inteligencia emocional

El vals de las entrañas

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Aprenden a comer, a leer, a jugar pero desconocen, como la gran mayoría de los adultos, qué emociones sienten y cómo pueden gestionarlas. Educar a los menores en inteligencia emocional podría dar lugar a una sociedad menos violenta y conflictiva
Aprenden a comer, a leer, a jugar pero desconocen, como la gran mayoría de los adultos, qué emociones sienten y cómo pueden gestionarlas. Educar a los menores en inteligencia emocional podría dar lugar a una sociedad menos violenta y conflictiva

“La inteligencia emocional es la capacidad para identificar nuestras propias emociones, sentirlas, regularlas y expresarlas, así como poder reconocer las de los demás”, una definición de la psicóloga Julia Vidal que toma como referente el concepto que los psicólogos Peter Salovey y John Mayer desarrollaron en 1990.

Educar en el manejo de las emociones desde niños, pero también en los adultos, supone conseguir “regulación emocional, mejor autoestima, desarrollar el potencial de cada uno, mejorar las relaciones y gestionar mejor los conflictos”, explica la directora del Centro de Psicología Área Humana de Madrid donde se imparten cursos de inteligencia emocional para niños a partir de 5 años y adolescentes.

Sin embargo, en los colegios públicos y privados españoles no es habitual encontrar programas de desarrollo de las emociones, “algo que marcaría un antes y un después”, señala la psicóloga, para contribuir a formar una sociedad con menos violencia y menos conflictos en las relaciones.

“Los hombres -añade- están muy por debajo de la media, tienen menos inteligencia emocional que las mujeres, pero a medida que van cumpliendo años van aprendiendo”.

Según Julia Vidal, “nuestra sociedad no se para a analizar qué siente en cada momento y por qué lo siente. Estamos llenos de miedos, dificultades para ser asertivos, no sabemos decir que “no”. Hay déficit y carencias por todas partes”.

Para convertirnos en personas de comportamientos estables, el Centro de Psicología Área Humana organiza cursos de inteligencia emocional donde se estudian cada una de las cinco emociones básicas y universales: alegría, tristeza, miedo, ira y asco.

La psicóloga infantil Mariola Bonilla, de Área Humana, es la encargada de impartir estos talleres prácticos donde se trabajan las emociones y las habilidades sociales, con especial hincapié en el desarrollo de la empatía.

“Se les enseña a reconocer y a describir las emociones, a pararse a pensar para cambiar, por ejemplo, un enfado, para regularlo. Se les muestran estrategias cognitivas para que saquen lo mejor de ellos mismos”, indica.

Y para ello se utilizan distintas herramientas, como el medidor emocional, un cuadrante de colores donde cada día apuntan qué sienten. Emociones distintas para cada cuadrante: en el amarillo (emociones muy agradables y elevada energía, como el entusiasmo); en el verde (emociones agradables y baja energía, como la tranquilidad); en el azul (emociones desagradables y baja energía, como la tristeza) y en el rojo (emociones desagradables y elevada energía, como enfado).

El niño llega al curso sin saber cómo manejar sus sentimientos y sale con un diario de emociones donde anotan cómo se han sentido cada día. Empiezan a atender emociones que pasaban desapercibidas, y empiezan a entender, por ejemplo, por qué se enfadan con frecuencia.

Otro de los cambios que experimentan es en el lenguaje, se amplia el vocabulario emocional para describir mejor lo que sienten, explica la psicóloga infantil.

Por estos cursos han pasado niños tímidos, hiperactivos, tristes…pero con el factor común de tener unos padres concienciados de la importancia de la estabilidad emocional.

Este es el caso de Carolina V.Fernández que decidió llevar a su hijo Hugo, de 8 años a los talleres porque “es muy inteligente y sensible y enfocaba erróneamente sus emociones, mostraba mucha ira hacia cosas que no eran tan importantes”.

“Nada está bien o mal, hay connotaciones y queríamos que las aprendiera”, comenta esta madre, quien ha notado como Hugo ha ampliado su vocabulario sobre sentimientos y le cuesta menos expresarse “y eso nos ayuda a nosotros”.

Maestra infantil, Carolina considera que sería necesario que se realizaran programas de inteligencia emocional y habilidades sociales en las aulas porque se evitarían o resolverían con mayor facilidad muchos de los conflictos que surgen en el aula.

“Con inteligencia emocional -señala la psicóloga Julia Vidal- habría menos niños violentos, menos acoso en las escuelas, menos fracaso escolar porque se aprendería, por ejemplo, a ser empático o a identificar la envidia como una emoción normal que no debe significar dañar al otro, sino colaborar con él para obtener la fórmula de todos ganamos”.

“Pero esta sociedad está empañada, nos contagiamos la mala educación emocional”, concluye la especialista.

La Inteligencia Emocional mejora la calidad educativa

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Una educación emocional tiene como objetivo una educación para la paz, por lo que tendría como finalidad impulsar un cambio social
Una educación emocional tiene como objetivo una educación para la paz, por lo que tendría como finalidad impulsar un cambio social

El desarrollo de la inteligencia emocional en la escuela reduce el absentismo y los niveles de ansiedad de los estudiantes y mejora el rendimiento y el clima de convivencia en las aulas, según indica un proyecto, establecido hace cinco años en un centenar de colegios de Cantabria, consistente en facilitar a los docentes materiales y conocimientos para incorporar la educación emocional a los programas educativos como forma de ayudar a un desarrollo integral de los niños y adolescentes.

El objetivo principal de la inteligencia emocional es mejorar las capacidades del ser humano para desenvolverse con eficacia en su ambiente social, es decir, mejorar las habilidades o destrezas sociales, algo que incluye el conocer, controlar, modificar, moldear las emociones hacia uno mismo y hacia los demás, pero para ello, es necesario crear nuevos espacios para el aprendizaje y ejercicio de la paz, es decir, experiencias que generen procesos dialécticos y vivenciales a través de los cuales niños y adolescentes lleguen a ser tratados y a tratarse unos a otros, con respeto, como toda persona libre tiene derecho a serlo.

Dicho estudio ha analizado los resultados en tres de estos colegios -con un total de 1.000 estudiantes de entre 3 y 16 años- y concluido que, gracias a las nuevas habilidades emocionales de los alumnos, su capacidad de comunicación ha aumentado notablemente y se ha reducido en un 13 por ciento su nivel de ansiedad.

Además ha supuesto una mejora en el clima y la convivencia en las aulas, por lo que ha aumentado el rendimiento y descendido el absentismo porque a los niños les divierte ir al colegio.

Por consiguiente, puede aseverarse que ste tipo de formación potencia la capacidad de los niños y los hace más fuertes y felices, lo que tiene una repercusión en el descenso del consumo de drogas, la violencia y la agresividad, y la depresión.

El éxito de este proyecto ha sido tal que 200 colegios de toda España, tanto públicos como privados, han expresado su interés por conocer y aplicar este programa. Para ellos ya existe una «Red de Centros de Educación Responsable» para difundir los principios básicos de los métodos de educación emocional y permitir el intercambio de experiencias entre docentes de distintos centros.

El programa en sí, que consiste en formación específica para el profesorado y en la distribución del material docente necesario para desarrollar la inteligencia emocional de los niños, no se implantará por ahora más que en 15 nuevos centros educativos.