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Aquí y allá, el mismo enjambre

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Las nuevas ofertas de ocio se repiten en el mundo 'civilizado' y acaban con la identidad de las ciudades
Las nuevas ofertas de ocio se repiten en el mundo ‘civilizado’ y acaban con la identidad de las ciudades

El sociólogo norteamericano Richard Sennett advierte de que «el capitalismo global está construyendo la misma ciudad en todo el mundo».

«Cuando un avión desciende no sabes dónde estás porque las formas físicas de las ciudades están estandarizadas», lamenta el sociólogo, que muestra su preocupación porque esta homogeneización formal de la construcción acabe estandarizando a los habitantes de las ciudades y sus vidas.

Sin embargo, el autor entiende que no se puede volver al pasado, pero ha reivindicado que se debe encontrar alguna manera de «romper este poder hegemónico que está eliminando las particularidades de las urbes».

Sennett pergeña «Construir y habitar. Ética para la ciudad», un ensayo en el que repiensa el urbanismo de las ciudades del futuro y se pregunta por uno de los problemas éticos de las metrópolis actuales: el debate sobre si el urbanismo debe representar a la sociedad tal como es o tratar de cambiarla.

En estas ideas juegan un papel esencial los planificadores y arquitectos, quienes, según el sociólogo, deberían «crear ciudades abiertas, interactivas y sinérgicas, que promuevan la tolerancia de las diferencias y la igualdad».

En cuanto a los problemas de las grandes capitales mundiales, como el turismo masivo y la gentrificación, Sennett asegura que existen herramientas para combatirlos, pero rechaza que el diseño sea una solución, tachándolo simplemente de «instrumento para resistir» durante un tiempo a la dominación.

Preguntado por la ciudad ideal, el norteamericano admite que, en su opinión, «el mejor urbanismo es aquel que no fuerza a la gente a conversar, pero que les permite sentir la presencia física de los otros mientras cada uno vive su vida».

Además, Sennett afirma que los urbanistas no deberían empeñarse en solucionar los problemas de desigualdad social en las ciudades con sus trabajos, ya que «lo que le importa a las capas más bajas de la sociedad no es donde vivir, sino cómo sobrevivir».

Richard Sennett (Chicago, 1943) es un sociólogo estadounidense adscrito al movimiento filosófico del pragmatismo, que trata de unir el pensamiento a las prácticas concretas de las artes y las ciencias, la economía política y la religión, en una búsqueda de problemas filosóficos anclados en la vida cotidiana.

Es profesor emérito de Sociología en la London School of Economics, profesor adjunto de Sociología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y profesor de Humanidades en la Universidad de Nueva York, además de ser miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, de la Royal Society of Literature de Gran Bretaña y director fundador del New York Institute for the Humanities.

Virtudes anestesiadas

Sennett cree que todas las personas tienen capacidad de cooperar con la diferencia, aunque la sociedad capitalista neoliberal actual, no fomenta esa cooperación.

En este contexto, Sennett fue autor de «Juntos. Rituales, placeres y políticas de cooperación» (Anagrama), el libro que precede a «Construir y habitar. Ética para la ciudad» y segundo de la trilogía del Homo faber. En el primero, «El artesano», reflexionaba sobre el trabajo manual.

En «Juntos» se ocupa de la naturaleza de la cooperación, explica sus características y estudia sus problemas, desde los rituales de las iglesias y los gremios medievales hasta las aparentes formas de cooperación en internet, pasando por las primeras formas de urbanidad cortesana, los nuevos estilos de la diplomacia de la edad moderna, las comunidades de exesclavos norteamericanos y los conflictos étnicos.

A modo de conclusión, Sennett denuncia el carácter poco cooperativo de la sociedad de nuestros días, producto de las transformaciones que el capitalismo contemporáneo ha producido en el triángulo social constituido por la autoridad ganada, el respeto mutuo y la cooperación durante una crisis.

Lamenta asimismo desde una convicción ideológica progresista «la incapacidad de la izquierda para colaborar entre ellos: la izquierda tiene un problema para la cooperación, para cooperar con gente que piensa diferente de ti, con la que no te entiendes».

