folk rock

Los cinco rutilantes años de las tortugas californianas

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The Turtles, mimetizados con el personaje de su canción "Surfer Dan"
The Turtles, mimetizados con el personaje de su canción «Surfer Dan»

A pesar de haber producido algunas de las mejores canciones pop de California durante la segunda mitad de los años sesenta y de haber tenido 16 hits en las listas de éxitos en el período de cinco años, Turtles nunca llegaron a ser estrellas del rock, al menos en el verdadero sentido de la palabra. El temperamento desmitificador del grupo lo hacía impermeable a las promesas del sistema; su imagen era extravagante, su estilo musical heterogéneo, generado por un cocktail de tendencias diversas como el surf, el folk-rock, ingredientes psicodélicos, country y pop, frecuentemente condimentados con una buena dosis de sátira.

El nacimiento de Turtles tiene lugar a principios de los sesenta, en el momento del boom del surf californiano, cuando Howard Kaylan y Al Nichol, estudiantes de Los Angeles, forman Nightriders y empiezan a frecuentar asiduamente los clubs. En 1963 se une a ellos un saxofonista, Mark Volman, y el grupo cambia de nombre: como Crossfires publican dos toscos singles instrumentales, ‘Fiberglass Jungle’ y ‘One potatoe two potatoe’, con pequeñas compañías locales. Bajo el nombre de Crosswind Singers se dan a conocer en los institutos y en los campus universitarios por sus interpretaciones folk, hasta que la llegada de The Byrds, en 1965, los convence para volver hacia un sonido más eléctrico.

Una cinta de versiones de temas de Bob Dylan, a la manera de The Byrds, aseguró a The Crosswind Singers un contrato con White Whale Records, la cual pidió al grupo un nuevo cambio de nombre. Kaylan y Volman habrían querido llamarse «Tyrtles» con una evidente referencia satírica a The Byrds, pero el humor no es apreciado por los responsables de la compañía discográfica, y al final el nombre definitivo queda en The Turtles.

Con Kaylan y Volman como cantantes, están Al Nichol y Jim Tucker en la guitarra, Chuck Portz en el bajo y Don Murray en la batería; su estilo se moldea sobre el de The Byrds pero, con la anglofilia que serpentea en la escena musical americana, encuentran oportuno hacerse pasar por una formación británica.

El primer single para la nueva compañía es una áspera versión de la dylaniana ‘It ain’t me babe’; publicado en el verano de 1965, consigue en seguida llegar al Top 10 en USA. El cuarto single, ‘Grim reaper of love’, firmado por Portz y Nichol, es una original mezcla de raga-rock (vertiente psicodélica influida por la música hindú) y ritmos dispares: demasiado aventurero para un público aún conservador, fue ignorado por las listas de éxitos, igual que el siguiente, ‘Outside chance’, firmado por Warren Zevon y publicado en 1966, que ni siquiera se colocó entre los cien primeros. Don Murray y Chuck Portz ven en estos fracasos el fin prematuro de The Turtles y dejan el grupo.

En sus puestos entran el batería John Barbata (procedente de The Sentinels), y el bajista de The Leaves, Jim Pons. The Turtles se mueven para encontrar un tema que les pueda relanzar y descubren ‘Happy together’, una composición firmada por Gary Bonner y Alan Gordon; el single conquista el primer puesto de las listas de éxitos americanas en el verano de 1967.

Bonner y Gordon componen otros tres éxitos más para The Turtles, ‘She’d rather be with me’, ‘You know what I mean’ y ‘She’s my girl’, pero ninguno de éstos iguala a ‘Happy together’ y The Turtles empiezan a pensar en firmar sus propias piezas. ‘Sound asleep’ es un single tan singular que su llegada al puesto número 57 fue tomado como un inesperado reconocimiento.

El siguiente álbum, ‘The Turtles present the battle of the bands’, está concebido como una «recopilación» de temas ejecutados por once formaciones diferentes de nombres y estilos dudosos (de hecho siempre tocaban The Turtles): ahí estaban los hippies Atomic Enchilada y los country & western Quad City Wranglers, en una mezcla de géneros más o menos «contemporáneos». El resultado es satírico, irónico, anárquico y caótico, y el tema más comercial, ‘Eleonore’ (para la crónica, ejecutado por «Howie, Mark, Johnny, Jim and Al»), consigue sorprendentemente la cima de las listas de éxitos americanas y se impone en Gran Bretaña, donde The Turtles ya habían tenido éxito con ‘Happy together’ y ‘She’d rather be with me’.

En 1969, la formación del grupo cambia de nuevo. Jim Tucker se marcha pero en el puesto de segunda guitarra no entra nadie para reemplazarlo. Después de ‘The battle of the bands’ también se separa Barbata, para empezar una carrera como músico de estudio (se le puede recordar en ‘Manassas’ de Stephen Stills y también como batería de CSN&Y). Tras su última aparición en ‘Turtle soup’, la batería será ocupada por John Seiter, que había estado con Spanky and Our Gang.

‘Turtle soup’, producido por Ray Davies, la «mente» de The Kinks, muestra más que ningún otro disco anterior la solidez de The Turtles como intérpretes; todas las canciones son composiciones originales firmadas por el grupo, con pequeñas obras maestras como ‘John and Julie’ y ‘Hot little hands’. Pero White Whale hace escasísima promoción y el álbum resulta ser un fracaso desde el punto de vista comercial. Los singles ‘You don’t have to walk in the rain’ y ‘Love in the city’ despiertan un escaso interés, lo que para The Turtles señala su fin.

The Turtles se separan en 1971, tras un último álbum para White Whale que lleva por título ‘Wooden Head’. Seiter y Nichol se convertirán en músicos de estudio, mientras qué Kaylan y Volman, inseparables, darán vida junto a Jim Pons a The Phlorescent Leech and Eddie, más conocidos, por brevedad, como Flo and Eddie; también formaron parte durante un breve período de tiempo del grupo de Frank Zappa en calidad de fogosos vocalistas. En el otoño de 1980, Kaylan y Volman volvieron a formar The Turtles para llevar sus viejos éxitos a los clubs de USA.

Doble ración de ‘psicodelicias’

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Vainica Doble fueron una anomalía: se hicieron famosas sin querer, no ofrecían conciertos en directo y, a pesar de su falta de ambición, se convirtieron en un referente de la modernidad
Vainica Doble fueron una anomalía: se hicieron famosas sin querer, no ofrecían conciertos en directo y, a pesar de su falta de ambición, se convirtieron en un referente de la modernidad

Vainica Doble fue un dúo singular, sin parangón alguno en la música española, ni en la de su época, ni en la de ninguna época, formado por dos amigas de Madrid: Gloria van Aerssen (de origen holandés-sevillano) y Carmen Santoja (de origen vasco).

