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Superhéroes en misa y repicando

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Catwoman no es muy devota, aunque tiene una hermana monja
Catwoman no es muy devota, aunque tiene una hermana monja

Desde el Vaticano se cuestiona la religiosidad de los superhéroes en varios artículos, como el que reza ‘¿Es Hulk de verdad católico?’. En él repasa las creencias religiosas de los más famosos personajes de cómic, entre ellos Superman, Lobezno o Cíclope.

«¿Puede bastar un rosario entre las manos para definir como católica a una persona?», se preguntan algunas mentes inquietas en la Santa Sede, que, recurriendo a un portal de internet estadounidense sobre cómic en el que se señala la religión de todos los superhéroes, resaltan que Bruce Banner, el increíble Hulk, el hombre verde, está casado por la Iglesia.

«Lo está con la amada Betty Rossi y el rito está oficiado por un sacerdote católico», precisan, a la par que agregan que «otras señales» diseminadas entre los centenares de viñetas «revelarían inequívocamente su fe», entre ellas una en la que aparece con un rosario entre las manos.

Superman: metodista o judío

Hulk no es un caso aislado, se subraya desde el epicentro religioso, y se asegura que los personajes con poderes excepcionales que declaran explícitamente su fe no son una minoría y que el número de libros de cómic cuyos personajes se declaran cristianos ha crecido rápidamente en los últimos años.

Así, señalan los estudiosos que en la película de Superman se confirma la fe cristiana, metodista, para más exactitud, del periodista Clark Kent. ‘L’Osservatore Romano’ agrega que la prensa estadounidense llega incluso a hablar de la «dimensión cristológica del personaje».

¿Exageraciones?, se pregunta el diario, que añade que escuchando al director del filme, Snyder, éste señala que en muchos diálogos de la película la referencia a la religión cristiana es directa.

«Cuando Jor-El, el padre krytoniano de Superman, le pone en la nave espacial para enviarlo a la tierra, la madre, Lara, tiene miedo y dice: ‘será marginado, lo matarán’. Pero el padre responde: ‘Será un Dios para ellos'», señala.

Mucho se ha especulado también sobre la identificación entre Superman y el patriarca Moisés. Kal-El, nombre real del Hombre de Acero, significa en hebreo «la voz de Dios» o «todo es Dios» o «todo lo que Dios es».

Otros estudiosos apuntan que su historia, la del pequeño enviado a la tierra tras el exterminio en Krypton que ya de adulto tiene que ocultar una de sus identidades, puede verse como una alegoría del pueblo judío y el Holocausto.

«Tiene algo que no tienen los demás y es que es el primero», ha explicado el escritor y antiguo secretario de Estado de Cultura Luis Alberto de Cuenca. «Seigel y Shuster lo sacaron de su chistera, de su chistera judía, por cierto, y reflejaron en él todas las inquietudes que tiene un inmigrante. Ellos eran también inmigrantes, de primera generación. De hecho, Goebbels tildó al personaje de judío y lo prohibió en la Alemania nacionalsocialista».

Garantes del orden

‘L’Osservatore Romano’ destaca que los superhéroes están caracterizados por una doble naturaleza, humana y divina, con poderes que parecen versiones puestas al día de los personajes de la antigüedad, pero con características diferentes.

«Mientras los primeros -agrega- eran viciosos, mentirosos y dedicados a satisfacer sus propias pasiones, los de ahora combaten contra las injusticias del mundo, la prepotencia de los avaros e intervienen para restablecer un orden momentáneamente perdido».

El periódico del Vaticano reconoce que la mayor parte de los superhéroes, sin embargo, son cristianos protestantes y recuerda que el protestantismo es la confesión más difundida en EEUU. En esa línea destaca a Spiderman, «un protestante convencido», y al Capitán América, «que encarna los ideales más alto de América y una tira reciente de cómic admite que todos los domingos va a la función religiosa de la comunidad».

También resalta entre los protestantes a Cíclope, de los X-Men, y sobre todo a Lobezno, un presbiteriano escocés, «uno de los 30 personajes definidos entre los más religiosos del universo de la editorial Marvel».

Tintín y San Juan Evangelista

Entre los episcopalianos figuran la Mujer Invisible y Batman. Entre los escasos católicos destaca a Selina Kyle, Catwoman, aunque precisa que no es muy devota, aunque tiene una hermana monja.

Otro personaje católico es Vindicator, que muestra sus promesas matrimoniales y es su fe la que salva a esta figura femenina en la lucha contra Dargil. De la catolicidad del Rondador Nocturno de los X-Men no hay duda, asegura el diario, que señala que es el más devoto de todos.

El vespertino hace hincapié en el cristianismo de la mayoría de los personajes, «y eso que una de las editoriales, Marvel, fue fundada en 1939 por el judío Martin Goodman y que los autores de los cómic son en su mayor parte judíos».

Recuerda, no obstante, que hay algunos, como Shadowcat, que lleva un collar con la estrella de David y subraya que La Cosa, de Los Cuatro Fantásticos, reza la tradicional plegaria judía ‘Shema Yisrael’ en una tira de cómic de 2002.

‘L’Osservatore Romano’, que ya identificó a Tintín como héroe católico, señala que tras ese viaje por el mundo del cómic hay que preguntarse si todo eso tiene valor y afirma que el mundo de hoy necesita «héroes positivos, impávidos y justos, que en la eterna lucha entre el bien y el mal siempre saben de que parte deben estar. «Y si detrás de ello hay motivaciones religiosas, mucho mejor», concluye.

