ecología

La maldición del ciclo de carbono

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Dado el incremento reciente de las emisiones de CO2 a una escala de tiempo relativamente corta, una sexta extinción dependerá de si se añade una cantidad crítica de carbono a los océanos. Esta cantidad correspondería a 310 gigatoneladas, es decir, lo equivalente a la cantidad de carbono que las actividades humanas habrán añadido a los océanos de todo el mundo para el año 2100
Dado el incremento reciente de las emisiones de CO2 a una escala de tiempo relativamente corta, una sexta extinción dependerá de si se añade una cantidad crítica de carbono a los océanos. Esta cantidad correspondería a 310 gigatoneladas, es decir, lo equivalente a la cantidad de carbono que las actividades humanas habrán añadido a los océanos de todo el mundo para el año 2100

En 2100 los océanos retendrán unas 310 gigatoneladas de dióxido de carbono generadas por la actividad humana, una cantidad suficiente como para disparar el inicio de la sexta extinción en masa que se producirá en los próximos miles de años. Esta es la conclusión a la que ha llegado un investigador estadounidense que ha asociado las perturbaciones que se han producido en el ciclo de carbono durante los últimos 542 millones de años con las cinco extinciones en masa anteriores.

La historia de la Tierra es una historia de cambios. Algunos son graduales y benignos y otros pueden ser abruptos y destructivos, como los eventos de extinción en masa. ¿Pero qué diferencia a unos de otros? Según Daniel Rothman, geofísico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en EE UU, son las perturbaciones en el ciclo de carbono las que marcan la diferencia.

En los últimos 542 millones de años, la Tierra ha superado cinco extinciones en masa, y cada una de ellas ha conllevado procesos que han alterado el ciclo normal de carbono a través de la atmósfera y los océanos. Estas alteraciones han perdurado millones de años, lo que ha coincidido con la desaparición de muchas especies –tres cuartas partes en el caso de las marinas– en todo el mundo.

El profesor de geofísica del departamento de Tierra, Atmósfera y Ciencias Planetarias del MIT presenta una fórmula matemática con la que ha logrado identificar los umbrales de catástrofe que, si se exceden, pueden generar una extinción en masa.

Para llegar a esta conclusión, el científico analizó 31 eventos isotópicos de carbono durante los últimos 542 millones de años y vinculó la tasa crítica de perturbación del ciclo del carbono y su magnitud con el tamaño de la escala de tiempo a la que se ajusta la alcalinidad del océano –el límite para prevenir la acidificación generalizada del océano y el cambio climático–.

Así ha demostrado que la extinción en masa ocurre si uno de los dos umbrales se supera. Para los cambios en el ciclo de carbono que ocurren durante largas escalas de tiempo, las extinciones se producirán si estas alteraciones se producen más rápido que la propia adaptación de los ecosistemas.

En cambio, para las perturbaciones que tienen lugar a escalas de tiempo más cortas, el ritmo de los cambios del ciclo del carbono no importa. En este caso será el tamaño o la magnitud de la alteración las que determinarán la probabilidad de un evento de extinción.

La próxima extinción, a partir de 2100

La pregunta que muchos científicos se hacen ahora es si el ciclo de carbono actual está alterándose tanto como para generar una sexta extinción masiva. Aunque las emisiones de dióxido de carbono no han dejado de aumentar desde el siglo XIX, para los expertos es aún pronto para vaticinar un cambio drástico para la fauna.

Sin embargo, según los cálculos de Rothman, dado el incremento reciente de las emisiones de CO2 a una escala de tiempo relativamente corta, una sexta extinción dependerá de si se añade una cantidad crítica de carbono a los océanos. Esta cantidad correspondería a 310 gigatoneladas, es decir, lo equivalente a la cantidad de carbono que las actividades humanas habrán añadido a los océanos de todo el mundo para el año 2100.

Pero entonces, ¿la sexta extinción en masa ocurrirá al cambiar de siglo? Según Rothman, se tardarán cerca de 10.000 años para que sucedan estos desastres ecológicos, aunque para 2100 el mundo podría adentrarse en “territorio desconocido”.

“Esto no quiere decir que el desastre ocurra al día siguiente, pero si no se controla, el ciclo del carbono se volverá inestable y sería difícil de predecir. En el pasado geológico, este tipo de comportamiento está asociado con extinciones masivas”, recalca el científico.