Se iniciaron en el mundo de la canción pop cuando ya no eran ningunas jovencitas, para sorpresa de algunos y escándalo de muchos, como compositoras de canciones ligeras en la segunda mitad de la década de 1960, con canciones como ‘El marinero de Mozambique’ o ‘Lágrimas de cocodrilo’ para Music Son, ‘Las cuatro estaciones’ o ¡El afinador de cítaras’ para Nuevos Horizontes, ‘El rigor de las desdichas’ para Tickets, etcétera.

Su primer disco como intérpretes fue el single ‘La bruja-Un metro cuadrado’. A pesar de las expectativas, no tuvo ninguna repercusión comercial y siguieron con su trabajo como compositoras tanto para otros intérpretes, como para películas: Un, dos, tres… al escondite inglés (Iván Zulueta, 1969), y series de televisión: Tiempo y hora, Fábulas, Refranes, Las doce caras de Eva, Tres eran tres, Suspiros de España, etc.

Sin embargo estos trabajos les proporcionan la suficiente popularidad para grabar un elepé: ‘Vainica Doble’ (1971), en el que recogen lo mejor de esas contribuciones a otros cantantes junto con canciones inéditas: ‘La cotorra’, ‘La cigarra y la hormiga’, ‘Caramelo de limón’, ‘Roberto querido’, ‘Guru Zakun Kin Kon’, ‘¿Quién le pone el cascabel al gato?’ (canción que les ocasionó problemas con la censura e hizo que el disco estuviera retenido durante un tiempo), ‘Mari Luz’, ‘El duende’, ‘La ballena azul’ (una canción ecologista en la que Laura, una de las hijas de Gloria, cantaba llorando que un ballenato había perdido a su madre), etc. El disco fue muy bien recibido en el ámbito de las emisoras de frecuencia modulada, pero la difusión de Vainica Doble siguió siendo únicamente cosa de progres, familiares y amigos.

Entre este elepé y el siguiente, ‘Heliotropo’ (1973), apareció un single, ‘Navidad’, con dos especies de villancicos: ‘Oh, Jesús’ y ‘Evangelio según San Lucas’. El segundo elepé, ‘Heliotropo’, sigue la línea del anterior, que básicamente es la misma de toda la carrera de Vainica Doble: canciones bonitas cargadas de mensaje interpretadas en base a la conjunción de las voces de las dos componentes del dúo sobre músicas suaves y ensoñadoras.

De nuevo, una promoción espantosa hizo que el disco fuese sólo para cuatro enterados, familiares y amigos, como en la actuación del Morocco (la primera actuación de Vainica Doble un poco antes de la aparición de ‘Heliotropo’).

Mari Carmen es hermana de Elena Santoja (conocida ahora especialmente por su programa de TVE ‘Con las manos en la masa’) y, por tanto, cuñada de Jaime de Armiñán. Gloria es hermana del bailarín Alberto Lorca y esposa del pintor Cárdenas. Asi que los amigos y familiares no son unos cualquiera.

Siguieron con músicas para películas como ‘Furtivos’ (José Luis Borau, 1975), ‘Climax’ (Francisco Lara Polop, 1978), ‘Al servicio de la mujer española’ (Jaime de Armiñán, 1978) y nuevos elepés: ‘Contracorriente’ (1976), ‘El eslabón perdido’ (1980), ‘El tigre del Guadarrama’ (1981). En 1985 se disolvió definitivamente este dúo tan especial y poco habitual conocido como Vainica Doble.

Bordado perfecto

Se convirtió en un libro de coleccionista, de culto, de esos que se encuentran como un Santo Grial en algún mercadillo o tienda de objetos usados y encontrados en trasteros en los que no saben bien cómo ha llegado hasta allí ni qué valor cultural-sentimental puede llegar a tener algo aparentemente tan indefenso y pequeño. Pero el icónico libro que Fernando Márquez ‘El Zurdo’, el mismo que capitaneó insignes bandas de la Movida como La Mode o Paraíso, ahora encuentra una revancha y una oportunidad para todos aquellos cuya lectura era solo una utopía.

Y es que Libros Walden y La Fonoteca se alían para reeditar el libro sobre Vainica Doble que se publicó originalmente en 1983 para la colección Los Juglares de la extinta Ediciones Júcar. A treinta y cinco años vista de su publicación, el propio Márquez ha revisado y ampliado la información con un nuevo capítulo en el que repasa la obra (que siguió dando frutos, y muy buenos, en los años posteriores a la publicación del libro); pero también con opiniones de artistas y opinadores/as como Lorena Álvarez, Paco Clavel, Teresa Iturrioz o César Sánchez, que se unen a las opiniones que en aquel tomo habían aportado las firmas preclaras de Kiki D’Akí, Juan de Pablos, Caballero Bonald, Jaime Chávarri y Jaime de Armiñán.

También son nuevos la portada, diseñada por Elisa Pérez (más conocida por su proyecto y álter ego musical de Caliza); las páginas-cómic que ilustraron Rubenimichi y Juan Carlos Eguillor; y el prólogo que aporta Esther Peñas. Lo que no es nuevo, y de hecho es el alma central del libro, son las entrevistas que Fernando Márquez realizó a Carmen Santonja y Gloria van Aerssen, las dos patas de ese monumental barco de la canción española más transversal que fue, es y será para siempre Vainica Doble.

Cóctel de sensibilidad y ácido

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Gram Parsons (segundo por la derecha), junto al resto de la formación de The Flying Burrito Brothers
Gram Parsons (segundo por la derecha), junto al resto de la formación de The Flying Burrito Brothers

De vida corta pero intensa, Gram Parsons es uno de los padres del country-rock y una de las personas más carismáticas que ha conocido la música moderna, conquistando y modificando con su filosofía personal y sonora a quienes han tenido la fortuna de compartir algún instante de su vida.

De una madurez y sensibilidad fuera de lo común, su acercamiento, dentro del rock, a la música country de mitos como Merle Haggard, Johnny Cash o Hank Williams, y sus historias de perdedores, alcohol, muerte o mujeres, dentro de un período psicodélico poco propicio a las miradas hacia atrás no deja de ser revolucionario. Los sonidos en el rock del fiddle, el dobro, el banjo, la mandolina o la steel guitar deben mucho a este legendario hombre.