Al hablar de cooperación se refiere, matiza, a «la cooperación que nos empuja a colaborar con otros que piensan diferente, no a la cooperación que tiene como objetivo la solidaridad, y esa destreza es incluso un arte», subraya.

Sin embargo, no cree Sennett que esas destrezas sociales sean exclusivas de un entorno social: «todos tenemos -insiste- capacidad de cooperar con la diferencia».

La dificultad que la sociedad encuentra para relacionarse con la diferencia tiene estos días un paradigma claro en Estados Unidos, donde se ha producido en varias ocasiones el bloqueo fiscal, que «abocará al país a una catástrofe, simplemente porque los políticos no son capaces de cooperar», aventura.

También en Europa, continúa, encontramos una versión similar, con la relación entre grupos nacionales, entre Cataluña y España, o entre su país de adopción, Escocia, e Inglaterra, lugares en los que, a su juicio, «se trata de negociar las diferencias culturales».

En su análisis, Sennett entiende que la propia institución de la Unión Europea «no ha ayudado nada y debería haber favorecido una relación entre las naciones y ese problema -continúa- lo tendremos en breve, porque la institución europea no sabe dar respuestas».

Se muestra también muy crítico con el capitalismo neoliberal, que fomenta el individualismo frente al concepto de cooperación, y frente al cual los gobiernos europeos no han sido críticos a nivel laboral con ese neoliberalismo, el empleo a corto plazo, la deslocalización, los falsos equipos de trabajo que en realidad favorecen la competitividad individual.

En su opinión, hasta la llegada de Merkel al poder los alemanes lo habían hecho bastante: «hay que ir más allá de la contradicción capitalismo/cooperación y de la mera protesta, y proponer respuestas creativas».

Sennett se muestra esperanzado en que algún día caiga el capitalismo, como sucedió en 1989 con el comunismo. Admite que «ambos mundos son igual de artificiales».

El aire envenenado castiga al 90% de los niños del mundo

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La contaminación del aire influye en el desarrollo neurológico y en la capacidad cognitiva y puede originar asma o, incluso, cáncer infantil
La contaminación del aire influye en el desarrollo neurológico y en la capacidad cognitiva y puede originar asma o, incluso, cáncer infantil

Respirar aire contaminado es una de las principales amenazas para la salud de los más jóvenes. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 93% de la población infantil está expuesta a altos niveles de partículas finas que superan los límites de calidad del aire. En total, unos 1.800 millones de niños menores de 15 años respiran aire sucio a diario.

El estudio señala que los más pequeños son más vulnerables a los efectos de la polución porque respiran más rápido que los adultos, por lo que absorben un mayor número de partículas nocivas.

En este sentido, la altura también es un factor determinante: en la etapa de crecimiento, en la que tanto el cuerpo como el cerebro de los pequeños están en pleno desarrollo, viven más cerca del suelo, que acumula una mayor concentración de contaminantes.

El derecho a respirar aire limpio

“El aire contaminado está envenenando a millones de niños y arruinando sus vidas”, ha denunciado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. “Esto es inexcusable. Cada niño debería poder respirar aire limpio para poder crecer al máximo de su potencial.”

Los recién nacidos y los niños en edades más tempranas también son los más susceptibles a los efectos contaminantes que producen los electrodomésticos o las tecnologías dentro de los hogares. La polución influye en el desarrollo neurológico y en la capacidad cognitiva y puede originar asma o, incluso, cáncer infantil. Además, los infantes pueden tener mayor riesgo de padecer dolencias crónicas como enfermedades cardiovasculares años más tarde. Solo en el año 2016, hubo 600.000 muertes infantiles a causa de infecciones respiratorias originadas por aire contaminado.

Asimismo, las mujeres embarazadas que viven en lugares con aire inseguro, tienen mayor probabilidad de dar a luz de forma prematura y de tener hijos de un peso y tamaño inferior a la media.

“El aire contaminado está atrofiando el cerebro de los niños, lo que afecta a su salud de más formas de las que sospechábamos. Pero hay maneras sencillas de reducir las emisiones peligrosas”, ha asegurado María Neira, la directora del departamento de Salud Pública, Medioambiente y Determinantes Sociales de Salud de la organización.

