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Palabras a ras de césped

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Sublime poeta, lúcido escritor y extraordinario cineasta, Pier Paolo Pasolini también era un enamorado del fútbol. En este célebre texto nos habla sobre los lenguajes del juego. El futbol, a lo largo de la historia, ha despertado grandes pasiones entre los escritores, pero también grandes fobias, como las que sentía Kipling y Borges. Pero en los últimos tiempos una gran nómina de reputados autores, como Camus, Nabokov, Benedetti, Neruda, Galeano o Javier Marías han saltado al terreno de juego para demostrar que la literatura no está reñida con el futbol
Sublime poeta, lúcido escritor y extraordinario cineasta, Pier Paolo Pasolini también era un enamorado del fútbol, que, a lo largo de la historia, ha despertado grandes pasiones entre los escritores, pero también grandes fobias, como las que sentía Kipling y Borges. Pero en los últimos tiempos una gran nómina de reputados autores, como Camus, Nabokov, Benedetti, Neruda, Galeano o Javier Marías han saltado al terreno de juego para demostrar que la literatura no está reñida con el futbol

Ilusión, solidaridad, diversión, alegría, pasión o incitación al olvido y al rencor. Éstas son algunas palabras que van unidas al deporte del futbol, y que narradores y poetas han acuñado desde los tiempos más remotos, como en la literatura griega que ya cantaba a los héroes deportivos.

Pero el futbol, el deporte rey, el más universal, el que une a ricos y pobres y a gente de todos los rincones del planeta, también desde hace años ha sido criticado y despreciado por algunos de los grandes de las letras. Un divorcio que comenzó en 1880 con el escritor británico Rudyard Kipling, quien decía que son “almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan”.

Desprecio intelectual

Una idea a la que se sumó el gran Jorge Luis Borges, quien odiaba el futbol y lo consideraba una estupidez, “una estupidez de ingleses”, decía. “Feo estéticamente y un deporte violento que despierta las peores pasiones”, añadía.

Pero como dijo el sociólogo e historiador holandés Johan Huizinga en su famoso libro Homo ludens: el hombre es juego. “El hombre juega como un niño, por gusto y recreo, por debajo del nivel de la vida seria…”

Y esta pasión, que mueve a millones de almas, y que alcanza su máxima gloria con los Mundiales de Futbol, ha tenido y tiene en el mundo de las letras a infinitos enamorados que hacen que el tópico sobre que los intelectuales desprecian el balón, y frases como “pensar con los pies”, se difumine cada día más.

El hombre es juego para Camus, Pasolini, Neruda o Alberti

Para Albert Camús, quien jugó de portero, todo lo que sabía “con mayor certeza respecto a la moral” y a las obligaciones de los hombres lo había aprendido del futbol.

Una pasión que también tocó a un iconoclasta Pier Paolo Pasolini, quien escribió que “el goleador es siempre el mejor poeta del año”, y a Vladimir Nabokov, autor de Lolita , quien también fue arquero durante su estancia en Cambridge.

Los poetas también se han visto inspirados al ver una pelota correr y Pablo Neruda escribió el poema Los jugadores : “Juegan, juegan/Agachados, arrugados, decrépitos…”. Tiempo después compuso Colección nocturna , incluido en Residencia en la tierra .

También Rafael Alberti se sintió subyugado por el futbolista húngaro Franz Platko, guardameta del Barcelona en los años 20 del siglo pasado, a quien le escribió Oda a Platko : “No nadie, nadie, nadie/camisetas azules y blancas, sobre el aire/camisetas reales, contrarias, contra ti, volando y arrastrándote…”.

El poeta y narrador uruguayo Mario Benedetti fue otro apasionado del futbol, como mucho de sus compatriotas, un romance que dio a los lectores uno de los cuentos más famosos del balompié: Puntero izquierdo, que en opinión de algunos especialistas ayudó mucho a romper ese supuesto divorcio entre las letras y el balón, sobre todo viniendo de alguien de la izquierda, un pensamiento que muchas veces ha relacionado al futbol con el opio del pueblo, y a frases como “pan y futbol” o “pan y toros”.