La digestión estética del principio y el fin

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Conceptos físicos y filosóficos se mezclan en "El Génesis y la muerte" con las ilustraciones del asturiano Alfredo González, quien fuera ilustrador de medios como La Codorniz, El Papus, El Jueves o El País
Conceptos físicos y filosóficos se mezclan en «El Génesis y la muerte» con las ilustraciones del asturiano Alfredo González, quien fuera ilustrador de medios como La Codorniz, El Papus, El Jueves o El País

La religión y la ciencia «dialogan» en «El Génesis y la muerte», «una explosión estética» en forma de libro en el que un poeta, Javier Salvago, un escritor, Juan Bonilla, un ilustrador, Alfredo González, y un científico, Manuel Lozano, indagan en «el origen de todo» y en su fin.

Este es el libro «más difícil» que el editor Pedro Tabernero (Sevilla, 1951) ha realizado en el medio siglo que lleva en el oficio, en el que combina las 180 ilustraciones de Alfredo González con los textos de Bonilla, Lozano y Salvago.

«No es cómic, ni novela gráfica, ni libro de ilustraciones, sino todo», explica el editor de «El Génesis y la muerte» (Colección Osimbo), en el que se desarrolla un mundo de dibujos que cuenta el génesis con una perspectiva «innovadora», desde la comparación del origen de la vida entre Eva y el hallazgo de Lucy al viaje de los reyes magos, la historia del Arca de Noé y otros relatos bíblicos.

Con un dios de cara «escéptica y amenazante» en portada, la obra continúa hasta abordar «la riqueza de la muerte», representada desde el punto de vista de culturas como la del antiguo Egipto, Roma, los aztecas, los mayas, los incas, los chinos, el hinduismo, el islam, el judaísmo, el budismo, los ghaneses o los aborígenes australianos.

Una publicación «atípica», para todos los públicos, en la que la novedad es el diálogo que se da entre ciencia y religión, destaca Tabernero.

El Génesis como un «relato de terror» lleno de violencia es lo que describe Bonilla, premio Mario Vargas Llosa de novela, en su texto; por su parte, sobre «el eterno dilema» de la muerte y su conexión con el Big Bang reflexiona Salvago.

La «guinda» la pone Lozano, que explica el universo desde el punto de vista cuántico, desde la explosión de luz inicial hasta el final de los tiempos, «que ya está calculado», comenta el editor.

Conceptos físicos y filosóficos se mezclan en «El Génesis y la muerte» con las ilustraciones del asturiano Alfredo González, quien fuera ilustrador de medios como La Codorniz, El Papus, El Jueves o El País.

Entre los dibujos más «complicados de abordar», recuerda Tabernero, estuvo la creación de la torre de Babel, que le llevó cerca de una treintena de pruebas.

Sus ilustraciones «cargadas de colores» le dan al volumen «una carga de violencia con un aspecto especialmente dulce», detalla Tabernero sobre el trabajo del ilustrador, que con lápiz y rotuladores de colores remata esta obra.

Los dibujos del requiebro

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Carmen Amaya, vista por Cristina Vela
Carmen Amaya, vista por Cristina Vela

Una selección de casi una veintena de autores de cómic, entre ellos Carlos Pacheco, José Luis Ágreda, Bernardo Vergara y Kenny Ruiz, recrean el mundo del flamenco y dan su visión de algunos de los principales artistas flamencos en el libro «Flamenco y cómic».

Editado por la Asociación RC Viñetas en colaboración con el Instituto Andaluz de la Juventud, el libro muestra la visión que estos dibujantes tienen del flamenco, tanto del baile, del cante como del toque, y de grandes artistas como Carmen Amaya, Lola Flores y Camarón.

Cada uno de los autores de cómic aborda, en solo dos páginas de viñetas, un aspecto del flamenco o algunas de sus personalidades más destacadas.

Rubén Garrido, por ejemplo, retrata en sus dos páginas y en poco más de una docena de viñetas el ambiente turístico y festivo del granadino barrio del Sacromonte, y Rafael Marín evoca los orígenes humildes del flamenco y las penurias que han soportado muchos de sus artistas en el capítulo titulado «Orígenes del flamenco».

El flamenco japonés, encarnado en el bailaor Shoji Kojima y la bailaora, empresaria y divulgadora del flamenco Yoko Komatsubara, también tiene su historieta, a cargo de las dos jóvenes dibujantes granadinas que firman sus creaciones como Xian Nu Studio.

El alicantino Kenny Ruiz, inspira su historieta de trazos clásicos en el disco de Camarón «La leyenda del tiempo», que revolucionó el mundo del flamenco en 1979 dando cabida a instrumentos y ritmos del rock.

En su historieta, Kenny Ruiz dibuja al pintor Pablo Picasso y al cineasta Stanley Kubrick, y cita al dibujante Moebius, como artistas que, como hizo Camarón con el flamenco, revolucionaron los campos artísticos en los que actuaban.

Entre las historietas más sensuales está la dedicada a Lola Flores por la dibujante granadina Belén Ortega que, inclinada hacia la estética y temática del cómic japonés, ha publicado en revistas especializadas en manga como «Shirase», «Dokan» y «Minami», y recibió el premio Ficomic al mejor manga español.

«La Niña de los Peines» y su peripecia artística es dibujada por Joaquín López Cruces, con una historieta ambientada en el Cádiz de 1919, en el que la cantaora cosecha un gran triunfo compartiendo cartel con «La Sultanita» y el «Trío Marekys».