Gram Parsons (de nombre real Cecil Ingram Connor III) nació el 5 de noviembre de 1946 en Winter Haven, una localidad ubicada en el estado norteamericano de Florida en la cual sus adinerados padres, Avis y Cecil, poseían una importante cantidad de terrenos dedicados al comercio de fruta, en especial naranjas. El pequeño Cecil comenzó pronto a tocar la guitarra y el piano. Creció escuchando música folk, country y rock’n’roll y siendo un gran admirador de Elvis Presley. En el año 1958 su padre, quien también había sido militar de las fuerzas aéreas norteamericanas en la Segunda Guerra Mundial, se suicidó disparándose un tiro en la cabeza y poco después su viuda madre se casó con Robert Ellis Parsons, de quien Gram tomó su apellido artístico. En 1965 su madre murió a causa de su adicción al alcohol.

En 1960 la carrera profesional como músico de Parsons dio inicio. Su sueño de poder cantar y tocar encima de un escenario música rock se hizo realidad al formar parte de un grupo llamado The Pacers, con quienes básicamente tocaban versiones de su ídolo Elvis. Más tarde se integró como cantante en The Legends, banda de rock por la cual pasaron miembros como Jim Carlton, Kent Lavoie (el futuro Lobo), Lamar Braxton, Jesse Chambers o Jim Stafford.

Después de este debut Gram, aconsejado por Buddy Freeman, un amigo de la familia que se convirtió en su representante, tendería hacia la música folk con su nuevo grupo, The Shilos, en el que Parsons estaba acompañado por Joe Kelly, Paul Surratt y George Wrigley. A mediados de la década y tras terminar sus estudios en el instituto, Gram se marchó al estado de Massachusets en donde comenzó la carrera de Teología en la Universidad de Harvard. El ambiente musical de la Costa Este comenzó a apartar a Parsons de los estudios, abandonando con prontitud la Universidad. El encuentro con un guitarrista llamado John Nuese fue crucial para su conducción hacia la música country ya que ambos compartían querencia por estos sonidos, hecho poco común entre la juventud de la época.

Poco después de su encuentro Gram y Nuese conocieron al bajista Ian Dunlop y al batería Mickey Gauvin y en 1966 este cuarteto formaba The International Submarine Band, grupo con el que comenzó a tocar country primero en la ciudad de Nueva York y más tarde en California, asentándose en uno de los centros neurálgicos de la música rock, Los Angeles. Allí grabarían, en el sello LHI de Lee Hazlewood, un LP titulado “Safe at home” (1968).Tras este disco el grupo se separó y Parsons, representado en esa época por Larry Spector, fue invitado por Chris Hillman, quien había terminado de editar con los Byrds su magistral disco “Notorious Byrd Brothers”, para que se uniese a la banda en sustitución de David Crosby.

Roger McGuinn conoció a Gram y se mostró de acuerdo con la incorporación. McGuinn era el líder sonoro de los Byrds hasta ese momento (aunque la presencia inicial a nivel compositivo de Gene Clark fuese mayor) pero la entrada de Gram Parsons cambió por completo ese liderazgo. “Sweetheart of the rodeo” (1968), con Kevin Kelly a la batería y producción de Gary Usher, supuso un cambio radical de la banda, quien dejó sus postulados folk-rock, jangle pop y psicodélicos para abrazar la música country de manera prominente, prorrogando algunos destellos previos dentro del estilo que, principalmente Hillman y con un cariz más melódico, había entregado en discos previos. El LP presentaba en gran parte de sus temas la voz principal de Parsons, pero lamentablemente problemas legales entre LHI y CBS impidieron que sonase en la mayoría del disco en la edición original, teniendo que regrabar las voces McGuinn.

Por esta época Parsons comenzó un romance con Nancy Ross, con quien tuvo a su hija Polly. Con posterioridad surgió otro conflicto interno dentro de los Byrds. Parsons se negó a acudir a actuar a Sudáfrica a causa del apartheid del país y a raíz de ello terminó su breve participación en el grupo. Chris Hillman también dejó a los Byrds poco después de la marcha de Gram. Juntos, con el guitarrista “Sneaky” Pete Kleinow y el bajista Chris Ethridge, formarían otro grupo histórico dentro de la música country-rock, los Flying Burrito Brothers, con quien Parsons grabó dos discos, “The Gilded Palace of Sin” (1969) y “Burrito Deluxe” (1970), álbum que incluía el tema escrito por sus amigos Mick Jagger y Keith Richards “Wild Horses”, cantado posteriormente también por los propios Rolling Stones.

La amistad con Jagger y Richards provenía de la segunda mitad de los años 60 cuando Parsons estrechó amistad con Mick y sobre todo con Keith, con quien compartía su gusto por las drogas, en especial la heroína y la cocaína, sin olvidar una buena dosis de alcohol, y los sonidos country que influirían notablemente a los Stones a partir de 1968. No hay más que escuchar “Exile on main street”, disco en cuyas sesiones de grabación estuvo presente Gram.

En 1970 Parsons, que mantenía tras romper con Nancy Ross una relación amorosa con Gretchen Burrell, entabló amistad con el productor y músico Terry Melcher, hijo de la actriz Doris Day y productor de los Byrds. Ambos planearon un disco de Gram en solitario con producción de Terry que finalmente no se llevó a cabo a causa del problema creciente de adicción a las drogas del músico de Florida, quien en 1971 terminó casándose con Gretchen. Un año después de la boda Hillman le presentó a Parsons a Emmylou Harris, por esos momentos una desconocida y joven cantante de country.

Con Emmylou aportando voces en las armonías, la ayuda en la producción del antiguo miembro de los Family Rik Grech (tras rechazar Merle Haggard su participación en esta tarea), y la participación de músicos como Barry Tashian (ex lider de los Remains), James Burton, Ronnie Tutt o Byron Berline, Gram Parsons pudo por fin debutar como solista con “GP” (1973), disco country con excelentes temas propios como el single “She”, “The new soft shoe”, “How much I’ve lied” “A song for you”, “Big mouth blues” o “Still feeling blue”. Por su parte Grech escribiría la preciosa “Kiss the children”.

El debut en solitario de Gram, que pasó bastante desapercibido en su tiempo en las tiendas de discos, fue apoyado con actuaciones en vivo con una banda de acompañamiento a la que denominó The Fallen Angels. En 1973 grabaría un segundo disco en solitario, superior al primero, “Grievous Angel” (1974), en el que colaboraron, además de Emmylou en el apartado vocal, músicos de primer nivel como Glen D. Hardin, Al Perkins, James Burton, Byron Berline, Bernie Leadon o N. D. Smart. En la balada “In my hour of darkness” hacía armonías Linda Ronstadt junto a Emmylou y Gram, co-autoras del tema.