Abejas y mariposas, víctimas de la depredación humana

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Entre 235.000 millones y 577.000 millones de dólares de la producción alimentaria mundial, que incluye frutas, hortalizas, semillas, frutos secos y aceites vegetales, dependen directamente de la contribución de los polinizadores como las abejas y otros insectos
Entre 235.000 millones y 577.000 millones de dólares de la producción alimentaria mundial, que incluye frutas, hortalizas, semillas, frutos secos y aceites vegetales, dependen directamente de la contribución de los polinizadores como las abejas y otros insectos

El 40 % de los insectos polinizadores invertebrados, como las abejas y las mariposas, se encuentran amenazados, mientras que el 16 % de los polinizadores vertebrados están en peligro de extinción a nivel mundial, un porcentaje que aumenta hasta el 30 % en las islas, con una tendencia creciente.

Un estudio de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), en el que han participado dos científicos catalanes, ha puesto de relieve la importancia de la polinización de las 20.000 especies de abejas y miles de especies de mariposas, moscas, polillas, escarabajos, pájaros, murciélagos y otros animales.

El investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) Jordi Bosch ha trabajado en los últimos dos años como revisor y experto de diversos capítulos, y el representante del Centro Tecnológico y Forestal de Cataluña (CTFC) Lluís Brotons ha colaborado en la aprobación del documento.

El trabajo señala que los descensos en los polinizadores silvestres regionales han sido ya confirmados en el norte de Europa Occidental y en Norteamérica, y que la tendencia se encamina hacia la expansión.

Según el estudio, «la disminución de los polinizadores se debe a los cambios en el uso del suelo, a las prácticas agrícolas intensivas y al uso de pesticidas, al impacto de las especies exóticas invasoras, a las enfermedades y plagas, y al cambio climático».

Por su parte, la codirectora de la evaluación y profesora de la Universidad de Sao Paulo Vera Lucia Imperatriz Fonseca ha asegurado que «los polinizadores contribuyen de forma importante a la producción mundial de alimentos y la seguridad nutricional, por lo que su salud está directamente vinculada a nuestro bienestar, ya que aportan vitaminas y minerales, sin los cuales el riesgo de malnutrición podría crecer».

Entre 235.000 millones y 577.000 millones de dólares de la producción alimentaria mundial, que incluye frutas, hortalizas, semillas, frutos secos y aceites vegetales, dependen directamente de la contribución de los polinizadores como las abejas y otros insectos, según el estudio.

El volumen de la producción agrícola dependiente de la polinización animal se ha incrementado un 300 % durante los últimos 50 años, y casi el 90 % de las plantas con flores salvajes dependen de ella, lo que ha generado una situación de dependencia de más de tres cuartas partes de los cultivos del mundo.

Además de los cultivos alimentarios, los polinizadores contribuyen a los cultivos de biocombustibles como aceites de colza y palma, de fibras como el algodón, de medicinas, de forraje para el ganado y de materiales de construcción.

Ante este panorama de crisis de los polinizadores, los investigadores han comentado que «las prácticas basadas en el conocimiento indígena y local pueden reducir los riesgos además de promover la agricultura sostenible, que contribuye a diversificar el paisaje agrícola y hace uso de los procesos ecológicos como parte de la producción de alimentos».

El estudio especifica otras opciones para combatir la desaparición progresiva de los animales polinizadores como la creación de una mayor diversidad de hábitats polinizadores, la disminución de los pesticidas, y la mejora de la cría de abejas orientada al control de patógenos, junto con la mejora de la regulación del comercio.

Casas para volar lejos del mundanal ruido

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Las ‘casas del árbol’ se están construyendo en la Isla de Wight
Las ‘casas del árbol’ se están construyendo en la Isla de Wight

¿Le gustaría pasar una temporada inmerso en la naturaleza y experimentar algunas de las sensaciones que viven las aves dentro sus nidos al asomarse desde allí al entorno vegetal que les rodea?. Aunque usted no pueda volar por sí mismo como los pájaros, al menos puede dejar volar su imaginación y hacerse una idea de lo que sienten estos animales, ocupando alguna de las nuevas casas ‘nido’ ecológicas diseñadas por una compañía británica.

La constructora Blue Forest (www.blueforest.com), ha diseñado una serie de alojamientos para uso vacacional llamados ‘Nesting’ (anidamientos) inspirados en los nidos que construye el ‘pájaro tejedor’, los cuales serán edificados dentro del parque de atracciones Robin Hill Country Park (robin-hill.com), situado en la Isla de Wight (Reino Unido).

Estas casas y cabañas no solo están inspiradas en las formas curvas y orgánicas de los hogares que estas singulares aves ‘tejen’ con ramitas, hojas y otros elementos vegetales,, sino que además serán situadas prestando una especial atención a la forma en que se incorporan a su entorno natural, según sus creadores.

A diferencia de los nidos de los ‘tejedores’, todos colgantes, algunas de las 22 casas de Robin Hill se asentarán sobre unos pilotes de madera o sobre pequeños bloques de hormigón, ambos fijados a la tierra al pie de los árboles y otras sobre sus ramas.