El veterano Carlos Pacheco, cuyos dibujos han destacado en los más alto de la industria del cómic, con sus numerosas creaciones para el norteamericano sello Marvel, retrata al legendario Miguel Vargas Jiménez «Bambino» con la estética también legendaria de los super-héroes del cómic como «Hulk» o «Thor».

Carlos Pacheco ofrece una imagen mítica del hombre y artista apasionado que fue Bambino dibujándolo a medio camino entre el gesto de desgarro del cante y el desgarro literal de abrirse el pecho para mostrar las entrañas, una imagen acompañada del bocadillo que dice: «El desgarro de su alma exagerada, de sus amistades excesivas, le privaron de un lugar en la gloria de una nueva era».

Jesús Merino dedica su historieta al cantaor Manuel Soto Monje «Sordera»; José Luis Ágreda al cantaor Manolo Caracol; Irene Roga a La Paquera de Jerez y Carlos Hernández a Enrique Morente, intercalando viñetas de la vida del cantaor con la del poeta Federico García Lorca.

Una veintena de dibujantes crean este cómic, que repasa la vida y el arte de los más grandes cantaores flamencos
Una veintena de dibujantes crean este cómic, que repasa la vida y el arte de los más grandes cantaores flamencos

Completan el volumen Cristina Vela dibujando a Carmen Amaya; Daniel Diosdado a Moraíto; Chipi a Gabriel Macandé, Antonio Romero a Manuel Torre.

En la introducción de «Flamenco y cómic», el artista y teórico del arte contemporáneo Pedro G. Romero reivindica la existencia de un premio nacional para «la novela gráfica», asegura que «el flamenco y el cómic están en un momento de pleno reconocimiento» y se pregunta sobre si las aleluyas y los pliegos de cordel «¿No están en el pasado común de historietas y flamencos?».

 

La humorística flema de Mr Baxter

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El surrealismo de Baxter invita a la reflexión con una sonrisa
El surrealismo de Baxter invita a la reflexión con una sonrisa

Editorial Anagrama ha recuperado con «Contraseñas ilustradas» su colección de humor gráfico, que ha iniciado con la publicación de «Casi todo Baxter», de Glen Baxter, quien asegura que «muchos creen que ser inglés es una nacionalidad, pero en realidad es una enfermedad».

Aunque en sus historias no trata cuestiones políticas, Baxter no se resiste a hablar del «brexit», «un caso tristemente curioso» con el que «se han matado cuarenta años de asociación cultural y parece que todo se reduzca a dinero, economía y cifras, pero teníamos una identidad cultural compartida con Europa».

Haciendo gala de ese humor fino, Baxter recuerda que «de Europa viene el dadaísmo y el surrealismo y todo eso en una época en la que Trump ni siquiera se había inventado».

Para el dibujante inglés, «pensar que estamos más cerca de Trump y lejos de Europa no me parece divertido» y añade: «Londres se había convertido en una ciudad más alegre con la participación de españoles, griegos e italianos y eso ahora se acabará».

A medio camino entre las novelas de aventuras, las payasadas elevadas y el humor absurdo, «Casi todo Baxter», que cuenta con prólogos de Joaquín Reyes y Jordi Costa, reúne algunos de los momentos más destacados de su carrera.

Glen Baxter (Leeds, 1944) ha publicado muchos libros desde los setenta, entre los que se cuentan «El rayo inminente», «Los crímenes de la mesa de billar» y «Ventiscas de tweed».

Su trabajo ha aparecido en medios como The New Yorker, Vanity Fair, Elle, Vogue, Le Monde y The Observer, y expone frecuentemente en Nueva York, Amsterdam, París o Londres, donde reside.

La editora Silvia Sesé precisa que la colección se centrará en el humor gráfico, «la línea que había comenzado Jorge Herralde hace 30 años, cuando publicó trece títulos, y Baxter era la manera más elegante y potente que teníamos para reanudar esta colección».

Completan esta reanudación la publicación de «Cosas que te pasan si estás vivo», del argentino Liniers, y «El problema de las mujeres», de Jacky Fleming.

La intención de Anagrama, apunta Sesé, es publicar de «seis a ocho libros al año, buscando siempre ese espíritu libre, irreverente que aporte también un sentido crítico al estado del mundo».

También trabajarán con artistas españoles y ha anunciado que publicarán una obra de Javier Mariscal, una historia del universo según Mariscal.

El dibujante inglés sentencia: «el mundo es absurdo, y yo lo que hago simplemente es informar».

Recuerda una historia que le contó John Cleese para ilustrar «la agonía que representa ser inglés»: «Llega un inglés a un hotel continental, se instala en la habitación y al cabo de un rato baja a la conserjería para pedir un vaso de agua, y repite esta operación varias veces hasta que el conserje le dice que se lleve la botella de agua entera, a lo que el inglés le responde no, lo que pasa es que la habitación se está incendiando».

Para entender su humor particular, el propio Baxter explica una anécdota de su infancia: «De niño tenía un punto de tartamudez. Mi madre me pidió que comprara un botón en la mercería y para no tartamudear fui ensayando la frase. Cuando llegué abajo pedí al dependiente si sería tan amable de darme un botón igual que el que tenía en la mano. Mirándome raro, me dijo que quizá lo encontraría en la tienda de al lado».

«Es una metáfora de mi vida. Siempre he dicho las palabras correctas, pero en un contexto erróneo», resume.

