Greta Garbo

Fotogramas y estrógenos

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Rodada en el año 1933 (uno antes de la aplicación del nefasto código Hays) y dirigida por Rouben Mamoulian, "La Reina Cristina de Suecia" nos ha regalado una de las escenas más destacadas del imaginario lésbico de Hollywood: la de Greta Garbo, vestida de atractivo caballero, besando a su dama de compañía, la condesa Ebba Sparre (Elizabeth Young). Después del beso, la condesa se queja: “No puedo estar cerca de ti”. Cristina le promete que cuando haya cumplido con sus tareas oficiales, se reunirá con ella para irse juntas y pasar dos o tres días en soledad. “¿Te gustaría?”, le pregunta. Y Ebba le responde: “Oh, me encantaría”.
Rodada en el año 1933 (uno antes de la aplicación del nefasto código Hays) y dirigida por Rouben Mamoulian, «La Reina Cristina de Suecia» nos ha regalado una de las escenas más destacadas del imaginario lésbico de Hollywood: la de Greta Garbo, vestida de atractivo caballero, besando a su dama de compañía, la condesa Ebba Sparre (Elizabeth Young). Después del beso, la condesa se queja: “No puedo estar cerca de ti”. Cristina le promete que cuando haya cumplido con sus tareas oficiales, se reunirá con ella para irse juntas y pasar dos o tres días en soledad. “¿Te gustaría?”, le pregunta. Y Ebba le responde: “Oh, me encantaría”.

Las actrices que han protagonizado filmes con títulos femeninos como Elizabeth Taylor, la primera intérprete que cobró un millón de dólares por una película, o Jessica Lange, «que fue masacrada por Hollywood», son retratadas en el libro del escritor y periodista Eduardo Moyano, «Con nombre de mujer».

Editado por Arkadin Ediciones, el libro presenta semblanzas, curiosidades y opiniones de catorce actrices del pasado y el presente que han interpretado a mujeres históricas, princesas, malvadas, fatales, rebeldes, prostitutas y eróticas.

«Lo más importante de este libro es esa relación entre la actrices, esa curiosidad de que todas las películas tienen nombre de mujer. Es una manera de conocerlas más de cerca, más amena, y que las nuevas generaciones vean ese tipo de cine», dice Eduardo Moyano.

Greta Garbo en ‘La reina Cristina de Suecia’, Bette Davis en ‘Jezabel’, Joan Fontaine en ‘Rebeca’, Rita Hayworth en ‘Gilda’, Catherine Deneuve en ‘Belle de jour’ o Gene Tierney en ‘Laura’ son algunas de las artistas que forman parte de esta recopilación.

«No es un libro de mitómanos porque hay películas menores como ‘Emmanuelle’ o ‘Barbarella’ que son películas que tuvieron una gran repercusión, o como ‘Frances’ que tuvo a una de las actrices que fue masacrada por Hollywood», detalla el autor sobre su libro.

Estas estrellas, explica, fueron un fenómeno mediático en torno a la moda, como Audrey Hepburn en «Sabrina», Diane Keaton en ‘Annie Hall’ o Elizabeth Taylor en ‘Cleopatra’, que con sus túnicas, el color de sus ojos y sus labios creó un estilo que se propagó por todas partes.

El libro, dividido en siete capítulos con ilustraciones y fotografías, es un trabajo que Moyano empezó a hacer cuando trabajaba como periodista en Radio Nacional de España, donde estuvo 35 años y hacía semblanzas de actrices para un programa de cine.

La selección, asegura, fue difícil porque «hay un centenar de películas que han tenido nombre de mujer», como ‘Anastasia’, ‘Juana de Arco’ o la española ‘Julieta’, «con una excelente interpretación de Emma Suárez».

‘Belle de jour’ de Luis Buñuel es la única estampa española en este volumen, «un clásico que Martin Scorsese consideraba como una de las mejores películas de la historia del cine y que hizo que se rehabilitara 20 años después y se pudiese ver en cines de Estados Unidos», precisa el autor.

Moyano describe datos biográficos y coincidencias como las de Romy Schneider y Diane Keaton, cuyas carreras estuvieron influenciadas por sus madres, o Elizabeth Taylor, Bette Davis y Joan Fontaine, que se casaron más de tres veces.

«Elizabeth Taylor decía que ella se casó ocho veces y que muy pocas mujeres podían decir que solamente se habían acostado con los hombres con los que se había casado», cuenta.

Recuerda también escándalos como el que protagonizó ‘Gilda’ en «la España del nacionalcatolicismo».

«Fue solemnemente desaconsejada desde púlpitos, confesionarios y publicaciones. Incluso un sacerdote, el padre Morales organizó con grupos de jóvenes incursiones por la Gran Vía madrileña para destrozar los carteles anunciadores de la película», relata en el texto.

«Con nombre de mujer» concluye con un epílogo dedicado a Marilyn Monroe, que, aunque no participó en ninguna película con título femenino, fue «una de las grandes referencias cinematográficas».