Estas construcciones se complementarán con 28 cabañas de madera y 40 tiendas de campañas, con algunas características visuales y constructivas similares, dentro del proyecto ‘Nesting’.

“Cada una de las casas del árbol se situará de una forma levemente diferente respecto de las demás dentro del bosque: giradas en una dirección determinada, enclavadas en las profundidades del valle o levantadas sobre la copa de los árboles situados en sus alrededores”, señala Andy Payne, uno de los fundadores de Blue Forest, junto con su hermano Simon.

“Al igual que un racimo de fruta, las casas del árbol son similares, pero no idénticas. Han sido diseñadas para complementarse entre sí y, a su vez, como un conjunto que se integra visualmente de forma armoniosa en el paisaje”, añade.

Para conseguir esta inserción en su entorno se contó con la participación del estudio de arquitectura Tate Harmer (tateharmer.com) especializado en diseños sostenibles en la naturaleza, que ha elegido una serie materiales naturales para construir las casas ‘nido’ y el resto de los albergues.

“Las casas ‘nido’ de los árboles se revestirán casi en su totalidad de tejas de cedro, cuyos colores neutros y texturas son especialmente eficaces para que las estructuras se inserten armoniosamente en el entorno y el paisaje y, algunas de ellas, adquirirán en un lapso relativamente breve un color gris plateado natural al entrar en contacto con los elementos”, informa a Efe Will Hardy, director de Blue Forest.

El proyecto ‘Nesting’, cuya primera fase está prevista que abra al público en 2018, se emplazará en algunas zonas de Robin Hill que están actualmente sin uso o que necesitan ser regeneradas y su localización ofrecerá a sus ocupantes un alojamiento único en su tipo y algunas de las vistas más impresionantes del valle de este parque que ocupa 35 hectáreas de campo, de acuerdo a Hardy.

“La escala de los edificios les permitirá encajar en el paisaje y con los árboles y arbustos existentes, la altura a la que se fijarán ha sido ajustada para adaptarse a los niveles de las copas de los árboles adyacentes, y la forma curvada de las casas también ayudará a que se mezclen con su entorno natural”, señala Simon Payne, director ejecutivo de Blue Forest a la revista ‘Gizmag’.

Eficiencia energética

Estas casas y cabañas están inspiradas en las formas curvas y orgánicas de los hogares que estas singulares aves ‘tejen’ con ramitas, hojas y otros elementos vegetales
Estas casas y cabañas están inspiradas en las formas curvas y orgánicas de los hogares que estas singulares aves ‘tejen’ con ramitas, hojas y otros elementos vegetales

“Para reducir el consumo de energía, las casas ‘nido’ tendrán paredes de entre 150 y 300 milímetros de espesor con un amplio aislamiento, su iluminación será mediante LEDs de alta eficiencia energética y su climatización provendrá de una fuente que bombeará aire caliente a su interior, calentándolo”, añade.
Simon Payne señaló que habrá dos tipos básicos de casas ‘nido’ -una pequeña con una cama doble, y otra más grande donde podrá dormir cuatro personas, y que ambas tendrán un salón diáfano, un pequeño balcón, cuarto de baño y un área para el té o el café.

“A pesar del tradicional estereotipo, las casas de los árboles no son solo para niños, y las hemos diseñado y construido de todos los tipos, desde hoteles en los árboles hasta lugares de retiro para la familia, guaridas arbóreas infantiles y refugios enclavados entre las ramas”, informa Will Hardy.

Algunos de los proyectos previos de Blue Forest en el Reino Unido incluyen algunas de las técnicas y diseños arquitectónicos, materiales, formas naturales e integración con la naturaleza y el paisaje, aplicados en las casas ‘nido’ ecológicas de Robin Hill.

Algunas ‘casas del árbol’ precursoras de las viviendas ‘nido’ que se están construyendo en la Isla de Wight, son la ‘Fibonacci’, inspirada en una constante geométrica en espiral muy frecuente en la naturaleza; la ‘Fairytale Castle, alojada en un jardín oculto y exuberante y rodeada de plantas exóticas y tras las ramas de un impresionante roble; y la ‘Chewton Glen’, un hotel arbóreo situado en la campiña y formado por seis suites de lujo.

Otras construcciones semejantes son: la ‘Quiet Treehouse’, inspirada en un grupo de pequeños robles y diseñada para evocar el ambiente e los bosques; la ‘Amberley Castle’. localizada en los jardines de un castillo y rodeada de arbustos, flores y árboles; y la aldea ‘At the Water’s Edge’, que son casas de techo cónico interconectadas mediante pasarelas y situadas junto a un lago artificial.