extincion

Atrapados por el epílogo irremediable

Posted on

El cambio climático amenaza nuestro estilo de vida. A la desaparición de cientos de especies y al aumento del nivel del mar y los gases de efecto invernadero, hay que sumar la más que posible destrucción de centenares de destinos y localizaciones históricos, auténticos tesoros que corren el riesgo de desaparecer
El cambio climático amenaza nuestro estilo de vida. A la desaparición de cientos de especies y al aumento del nivel del mar y los gases de efecto invernadero, hay que sumar la más que posible destrucción de centenares de destinos y localizaciones históricos, auténticos tesoros que corren el riesgo de desaparecer

El científico estadounidense Dennis Meadows considera que «ya no hay tiempo para evitar los grandes cambios» que el planeta sufrirá en un plazo máximo de cincuenta años como consecuencia del crecimiento desenfrenado y el desarrollo insostenible de las últimas décadas.

Meadows, autor del libro «Los límites del crecimiento», que en 1972 convulsionó el pensamiento económico al defender el crecimiento cero, asegura que las conclusiones que vaticinó siguen vigentes después de 35 años, en los que el planeta poco o nada ha hecho para evitar el «colapso global» que sufrirá tras un largo período de consumo y desarrollo sin límites.

En todo este tiempo las tendencias dominantes han sido las de crecimiento de la población, la industrialización, la polución y el agotamiento de recursos, lo que ya ha provocado los primeros indicios de las crisis que azotarán el planeta en un futuro no muy lejano, «antes incluso de lo previsto», como es el caso de los efectos del cambio climático.

Meadows, consultor medioambiental de diversos gobiernos, señala que, «desafortunadamente, las posibles soluciones no se han llevado a la práctica», lo que entre los años 2020 y 2050 abocará a la Tierra a una situación nada halagüeña, pues la población humana «se reducirá de un modo significativo», escasearán los recursos energéticos y materiales, y caerán las producciones industrial y agrícola.

En resumen, una crisis sin precedentes que llevará al planeta a replantearse el modelo de desarrollo y a implantar un nuevo orden social y una nueva manera de vivir.

«El cambio va a venir, queramos o no. Ya no hay tiempo para evitar los grandes cambios que se van a producir», asegura el experto, que agrega que, inevitablemente, «la vida va a cambiar», aunque estos cambios «no tienen por qué ser una catástrofe, sino algo diferente, algo distinto».

Y es que, según recuerda Meadows, en la actualidad hay más de 2.000 millones de personas que viven con menos de un dólar al día, por lo que estos cambios, para ellos, «quizá sean muy positivos».

Los más afectados, sin duda, serán los países ricos e industrializados, la parte del mundo acostumbrada a vivir en la opulencia y en los récords de contaminación, consumo energético y beneficios industriales, que deberá afrontar la escasez de recursos básicos, como el agua o el petróleo, y un consecuente incremento del precio de la energía.

¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para detener este proceso de autodestrucción o, al menos, minimizarlo? Para empezar, apunta Meadows, adoptar medidas tan sencillas como vivir cerca del trabajo para evitar usar vehículos de motor, moverse en bicicleta por la ciudad, instalar placas solares o producir alimentos con menos agua, teniendo en cuenta que «las precipitaciones se reducirán a la mitad a lo largo de este siglo en España».

«Se tiende a concebir los cambios como algo sacrificado o muy negativo, pero pueden ser una oportunidad para crear un mejor estilo de vida», sostiene el científico.

Cuando Meadows hizo públicos, hace más de treinta años, los resultados de su investigación, que predecía un futuro nada favorable para el planeta si no se impulsaban soluciones de envergadura, fue tachado por algunos sectores económicos y políticos de comunista, alarmista y catastrofista.

Los años han pasado y el planeta parece estar dándole la razón, aunque la mayor parte de la humanidad aún no se ha dado por aludida o bien no quiere darse cuenta de los problemas que se avecinan.

«La gente inteligente puede llegar a decir cosas muy estúpidas», dice el autor de «Los límites del crecimiento», que lamenta que a los políticos, unos de los principales responsables del rumbo del mundo, sólo les interese los resultados a corto plazo, cuando en esta problemática global hay que mirar mucho más allá, «a décadas vista».