Gram Parsons parecía un personaje de Tennessee Williams, , con su cabello rubio, su perfil efébico y su cazadora de piel de serpiente
Gram Parsons parecía un personaje de Tennessee Williams, , con su cabello rubio, su perfil efébico y su cazadora de piel de serpiente

En el álbum también se escuchaban piezas como la bailable “I can’t dance”, “Ooh Las Vegas”, co-escrita entre Parsons y Rik Grech, la hermosa “Brass Buttons” o una óptima versión del “Love hurts”. El disco apareció a la venta de manera póstuma ya que Gram Parson, un tipo majete, gran músico y de muy buen ver, murió en la habitación número 8 del Joshua Tree Inn, un hotel situado en el parque nacional homónimo, al sureste de California, donde se juntan los desiertos de Colorado y de Mojave. Y se murió porque llevaba en el cuerpo un cóctel explosivo de heroína, morfina y bourbon.

Gram Parsons se murió como se morían casi todos los rockeros de veintitantos, hasta arriba de alcohol y drogas. Su gran pasión, sin embargo, eran las verduras. La única diferencia es que unos se las toman rehogadas y él se las fumaba.

Pero, antes de morir, y aunque no tuviera previsto hacerlo tan pronto, Parsons, que en realidad se llamaba Ingram Cecil Connor III, arrancó una promesa a los integrantes de su grupo The Flying Burrito Brothers: si moría, lo tendrían que quemar en mitad del desierto Joshua Tree, en California. Por supuesto, al margen de la ley. Cumplieron su promesa, pero sólo a medias. Más que quemarlo, lo chamuscaron.

En 1976 aparecería un tercer disco, “Sleepless Nights” (1976), LP compuesto por canciones desechadas de anteriores grabaciones.

The Band, raíces y honestidad

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Canadienses de origen, The Band supieron demostrar en sus canciones toda la música de raíz americana, el country, el blues, y el rock and roll
Canadienses de origen, The Band supieron demostrar en sus canciones toda la música de raíz americana, el country, el blues, y el rock and roll

Cuando a principios de los años sesenta Ronnie Hawkins Ilega a Toronto, Canadá, está firmemente decidido a bajar a Elvis Presley del trono del rey del rock’n’roll. No lo consigue, a causa de su desmedida pasión por el whisky, pero tiene la suerte de topar con Robbie Robertson, un joven guitarrista competidor de Lonnie Mack y de James Burton, el legendario «apoyo» de Ricky Nelson, quien reúne a un grupo de amigos canadienses y excelentes instrumentistas como eran el pianista Richard Manuel, el teclista Garth Hudson, el bajista Rick Danko, procedentes de grupos desconocidos como The Robots y Paul London & The Trombones. El batería del grupo Arkansas, Levon Helm, completó el grupo que fue bautizado como Ronnie Hawkins & The Hawks.

El repertorio de las primeras giras está constituido por rockabilly y Rhythm and blues, mezcla que contribuye a crear en torno al grupo una sólida reputación en los clubes y en las salas de baile del Canadá y de los Estados Unidos. El grupo, sin embargo, graba muy poco con Hawkins: durante una de estas grabaciones, exactamente ‘Mojo man’ (1964), Levon Helm toma el micrófono para entonar un clásico del rock’n’roll, demostrando al resto de los componentes que es el momento oportuno para separarse del cantante y continuar por si solos. La formación adopta en primer lugar el nombre de The Canadians y despues el de Levon & The Hawks. Graban algunos singles para pequeñas compañías independientes, y, mas tarde, acompañan en tres discos al cantante John Hammond Jr. (hijo del gran John Hammond). Helm daba voz a la nueva imagen del grupo: batería de gran impacto, era un cantante con voz modulada e inconfundible, y, sin escribir canciones, llega a convertirse en el líder del grupo, sostenido vocalmente por Rick Danko y Richard Manuel. El largo camino les estaba transformando en instrumentistas de gran valía de tal modo que podían cambiarse los instrumentos en cualquier momento.

De 1965 es una colaboración del grupo con el cantante de blues Sonny Boy Williamson, interrumpida violentamente por la imprevista muerte del cantante; a continuación Levon & The Hawks, ya muy populares en la Costa Este, fueron contratados por Bob Dylan (aconsejado por Hammond) que estaba preparando su gira mundial de 1966. Dylan comprendió que ese era el grupo que le servia para completar sin problemas su dificil transición del folk al rock. La primera grabación que llevan a cabo juntos es el single ‘Can you please crawl out of your window’. Despues, Robertson participará en la grabación de ‘Blonde on blonde’ y The Hawks se uniran a Bob en la controvertida gira electrica de 1965/1966.

Por aquella epoca, Levon Helm, perdido el liderazgo del grupo, abandona temporalmente la formación, siendo sustituido por Mickey Jones. Aunque el público estaba desconcertado por la transformación de Dylan, por lo que no siempre tenia una buena acogida, The Hawks eran protagonistas de un fenómeno único en el mundo del pop. El fin de la gira les permite preguntarse qué es lo que quieren hacer exactamente, en la misma época del famoso accidente de moto que tuvo Dylan.

Al contrario de la mayoría de grupos de la escena musical americana de aquella época, The Hawks, nombre que nunca figuró en los carteles de la gira, no estaban politizados, ni se hallaban ligados a grupos de protesta; sin duda el ser canadienses les hacía indiferentes al envoltorio político que otros utilizaban de manera oportunista.

Más tarde decidieron retirarse a una granja cerca de Woodstock, llamada Big Pink, para reflexionar después de haber pasado seis años en la carretera. Garth Hudson declaró: «El ser capaces de cortar leña, de hacer las cosas de la casa y vivir esas sencillas experiencias eran parte de un estilo de vida que nos gustaba. Comprendimos que musicalmente podíamos crear cosas interesantes sin la compañía de otros artistas».

Los miembros de The Band ya de adolescentes estaban fascinados por el sur profundo del país vecino, un mundo de sonidos febriles que entraba en sus casas gracias a las mágicas emisoras de radio de aquella época
Los miembros de The Band ya de adolescentes estaban fascinados por el sur profundo del país vecino, un mundo de sonidos febriles que entraba en sus casas gracias a las mágicas emisoras de radio de aquella época

Asumido definitivamente el sencillo nombre de The Band —que era el que aparecía en los carteles de la gira de Dylan— el grupo se pone a trabajar. El resultado de su etapa en Woodstock es el disco ‘Music from Big Pink’, publicado en 1968 y considerado por muchos como uno de los mejores discos de la historia del rock. Tambien graban con Dylan las canciones que veran la luz en 1975, en el doble álbum titulado ‘The basement tapes’. ‘Music from Big Pink’ obtiene un éxito inmediato, gracias a la popularidad conseguida por The Band como grupo de Bob Dylan, también creador de Ia portada del disco. La crítica americana define la música de The Band como ‘white soul’, ‘soul blanco’, y el periodista Greil Marcus escribe en su libro Mistery train: «The Band representa una continuidad de las generaciones; en contra de las tendencias de los sesenta, ellos innovaban Ia tradición pero también querían perdurar; en contra de Ia música pop Ilevada a cabo de modo efímero, se aprovecharon de su posición, pues era un grupo con años de rodaje a, sus espaldas, un grupo que quería durar».