Políticas respetuosas con la salud

“La OMS está respaldando la implementación de políticas respetuosas con la salud, por ejemplo, al acelerando el cambio hacia combustibles y tecnologías del hogar más limpias y promoviendo el uso de transporte más verde y la construcción y planificación urbana eficiente”, ha añadido.

Por otra parte, en el informe se destaca que los países con rentas más bajas tienen un mayor porcentaje de riesgo: el 98% de niños de hasta cinco años respiran aire tóxico, en comparación con el 52% de la población infantil en los países con un nivel de ingresos más alto.

La Conferencia Mundial sobre la Contaminación del Aire y la Salud, que arranca mañan,a tiene por objetivo reunir a los gobiernos y los asociados en el marco de una movilización mundial para mejorar la calidad del aire y luchar contra el cambio climático. Este organismo internacional es el encargado de velar por el cumplimiento del indicador del Objetivo de Desarrollo Sostenible enfocado en reducir para 2030 el número de muertes y enfermedades provocadas por la contaminación del aire.

Vivir en la ciudad empobrece, también a los pájaros

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Las aves de ciudad se 'humanizan' y pierden prestaciones evolutivas
Las aves de ciudad se ‘humanizan’ y pierden prestaciones evolutivas

Los pájaros “urbanitas”, los que viven en las ciudades, como palomas, urracas, pinzones, golondrinas o mirlos, tienen una diversidad evolutiva más pobre que los que viven en los entornos naturales porque hace menos tiempo que se separaron de sus ancestros y, por tanto, son evolutivamente menos singulares.

Así lo concluye un estudio liderado por el investigador del CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF-UAB), Daniel Sol, que ha publicado la revista Ecology Letters.

El estudio advierte que las ciudades están poniendo en peligro millones de años de historia evolutiva de las aves porque las urbes preservan de media 450 millones de años menos de historia evolutiva en comparación con los ambientes naturales.

“Por razones que aún no conocemos bien, las especies que tienen parientes evolutivamente distantes son más sensibles a las perturbaciones y toleran mal la vida en la ciudad”, ha comentado Sol, que ha resaltado que la urbanización no sólo implica una pérdida de riqueza de especies, “también provoca una pérdida muy importante en la riqueza evolutiva de estos animales”.

La pérdida de historia evolutiva se puede medir como la suma de los años en que las especies de una comunidad se separaron a lo largo de la evolución, y, en el caso de las ciudades, las estimaciones sugieren que preservan 450 millones de años menos de historia evolutiva que los ambientes naturales.

Sol ha comparado que del mismo modo que una iglesia del siglo XVI tiene más valor histórico que una del siglo XXI, una especie que es evolutivamente muy diferente a las otras -como la abubilla, que pertenece a una familia con tres únicas especies- tiene un valor de conservación más grande que una especie de un grupo bien representado evolutivamente -como el gorrión o la paloma urbana, que están evolutivamente emparentados con muchas otras especies.

Pero, según el investigador, “la riqueza evolutiva no sólo representa historia evolutiva; también se relaciona con la diversidad genética y el propio funcionamiento de los ecosistemas”.

Para llegar a esta conclusión, investigadores del CREAF, de la Estación Biológica de Doñana del CSIC y de la Universidad Pontificia Católica de Chile reunieron datos de 1.219 especies de aves de 27 regiones de todo el mundo y analizaron como la diversidad filogenética de las comunidades cambiaba según el grado de urbanización.

La diversidad filogenética mide la suma de tiempo que hace que cada especie de la comunidad se separó evolutivamente de las otras especies con las que coexiste.

Algunos científicos sostienen que la pérdida de diversidad asociada a las perturbaciones humanas, como la urbanización, se podría mitigar con la llegada de especies exóticas, con lo que, bajo este punto de vista, las invasiones biológicas no serían tan problemáticas como se cree generalmente.

Pero según este trabajo, la llegada de especies exóticas en ambientes altamente urbanizados no compensa la pérdida de otras especies porque no se establecen tantas especies exóticas en comparación con las que se pierden, y porque las especies exóticas que llegan pertenecen a grupos evolutivamente poco distintivos y por tanto contribuyen poco a enriquecer la diversidad filogenética.