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La leyes de la probabilidad contra McCartney

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Paul McCartney y John Lennon en 1965, año de grabación de "In my life"
Paul McCartney y John Lennon en 1965, año de grabación de «In my life»

Han pasado 50 años y todavía perdura el misterio de quién fue el verdadero autor del tema «In my Life» de los Beatles. Como bien saben los seguidores de la banda, tanto Paul McCartney como John Lennon siempre se han disputado la autoría de la canción. Ni los expertos ni ellos mismos se han puesto nunca de acuerdo. Pero las matemáticas han decidido poner solución a este embrollo.

La Universidad de Harvard ha desarrollado un modelo matemático que cree tener la respuesta: la canción fue obra de Lennon. Y, ¿en qué se basan? “Descubrimos que el contenido musical era mucho, mucho más consistente con el estilo de John. De acuerdo con nuestro modelo, es muy probable que hubiera sido escrito por él. Lo que eso significa es que si comparas In My Life con canciones de Lennon de ese período y canciones de McCartney de ese período, es mucho más consistente con Lennon”, asegura el estadista Mark Glickman.

Pero, entonces, de haber sido así, ¿por qué McCartney estaría tan emperrado en hacerse suya la canción? ¿Qué sentido tendría eso? Bien, los investigadores creen también tener una respuesta para ello. Y es que, cuando los estudiosos separaron los versos del interludio de la canción –lo que Lennon solía llamar ‘los ocho compases del medio’– encontraron algo interesante. “Hubo algunas dudas sobre si McCartney escribió el interludio. Y resulta que hay cerca de un 50 por ciento de posibilidades de que esos ocho compases hayan sido escrito por él, y el resto probablemente haya sido escrito por John”.

En cierto modo, los dos tendrían razón. No obstante, el estilo global del tema sería fuertemente similar al de Lennon. “En el contexto del análisis textual, la forma en que esto funciona es que tenemos un grupo de documentos escritos por un autor y un grupo escrito por otro autor”, concluye en su estudio Glickman. Por ello, para decantarse por un autor u otro, prosigue explicando que la estrategia se basa en “examinar la frecuencia de ciertos tipos de palabras en esos documentos”. En el contexto de la composición, la forma en que lo hacemos es tratar las canciones como dos flujos paralelos de ‘texto’ para analizar la línea de melodía y los acordes o estructura armónica”, explica.

En este sentido, el experto señala que, cuando el equipo comenzó a buscar las características musicales que podrían sostener su análisis, lo que se destacó fueron los pares de notas y los pares de acordes. “Encontramos pares de notas melódicas y pares de acordes que eran particularmente distintivos. Por ejemplo, un par de acordes que tiende a ser mucho más comunes en una canción de Lennon que una canción de McCartney va del tónico al sexto menor, que es un motivo de rock bastante estándar: va del acorde tónico principal a su semejante menor”, sostiene.

Motivos para querer a Yoko Ono

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John y Yoko representaron el amor sin trabas en una época represiva.
John y Yoko representaron el amor sin trabas en una época represiva

Yoko Ono nació el 18 de febrero de 1933 en Tokio, en el seno de una acomodada familia propietaria de bancos japoneses, siendo además su padre descendiente del emperador de Japón. Empezó a estudiar en una escuela para niños con talento especial para la música y fue también la primera mujer aceptada en la facultad de Filosofía de la universidad de Gakushuin, una de las más exclusivas de Japón, en la que estudió junto al actual emperador Akihito. Tras la II Guerra Mundial, la familia se trasladó a Nueva York y allí empezó a asistir al Sarah Lawrence College, donde estudió composición y poesía contemporánea.

En 1956 contrajo matrimonio con su primer marido, el músico de vanguardia Toshi Ichiyanagi, de quien se divorció en 1962 tras varios años viviendo separados. Tras superar una mala racha, Yoko conoció al productor de cine Anthony Cox, que se convertiría en su segundo marido. Aunque la relación fue tormentosa desde el principio, la pareja tuvo una, hija Kyoko Chan.

El 9 de noviembre de 1966, Yoko conoció a John Lennon en Indica Gallery, una galería de arte londinense donde la artista, que ya se había labrado una gran fama como artista conceptual, exponía su trabajo. Intrigado por lo que veía, el músico recorrió la galería hasta encontrar a la autora de las obras que tanto le habían fascinado. La encontró frente a una de ellas que llevaba un letrero que rezaba «Clava un clavo», y él le preguntó si podía clavar uno. Yoko le dijo: «Puedes hacerlo si me das cinco monedas», a lo que John contestó: «Te doy cinco monedas imaginarias si me dejas clavar un clavo imaginario».