Además, Robertson explica: «Quiero escribir sobre cosas con las que puedo estar directamente relacionado: me puedo proyectar mejor en los campesinos que se unieron en sindicatos durante Ia Depresión que en el que va a San Francisco para ponerse flores en el pelo». Todas las canciones de ‘Big Pink’, tanto las escritas por Robertson solo como las realizadas en colaboración con Dylan, Danko y Manuel, evocan esta América perdida y el deseo de recuperarla; ‘Tears of rage’, ‘To kingdom come’, ‘We can talk about it now’, ‘The weight’, ‘Chestfever’ son inspirados retratos de la América rural, de la soledad y la desesperación que nacieron a causa de las emigraciones; forman una gran metáfora de una América ideal propuesta como un nuevo «mito de la frontera». Los arreglos musicales de estas canciones incluían una gran variedad de instrumentos, consiguiendo una grandeza interpretativa jamás vista, en un fecundo conflicto entre lo acústico y lo eléctrico, con intervenciones de órgano, piano y violín de una forma muy original e inédita.

En 1969, terminado el trabajo en colaboración con Dylan, The Band publica un segundo álbum, ‘The Band’, que confirma Ia fuerza y la madurez conseguida por el grupo, sobre todo gracias a las composiciones de Robertson. Desde la balada sobre la guerra civil, ‘The night they drove Old Dixie down’, hasta el seco humor de ‘Up on Cripple Creek’, todas las canciones están escritas desde el punto de vista de las clases populares y de la gente simple; son pequeñas joyas musicales adornadas con fantasiosos arreglos. Este álbum es la consagración de The Band como una de las mas grandes realidades del rock, aunque al tratar aspectos típicamente americanos ponga un cierto limite a su exportación.

Del año siguiente es el álbum experimental ‘Stage fright’, escrito y grabado en dos semanas de conciertos en directo – aunque sin público – en el Teatro de VVoodstock. Este LP, al igual que ‘Cahoots’ (1971), no tiene el mismo éxito que los primeros álbumes, anticipando los desiguales éxitos de The Band en los años setenta.

El doble en directo ‘Rock of ages’, grabado la noche del 31 de diciembre de 1971 en la Academia de Música de New York, es un extraordinario reflejo de la historia y de las vicisitudes de The Band; y el sexto LP, ‘Moondog matinee’, es un homenaje a los clásicos del rock’n’roll.

Un nuevo brote de popularidad tendrá lugar gracias a su participación en otra gira de Bob Dylan, la del histórico doble álbum en directo ‘Before the flood’, justamente atribuido a Bob Dylan/The Band, ya que el grupo interviene tanto que llega a invadir las grabaciones con su típico sonido. Pero en 1975 el álbum ‘Northern lights/ Southern cross’ recibe una indiferente acogida por parte de la critica y del público, y tras dieciséis años The Band empieza a pensar en una separación. El día de Acción de Gracias de 1976 el legendario Winterland de San Francisco está rebosante de un público entusiasmado, consciente de que va a ser algo memorable. Bill Graham ofrece a todos pavo y pan ácimo, creando una atmósfera casi religiosa.

Cuando se alza el telón, los quinientos fans ven por última vez tocar juntos a The Band, mientras la cámara de Martin Scorsese lo filma todo. ‘The last waltz (El Ultimo vals)’, triple álbum y película, documenta una memorable noche en la historia del rock. En el escenario, junto a The Band, se alternaron personalidades que habían colaborado con el grupo durante su larga carrera: Ronnie Hawkins, Neil Young, Joni Mitchell, Dr. John, Van Morrison, Muddy Waters y -por supuesto- Bob Dylan. El disco fue publicado en 1978.

Tras publicar el album ‘Island’ en 1977, el adiós fue ya definitivo y cada uno siguió su propio camino. Todos los miembros de The Band continuaron carreras en algún grado relacionadas con la música, aunque fue Robertson quien se consagró con la trayectoria más exitosa. Él se convirtió en productor musical y escribió bandas sonoras (trabajando como asistente musical para varias películas de Scorsese) antes de su alabado regreso con disco solista, llamado ‘Robbie Robertson’, producido por Daniel Lanois y con la compañía de U2 en dos canciones.

Helm recibió buenas críticas por su debut en la película ‘Coal Miner’s Daughter’, biografía de la cantante de country Loretta Lynn, y por su narración y papel secundario junto a Sam Shepard en ‘The Right Stuff’ (1983).

Garth Hudson, con su habilidad para múltiples instrumentos, ha lanzado dos aclamados discos solistas: ‘The Sea To The North’, en 2001, y «Live at the Wolf» en 2005, ambos con su esposa Maud como vocalista, y también se ha mantenido ocupado como un solicitado músico de estudio. Los demás miembros han intercalado sesiones musicales con ocasionales discos solistas.

En 1983, The Band se reunió y volvió a las giras, aunque sin Robertson. Algunos seguidores y críticos han sugerido que se debió a disputas. Robertson, en cambio, ha dicho que tal respuesta era exagerada, y que les desea a sus antiguos compañeros la mejor de las suertes. Varios músicos fueron reclutados para reemplazar a Robertson y completar el grupo.

The Band, un conjunto de raíces que vivió en la honestidad
The Band, un conjunto de raíces que vivió en la honestidad

Mientras The Band continuaba la gira, el 4 de marzo de 1986, Richard Manuel se suicidó en su habitación de hotel en Florida, Estados Unidos. Luego se supo que sufrió durante muchos años de un alcoholismo crónico. Según la autobiografía de Helm, en las últimas etapas de su enfermedad, Manuel tomaba ocho botellas de licor Grand Marnier diarias.

El 16 de octubre de 1992, los miembros sobrevivientes de The Band participaron en el concierto homenaje a Bob Dylan celebrado en el Madison Square Garden (New York City), interpretando «When I Paint My Masterpiece», que más tarde (1993) se publicó en el disco «The 30th Anniversary Concert Celebration» del artista de Minnesota.

En 1993, The Band grabó el disco ‘Jericho’, en el que la mayoría de las composiciones fueron hechas por otros. En este mismo año, los componentes de The Band participaron el masivo concierto del ex-Pink Floyd, Roger Waters, de «The Wall» en Berlín.