El aniquilador ante su ‘obra’ y su final

Posted on

La destrucción del hábitat, la introducción en los ecosistemas de especies exóticas invasoras, el aumento de la sequedad ambiental, la expansión urbanística, los incendios forestales, las prácticas agrícolas intensivas, la utilización de sustancias químicas nocivas, la caza indiscriminada de especies, la contaminación de las aguas, los plásticos en el medio marino…Son tantas nuestras acciones que tienen como consecuencia el declive de la biodiversidad, que es profundo el cambio que tenemos que acometer en nuestro modo de vida si queremos frenar este drama
La destrucción del hábitat, la introducción en los ecosistemas de especies exóticas invasoras, el aumento de la sequedad ambiental, la expansión urbanística, los incendios forestales, las prácticas agrícolas intensivas, la utilización de sustancias químicas nocivas, la caza indiscriminada de especies, la contaminación de las aguas, los plásticos en el medio marino…Son tantas nuestras acciones que tienen como consecuencia el declive de la biodiversidad, que es profundo el cambio que tenemos que acometer en nuestro modo de vida si queremos frenar este drama

La población de más del 30 por ciento de las especies de animales vertebrados está disminuyendo tanto en tamaño como en alcance, afirma un análisis publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.

El estudio, realizado por investigadores de la Universidad Stanford y la Universidad Nacional Autónoma de México, advierte que este ritmo de desaparición de las poblaciones muestra que la sexta extinción masiva de la Tierra «es más grave de lo que se percibe cuando se mira exclusivamente la extinción de las especies».

Este sexto evento se diferencia de los anteriores -por ejemplo, de la extinción de los dinosaurios- en que los primeros cinco fueron causados por un factor externo, mientras que el impacto actual es causado por la acción del ser humano.

Los autores se basan en un análisis de los números y los grados de contracción en el alcance geográfico de estas especies, un indicador de cómo disminuye o se extingue una población.

Para eso, usaron una muestra de 27.600 especies de vertebrados y un análisis detallado que documenta la extinción de diversas poblaciones entre 1900 y 2015 en 177 especies de mamíferos.

«Hallamos que la tasa de pérdida de población en los vertebrados terrestres es extremadamente alta», explicaron los investigadores en su estudio.

«De los 177 mamíferos de los que tenemos información detallada, todos han perdido un 30 por ciento o más de su alcance geográfico y más del 40 por ciento de las especies han experimentado una grave disminución en su población», agregaron.

Según el análisis, las zonas en la que más han disminuido las poblaciones son las regiones tropicales.

Particularmente, los mamíferos del sur y del sureste de Asia han sido los más golpeados: las grandes especies de mamíferos analizados han perdido hasta el 80 por ciento de su alcance geográfico.

En la actualidad, entendida como los últimos siglos, la ratio de extinción es hasta 100 veces mayor que la tasa natural. Para hacerse una idea, en un escenario donde prevaleciera esta tasa natural, desde 1900 se habrían extinguido nueve especies de vertebrados. En realidad, se han extinguido 477 especies. Habrían hecho falta unos 10.000 años para acabar con la vida que ha desaparecido en un solo siglo.

Además, el proceso se está acelerando. Los anfibios son la clase de vertebrados más afectados. Pero si, desde 1500 se había constatado la desaparición de 34 especies anfibias, desde 1980 se han extinguido otras 100. Y eso que no hay que descartar que muchas otras hayan desaparecido sin testigos humanos que lo confirmaran. Los investigadores, que insisten en que sus estimaciones son muy conservadoras, recuerdan que en sus cálculos no tienen en cuenta a las muchas especies que se han convertido en muertos vivientes, con poblaciones tan escasas que su función en los ecosistemas es cercano a cero.

«Nuestros datos indican que, más allá de una extinción mundial de especies, la Tierra está experimentado un gran episodio de disminución y extirpación de poblaciones, lo que tendrá sucesivas consecuencias negativas en el funcionamiento del ecosistema», advierten los investigadores.