La atracción que ambos sintieron desde ese primer instante fue tan intensa que no dudaron en romper sus respectivos matrimonios para comenzar su polémica historia de amor. En ese momento se inició una leyenda que uniría sus nombres en una historia icónica que se prolongó más allá de la muerte de Lennon. Aunque Yoko jamás se arrepintió de ello, sí llegó a declarar en alguna ocasión, «de cierta manera ambos arruinamos nuestras carreras por estar juntos”.

Pese al destacado papel de Yoko Ono en el arte moderno, para muchos sigue siendo la mujer (malvada) que acabó con Los Beatles. Objeto de odio visceral beatlemaniaco, calificada de “enana venenosa”, “Río Kwai”, “bruja” y otros motes más groseros, hay razones de sobra para querer a la viuda de John Lennon.

1. Separó a Los Beatles

La afirmación no es cierta en absoluto. Yoko y su amor pegadizo con Lennon contribuyó a enfriar las relaciones con Paul y el resto de la banda pero su papel no fue determinante en la ruptura del grupo más famoso de la historia. Los cuatro fantásticos ya estaban en el límite y, cada uno, buscaba su propio camino creativo.

Además, si ella participó en el fin de los de Liverpool, todavía hay que agradecérselo. ¿Alguien se imagina a unos octogenarios Beatles tocando en estadios de fútbol a la manera de los bisabuelos Stones? No ¡por favor! conservemos el mito.

2. Amó a Lennon

Pocas historias de amor son tan intensas como las que protagonizaron Yoko y John. “No se enamoró del Beatle, no se enamoró de mi fama. Se enamoró de mí por mí mismo, y a través de eso, logró sacar lo mejor de mí”. Así se explica Lennon cuando habla de su esposa en la biografía (no autorizada) de Philip Norman.

Romeo y Julieta palidecieron cuando el beatle y la artista protagonizaron una campaña por la paz durante dos semanas -en distintos sitios- en una cama de dos hoteles delante de la prensa. Su mensaje: Dad una oportunidad a la paz. Doce años después, un loco –Mark David Chapman– mató a Lennon en las puertas del Dakota de Nueva York.

3. Guarda el legado

Las 211 canciones de los Beatles siguen en el Olimpo de la música pop. Ni Pitbull ni Luis Cobos se han atrevido a remezclar a ritmo “chinpum” la obra de los Fab Four. Tampoco ninguno de los cuatro grupos indies que actúan en los 200 festivales independientes que asolan la península Ibérica tienen previsto, este año, tararear alguna tonadilla de La Plastic Ono Band.

El celo permanente de Yoko ha evitado, en gran parte, la corrupción de unas canciones inolvidables. Lanzamientos muy cuidados (reedición de todos los discos de Lennon en 2010); colaboraciones exquisitas con el Cirque du Soleil, o la supervisión de las ediciones en 2014 para el mercado estadounidense…el producto “Lennon” debe ser chic, único y de calidad.

Bien es cierto que esta firmeza no ha impedido que muchos ascensores, hipermercados y bastantes anuncios,tengan melodías de su marido como música de fondo. Es una forma -amable y negociable- de aumentar el patrimonio familiar. Según la revista Forbes, John se colocó en el séptimo puesto en el top anual de los artistas fallecidos que más ingresos generó en 2012: 12 millones de dólares.

4. Musa y Leyenda

Muchas canciones como “Imagine” o “(Just Like) Starting Over” no se pueden imaginar sin la presencia de La Niña del Océano (traducción libre del nombre japonés Yoko). Ella, como confesó John al periodista Robert Hilbum, en su crónica “Desayuno con Lennon”, era su “catalizadora artística”, su inspiración.

Al margen de su papel de musa, hay que reconocer que también endulzó a un joven listo pero airado como Lennon. Le separó del materialismo fácil de la estrella de rock, le apartó de las filosofías hindúes sin fundamento y le empujò a defender el cambio social como parte del mensaje liberador del rock.

5. Pomelo

“Pomelo: un libro de instrucciones y dibujos” es una publicación de Yoko, editada en los sesenta, que cautivó y atrapó a John. Fue, quizá, la puerta intelectual que abrió la relación entre ambos.

También es -seguro- una muestra más de la innecesaria presencia de John Lennon para comprender el valor artístico de Yoko Ono. Y esta es la clave de la historia.

La viuda transciende su condición de “mujer de” mucho antes de conocer y formar parte del circo mediático de las “celebrities”. Y.O. es una gran artista.

Desde la distancia, todavía pueden quedar expresiones como “Pulling a Yoko Ono”, para referirse a la novia que te separa de los colegas, o comentarios machistas sobre el retorcido (y placentero) sexo asiático…

Está claro que el mundo da vueltas y a las percepciones cambian. O como ha escrito Yoko en su cuenta twitter (@yokoono): “Recuerda, nosotros somos todo agua del mismo océano”.