El 10 de diciembre de 1999, The Band perdió a otro integrante, Rick Danko, quien murió a los 56 años, mientras dormía.

Nick Drake, el misterioso rey del otoño

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La aventura musical de Nick Drake fue breve y dulce, huidiza y melancólica. Su prematura muerte, a los 26 años de edad, lo convirtió en el prototipo de esperanza truncada por la fatalidad. Sus canciones son suaves momentos de poesía, delicados arabescos que el tiempo aún no ha amarilleado, pero que reflejan un pasado que nunca volverá
La aventura musical de Nick Drake fue breve y dulce, huidiza y melancólica. Su prematura muerte, a los 26 años de edad, lo convirtió en el prototipo de esperanza truncada por la fatalidad. Sus canciones son suaves momentos de poesía, delicados arabescos que el tiempo aún no ha amarilleado, pero que reflejan un pasado que nunca volverá

Aunque hay varias biografías de Nick Drake, «las preguntas siguen siendo las mismas: ¿Su muerte fue un suicidio o un accidente? ¿A qué respondían sus fobias antisociales? ¿Quién fue Nick Drake? ‘Far Leys’ intenta darle respuesta a estas preguntas, narrando al mismo tiempo la gran influencia del músico sobre los protagonistas de la novela», explica Miguel Ángel Oeste.

Sobre si Drake es «literario», Oeste cuenta que el músico «llevó una vida muy porosa, llena de lagunas, en eso coincide con el misterio de sus canciones».

La historia de este músico está repleta de contradicciones, y eso es bueno para la ficción; por ejemplo, Nick fue un tipo solitario que vivió la mayor parte de su vida en Far Leys, un artista íntegro que a pesar de todo necesitaba y quería ser famoso, pero sin embargo se negaba a tocar en vivo y a hacer una vida pública», concede.

Oeste añade sobre Drake que «a pesar de todas esas contradicciones la transcendencia, aunque sólo sea por su influencia en otros músicos, la tiene; y el ‘éxito’ le llegó tras su muerte».

«Y no hay nada más triste que el éxito póstumo de un fracasado o los deseos que se cumplen fuera del tiempo; en vida sus discos no se vendían, ni lo escuchaba nadie, y hoy es idolatrado si no por las grandes masas, si por una minoría muy importante».

Para definir a Drake, Oeste recurre a palabras del escritor argentino Juan Forn, quien lo consideró «el rey indiscutible del otoño», y añade que fue «un músico inglés extraordinario con una personalidad resbaladiza, un enigma, alguien que lo tenía todo para triunfar pero que no lo hizo».

No obstante, lo que más le ha interesado a Oeste ha sido «el influjo que tuvo en la gente que lo conoció en vida y luego después de su muerte; hay una frase de ‘Suave es la noche’, de Scott Fitzgerald, que se ajusta a Nick o a la representación que hago de él en la novela: ‘Nunca sabes exactamente cuánto espacio has ocupado en las vidas de las personas'».

«Nick es un personaje muy atractivo por la incuestionable calidad de sus canciones, y posee también un gran atractivo físico como reflejan las pocas imágenes que han quedado de él; sólo quedan unas docenas de fotos, ninguna imagen en movimiento -salvo una película casera de cuando era niño-, y sus canciones; todo lo demás son elucubraciones, y con ese material base es fácil dejarse llevar por la imaginación», ha añadido el autor.

Al mismo tiempo que esta novela se publicó un libro de relatos de Eduardo Jordá titulado «Yo vi a Nick Drake», ante lo cual Oeste señala: «Con motivo de cada aniversario de la muerte de Drake, no se generará un reconocimiento masivo, más que del personaje de su música, que desde luego lo merece; aunque recuperación no puede haberla porque nunca tuvo en vida ese reconocimiento que mereció por la calidad de sus composiciones».

De la música de Drake destaca «la atemporalidad y, por encima de todo, la belleza; sus canciones rezuman belleza, y si a eso se le añade el componente misterioso de sus letras, que no hacen más que reflejar lo misterioso del autor, la riqueza de matices de sus arreglos, su voz tan personal, no es extraño que se convirtiera en un autor de culto entre los propios músicos».

En la novela, la figura de Drake y su biografía están contadas a través de las voces de los personajes de ficción, Janet, la íntima amiga autoexcluida durante treinta años, y Richard, un actor que inicia una investigación sobre el músico para filmar una película y que termina bajo los influjos de sus poderosas canciones.

La esencia del lobo solitario

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Neil Young y su perro Harte, en 1971
Neil Young y su perro Harte, en 1971

Neil Young siempre está en movimiento. Amante de los autos y de los trenes eléctricos, es un artista y un creativo en permanente estado de vibración que también lo llevó a desarrollar el Pono (un reproductor musical de alta calidad) y un prototipo de auto eléctrico. Ahora, es el turno de abrir sus archivos, un sitio en el que de manera gratuita (hasta el 30 de junio de 2018, luego se cobrará una suscripción), comparte toda su discografía en sonido de alta definición. No solamente sus discos, sino también grabaciones inéditas que sólo se conseguían a través de The Archives Vol. 1 1963–1972, un costosísimo box-set de más 8 CDs y DVDs que​ Stephen Thomas Erlewine, periodista del sitio Allmusic, definió como “un trabajo extraordinario que redefine lo que una autobiografía debe ser”.

Porque si de vida y obra se trata, probablemente Neil Young sea el músico de la cultura rock en formato o como eléctrico (como también sofisticadamente orquestal: basta escuchar esos “poemas sinfónicos” perfectos junto a la la Orquesta Sinfónica de Londres, como A Man Needs a Maid y There’s a World) que mejor simboliza esa música que nació a mitad del siglo pasado. ¿Existe acaso una curvatura narrativa –tanto ascendente como descendente– que empiece en los 60, atraviese el punk y que anticipe los últimos movimientos del rock? El comienzo del rock, el punk, y los 90 del grunge y Nirvana se cruzan en (tan sólo) uno de sus tantos clásicos, la canción Hey, hey, my my de 1978: “El Rey se ha ido pero no ha sido olvidado: ¿Es ésta la historia de Johnny Rotten?”. Y luego las palabras que usara Kurt Cobain en su nota de suicidio: “es mejor quemarse que extinguirse lentamente”. Un epitafio, una parábola del rock de un joven hippie veterano, coronando al líder de los Sex Pistols en tiempo real, a través de Elvis y predestinando el movimiento grunge.