Aunque el Lejano Oeste, el cine y la literatura han inspirado gran parte de su obra, en la actualidad, confiesa, lo que le inspira es «el miedo a la pobreza».

Moebius, el legado infinito

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Jean Giraud, más conocido por su pseudónimo MOEBIUS, es probablemente el dibujante de historietas fantásticas más importante de todos los tiempos. Nacido en Nogent-sur-Marne (Francia) en 1938, bajo el signo de Tauro, Giraud comenzó a dibujar las aventuras del Teniente Blueberry en 1963, una larga saga que aún continúa en nuestros días
Jean Giraud, más conocido por su pseudónimo Moebius, es probablemente el dibujante de historietas fantásticas más importante de todos los tiempos. Nacido en Nogent-sur-Marne (Francia) en 1938, bajo el signo de Tauro, Giraud comenzó a dibujar las aventuras del Teniente Blueberry en 1963

Jean Henri Gaston Giraud, uno de los grandes genios de la historieta europea, fue derrotado en 2012 por un cáncer que arrastraba tiempo atrás: nos deja un legado estético inmenso que ha influido tanto en el cómic como en el cine.

Nacido en un suburbio parisino en 1938, se aficionó al tebeo desde pequeño y estudió en la Escuela Nacional de Artes Aplicadas de la capital francesa, donde conocería y entablaría amistad entre otros, con Jean-Claude Mézières, otro gigante de la historieta francesa, autor de la saga de Valérian: agente espacio temporal.

Curioso, versátil, ecléctico y, sobre todo, dispuesto a la experimentación constante, Giraud consiguió algo que sólo está al alcance de muy pocos ilustradores: triunfar con dos estilos de dibujo muy diferentes, firmando como Gir y, alternativamente, como Moebius.

Su apertura al mundo y a todo tipo de influencias creativas estuvo muy marcada por una adolescencia agitada que incluyó la residencia en México a donde se fue con 16 años después de que su madre se casara con un mexicano; según sus propios recuerdos, allí descubrió entre otras cosas la pintura, el jazz y la marihuana, además de vivir su primera experiencia sexual.

No es extraño, pues, que muchas de sus obras se desarrollen gráficamente sobre fondos desérticos y rocosos que, de una manera más o menos consciente, remiten una y otra vez a aquellos años decisivos para su formación.

Blueberry

Publicó sus primeros dibujos con 18 años en el sector publicitario y su primera historieta, en la revista Coeurs Vaillants (Corazones Valientes), pero el elemento decisivo para impulsarle en el comic fue su discipulado en 1961 con el historietista belga Joseph Gillain, más conocido por su seudónimo de Jijé.

Como alumno aplicado de Jijé alumbró uno de los álbumes de ‘Jerry Spring’, lo que le dotó de la visión necesaria para dibujar, a partir de 1963 en la mítica revista ‘Pilote’ fundada por René Goscinny, el ‘western’ más importante del comic europeo: ‘Blueberry’.

El teniente Mike Steve Donovan, alias Blueberry (Arándano), es un sudista que por azares del destino termina enrolándose como corneta en las filas nordistas durante la Guerra de Secesión y luego vive innumerables aventuras entre apaches, pistoleros y demás iconos del comic del Lejano Oeste.

Esta serie tuvo un éxito de crítica y público casi inmediato, debido tanto al sólido guión de Jean Michel Charlier -otro de los gigantes del comic europeo, creador también de Tanguy y Laverdure, Barbarroja y Buck Danny, entre muchos otros personajes- como al eficaz dibujo de Gir.

Blueberry disparó su fama y le permitió ingresos económicos suficientes para consolidarse en el sector y, de hecho, habría bastado para inmortalizar a este dibujante, pero una serie de diferencias con la posterior evolución de la dirección de Pilote le impulsó a probar en nuevos territorios igual de exitosos.

Moebius y los Humanoides Asociados

Así, a finales de 1974 y convertido en un gran aficionado a la ciencia ficción, funda el grupo de Humanoides Asociados junto a Phillippe Druillet, Jean-Pierre Dionnet y Bernard Farkas, y empieza a firmar con el seudónimo de Moebius, en homenaje al matemático y astrónomo alemán August Ferdinand Möbius, que falleció en la segunda mitad del siglo XIX y alcanzó cierto reconocimiento gracias a la llamada banda de Möbius: un anillo con forma de infinito.

Según explicaría más tarde Giraud, este seudónimo no nació del deseo de ocultar la autoría de sus nuevos trabajos, más enfocados hacia los argumentos de CF, sino de definir otro tipo de experiencias creativas, fiel a su espíritu de experimentación.

Los Humanoides Asociados publicaron otra revista de inolvidable recuerdo, Métal Hurlant (Metal aullante), que tuvo ediciones no sólo en Francia sino en otros países incluyendo a España y donde terminaron colaborando muchos grandes nombres del comic europeo y norteamericano contemporáneo, con publicaciones como DEN de Richard Corben, Lone Sloane de Druillet o Alef-Thau de Alejandro Jodorowsky y Arnaud Dombre, más conocido como Arno.

Si Blueberry fue el gran personaje de Gir, en ‘Métal Hurlant’ apareció el gran personaje de Moebius: Arzach, cuyas cuatro historietas fantásticas fascinaron a crítica y público con un dibujo espectacular, desprovisto de texto y un argumento incoherente pero impactante.