Y otro de los autores que más ha reflexionado y ficcionado sobre las letras y la teoría del balón es el uruguayo Eduardo Galeano, autor de El fútbol a sol y sombra y quien ha hablado de este apasionado asunto.

“Abundan los intelectuales que aman a la humanidad —dice— pero desprecian a la gente. Y no importa si son, o dicen ser, de izquierdas o de derechas: si son de izquierdas creen que el futbol tiene la culpa de que la gente no piense, y si son de derechas creen que el futbol es la prueba de que la gente piensa con los pies”.

“De cualquier manera —aclara el escritor—, digan lo que digan, el futbol bien jugado es una suerte de danza con pelota, una fiesta de las piernas que lo juegan y los ojos que lo miran, y ésa es la explicación que a la vista está, de que los Mundiales sean de veras Mundiales. Es casi unánime.

“Y digo casi —continúa Galeano—, por sus pocas excepciones. Un periodista deportivo de los Estados Unidos me dijo: “Aquí el futbol es el deporte del futuro. Y siempre lo será”. Sin embargo, hasta ellos están empezando a incorporarse a la única religión universal que no tiene ateos. Están empezando ellas, en realidad. Muchísimas mujeres estadounidenses juegan al futbol, el ‘soccer’ que le dicen, y juegan muy bien”, concluye.

El boom de la literatura latinoamericana con Gabriel García Márquez a la cabeza, quien se confesó hincha, también reveló su romance con el balón, como Onetti o Vargas Llosa, quien se ha manifestado recientemente “hincha hasta la muerte” del “Universitario de Deportes”.

Valdano, Javier Marías y el Real Madrid

El argentino Jorge Valdano, ex jugador y actual director general del Real Madrid, y quien tiene el corazón partido entre la pelota y las letras, es uno de los grandes compiladores de cuentos de futbol.

Relatos de prestigiosos escritores unidos en dos volúmenes, editados por Alfaguara, y en cuyo prólogo Valdano escribe: “Este libro es un encuentro para el músculo y el pensamiento con la intención de que vayan perdiendo la desconfianza que se tienen. Un juego, el del futbol, metido dentro de otro juego, el de la literatura”.

Otro de los más reputados escritores actuales, el madrileño Javier Marías, quien fue extremo izquierdo en la infancia, también ha dejado por escrito su pasión futbolera y su incondicional amor al Real Madrid, en un libro que reúne todo su material acerca del futbol y que se acaba de reeditar con treinta nuevos textos, con motivo del Mundial de Sudáfrica.

“Pocas cosas me han hecho tanta ilusión en los últimos años como que me pidieran escribir sobre futbol de vez en cuando: un descanso”, escribió el autor al margen de su primer texto futbolístico Vida del fantasma , en 1995. Para Marías, el futbol va unido a su infancia.

El uruguayo Horacio Quiroga, el austríaco Peter Handke, el checo Milan Kundera y los españoles Camilo José Cela, Miguel Hernández, Miguel Delibes, Vázquez Montalbán, Enrique Vila-Matas, Joaquín Sabina, Ray Loriga, Gonzalo Suárez o García Hortelano son otros de los escritores que han teorizado, ficcionado o mostrado su pasión por todo lo que pasa en los terrenos de juego.

Al igual que el escritor madrileño Javier Reverte para quien el posible recelo que existe entre los literatos y los futboleros se reduce a “una cosa muy española”.

“Yo creo que esto sólo pasa en España, donde se dice eso de ‘pan y toros’ o ‘pan y circo’, porque en Estados Unidos no ocurre. Allí los grandes autores norteamericanos han escrito de rugby americano, de boxeo, de beisbol. Y en el mundo anglosajón tampoco, donde hay grandes cronistas deportivos”.