En el enlace se puede disfrutar de su música en alta calidad de audio: sus discos solistas de los comienzos, sus primeros éxitos con Buffalo Springfield y la fama con el súper-grupo Crosby, Stills, Nash and Young. Pero también su pre-historia con sus primeros grupos Beat como The Squires. Es una forma, que aunque en principio suene morrocotuda y oceánica (son cientos y cientos de canciones) nos acerca a un artista canadiense que, como sus compatriotas Joni Mitchell y The Band, definió como pocos ese género estadounidense por excelencia llamado con rigor tautológico pero también con justicia, Americana: la amalgama del folk, el góspel y el blues, todo sazonado con swing. Un cantante, compositor, guitarrista, harmoniquista y eventual pianista que sigue dando obras maestras como el disco Harvest Moon en los 90 o el más reciente Prairie wind. Una manera de explorar la obra de un músico que fue versionado por Johnny Cash, Nick Cave o Radiohead.

Un caballero llamado Percival

Neil Percival Young nació en Toronto, Ontario, el 12 de noviembre de 1945. Los Neil Young Archives nos dan un vistazo de sus comienzos con su grupo adolescente The Squires: Un rock garagero, surfer y de toques hawaianos. Vale la pena detenerse en la canción I wonder, pura invasión british de la época o en canciones como Aurora y el demo de Sugar Mountain, una muestra de su joven talento del artista y de la que también encontramos una versión en vivo de 1969, en vivo en Toronto. El siguiente grupo de Young fue Mynah Birds, de los que más tarde surgirían los fundadores del grupo Steppenwolf y para buscar información de cualquiera de las encarnaciones de Young, los archivos ofrecen varias modalidades de búsqueda: el simple botón de search que permite buscar por canción, álbum o agrupación según la época y que nos conduce a información detalladísima sobre una entretenida plataforma de diseño vintage (como los viejos ficheros mecánicos alfabéticos), pero también a través de una línea de tiempo. La Timeline es una cronología que recorre desde los años 60 hasta la actualidad.

For what it´s worth: el sonido de Vietnam

Algo está pasando aquí.
Y no está del todo claro.
Hay un hombre con una pistola por allí
Diciéndome que tenga cuidado.
Creo que es hora de parar.
Chicos, ¿Qué es ese sonido?

Formación de Buffalo Springfield, con Neil Young en el centro
Formación de Buffalo Springfield, con Neil Young en el centro

Young viaja a California y forma Buffalo Springfield, junto a Stephen Stills, antiguo compañero de escenarios canadienses. Se trata de su primer grupo de trascendencia y del grupo que junto a The Byrds fue pionero del sonido folk-rock politizado de la época (con parte de The Byrds luego formaría el Crosby, Stills, Nash & Young). Fueron tres discos muy buenos y varios intentos de reencuentro en las décadas venideras (con varias bajas a cuestas), pero sobre todo un disco debut contundente, que contaba ya con cinco composiciones de Young y uno de las grandes canciones contra la invasión en Vietnam: For what it´s worth, de la pluma de Stills, aun sigue repiqueteando inspirada, un llamado a parar la guerra que todavía suena creíble. En los archivos pueden escucharse tanto la versión original, como otras en vivo que llegan hasta el 2008, lo que prueba que se trata de un clásico de (o por) Young de largo aliento.

Buffalo Springfield Again, segundo disco del grupo ya contaba con lo que serían algunos de los éxitos imperecederos de Young: Mr. Soul, Expecting to Fly y Broken Arrow. El primero -que usaba el riff principal de (I Can’t Get No) Satisfaction de The Rolling Stones– serviría para demostrar como Young podía convertir un rock n roll de fuga hacia adelante en una canción folk y noir. Y los archivos ofrecen el encanto de comprobarlo a través de varias versiones: Una trasposición de lo acústico a lo eléctrico (o viceversa) que sería el procedimiento ejemplar en toda su carrera. Basta escuchar la versión de Mr. soul para su disco MTV Unplugged. La segunda y el tercera canción, capitales en su obra (su rancho privado se llama Broken arrow) nos enseñan algo aún más curioso sobre su poesía y su prosa: un espíritu ancestral y ornitológico, un autor para el que el folklore, las aves (el volar) y la libertad están íntimamente conectadas. ¿Ejemplos? Expecting to Fly, Birds, Danger bird, High flyin bird, Flying on the ground is wrong, su grupo de los comienzos Myna Birds o el ave en la tapa del disco Zuma.

¿Estás listo para el country?

Cronológicamente hablando, Neil volaba alto y no le alcanzaba con compartir un grupo. Su álbum debut, el homónimo Neil Young (con una ayudita de Ry Cooder y la producción de David Briggs, que sería su principal colaborador en el sonido de sus discos) es ya un disco solidísimo que incluye temas como The loner y I’ve been waiting for you (y de éste en los archivos podemos escuchar una mezcla de audios inédita). Si se observa las versiones que tendría ésta canción en el futuro (nada menos que por Dinosaur Jr., Pixies y David Bowie) podría decirse que en aquella ópera prima Neil ya miraba al futuro con un oráculo infalible. Y The best is yet to come, como cantara Sinatra: a partir de allí, y mientras su éxito con Crosby, Stills, Nash & Young no cejaba, 7 discos intensos, todos ellos disponibles en estos archivos y en versiones remasterizadas. Un primer canon-cancionero de Young, desde su disco debut hasta Zuma, donde muchas tradiciones conviven.

De izquierda a derecha, Neil Young, David Crosby, Stephen Stills y Graman Nash, quienes atisbaron el cuadrilátero perfecto en discos como "Dejà Vu"
De izquierda a derecha, Neil Young, David Crosby, Stephen Stills y Graman Nash, quienes atisbaron el cuadrilátero perfecto en discos como «Dejà Vu»

Una de la leyendas de las que Young echó mano, no fue la del cowboy o a la del outlaw proscrito, si no a la del indio. Los tiempos estaban cambiando como cantaba su colega Dylan, y al son de la protesta contra Vietnam, el revisionismo histórico reconocía las masacres indígenas en los libros de texto estudiantil o en films “anti-western” como Little big man. Inspirado en la mítica leyenda del cacique Caballo Loco, Young recluta a los que serían los miembros de su grupo más estable y los bautiza Crazy Horse. Young traspasa la frontera de la canción Americana y funda su propia tribu de creaciones acústicas y eléctricas: durante décadas galopará con los Crazy Horse, una banda simple y radical de guitarra, batería y bajo que renace en cada disco y década tras década. Entre esos músicos de apellidos latinos (como Molina y Sampedro) también encontraría una veta autoral que aún hoy resulta sorprendente para un músico nacido en Ontario, Canadá: sí, Young, desde hace 40 años, compone canciones que se llaman Ride my llama, Cortez the Killer, Like an Inca o Pocahontas. Nombres con raíces o palabras hispánicas y latinas muchísimo antes de que EE. UU. se enamorara de lo “latin” a través de Ricky Martin, Macarena o Despacito.