El nombre del personaje principal, Arzach, varió a lo largo de sus sucesivas y oníricas aventuras en las que viajaba a bordo de un gigantesco y característico pájaro, pasando a llamarse Harzak, Harzack, Arzak y Harzakc.

Cornelius y Difool

Siempre interesado en nuevo campos, Giraud llegó al misticismo esotérico a través de los libros de Carlos Castaneda y las conversaciones con Jodorowsky, principales influencias de otra de sus obras más conocidas: El garaje hermético.

El protagonista aquí es Jerry Cornelius, que se enfrenta a sucesivos desafíos en un asteroide donde coexisten varios mundos superpuestos con un dibujo cada vez más puro y un argumento aún más desconcertante, por lo deshilvanado, que en el caso de Arzach.

El impacto de la colaboración con Jodorowsky tendría una continuación con otro de sus grandes personajes: John Difool, el protagonista de la serie ‘El Incal’ que está considerada como el comic europeo más vendido desde 1980 hasta el día de hoy, con más de 1 millón de ejemplares y traducción a más de 20 idiomas.

Difool es un detective no especialmente brillante que, a través de sus casos, profundiza en el camino de la iluminación metafísica, ayudado por su pájaro parlante y más inteligente que él.

En los años 80, Gir/Moebius se consolida como una de las grandes estrellas de la historieta a nivel mundial, como demuestra su avasallador desembarco en Estados Unidos a través de Marvel Comics que, no sólo publica toda su obra sino que el propio Stan Lee escribe una aventura de Estela Plateada para él: Silver Surfer. Parábola.

Cine y obra final

Su prestigio internacional termina llevándole al cine, donde participa en el diseño de numerosas películas de género fantástico desde Alien hasta Willow, pasando por El imperio contraataca o El quinto elemento.

Era una forma de devolver al Séptimo Arte toda la formación que él reconocía haber recibido del mismo pues, como solía comentar, llegó a ver de ocho a diez películas por semana.

Viñeta de "40 días en el desierto"
Muestra de «40 días en el desierto»

Su posición privilegiada como gran gurú de la historieta le permitió, además, expresar una opinión que comparten muchos creadores del Viejo Continente pero que no se atreven a comentar en público y es que, a pesar de su admiración por dibujantes japoneses como Katshuiro Otomo o Yukito Kishiro, Gir/Moebius consideraba el manga como “una plaga y una epidemia”, una especie invasora que amenazaba con destruir el comic europeo.

Sus últimas entrevistas son reveladoras de la preocupante decadencia o, directamente, la defunción del tebeo como publicación regular en países como Italia, el Reino Unido o la propia España.

Así, en el caso español, decía que “me parece sorprendente la casi desaparición de la historieta” en un país “con grandes creadores pero que no están respaldados por la industria editorial”, de manera que “los mejores dibujantes españoles publican ahora en Francia”.

Su última obra, que terminó de editarse póstumamente, fue Inside Moebius: ocho volúmenes de los que seis ya habían visto la luz cuando falleció, en los que ajustaba cuentas consigo mismo y con su obra, disfrutando de su peculiar ironía y sentido de la parodia.

La escapada onanista de Joe Matt

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"Como suele ocurrir con todos las actividades potencialmente adictivas y compulsivas, sospecho que la tendencia al exceso se debe en gran parte a trastornos y problemas emocionales. Siempre he sentido una gran insatisfacción con el mundo y conmigo mismo, un temor constante a la muerte y una gran frustración a la hora de comunicarme con los demás", asegura Matt.
«Como suele ocurrir con todos las actividades potencialmente adictivas y compulsivas, sospecho que la tendencia al exceso se debe en gran parte a trastornos y problemas emocionales. Siempre he sentido una gran insatisfacción con el mundo y conmigo mismo, un temor constante a la muerte y una gran frustración a la hora de comunicarme con los demás», asegura Matt

Siente la misma fascinación por el trabajo que un gato por el agua, pero cuando Joe Matt se sienta en la mesa es capaz de crear obras tan adictivas como Consumido , un cómic donde el dibujante refleja su enfermiza pasión por el onanismo y su evidente incapacidad para las relaciones sociales.

«Quería hacer una crónica sobre mi vínculo con la pornografía y reflejar una época desperdiciada de mi vida, en la que lo único que hacía era mirar, copiar y editar esta clase de películas. Ese era el objetivo, captar mis enloquecedores atracones de pornografía y masturbación», explica Matt (Philadelphia, Estados Unidos, 1963).

Consumido (Fulgencio Pimentel) incluye los números del 11 al 14 de Peepshow, el ‘comic-book’ que el artista ha venido publicando desde 1992 y que ya conocía dos recopilaciones anteriores: Pobre cabrón y Buen tiempo. «La idea era hacer diez capítulos para el nuevo libro, pero al final lo resolví en cuatro porque estaba harto y no veía el momento de terminar», confiesa.

«Además, necesitaba que se publicase cuanto antes para poder sobrevivir económicamente, aunque estemos hablando de una cantidad miserable de dinero», añade.

Admite que no le gusta hacer cómics. «Es un trabajo lento, tedioso y extremadamente desagradable, sobre todo por mi tendencia compulsiva al perfeccionismo. Preferiría estar haciendo cualquier otra cosa, pero se me da muy mal buscar trabajo», explica.

Considerado como uno de los grandes autores contemporáneos del cómic autobiográfico, Matt se dibuja a sí mismo como un tipo mezquino y despreciable, un hombre inseguro y acomplejado que se masturba veinte veces diarias con las películas que le compra a su camello pornográfico.

