joan crawford

Dos lobas en su crepúsculo

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Es tierno, catártico y trágico ver a esas dos titanas de Hollywood dejar a un lado su vulnerabilidad para conectar. La triste ironía de la fantasía, sin embargo, es que en los últimos y solitarios años en la vida de esas dos mujeres nunca llegaron a comprender cuánto tenían en común. Ambas fueron mujeres fuertes que batallaron contra el sistema de estudios para construir carreras longevas, solo para ser reducidas a carne de cañón para los programas de cotilleos en el momento en que la industria decidió que había llegado su fecha de caducidad
Es tierno, catártico y trágico ver a esas dos titanas de Hollywood dejar a un lado su vulnerabilidad para conectar. La triste ironía de la fantasía, sin embargo, es que en los últimos y solitarios años en la vida de esas dos mujeres nunca llegaron a comprender cuánto tenían en común. Ambas fueron mujeres fuertes que batallaron contra el sistema de estudios para construir carreras longevas, solo para ser reducidas a carne de cañón para los programas de cotilleos en el momento en que la industria decidió que había llegado su fecha de caducidad

Protagonizaron el mayor duelo de divas de la historia del cine en «¿Qué fue de Baby Jane?», pero la rivalidad entre Bette Davies y Joan Crawford venía de lejos, alimentada por la ambición y los celos de ambas y también por un Hollywood machista que utilizaba y desechaba a las actrices a partir de cierta edad.

A la revisión de esta relación que propuso Ryan Murphy en la serie de HBO «Feud» se une un libro, «Bette&Joan. Ambición ciega», de Guillermo Balmori, experto en cine, escritor y coeditor e Notorius Ediciones, que ahonda en sus causas y circunstancias.

Procedían de clases sociales distintas. Davies, de familia acomodada y educada, aunque le encantaba blasfemar, mientras que Crawford sólo conoció la miseria en su infancia y adolescencia, y por el contrario era «un dechado de gazmoñería y refinamiento».

Según el autor, la que fue estrella de la Metro, Crawford, siempre admiró a Davies, pero no al revés. «Davies fue la gran sádica de Hollywood y Crawford la gran masoquista», señala en las páginas del libro, dando por buena una sentencia de un crítico de la época.

Muchas de las cosas que se han escrito sobre la mala relación entre ambas, desde su enfrentamiento por un hombre, el actor Franchot Tone, hasta los entresijos del rodaje de su única película juntas, «¿Qué fue de Baby Jane?», deben tomarse con cierta reserva.

Y es que no solo los reporteros y columnistas de la época se encargaron de sacar toda la punta posible a una historia ideal para un público morboso, sino que la jefa de prensa de la película y hasta las propias actrices se encargaron de alimentar el circo.

Quizá uno de los chascarrillos más famosos del rodaje del filme dirigido por Robert Aldrich fue la patada que Davies le propinó en la cabeza a su compañera en una escena en la que supuestamente debía fingir los golpes y que aderezó convenientemente la célebre columnista Hedda Hopper.

Y la revancha que Crawford se tomó cuando, en otra escena en la que Davies debía llevarla a rastras, se ocultó en el talle un cinturón de levantador de pesas con refuerzos de plomo.

Para entonces, ambas habían pasado por altibajos en su trayectoria. Las dos habían ganado al menos un Oscar: Crawford por «Alma en suplicio» (1945) y Davies por «Peligrosa» (1935) y «Jezabel» (1938), pero también sabían lo que era recibir la etiqueta de «veneno para la taquilla».

Se dio la circunstancia de que el Oscar de Crawford fue por un papel que Davies había rechazado. Después de eso, su carrera languideció, mientras que Crawford se erigía como nueva reina del melodrama en Warner.

Pese a todas las diferencias, tenían una herida en común, el abandono paterno. El director Vincent Sherman señalaba así esta similitud: «Pese a que se aborrecían entre ellas, debajo de la piel eran hermanas. Ambas habían sido abandonadas por su padre, lo que les dejó como secuela una eterna desconfianza hacia los hombres».

El otro aspecto en común es que eran dos actrices de carácter en una industria dominada por hombres. Tenían que pelear para que los estudios les ofrecieran papeles interesantes y esto alimentó su rivalidad. Bette Davies llegó a plantarle cara al mismísimo Jack Warner en los tribunales.

En el juicio se habló de «esclavitud laboral» y salieron a la luz cláusulas por las que un actor se veía obligado a hacer todo lo que el estudio le ordenaba. Pese a ello, el juez le dio la razón a Warner, aunque al menos Davies logró mejorar su contrato con el estudio.