Tópico español

Para Javier Reverte, que fue jugador, y autor de libros de viajes como la trilogía de África, o la trilogía de Centroamérica, el futbol es “solidaridad, alegría, triunfo compartido, euforia”, y nunca está ligado a ningún régimen político, “como algunas veces quieren hacer ver”. Es verdad que el poder ha utilizado al futbol, como Franco lo hizo en España, o como ahora (Joan) Laporta lo está haciendo con el Barcelona, que parece que quiere que represente a un independentismo, pero no así.

“La selección actual española es buenísima y está compuesta con chicos de todas las partes y autonomías de España”, concluye.

Es este sentido, y ante el Mundial de Sudáfrica acaban también de salir al mercado dos libros, Los secretos de la Roja , con prólogo de Iker Casillas y escrito por Miguel Ángel Díez, donde se cuenta la “intrahistoria” de la selección, y el Libro de futbol , que reúne relatos y pinturas sobre el tema.

Delibes por la escuadra

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El fútbol retratado por Miguel Delibes
El fútbol retratado por Miguel Delibes

Una reseña y dos ilustraciones a plumilla del partido de fútbol entre el CD Delicias, de Valladolid, y el Ciudad Lineal, de Madrid, disputado el 12 de octubre de 1941, fue la primera colaboración de Miguel Delibes en «El Norte de Castilla», donde se forjó como periodista y escritor.

Dos días después del partido, el 14 de octubre, el veterano diario local publicó un breve comentario del joven aspirante, entonces profesor de la Escuela de Comercio de su ciudad natal, sobre ese encuentro de categoría regional que ilustró con dos ‘monas’ firmadas con el pseudónimo «MAX».

Las iniciales de los nombres de Miguel (M) y de su entonces novia y más tarde mujer, Ángeles (A), y la incógnita de un futuro en común deseado y aún por despejar (X), encierra ese heterónimo «MAX», según explica Ramón García Domínguez, autor de numerosas obras sobre la vida y obra del novelista fallecido en 2010, en el libro «Delibes dibujante en El Norte de Castilla».

Editado por la Fundación Miguel Delibes y el periódico, la publicación evoca los comienzos del novelista en el mundo del periodismo a través de sus primeras colaboraciones en forma de ilustrador, caricaturista, viñetista y creador de jeroglíficos en distintas secciones del diario al que llegó como ‘pintamonas’ en 1941 y del que salió director en 1963.

La misma precisión con que moldeó en letra personajes inolvidables de la literatura contemporánea como El Nini («Las ratas»), el viejo Eloy («La hoja roja») o Azarías («Los santos inocentes»), desplegó con el lápiz y la plumilla en certeras caricaturas, apuntes y retratos delatores de una aptitud artística que ya advirtieron, a los 12 años de edad, los frailes del Colegio de Nuestra Señora de Lourdes donde estudiaba.

Un total de 390 dibujos, bocetos, apuntes, efigies y chistes críticos firmó entre 1941 y 1958, la última una cara del médico, conferenciante y escritor Luis Ponce de León cuando Delibes, después de haber desempeñado la subdirección del periódico en 1952, ejercía en ese 1958 como máximo responsable interino del periódico.

Estiradas y escorzos de porteros, disparos y avances de los delanteros, goles y paradas espectaculares esbozó en una época donde no existía la fotografía digital y la impresión gráfica representaba un desembolso económico muy importante en tiempos de restricciones y penurias.

El fútbol, la pelota a mano, los bolos y el boxeo ocuparon buena parte de sus trazos, pero también perfiló a los actores de las principales compañías escénicas que recalaban en Valladolid, o a los músicos y artistas que se subían a las tablas en espectáculos donde con frecuencia el narrador ponía unas letras a guisa de reseña.