Y mejor no hablar de su incapacidad para entablar relaciones sanas con otras personas, porque el personaje de las viñetas solo se lleva bien con sus dos legendarios compinches (los dibujantes canadienses Seth y Chester Brown) y las mujeres representan para él un arcano indescifrable.

«Como suele ocurrir con todos las actividades potencialmente adictivas y compulsivas, sospecho que la tendencia al exceso se debe en gran parte a trastornos y problemas emocionales. Siempre he sentido una gran insatisfacción con el mundo y conmigo mismo, un temor constante a la muerte y una gran frustración a la hora de comunicarme con los demás», asegura Matt.

«A todo eso se suma una sensación de aleatoriedad, injusticia, desorden y falta de sentido del universo. Los deseos no se cumplen, las metas y los logros parecen abrumadores y fuera de mi alcance, y todas las preguntas más importantes en la vida se quedan sin respuesta. El tiempo vuela, las chicas suelen rechazarme y, mientras tanto, yo me hago más viejo y calvo», apostilla el dibujante.

En más de una ocasión, el artista ha señalado su educación católica como el origen de todos sus males. «Cada vez es un recuerdo más lejano, como si me hubiera criado en una secta o hubiera sufrido algún tipo de abuso. Con el tiempo, mi percepción de aquellas enseñanzas se vuelve más y más absurda», apunta.

En las catacumbas de la música Country

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The Carter Family influyó a músicos como Woody Guthrie, Bob Dylan o Johnny Cash (con quien se casó un miembro de la familia, June Carter Cash)
The Carter Family influyó a músicos como Woody Guthrie, Bob Dylan o Johnny Cash (con quien se casó un miembro de la familia, June Carter Cash)

La Familia Carter es un supergrupo de música country, formado por una veintena de miembros de la misma familia, que cambió la historia de la música popular norteamericana, compuso centenares de temas y vendió millones de discos.

Una familia de genios musicales con una historia apasionante que podemos descubrir gracias a la novela gráfica La Familia Carter, recuerda esta ibra (Impedimenta), ganadora del Premio Eisner a mejor obra no ficción.

Una biografía ilustrada de este grupo de country americano que entre 1927 y 1956 vendió millones de discos gracias a su revolucionaria visión sobre el mundo de la música popular. Y que creó centenares de canciones que influyeron a músicos como Pete Seeger o Johnny Cash.

Como apuntan los autores del cómic en el prefacio, Frank M. Young (guión) y David Lasky (dibujo), la familia Carter son los «cimientos» sobre los que se erige «toda la música country comercial» (y por extensión la música Rock). «Fueron los pioneros en abrir un camino que los artistas contemporáneos dan por sentado, contribuyendo a dar forma a la canción popular tal y como la conocemos hoy».

La familia Carter de dió a conocer en 1927 cuando protagonizó un acontecimiento que los historiadores denominan el «Big Band de la música country», una serie de sesiones de grabación que se celebraron en la localidad de Bristol durante una semana por la discográfica Victor Records. «Las seis sesiones grabaciones de los Carter -según Frank M. Young- constituyeron el comienzo de una carrera de quince años que los auparía a al vanguardia de la pujante escena de la música country».

La banda se separaría en 1943, porque no les atraía demasiado la fama, pero su influencia sigue estando presente en la música popular norteamericana.

Viñeta del libro "La familia Carter"
Viñeta del libro «La familia Carter»

Los autores de temas como «Wildwood Flower» o «Will you miss me when I’m gone», que influyeron a músicos como Woody Guthrie, Bob Dylan o Johnny Cash (con quien se casó un miembro de la familia, June Carter Cash»), se ven en esta obra a color desde su humilde origen como agricultores hasta su gran ascenso a lo más grande del panorama musical estadounidense.

Un camino en el que, como muestra la obra, tuvieron que librar batallas como la del impacto que sus melodías causaron en la música contemporánea de la época. Una historia llena de éxitos y fracasos, pero también de riqueza y pobreza, así como de racismo y tolerancia, de creatividad y de amor por la familia.

La obra ofrece un árbol genealógico de esta familia de casi dos decenas de miembros, así como una lista de los mayores éxitos de esta formación musical.

A su vez, el cómic es un homenaje a los grandes clásicos del cómic americano como Robert Crumb, otro gran cronista de la historia de la música popular en viñetas.

La música dibujada de Ricardo Cavolo

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The Kinks, una banda formidable, también para Cavolo
The Kinks, una banda formidable, también para Cavolo

Ricardo Cavolo ha ilustrado, a modo de diario personal, una historia de la música a través de los cien artistas imprescindibles de su vida, entre los que incluye un amplio abanico que va desde Bach a Amy Winehouse o Nirvana.

«100 artistas sin los que no podría vivir», publicado por Lunwerg editores, incluye más de cien ilustraciones y textos escritos a mano con notas y anécdotas personales de su autor, uno de los ilustradores españoles con mayor proyección internacional.

Con su reconocible paleta de colores y formas, Ricardo Cavolo ilustra una particular novela gráfica que lleva al lector a un recorrido que se inicia con la música clásica de Johann Sebastian Bach, a través del cual reconoce que descubrió las «virtudes» del género, para seguir con el blues de Charley Patton o Robbert Johnson.

