joseph smith
De polígamos y megalópolis

La iglesia mormona reconoció por primera vez en su historia que su fundador Joseph Smith, tuvo entre 30 y 40 esposas, entre ellas una de 14 años, según una serie de ensayos oficiales que recogen varios medios estadounidenses.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, como se denomina formalmente esta confesión religiosa con sede en el estado de Utah (EU), publicó la información en un ensayo que entonces pasó desapercibido pero que ahora recuperan varios medios locales y nacionales.
Hasta ahora, la religión mormona solo había reconocido una esposa -llamada Emma- al profeta que la fundó en el siglo XIX, y la revelación encaja con la práctica de poligamia que la iglesia abandonó formalmente en 1890, pero que ha seguido vinculándose con esa confesión en la cultura popular de Estados Unidos.
La difusión de esa información forma parte de un esfuerzo de la iglesia de ser más transparente respecto a su historia debido a las acusaciones que han surgido sobre el tratamiento de mujeres o las minorías dentro de la fe, según un análisis del diario Boston Globe.
Smith tuvo entre 30 y 40 esposas, de edades comprendidas entre los 14 y 56 años, aunque la mayoría de ellas estaban entre los 20 y los 40; y algunas estaban también casadas con amigos del profeta, según el ensayo.
Es probable que Smith no mantuviera relaciones con todas las mujeres porque muchas estaban «reservadas» para su esperado disfrute en el cielo, pero esa poligamia causaba un «sufrimiento insoportable» a su primera esposa, Emma, de acuerdo con el ensayo.
Smith se inclinó hacia la poligamia durante sus lecturas del Antiguo Testamento en 1831, cuando descubrió que muchas figuras bíblicas, como Abraham, David y Salomón, tenían más de una esposa.
«La misma revelación que le enseñaba sobre el matrimonio plural formaba parte de una revelación más amplia dada a Joseph Smith. El Matrimonio podía durar más allá de la muerte y ese matrimonio eterno era esencial para heredar la plenitud que Dios desea para sus hijos», sostiene el ensayo.
Se estima que unos 40 mil residentes de Utah mantienen hoy matrimonios polígamos, si bien la iglesia mormona insiste en que no son miembros de su confesión, que en 1890 rechazó la poligamia bajo presión del Gobierno estadounidense y desde entonces excomulga a quienes la practiquen.
Ciudades mormonas del futuro
Buscando documentos referidos a su religión para aprender más sobre ella, el empresario David Hall acabó encontrando unos textos de Joseph Smith, fundador de los mormones, en los que se describe detalladamente la creación de una ciudad. Tomándolos como referencia, y convencido de que ofrecen una solución a los problemas medioambientales del planeta, el empresario ha comenzado a adquirir tierras en distintos estados norteamericanos –principalmente en Vermont y Utah– y a invertir millones de dólares en desarrollar la tecnología necesaria para fundar comunidades que sigan el modelo detallado en los papeles.
“El proyecto empezó hace muchos años al descubrir los documentos de 1833. Cuando los estudié, vi que había muchas cosas que se pueden aplicar en nuestros días para intentar reducir nuestra huella de carbono”, concreta a Teknautas el magnate, que ha cimentado su fortuna en el negocio de los combustibles fósiles con su compañía Novatek, que capitaneó durante cuarenta años antes de venderla.
Los papeles con los que se topó el empresario, y que ha estudiado al detalle y de forma obsesiva durante los citadas cuatro décadas, relatan la visión que Joseph Smith y dos de sus colaboradores tenían para la creación de la llamada Ciudad de Sión. Según Hall, las especificaciones que aparecen en el texto ya fueron empleadas por el fundador de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días –la iglesia mormona– para construir algunos edificios y mejorar algunas comunidades, aunque no con el nivel de detalle con el que él lo está haciendo.
Las comunidades diseñadas por este mormón de cuarta generación, siguiendo los preceptos de su líder, se construirán en forma de diamante, albergarán a 20.000 personas y funcionarán de manera autónoma. Incorporarán espacio industrial, agrícola, residencial y comercial y aprovecharán al máximo el territorio construido. Las azoteas de los edificios tendrán huertos y granjas urbanas y se empleará en ellas “la última tecnología”, para aumentar las ganancias y de paso evitar la expansión de enfermedades e insectos.
Los negocios se situarán en las plantas bajas y en los sótanos y los edificios estarán conectados por espacio peatonal por el que, además, discurrirán “cápsulas” encargadas de transportar a las personas mayores o con problemas de movilidad. Además, según sus planes, habrá instalaciones multiusos que se emplearán como escuelas, centros de conferencias y recintos deportivos.