Actrices como Isabel Garcés y la reina de la copla Juanita Reina; los bailarines Vicente Escudero y Mariemma; folclóricos de la talla de Manolo Caracol y Lola Flores, pero también escritores con ocasión de estrenos editoriales o premios como Camilo José Cela, Elena Quiroga y Dolores Medio, figuran en su particular galería de personajes.

Pluma y plumilla, letra y dibujo, convergieron en el genio creativo de un escritor que también retrató a Juan Belmonte, Domingo Ortega, Manolete, Pepe Luis Vázquez y Marcial Lalanda, entre otros ases de la tauromaquia que cada año rendían visita al coso del Paseo de Zorrilla por la septembrina Feria de San Mateo.

En 1949, un año después de haber ganado el Premio Nadal con «La sombra del ciprés es alargada», Miguel Delibes colaboró como corresponsal en Valladolid del semanario «Vida Deportiva», editado por Destino en Barcelona, con las crónicas que jugaban los equipos catalanes en el antiguo Estadio José Zorrilla.

Conoció la fundación del Real Valladolid (1928), asistía con sus hermanos a los partidos en el primitivo campo de la plaza de toros, se sentó en el antiguo José Zorrilla, inaugurado en 1941, y abandonó las gradas «el día que se decidió que los espectadores, o los futbolistas, o los árbitros o quizá todos deberíamos estar enjaulados como reclusos para evitar agresiones».

Lo contó en sus «Memorias al aire libre» (1989) quien también dio a la estampa «El otro fútbol» (1982), con artículos encargados y distribuidos por la Agencia EFE, entre 1980 y 1982, con motivo de la celebración del Campeonato del Mundo de Fútbol España 82, del que Valladolid fue sede.

El gol es una droga

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Las reacciones a los goles, ya sean a favor o en contra, se ubican en la zona más primitiva del cerebro llamada núcleo accumbens, una estructura que forma parte del sistema que controla el placer y la recompensa en el cuerpo humano
Las reacciones a los goles, ya sean a favor o en contra, se ubican en la zona más primitiva del cerebro llamada núcleo accumbens, una estructura que forma parte del sistema que controla el placer y la recompensa en el cuerpo humano

«La actividad cerebral de un hincha de fútbol cuando su equipo marca un gol o gana un partido sigue el mismo patrón que la que se encuentra en una adicción a las drogas, a la comida o al sexo». Esto es lo que afirma el doctor en Ciencias Médicas e investigador del laboratorio de Neurociencia Social de la Universidad del Desarrollo (UDD) chilena, Francisco Zamorano.

Según un estudio elaborado por varios centros científicos y de investigación chilenos, cuando un fanático del fútbol ve a su equipo, el placer que le genera responde a una actividad cerebral en su cabeza que sigue un patrón muy similar al que se observa en el cerebro de un adicto.

Esta es una de las conclusiones que se desprenden de una investigación que todavía sigue en curso. Para obtener estos datos, la UDD y la Clínica Alemana de Santiago han utilizado resonancias magnéticas y han estudiado qué zonas del cerebro se activan cuando los hinchas viven una victoria o una derrota de su equipo.

Para provocar las reacciones de la gente, los investigadores utilizaron imágenes cedidas por ‘Canal de Fútbol (CDF) Chile’. Esta recopilación contenía imágenes de diferentes partidos del fútbol chileno, entre los que destacan los encuentros de Colo Colo y Universidad de Chile, que son los clubes con más seguidores del país.

Una veintena de voluntarios, cuyo único requisito era ser amantes del fútbol, fueron quienes se sometieron a una resonancia magnética mientras observaban las imágenes.

«Es notorio cómo se van activando zonas que tienen que ver con las emociones y, en particular, cuando tu equipo se enfrenta al máximo rival», explica Zamorano. El estudio muestra además que las reacciones a los goles, ya sean a favor o en contra, se ubican en la zona más primitiva del cerebro llamada núcleo accumbens, una estructura que forma parte del sistema que controla el placer y la recompensa en el cuerpo humano.