En sus «Explicaciones iniciales», Cavolo recuerda que no es «ni crítico musical, ni periodista, ni mucho menos músico», sino amante de la música, y como tal no pretende hacer «un repaso real de la historia de la música», sino un análisis personal de los cien músicos o grupos «sin lo que no podría vivir».

En ese diario ilustrado, el artista incluye a la Carter Family, cuya música de hace casi un siglo -dice- le transporta a ese EE.UU «casi en pañales, con tormentas de polvo, gentes construyendo una nación y un par de líneas de ferrocarril para un enorme país».

«Los Carter me meten en una especie de ensoñación ideal, me hacen añorar algo que no conocí ni de lejos, pero por lo que daría un meñique por conocer al menos durante medio año», reconoce.

Dentro del diverso espectro musical de Cavolo cabe Woody Guthrie, «un genio; el puente perfecto entre el country folk de Familia Carter y el folk más modernizado de Dylan»; Jacques Brel, que con «Amsterdam» siempre le hace llorar; Elvis Presley, Johnny Cash, Dolly Parton o el «doo wop», estilo vocal de música nacido en EEUU en los años 50, de los «Frankie Lymond and the teenagers», «ñoño hasta límites insospechados» pero de su gusto.

«Todos necesitamos a Sinatra en nuestra vida. Yo al menos de vez en cuando necesito que el ambiente se cargue de elegancia y clase y este señor lo consigue en segundos», asegura el ilustrador español, quien desde estas páginas también reivindica a los pioneros de la música surf, The Belairs, o a clásicos como Bob Dylan, los Beatles o los Rolling Stones.

En su personal recorrido musical, Cavolo no se olvida de The Animals, a los que -reconoce- «hay que darles de comer aparte»; y tampoco de los duros Ramones, Los Sex Pistols o Bad Religion, sus «dioses del punk rock»; de los raperos Public Enemy o Beastie Boys; del grunge de Nirvana; o de la cultura británica de Blur.

The chemical brothers abrieron la veda del ilustrador hacia la música electrónica, mientras que The Streets lo hizo hacia el hip hop; Jay Reatard hacia la música «de garaje y más garaje», o la londinense M.I.A. hacia sus orígenes hindúes.

100_artistas_cavolo_portadaDe Amy Winehouse, fallecida en julio de 2011 a los 28 años, destaca «su clase». «Esta chica era irreal» y con su música logró hacer creer «que todas las divas del soul habían resucitado y se materializaban en una chica de barrio en Londres».

«El espejismo nos dejó a todos atónicos. Increíble, perfecta; ¿era de verdad?. No, parece que no. Volvió a esfumarse en el aire, un aire cargado de ginebra y crack a la luz reflejada en un papel de aluminio, pero la sensación de perplejidad, asombro y admiración aún la guardamos», concluye Cavolo, quien reside desde hace unos años en Inglaterra.

Cada retrato, realizado con su peculiar estilo, va acompañado de un pequeño texto manuscrito en el que el ilustrador cuenta su relación con los diferentes artistas y grupos.

El libro se acompaña de una lista de música en Spotify y concluye con unas páginas en blanco con las que anima al lector a confeccionar su propia lista de cantantes o bandas «sin las que tú no podrías vivir».

Arte y belleza desde el ojo de Crumb

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Esta recopilación de 20 años de trabajos de Art & Beauty Magazine, es un espejo en el que Crumb nos invita a mirarnos para reflexionar cómo hemos avanzado (o retrocedido) como sociedad
Esta recopilación de 20 años de trabajos de Art & Beauty Magazine, es un espejo en el que Crumb nos invita a mirarnos para reflexionar cómo hemos avanzado (o retrocedido) como sociedad

En los años sesenta, Robert Crumb (Filadelfia, de Pensilvania, 30 de agosto de 1943) fue uno de los fundadores del cómic underground y la figura más destacada de dicho movimiento, con personajes míticos como el gato Fritz o Mr. Natural.

Cincuenta años después este historietista, ilustrador y músico estadounidense es uno de los pocos dibujantes cuya obra puede verse, junto a Van Gogh o Picasso, en los museos más importantes del mundo, como el MOMA de Nueva York o el de Arte Contemporáneo de París.

Una obra de marcado carácter autobiográfico y autoparódico que nunca pasa de moda, y en la que el artísta ha volcado sus obsesiones como sus famosas mujeres poderosas y de curvas generosas. Un genio que ha hecho de la sinceridad y la falta de pudor una de sus señas de identidad.

Entre su producción destacan los dibujos que Crumb ha realizado durante 20 años (1996-2016) para los tres números de la revista Art & Beauty Magazine y que ahora llegan a España en un único volumen publicado por Ediciones La Cúpula.

El primer número de Art & Beauty Magazine, que apareció en 1996, era una parodia de la historia del arte que, a la vez, reivindicaba su legado. Y en la que volvía a dinamitar los cánones de belleza femenina, que la sociedad nos intenta imponer.

Un libro que también incluía numerosas citas de artistas o pensadores, relacionadas con el arte y los cánones de belleza, desde Leonardo DaVinci a Auguste Rodin, pasando por Renoir, Van Gogh, Nietzsche, Picasso, Proust, Courbet, Ingres, Rodin, De Kooning o Einstein.

Una propuesta que volvía a demostrar la audacia que Crumb ha manifestado durante toda su carrera artística, en la que nunca ha seguido las modas, consiguiendo su propio y original universo.

La segunda parte, que llegó en 2003 para «certificar lo audaz de la propuesta», plasma a través de su dibujo de trazo corto imágenes de la vida diaria o históricas, como una Serena Williams jugando a tenis o dos mujeres de la raza zulú posando en 1900.

