jackie wilson

La alta fidelidad del ‘rhythm and blues’

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Wilson no fue solo un precursor en la forma de cantar y añadir esas características del Gospel a la música pop (en su mayoría heredadas de Clyde McPhatter). Fue uno de los inventores de lo que podríamos llamar el frontman perfecto. Lo que ya se podía ver en otros artistas negros anteriores, “Mr. Excitement” (así le dieron en llamar) lo elevó a la mayor potencia que se podía elevar por aquel entonces. Decían sus coetáneos, que nunca habían visto un cantante tan enérgico y dinámico como él. Y es que sus movimientos de pies, su recorrido por el escenario sobre una pierna, giros y caídas de rodillas y sus continuas palmas fueron adquiridas por muchos artistas de la época y fueron la base para muchos otros posteriores ( James Brown, Elvis Presley, Michael Jackson…). Dicen que muchos de estos pasos los adquirió de su época como boxeador
Wilson no fue solo un precursor en la forma de cantar y añadir características del Gospel a la música pop (en su mayoría heredadas de Clyde McPhatter). Fue uno de los inventores de lo que podríamos llamar el frontman perfecto. Lo que ya se podía ver en otros artistas negros anteriores, “Mr. Excitement” (así le dieron en llamar) lo elevó a la mayor potencia que se podía elevar por aquel entonces. Decían sus coetáneos, que nunca habían visto un cantante tan enérgico y dinámico como él. Y es que sus movimientos de pies, su recorrido por el escenario sobre una pierna, giros y caídas de rodillas y sus continuas palmas fueron adquiridas por muchos artistas de la época y fueron la base para muchos otros posteriores (James Brown, Elvis Presley, Michael Jackson…). Dicen que muchos de estos pasos los adquirió de su época como boxeador

Un meteoro negro de voz potente y de excepcional dinamismo. Esto ha sido Jackie Wilson. En su carrera colocó unos cincuenta discos en las listas, pero a pesar de este éxito, mantenido durante veinte años, el nombre de Wilson no ha logrado entrar en el Olimpo de la música como hubiera merecido. Quizás era demasiado intrépido, demasiado versátil, para calar hondo en la imaginación del oyente. En los mejores años de su trabajo, Jackie Wilson se movió entre los diferentes géneros musicales, pero sin posarse nunca demasiado tiempo en un lugar.

Jack Leroy Wilson nació en Detroit, Michigan, el 9 de junio de 1934. Su primera pasión no fue la música sino el boxeo, y en 1950 llegó a ganar el título amateur de Golden Glove como peso welter: para obtener este resultado falsificó la fecha de su nacimiento. Pero las cosas le fueron peor como profesional, y de diecinueve combates sólo ganó dos. Por suerte, entre round y round, Wilson descubrió la música, cantando gospel y espirituales en la iglesia. Actuó por primera vez en un escenario con The Ever Ready Gospel Singers. El joven tenía talento y estaba harto del austero repertorio religioso; así que no se echó atrás cuando en 1951 le ofrecieron la posibilidad de grabar algunas canciones para Dee Gee Records, la compañía del trompetista de jazz Dizzy Gillespie.

Durante una gira, atrajo la atención del grupo vocal The Thrillers, del que formaban parte Sonny Woods y Hank Ballard, que en lo sucesivo se convirtieron en los fundadores de The Royals, más tarde conocidos como Midnighters. En 1951 Wilson participó en un concurso para jóvenes talentos organizado por Johnny Otis en el Paradise Theatre de Detroit. En aquella ocasión no ganó, pero Billy Ward, de The Dominoes, se fijó en él inmediatamente, y un año después, cuando tuvo que sustituir a un cantante, pensó en él. Jackie Wilson se integró perfectamente en la formación de The Dominoes y llegó incluso a convertirse en el solista cuando se marcho Clyde McPhatter. Así lo recordaba unos años más tarde: «Clyde tuvo una influencia notable sobre mí. Me enseñó muchas cosas y también bastantes trucos que me servirían en lo sucesivo.»

Entre las otras influencias recibidas por Wilson debe recordarse a Al Jolson, The Dixie Hummingbirds, Louis Jordan, The Mills Brothers y The Ink Spots. Wilson cantó como solista o segundo tenor de The Dominoes durante casi cinco años. Realizaron numerosas actuaciones en gira por Estados Unidos y grabaron muchas canciones para King Federal. Wilson cantaba en temas como ‘Three coins in the fountain’ y ‘Rags to riches’. Su voz destacaba por encima de las otras y revelaba un gran carisma en las baladas.