Tras el temerario pero exitoso segundo disco, Everybody Knows This Is Nowhere, con sus largos solos de guitarra, adelantados en su anarquía a la explosión del punk y con esas alteraciones sónicas de las cuales abrevaría el pulso sónico de los 90, llega el perfecto After the gold rush. Luego de la orgía de sonidos, una calma inquieta: el flugelhorn por Bill Peterson en la canción que da título al disco es tal vez, junto a la orquestación de Penny Lane, uno de los más simples y memorables arreglos de viento de la época. Basta escuchar como la fina voz Young canta (atención a la versión del bootleg, Live at the Cellar Door, apenas piano y voz): “Look at Mother Nature on the run, in the nineteen seventies.”… Young contempla esa naturaleza americana desnuda, pero esta huye. Y él, aunque joven, ya no puede alcanzarla. Aún faltaban décadas, pero allí estaría el brote de los músicos alienados y pacientes, extraterrestres y hermosos, como Thom Yorke que cantaría su propia versión de esta gema maestra. O los Flaming Lips, que inspirados en este desenchufado dolor youngiano, compondrían canciones como Chewing the apple of my eye. El amor nos destrozará de Joy Division y todo ese pop “dark” aún parece muy lejano en el tiempo, pero el canadiense sabe. Sabe que sólo el amor puede romper los corazones, como canta en Only love can break your heart (en los ficheros de su web podemos encontrar al menos cuatro versiones diferentes). Neil Young, siempre ha sido, como Iggy Pop o Lou Reed, un artista en el lugar apropiado pero adelantado a su tiempo, tendiendo puentes para que las generaciones venideras se alimenten de su manantial creativo.

En 1972 llegaría el disco Harvest. Un paseo por el country, una invitación a la ancha y vasta EE. UU. con la canción Are you ready for the country como todo soundtrack de los urbanitas que aún sueñan con huir de la metrópoli pero no se animan. Con arreglos orquestales incluidos, fue el disco que le conseguiría su único número 1 en las radios, con Heart of gold. Pero allí, en ese disco, está sobre todo The Needle and the Damage Done. La canción sobre la adicción y el daño. Daño desgraciadamente ya casi hecho, porque el guitarrista de los Crazy Horse, en quien se inspiró Young, Danny Whitten, moriría de sobredosis un año después de la grabación. Es una obra épica, completamente desnuda (tanto en los arreglos como en la honestidad de su mensaje): “Canto esta canción porque amo al hombre… cada adicto es un sol que se apaga“. Tiene el realismo ‘burroughsiano’ de El almuerzo desnudo y porta una imagen musculosa en la que casi se puede ver los lerdos filamentos de la hemoglobina entrando en la aguja hipodérmica de la heroína. Young también nos dice: “Milk-blood, to keep from running out” (“leche- sangre, para evitar que se acabe“). Su tono nos hunde en un precipicio. Y en la unión de esos sustantivos (“leche y sangre“), Young crea uno nuevo, biforme e inseparable. La historia de la canción conoce pocos momentos así. Vale la pena la interpretación que hace Young en vivo en 1971 en el Massey Hall, a menos de un año de su lanzamiento y con un público que la reconoce al instante.

‘Living with war’

Pero, además, parte de estos discos tendrían, nuevamente, consecuencias políticas. No sólo el clásico Ohio, junto a sus compañeros de Crosby Stills, Nash & Young sobre la masacre en la universidad de Kent, sino también la crítica al sur más rancio y segregacionista tuvo una reacción: la notable canción Sweet Home Alabama. Allí, el grupo Lynyrd Skynyrd le cantaba y contestaba, bandera confederada al hombro, a canciones como Alabama y Southern man en las que Young criticaba al Sur: “Espero que Neil Young sepa / el hombre sureño no lo precisa por estos lares nunca más“.

Después de discos seminales y corrosivos como Rust never sleeps y Rust live de 1979, la década del 80 no sería considerada la década más creativa del prolífico Young (aunque vale la pena revisar entre los archivos discos como Hawks & Doves y Old ways). Pero la semilla de la semilla ya estaba plantada con la canción Hey, hey, my, my en sus versiones eléctricas y acústicas. Y ese gesto anti-oxido de Neil, anticipado y siempre a la vuelta de la esquina del cambio de década, vuelve en 1989 con Keep on rockin’ in the free world: la prefiguración del movimiento grunge y el renacimiento de los Crazy Horse con el disco Ragged Glory, de 1991. Después de esa rebelión sonora efervescente, llegaría el acústico, perfecto y ajardinado disco Harvest Moon, guiño al disco Harvest. Una invitación a escanciar el nuevo té de la cosecha de Young.

‘Not forgotten’

Detenerse en cada disco y canción llevaría cientos de párrafos. Aunque audiovisualmente lo han contado mejor directores de cine como Jim Jarmusch (en la muy buena Year of the horse) o la trilogía documental de Jonathan Demme (que aún no se encuentran disponibles en los archivos aunque las palabra preliminares del sitio anuncian que se podrán ver pronto). En los 2000 Neil Young sobrevivió a una operación de aneurisma y siguió arrojando discos excelentes, grabados en estudio y sonando como una usina nueva: en Living with war, The Monsanto years o el nuevo The visitor (con su crítica a Donald Trump en el single Children of Destiny) sigue mostrando un espíritu ecológico y politizado inquebrantable.

Neil Young, en 1974, durante su concierto en el Wembley Stadium
Neil Young, en 1974, durante su concierto en el Wembley Stadium

Aire, tierra, fuego, viento: Neil Young es, por qué no, el quinto elemento de la naturaleza musical norteamericana. Entre la madera (guitarra acústica) y el metal (viola eléctrica) de los elementos del taoísmo chino, en un mismo genio oscilan la quietud y la furia, baladas y rock and roll. Young muerde las palabras antes de soltarlas o las sopla, tiernamente, como un chico: y hace de ventrílocuo musical de América del Norte, tanto del silencio pastoral de sus aborígenes como del estruendo de sus gobiernos. Un músico de un metro ochenta que en los escenarios parece gigantesco y que descuajeringado, aporrea su guitarra a los 72 años como si tuviera 20, que rockea al borde de un mundo sulfatado con grandeza destartalada. Todos las canciones (demos, ensayos, en vivo) son el audio veritè de un conductor musical que porta un combustible creativo continuo. Escuchar cada uno de ellas es recorrer la cinta oscura del asfalto de una road-movie que no queremos que jamás llegue al final del surco.