Cuando un partido es contra el máximo rival, las reacciones en el cerebro son diferentes a si se trata de un partido con un rival «neutro». Según asegura Zamorano, al exponer a los voluntarios a imágenes de partidos en los que hay una gran rivalidad, la actividad en la región frontal del cerebro se «apaga», lo mismo que sucede cuando se consumen alcohol o drogas. Esto podría explicar las reacciones violentas e irracionales que en muchas ocasiones se producen durante un encuentro de fútbol, algo que se agrava todavía más si sumamos la excitación del momento o el consumo de alcohol.

El objetivo ahora es continuar con la investigación y sumar más voluntarios. Además, también se va a intentar profundizar en la actividad hormonal durante este tipo de eventos.

La investigación ha revelado que, cuando el equipo del que uno es hincha pierde se libera una hormona llamada cortisol, que produce estrés; por el contrario, cuando el resultado es positivo lo que se libera es testosterona.

El estudio de estos procesos hormonales aunado a los resultados de la investigación de la actividad cerebral podría servir para «predecir una serie de patrones de conducta», añade Zamorano.

Los canales de la ‘futbolitis’ agresiva

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Hooligans, en la marabunta del alboroto y la jauría
Hooligans, en la marabunta del alboroto y la jauría

«No todos los ‘hooligans’ están en paro o son alcohólicos», asegura el escritor alemán Philipp Winkler, autor de una novela sobre estos hinchas violentos en la que ha querido alejarse de los clichés sobre su procedencia y el origen de una violencia que, opina, aunque no sea mayor que antes, es peor.

«Hooligan», editado por Alianza de Novelas en español, fue considerado el mejor debut literario de 2016 en Alemania y finalista del Premio Alemán del Libro 2016, un libro en el que Winkler (Hannover, 1986) aborda el fanatismo y la violencia en el fútbol y habla de la necesidad de aceptación y pertenencia a un grupo.

Aunque Winkler no ha pertenecido a ninguno de estos grupos, tiene amigos que lo son o han sido, asegura, a la par que explica cómo ha querido reflejar en su novela los diferentes tipos de personas que se convierten en hinchas violentos y los distintos motivos que llevan a las personas a formar parte de este fenómeno global.

El escritor ha reconocido que su novela puede ser vista como un testimonio de la época actual frente a hechos cotidianos, de incidentes y disturbios antes y después de los partidos.

Pero ha señalado que su obra quiere ser un relato que va más allá, hablar de la historia de cada uno de ellos y de sus motivos personales.

Winkler, aficionado al fútbol desde niño, dice que como en toda escritura literaria, hay rasgos autobiográficos en esta novela como los lugares en los que transcurre y el lenguaje que hablan sus protagonistas.

«Hooligan» es la historia de Heiko Kolbe y quienes considera sus hermanos de sangre, hinchas de fútbol de la ciudad de Hannover. Con una madre ausente y un padre alcohólico, el joven dejó el instituto y trabaja en el gimnasio de su tío, líder de una banda que se encarga de organizar peleas con grupos de hinchas violentos de otras ciudades vecinas.

Un grupo del que también forman parte, explica Winkler, otro joven que se ha hecho «hooligan» porque sus amigos lo son, mientras que otro participa porque necesita pertenecer a algo y hay también un empleado de banca que quiere escapar del ambiente asfixiante de su trabajo.

Aunque no ha querido «psicologizar en exceso», el autor explica que a muchos de estos violentos «no les falta de nada ni subjetivamente ni objetivamente. Simplemente, les gusta su forma de ser».

Heiko, asegura su creador, necesita «confirmación» y encuentra en el grupo lo que no le proporciona su familia, necesita un respaldo que recibe en ese entorno.

Aunque cada país y ciudad desarrollan el fenómeno de la violencia en el deporte de una forma, señala que en Alemania los clubes se han distanciado de él y los enfrentamientos no se desarrollan en los estadios sino que, como en su novela, ocurren fuera de ellos.