Los documentos originales especificaban que el espacio necesario para cada persona serían 0.1 acres (unos 404 metros cuadrados). Hall, después de realizar sus propios cálculos, los ha reducido a 200 metros cuadrados por residente, solo 16 de los cuales corresponderán a la vivienda. “Nuestro trabajo es conseguir que esos metros no parezcan un espacio pequeño. Además, hay que tener en cuenta que, por ejemplo, una familia de cuatro miembros dispondrá de cuatro veces ese espacio. El objetivo es que las distintas áreas de la vivienda se transformen muy fácilmente: de cocina a espacio de trabajo, de espacio de trabajo a comedor”, concreta.
Con este objetivo, los muebles que no se estén utilizando se almacenarán en trasteros de 4 por 4 metros que descenderán para quedar bajo el suelo, hasta que se vuelvan a necesitar y asciendan de nuevo hasta el apartamento. Además, toda la ciudad estará rodeada por bosques y naturaleza (“no controlada”, en palabras de Hall) que actuarán como barrera para evitar el crecimiento descontrolado. El ganado también se mantendrá en el exterior.
El sueño de Hall de crear una red de pueblos, comunidades y megalópolis sostenibles social y medioambientalmente pasa por desarrollar nueva tecnología que le ayude a rentabilizar el espacio y la actividad económica, a contaminar menos y a hacer un uso responsable de los recursos. Por ello ha fundado lo que él mismo denomina “un laboratorio de Edison moderno”, un centro de I+D en el que más de 25 empresas organizadas como una cooperativa trabajan en distintos proyectos y procuran producir las innovaciones necesarias para constuir los primeros distritos.
“Creamos rápidamente, fallamos y lo seguimos intentando hasta que tenemos éxito: ese es el método que estamos siguiendo para innovar rápidamente. Y al final conseguimos cosas que merecen la pena”, afirma Hall.
Nuevos tipos de plataformas elevadoras, que permitirán subir y bajar los muebles, paredes capaces de desplazarse, incubadoras de alimentos, sistemas de producción de energía que capturen el dióxido de carbono para que no llegue a la atmósfera, nuevos espacios de almacenamiento, persianas inteligentes e incluso un nuevo sistema wifi para mejorar las comunicaciones son solo algunas de las ideas que están desarrollando los más de 200 empleados del centro. “Tenemos montones de iniciativas en el laboratorio de Edison”, remarca el multimillonario mormón.
Pero la tecnología no es lo único en lo que invierten su tiempo y sus energías. Hall y su equipo han desarrollado un sistema económico que permitirá mantener a estas comunidades, que también tendrán su propio modelo organizativo, subordinado, eso sí, a las leyes federales y de cada condado y estado.
“Tendrán una estructura corporativa. En cada comunidad entrarán unos 100 negocios, que tendrán que emplear a una media de diez personas”, explica Hall. Respecto a la organización, cada comunidad estará gestionada por una junta en la que habrá una pareja casada, una mujer soltera y un hombre soltero, para representar, según el empresario, los distintos modos de vida de la sociedad.

Canalizando sus esfuerzos a través de la fundación New Vista y armado con la fortuna que ha amasado durante su larga trayectoria empresarial, Hall ya ha invertido 100 millones de dólares (88 millones de euros) en el proyecto, y planea gastar al menos otros 150 millones de dólares (132 millones de euros) antes de lanzarse a conseguir que contribuyentes, empresas y particulares le ayuden a financiar los 3.000 millones que costaría desarrollar una comunidad completa de 20.000 personas.
“Todavía no hemos construído ninguna comunidad”, aclara. “Espero que en los próximos cinco años tengamos prototipos de edificios por los que la gente pueda pasearse. De aquí a siete o diez años espero haber construido el espacio necesario para 100 personas, en lo que yo llamo un distrito, y en quince años quiero que ya haya una comunidad completa en alguna parte”, especifica.
Aunque Hall se centra en la lucha contra el cambio climático y en la necesidad de reducir la huella de carbono cuando habla del proyecto, el origen religioso de su propuesta ha alarmado a los residentes de las zonas en las que su fundación, de forma silenciosa pero constante, ha ido adquiriendo tierras. Los pobladores de Sharon (Vermont), lugar de nacimiento de Joseph Smith donde la Fundación New Vista ya ha comprado 900 acres de terreno (más de 360 hectáreas), miran la propuesta con recelo y ya la han criticado abiertamente.
Mientras tanto, el empresario remarca que, aunque los papeles fueron el origen de su idea, las comunidades no están basadas en su religión, y explica que su objetivo es que mormones y no mormones convivan en sus ciudades futuristas. De momento, pese a lo alocadas que puedan sonar sus ambiciones, su poder económico, su gran convicción y la enorme inversión que está realizando en tecnología hacen que la creación de estas comunidades no se queden solo en un sueño de Joseph Smith o en un puñado de planes idealistas de Hall, sino que tenga posibilidad de materializarse como modelo alternativo.