En 2016 vio la luz la tercera y última entrega de esta revista con un material que también está compuesto por los dibujos que Crumb (Filadelfia, Estados Unidos, 1943) hizo a partir de fotografías como la de un concierto de Lady Gaga o la actriz y bailarina Coco Austin durante una sesión de gimnasio.

Y es que además de un gran artista, Crumb también ha sido uno de los mejores cronista de los cambios que ha experimentado la sociedad en este último medio siglo.

Pero ante todo, esta recopilación de 20 años de trabajos de Art & Beauty Magazine, es un espejo en el que Crumb nos invita a mirarnos para reflexionar cómo hemos avanzado (o retrocedido) como sociedad. Porque la belleza de estas imágenes y los agudos comentarios de Crumb, que las acompañan, nos descubren lo mejor y lo peor del ser humano.

Y es que estas páginas atesoran la mirada ácida y paródica de uno de los artistas más grandes de las últimas décadas.

Los trazos del vinilo

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Elenco de personajes de Terror de la Universal y del cómic para la portada del LP infantil "Monster Mash"
Elenco de personajes de Terror de la Universal y del cómic para la portada del LP infantil «Monster Mash»

Historietas narradas, aventuras musicales de grandes ilustradores o portadas de iconos del rock son algunas de las relaciones que el disco y el cómic han mantenido desde hace décadas y que descubre el libro «Vinilos Cómic» a través de una colección particular de cinco mil fundas.

David Bowie, Jimi Hendrix, Iggy Pop, Ramones, Meat Loaf, Eddy Mitchell, Frank Zappa y Siniestro Total son algunos de los muchos artistas que dejaron que el dibujo y las viñetas protagonizaran las cubiertas de algunos de sus discos, con estéticas muy marcadas que han sido rescatadas en este volumen,

«Vinilos Cómic» es «una conversación con apasionados, una muestra representativa de cómo los estilos musicales usaban bocadillos de cómic para hacer cubiertas y un análisis gráfico de cincuenta años de complicidades entre el cómic y la música», explica el director de la editorial Somos Libros y responsable de la colección «Vinilos», Tomás Mata.

La editorial Somos Libros se ha lanzado a rescatar centenares de portadas de discos y piezas únicas que reúne esta colección, formada por «Vinilos Rock», «Vinilos Eros» y «Vinilos Rock Español».

Christian Marmonnier, autor del texto de «Vinilos Cómic» y dueño de la amplia colección que ilustra las páginas, se ha sumergido en cincuenta años de complicidad entre la música y la historieta con una doble exploración que demuestra que esta relación no se limita a casos aislados.

Apasionado de la música y del cómic, Marmonnier ha dejado el sello de su colección en el libro, con el que invita a «saber más sobre lo que guió a los creativos del cómic a ilustrar fundas, e incluso a participar en la aventura de un disco, y a la inversa, lo que condujo a editores fonográficos a interesarse por el cómic», según explica en la introducción.

Robert Crumb, considerado por muchos el padre del cómic underground, es uno de los ilustradores que se lanzaron a vivir una aventura musical en los años setenta con su banda «Robert Crumb and His Cheap Suit Serenaders». Crumb dijo tener una «relación instintiva» con el arte, algo que le llevaría no sólo a tocar el acordeón sino a ilustrar sus propios discos y a diseñar decenas de portadas para los sellos Yazoo y Blie Gloose.

«Vinilos Cómic» quiere «dar importancia a la obra gráfica» y relacionar «dos mercados en auge», según Tomás Mata.

Y es que si el cómic ocupa cada vez más espacio en muchas librerías, la magia del vinilo también ha vuelto a las tiendas de discos a raíz de una nueva demanda del público que Mata asocia al «fetichismo y a la nostalgia» y a «todo lo que envuelve el vinilo, porque desde la primera vez que lo pones adquiere un valor emocional».

En Bélgica y Holanda, algunos dibujantes de línea clara como Joost Swarte, Ted Benoît o Ever Meulen, herederos del estilo de Hergé, expresaron su pasión por la música con divertidas y cuidadas ilustraciones reunidas por Marmonnier y entre las que se encuentra una española, diseñada en 1984 por Daniel Torres para la Orquesta Platería.

Pero muchos de los protagonistas de estas portadas no son humanos: desde los años cuarenta, los propios superhéroes también saltaron al vinilo, con los llamados «discos de aventuras» editados por Marvel y DC cómics, que ponían voz a Superman, Batman, Spiderman o el Increíble Hulk.

vinilos_comicA estas aventuras narradas se sumarían más tarde las bandas sonoras de las adaptaciones cinematográficas, entre las que no pasa desapercibida la de «Barbarella», que protagonizó Jane Fonda en 1968.

Popeye, El Príncipe Valiente, Astérix, Spirou, Tintín, Snoopy y los personajes de Disney son otros de los héroes cómicos que protagonizaron historias a modo de seriales radiofónicos.

Marmonnier dedica un apartado a los pequeños personajes de Peyo, el creador de los Pitufos, que también dieron la vuelta al mundo con un entorno sonoro gracias a las bandas sonoras originales de la serie de animación o a ediciones dedicadas al jazz.

Anécdotas, experiencias personales, proyectos con o sin futuro y autoproducciones desfilan por un libro con referencias completas de cada uno de los discos, para curiosos y coleccionistas.