«Escogí ‘Mi semana con Marilyn’, una película bastante notable que cuenta el rodaje de ‘El príncipe y la corista’, cuando tuvo un asistente que la acompañó durante una semana en Inglaterra. Fue esa semana la que muchísimas personas hubiésemos deseado tener, haber conocido a Marilyn», afirma.

El periodista es autor de «Concierto de una vida» (Planeta), una biografía del compositor Joaquín Rodrigo, y «La memoria escondida» (Tabla Rasa) y «La piel quemada» (Ediciones de la Torre), dos trabajos sobre el fenómeno migratorio en el cine.

Comedoras de amor sin mojigatería

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Marlene Dietrich (izquierda) y Greta Garbo (derecha)
Marlene Dietrich (izquierda) y Greta Garbo (derecha)

Hollywood ha dejado escapar un nuevo secreto con los detalles revelados en el libro ‘The Girls’, centrado en el lesbianismo latente en la industria cinematográfica y en la relación que mantuvieron Marlene Dietrich y Greta Garbo.

Ambas demostraron ante las cámaras la madera de la que están hechas las estrellas, rompiendo los corazones de sus admiradores, tanto hombres como mujeres e incluidas ellas mismas, según cuenta la escritora Diana McLellan, autora del libro.

Dietrich contó con Gary Cooper, Maurice Chevalier y Jean Gabin entre sus amantes, además de su inventor y creador, el realizador Josef Von Stenberg, con quien mantuvo una relación artística y sentimental.

Garbo, tras su máscara de hielo, dejó el corazón roto de su primera relación con su descubridor, el director Mauritz Stiller, quien le dio un nombre que, si en castellano implica estilo, en sueco es sinónimo de ninfa.

Sin embargo, ambas formaron parte de lo que McLellan detalla como uno de los mayores círculos de lesbianismo de Hollywood.

Para Garbo, sus avatares lésbicos eran sus «secretos más excitantes» mientras que Dietrich se refería a su grupo de amigas como su «círculo de costura» con el que tejía un entramado sexual donde valía tanto la homosexualidad como la bisexualidad.

Dietrich, la comedora de hombres

Los descubrimientos de este libro no son reveladores, ya que las tendencias sexuales de Dietrich —quien consideraba a sus amantes masculinos como «su asociación de alumnos», fiel a su papel de comedora de hombres en ‘El ángel azul’— eran conocidas.

Incluso en el caso de Garbo, la reservada diva sueca siempre ha sido motivo de especulación por sus gustos sexuales dada su seguridad casi masculina o su voz profunda y algo viril.

De hecho durante el rodaje de ‘Gran Hotel’, cuando Garbo conoció a Joan Crawford y sujetó su cara para alabar su belleza, Crawford admitió públicamente que en ese momento estaba preparada para convertirse en lesbiana.

La aportación de ‘The Girls’ es la teoría de McLellan de que ambas actrices estuvieron unidas por una relación lésbica, a pesar de que las dos divas siempre negaron conocerse.

Trabajaron juntas en un filme mudo

Según las pruebas que aporta MacLellan en su libro, editado por St. Martin Press, las estrellas no sólo se conocieron sino que trabajaron juntas en una película muda, ‘The Joyless Street’, rodada en Berlín en 1925.

En ella, Garbo interpreta un importante papel secundario, que la lanzaría hacia Estados Unidos, mientras que Dietrich no pasaba de un pequeño papel sin importancia.

Garbo, de 19 años, y Dietrich, de 23 entonces, se vincularon en una relación de la que la enigmática belleza sueca salió tan dolida que «claramente dejó la huella de su obsesión por la intimidad», indica la autora.

Los detalles de esta relación, así como de su ruptura, han quedado en el silencio pero la autora ofrece en ‘The Girls’ una posible razón que hizo callar a Dietrich, conocida por sus escandalosas declaraciones en materia sexual.

En opinión de McLellan, la razón se llamaba Otto Katz, uno de los primeros maridos de Dietrich, comunista y contrario al régimen de Hitler.

El conocimiento público de alguien que la escritora describe como el heroico Victor Laszlo de ‘Casablanca’ hubiera puesto en peligro la carrera de la actriz, detalle que, según McLellan, Garbo conocía y con el que pudo chantajear a Dietrich.

Si bien la autora sólo cuenta con pruebas circunstanciales para demostrar este amor, lo que ‘The Girls’ deja bien documentado es el ambiente de libertad sexual de la época dorada del cine y la amplia presencia de intérpretes lesbianas sin que ello disminuyera su magnetismo con los hombres desde la pantalla.

Josef von Sternberg siempre aseguró que los devaneos lésbicos de Dietrich contribuían a su «magnetismo andrógino» mientras que la presencia de un miembro de este «círculo de costura» llamado Dolores del Río no detuvo el amor hacia la estrella de su marido, Cedric Gibons, o la fascinación que por ella sentía Orson Welles.