«Es un mundo cerrado sobre sí mismo. Ni siquiera van a los estadios de fútbol sino que ven los partidos en televisión», indica el escritor, que no ha querido incidir mucho en su novela sobre el racismo y las tendencias políticas de estos grupos para que estos temas no se «apoderaran» de las historias personales de sus personajes, aunque explica que tenía que tratarlo porque «es inevitable».

Sobre si la violencia en el fútbol va a peor en la actualidad, el escritor indica que aunque no se puede generalizar ya que hay diferentes situaciones en cada país, cree que aunque no haya más violencia, la que hay es peor.

Así, por ejemplo, explica que en Rusia se ha «profesionalizado» este fenómeno de tal forma que los hinchas violentos son una especie de «ascetas» que acumulan fuerzas para su labor y llegan a renunciar a su trabajo para dedicarse en exclusiva a ser «hooligans».

El latido del amor en un puntapié

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Al igual que en el amor romántico, la pasión por el fútbol se puede tornar en obsesión y perjudicar al comportamiento racional, pasando al grado de fanatismo
Al igual que en el amor romántico, la pasión por el fútbol se puede tornar en obsesión y perjudicar al comportamiento racional, pasando al grado de fanatismo

Un grupo de investigadores de la Universidad de Coimbra, en Portugal, ha demostrado que la pasión que sienten por el futbol los aficionados más apasionados es similar al sentimiento de una persona enamorada.

Después de tres años de investigación, los científicos Catarina Duarte, Miguel Castelo-Branco y Ricardo Cayolla comprobaron que los circuitos cerebrales que se activan en los aficionados de futbol son los mismos que en el amor romántico.

Miguel Castelo-Branco explica  que, ante situaciones de emociones positivas (un gol, una buena jugada o un buen resultado), se activan regiones similares del cerebro -el córtex frontal- donde se libera dopamina a modo de recompensa.

En el estudio, los investigadores lusos trabajaron con 2 mujeres y 54 hombres de entre 21 y 60 años, la mayoría seguidores del Oporto y del Académica de Coimbra.

“Hemos podido comprobar que los sistemas neuronales que se activan son muy semejantes al del amor romántico”, insiste el investigador portugués.

Incluso, la amígdala cerebral (que regula las emociones) se activa más, según Castelo-Branco, en los aficionados que en las personas que profesan el amor romántico o de pareja.

El estudio también esclarece que “la pasión tiende a prevalecer sobre los contenidos más negativos como, por ejemplo, la derrota contra un rival, ya que las experiencias menos deseadas tienden a ser suprimidas de la memoria emocional”.

Este estudio sobre personas que practican lo que, en teoría, es una amor trivial (en grupo) se implementará en los próximos dos años con una nueva investigación que medirá el grado de pasión, para ver cómo compite esta forma de amor con el amor romántico.

“A los fanáticos de futbol les someteremos a dilemas donde, por ejemplo, tendrán que elegir entre ir solo al futbol o ir con su pareja a ver una película en el cine”, explica Miguel Castelo-Branco.

El investigador también explica que, al igual que en el amor romántico, este tipo de pasión por el fútbol se puede tornar en obsesión y perjudicar al comportamiento racional, pasando al grado de fanatismo.

El estudio ha sido publicado en “SCAN”, una de las revistas de neurociencias más prestigiosas del mundo.

Pan, circo, opio y estados límites de personalidad

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Los aficionados al balompié suelen sufrir bipolaridad no diagnosticada
Los aficionados al balompié suelen sufrir bipolaridad no diagnosticada

El fútbol es una máquina de generar sentimientos y emociones encontradas como la euforia o la desesperación, la alegría o la tristeza. El fútbol puede enganchar psicológicamente a las personas. Se trata de un tema popular que puede ser compartido con casi cualquier individuo y lugar del mundo; es capaz de unir, con sus colores, y formar parte de un colectivo donde los objetivos e ideales son compartidos.