Los científicos describen esta situación como una «aniquilación biológica», para «resaltar la magnitud actual del sexto gran evento de extinción que está en desarrollo en la Tierra» y subrayar la «seriedad» que esto tiene para la humanidad.

Las extinciones de las poblaciones son un «preludio a las extinciones de las especies», sostienen los autores, lo que los lleva a pensar que esa sexta extinción masiva «ha avanzado más lejos de lo que la mayoría asume».

«La humanidad pagará con el tiempo un precio muy alto por diezmar el único montaje de vida que conocemos en el universo», consideran los autores, para quienes esta «aniquilación biológica» también tendrá «serias consecuencias ecológicas, sociales y económicas».

«La ventana para una acción efectiva es muy pequeña», añaden.

Sin tortugas, el desastre es posible

Posted on

Cerca del 61% de las 356 especies de tortugas que existen en el mundo están amenazadas o ya se han extinguido. Según los científicos que han analizado su estado global, el declive de estos reptiles, cuyos ancestros caminaron con los dinosaurios, tendrá graves consecuencias ecológicas
Cerca del 61% de las 356 especies de tortugas que existen en el mundo están amenazadas o ya se han extinguido. Según los científicos que han analizado su estado global, el declive de estos reptiles, cuyos ancestros caminaron con los dinosaurios, tendrá graves consecuencias ecológicas

Las tortugas sobrevivieron a los dinosaurios y han vagado por la Tierra durante más de 200 millones de años. Pero en la actualidad, estos longevos reptiles se encuentran entre los animales más amenazados de la Tierra, por delante de las aves, los mamíferos, los peces o incluso los anfibios.

La destrucción de su hábitat, la sobreexplotación de estos animales como mascotas, las enfermedades y el cambio climático son algunas de las razones que les han llevado a esta situación extrema en todo el mundo. ¿Pero qué perderíamos si desaparecieran todas las tortugas?

En un estudio, publicado en la revista Bioscience, un equipo de científicos estadounidense ofrece la primera síntesis de las consecuencias ecológicas de la continua disminución y extinción de especies de tortugas y muestra los diversos roles que cada una de ellas aportan a los ecosistemas, como mantener sanas las redes alimentarias, dispersar semillas o crear hábitats necesarios para otras especies.

“Nuestro propósito ha sido informar al público de los muchos roles ecológicos esenciales que las tortugas realizan a escala global y concienciar sobre la difícil situación de estos animales emblemáticos”, explica, Whit Gibbons, profesor emérito de Ecología de la Universidad de Georgia (EE UU) y coautor del estudio.

Según los científicos, las tortugas contribuyen a la salud de muchos ambientes, como los desiertos, los humedales, los entornos de agua dulce y los ecosistemas marinos. “Su declive puede tener efectos negativos en otras especies, incluidos los humanos, que pueden no ser visibles ahora”, indica Jeffrey Lovich, científico del Servicio Geológico de EE UU y autor principal.

Las tortugas pueden ser herbívoras, omnívoras o incluso carnívoras, por eso desempeñan importantes funciones en las cadenas alimentarias. Sus hábitos de alimentación influyen en la estructura de otras comunidades con las que comparten el hábitat, sobre todo si las poblaciones son muy numerosas. Las grandes masas de tortugas y sus huevos son alimento para otros animales.

Por otra parte, algunas especies de tortugas pueden ser los principales agentes de dispersión de semillas para ciertas plantas, ya que no todas las semillas son destruidas por el tracto digestivo.

Además, si desaparecieran tortugas como la del desierto de Agassiz en el suroeste de EE UU y la tortuga Gopher en el sureste del país, ciertas arañas, serpientes, anfibios, conejos, zorros, u otros reptiles, no tendrían ‘hogar’. Estas especies cavan grandes madrigueras moviendo importantes montículos de tierra que son reutilizados por otros animales o plantas.

“La importancia ecológica de las tortugas, especialmente las de agua dulce, está poco valorada, y en general poco estudiada por los ecologistas”, recalca Josh Ennen, investigador del Tennessee Aquarium Conservation Institute. “La alarmante tasa de desaparición de las tortugas podría afectar profundamente al funcionamiento de los ecosistemas y a la estructura de las comunidades biológicas en todo el mundo”, concluye.