Con frecuencia se volvía irreconocible, cuando subía de tono y realizaba una interpretación chillona y dura. ‘Learning the blues’ y ‘You can’t keep a good man down’ muestran un estilo de gran efecto, con una emisión vocal entre el falsete y el tenor medio-alto. A mediados de 1956, The Dominóes cambiaron de casa discográfica y pasaron a Decca. Wilson permaneció con ellos unos meses más, pero después se separó definitivamente, en busca del éxito personal. Durante un cierto período actuó como solista en locales nocturnos, aprovechando la popularidad conquistada con The Dominoes; la táctica funcionó y finalmente la compañía Brunswick le ofreció un contrato de grabación.

‘Reet petite’ (1957) fue el primer disco de Wilson para la nueva compañía. Es un rock vivaz escrito por Berry Gordy, también ex boxeador, y por Billy Davis, primo de Wilson, que componía bajo el seudónimo de Tyran Carlo. Este grupo de trabajo continuó por un tiempo y fue responsable de los primeros éxitos del cantante. Además, precisamente sobre la base del compromiso con Wilson, Berry Gordy maduró la idea de una nueva compañía especializada en música negra, la futura Motown. Jackie Wilson interpretaba desde temas muy rítmicos, aunque no exactamente de rock puro, hasta dramáticas baladas, realizadas con la orquesta de Dick Jacobs. Pero Wilson se encontraba a disgusto con los arreglos acaramelados compuestos por Jacobs.

En aquel primer período como solista, los resultados comerciales no mantenían un ritmo constante. Lentamente, Wilson fue conquistando un mayor poder de decisión y llegó a crear canciones con un estilo totalmente nuevo. Los resultados no se hicieron esperar: ‘Lonely teardrops’ (número siete en 1959), ‘You better know it’ y ‘Talk that talk’ (1959), ‘Doggin’ around’ (1960), ‘Night’ (número cuatro en 1960), ‘A woman, a lover, a friend’ y ‘The tear of the year’. Además Wilson produjo una serie de álbumes maduros y completos. ‘At the Copa’, ‘You ain’t heard nothin’ yet’ y ‘J. W. sings the world’s greatest melodies’.

Wilson ya era una gran celebridad. Sus espectáculos conseguían incandescentes momentos de amor colectivo que rozaban la irracionalidad. En 1961 una fan desenfrenada le disparó, hiriéndole gravemente. Wilson recuerda: «Por un pelo no me hizo desaparecer para siempre. Se necesitó mucho tiempo para que pudiera volver a mi puesto, se necesitaron grandes médicos y mucha ayuda del Señor para que saliera del hospital». Otra vez en activo, Wilson se destacó en este período por sus frecuentes incursiones en el campo de la música clásica: ‘Alone at last’, por ejemplo, es la adaptación moderna de un tema de Chaikovsky, mientras que ‘My empty arms’ es un fragmento de la ópera «Los payasos», de Leoncavallo.

En los años sesenta Wilson anticipó con frecuencia los progresos del mundo musical con temas que combinaban el viejo rhythm and blues con el nuevo y sofisticado soul, siguiendo el ejemplo de Ray Charles. Así nacieron canciones como ‘Baby get it’, ‘Shake, shake, shake’ y ‘Bit boss line’, que le permitieron conquistar un público nuevo entre los oyentes blancos.

Tras un par de años apagados, Wilson volvió a triunfar con Whispers’ (1966) y con ‘Higher and higher’ (1967). Pero éstos fueron los últimos éxitos de Wilson, que entró en los años setenta en una crisis de ideas. Con nuevos colaboradores, en 1972 publicó el álbum ‘Nowstalgia’, un tributo a Al Jolson, «el cantante de jazz» de la primera película sonora de la historia del cine: comercialmente fue un fracaso total, a pesar de la buena calidad de las canciones. Por el contrario, su cotización como cantante siguió siendo muy alta. Con su estilo desencantado, sus cigarrillos consumidos con intensidad, las pausas entre tema y tema, Wilson siempre ha sabido seducir a cualquier auditorio con su voz.

El último éxito discográfico de una cierta entidad fue ‘Sing a little song’ de 1973, muy lejos de la brillante energía de su tiempo. Su precaria situación económica le obligó a multiplicar sus actuaciones para conseguir el dinero con el que pagar la pensión alimentaria de sus dos ex mujeres. Ésta sería una de las causas del ataque al corazón que sufrió el 29 de septiembre de 1975 en el Latín Casino de Camdem, New Jersey, mientras estaba actuando en el escenario. Cayó desplomado golpeándose en la cabeza: ingresado de urgencia en el hospital, le fueron encontradas gravísimas lesiones cerebrales. Wilson salió del coma, pero tuvo que llevar una vida vegetativa hasta que murió en enero de 1984.

Un feo final para un artista cuya memoria vive aún en tantos colegas (Van Morrison se ha declarado siempre un gran admirador suyo): un gran artista de vida desordenada, pero con un talento único, que cuando ha sabido encontrar la forma de expresarse ha dado vida a joyas musicales inolvidables, como lo prueba la reedición de ‘Reet petite’ (número uno en 1987), y posteriormente ‘Higher and higher’.