No da soluciones a los problemas diarios de la gente, pero sí alegrías por las victorias o los títulos; actúa como válvula de escape, como vía para descargar tensiones.

Es una máquina de generar sentimientos, como euforia, alegría, tristeza, rabia, desesperación, nerviosismo… Ayuda a desconectar, evadiéndonos de la realidad, invita a las personas a soñar con algo y que eso les ayude a escapar un poco y les genera nuevas ilusiones; entre otras cuestiones.

Pero una identificación excesiva con un equipo de fútbol repercute en la salud física y mental de los aficionados y puede causar ataques al corazón, violencia verbal, agresiones, disturbios a la salida, enfados familiares, no poder conciliar el sueño, ansiedad, peor rendimiento en el trabajo y reacciones emocionales desproporcionadas.

De todos los seguidores de este deporte, los entusiastas o forofos son el único grupo que se caracteriza por valorar el ganar por encima de cualquier otro aspecto.

Y en ocasiones, en determinadas personas, como por ejemplo en los entusiastas o forofos, estas cuestiones se ven remarcadas en épocas de crisis políticas, económicas y sociales, ya que existe un mayor inconformismo e insatisfacción en general.

En estos casos, el seguidor se implica más emocionalmente debido a las frustraciones externas (como refugio, evitación o válvula de escape), en el que ante una derrota su respuesta suele ser aún más desproporcionada.

Cómo afectan las derrotas

Los seguidores en general, puede que inicialmente sientan alguna emoción negativa, frustración o desilusión, pero al poco tiempo aceptarán el resultado y continuarán con su vida con normalidad. En el caso de los entusiastas o forofos, sobre todo cuando hay un partido importante, la respuesta puede cambiar y requiere superar un proceso de duelo.

Así, se podrían establecer una serie de fases o estados por el que pasaría el aficionado:

Inicialmente puede estar impactado o entrar en una fase de negación de la derrota; después llegaría la fase de enfado, indiferencia o ira, un estado de descontento por no poder evitar la derrota, se buscan razones causales y culpabilidad; en tercer lugar, la fase de negociación consigo mismo o con el entorno, entendiendo los pros y contras de la derrota.

Después le seguirá una fase de dolor emocional, se experimenta tristeza por la derrota, pueden llegar a tener estados de ánimo bajos que deberían ceder con el tiempo; y finalmente llegará la fase de aceptación de la pérdida del partido, vuelta a la normalidad del día a día, con el deseo o expectativa de que su equipo juegue el próximo partido.

El problema viene cuando un seguidor no elabora psicológicamente de forma correcta la derrota y no supera alguna de estas fases. En estos casos se puede llegar a requerir la intervención de un psicólogo del deporte para que facilite la recuperación.

Se recomienda que las personas se impliquen emocionalmente en su justa medida, se vivencien con moderación los partidos y en compañía de otras personas que compartan esta idea. Se puede disfrutar del espectáculo sin excederse. No deja de ser un juego. Después del partido, la vida continuará para todos y habrá más partidos y campeonatos.

Finalmente considera que una emoción puede tardar tiempo en integrarse dentro de una sociedad, aunque cuando se instala suele ser duradera.

Por ello, es importante el papel de efecto protector que los medios de comunicación pueden desempeñar sobre las personas y la sociedad, analizando las situaciones con hechos y desde un punto de vista más objetivo que subjetivo, relativizando las victorias y las derrotas, o apoyando ante los malos momentos. No es aconsejable desde un punto de vista de la salud vivir en una montaña rusa emocional, pasando del cielo al infierno en cuestión de días.

Además, es vital que equipos de fútbol cuenten con un psicólogo del deporte entre los integrantes del cuerpo técnico. Esta figura contribuye a la mejora del rendimiento y el logro de resultados a través del entrenamiento psicológico, así como el cuidado y prevención de la salud, entre otras cuestiones que se requieren en el alto rendimiento deportivo.