Lem pudo jugar quizá su entrega a la ciencia-ficción y el que sus libros aparecieran en colecciones del género.
Pero «es un gran autor, de una vigencia increíble, que ahora gana adeptos no solo entre los fanáticos de la ciencia ficción sino de la literatura en general», subraya Redel.
- ← Anterior
- 1
- …
- 3
- 4