La primavera de las divas desaparecidas

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Joan Crawford y Marlene Dietrich, en 1931
Joan Crawford y Marlene Dietrich, en 1931

Muchas son las coincidencias entre Marlene Dietrich, Joan Crawford y Rita Hayworth, tres grandes estrellas del celuloide, una terna de divas que se apagó hace años y cuyo recuerdo permanece intacto en metrajes memorables.

La Dietrich murió el 6 de mayo de 1992; la Crawford el 10 del mismo mes de 1977, mientas que Rita, la inolvidable Gilda, desapareció el 14 de mayo de 1987. Por ello, el mundo del cine agradece su legado, sus grandes interpretaciones y sus magníficas películas, especialmente cuando la primavera agoniza.

Magdalena Von Losch (Marlene Dietrich) nació en Schonenberg, Berlín, Alemania, 1901 y falleció a los 91 años en París. Para el gran público fue Marlene Dietrich.

De Marlene destacan su interpretación en Der blaue Engel (The Blue Angel) (1930), la cinta que catapultó su carrera y a la que se sumaron otros grandes trabajos como Morocco (nominada al Óscar en 1931); Dishonored; Shanghai Express; Blonde Venus; The Devil is a Woman; Witness for the Prosecution (bajo la dirección de Billy Wilder); o Touch of Evil (a las órdenes de Orson Welles).

Sobre ellas se ha enfatizado sus bellezas, deseo de muchos hombres, entre ellos el veterano Kirk Douglas, que en un libro de memorias publicado en los años ochenta confesaba que había mantenido relaciones amorosas con numerosas actrices, entre las que nombraba a estas tres divas.

A pesar de sus brillantes carreras, sólo Joan Crawford alcanzaría el éxito del Óscar. Fue en 1945, por su interpretación en Mildred Pierce. Marlene Dietrich y Rita Hayworth engrosan la lista de las grandes olvidadas de la afamada estatuilla de Hollywood, junto a otras estrellas del celuloide, como Greta Garbo o Marilyn Monroe.

Crawford, Lucille Fay LeSueur, vino al mundo en San Antonio, Texas el 23 de marzo de 1904 y falleció en Nueva York 10 de mayo de 1977. La carrera de Joan Crawford fue más o menos paralela a la Dietrich. Cuando la actriz alemana triunfaba con El Ángel Azul, la texana ya era conocida por su gran interpretación de Diana Medford en Our Dancing Daughters (1928). Más tarde siguió destacando con Pretty Ladies; Old Clothes, Paris, Road to Singapore, Our Dancing Daughters, Mildred Pierce (Óscar a la mejor actriz, en 1945) o Possessed (nominada al Óscar en 1947).

El Litri, con Rita Hayworth, en Huelva
El Litri, con Rita Hayworth, en Huelva

El estrellato de Rita Hayworth llegó cuando Marlene Dietrich y Joan Crawford ya eran celebridades en Hollywood. Su carrera está marcada por su papel en Gilda (1946), donde se forjó su leyenda a base de sensualidad y número musicales que le valieron el apelativo de la diosa del amor. Antes ya era reconocida por su trabajo en You’ll Never Get Rich (1941), junto a Fred Astaire. Otros títulos brillantes fueron My Gal Sal (1942), Tales of Manhattan (1942), Cover Girl (1944),

Las tres divas también coincidieron en una vida privada de muchos vaivenes. Marlene Dietrich se casó con el productor Rudolf Sieber (1924), con el que tuvo una hija, María y, aunque nunca se divorció, sí se le conocieron romances con Maurice Chevalier, James Stewart, John Wayne, Yul Brynner o Kirk Douglas.

Joan Crawford se casó cuatro veces: con Douglas Fairbanks, Franchot Tone, Phillip Terry y Alfred Steele, los tres primeros actores y el último presidente de la compañía PepsiCo. Su deseo de ser madre lo vio cumplido al adoptar a cuatro niños: Christine, Christopher, Cindy y Cathy, éstos últimos mellizos.

Rita Hayworth se casó cinco veces: con el productor Edward Judson; con el cineasta Orson Welles; con el príncipe Alí Khan; con el cantante Dick Haymes y con el director James Hill. Ningún matrimonio le duraría más de cinco años, principalmente por la infidelidad de sus parejas. Fruto de estas relaciones fueron sus dos hijas: Rebeca Welles y Yasmin Aga Khan.