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Escribir bien para pensar mejor

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El alma abre la puerta cuando se traslada el pensamiento a construcciones escritas
El alma abre la puerta cuando se traslada el pensamiento a construcciones escritas

Convencido de que escribir es una asignatura pendiente para el 95 % de las personas, el periodista y escritor colombiano Andres Hoyos se ha propuesto abrirles las puertas a «una relación afectuosa, incluso sentimental, con la escritura».

Hoyos, en su «Manual de Escritura» (Libros-malpensante), regala un compendio de ideas y reglas sobre la escritura, amén de una aproximación al estilo literario, en solo 99 páginas.

Fundador de la revista cultural El Malpensante, de la cual fue director durante 12 años, y hoy en día uno de los articulistas más destacados de Colombia, confiesa que él mismo aprendió mucho al escribir el manual, pues debió sistematizar hábitos de escritura que ni siquiera era consciente de tener. «Había cosas que no tenía tan claras hasta que me puse a escribir», dice Hoyos.

Esta clase de libros son más comunes en inglés que en español, recuerda el autor de «Manual de Escritura», quien ha sido lector asiduo de obras como «The Elements of Style», de E. B. White, la biblia de los manuales de escritura.

Después de dos novelas, un sinfín de cuentos y cientos de artículos para El Espectador y otros medios, Hoyos sabe que «uno no nace siendo escritor» y que «la escritura requiere un aprendizaje formal».

Hay una gran incapacidad para expresarse por escrito, que en algunas personas a veces no se nota cuando hablan. Son personas que hablan de manera razonable, pero cuando se sientan a escribir se le traban los cables, explica.

El manual de Hoyos es el libro de alguien que está hablando de los instrumentos de su trabajo. «Me he encontrado con una cantidad de cosas que no había interiorizado como hábitos», señala.

Según dice en la introducción del manual, solo se necesitan dos requisitos a la hora de sentarse a escribir: «hay que apreciar la lectura adquiriendo en ella habilidades por lo menos medianas y tener ganas. El resto corre por cuenta de un modelo pedagógico adecuado y de un buen manual de acompañamiento como ojalá lo sea este».

El manual está pensando para que le sirva desde a un estudiante de bachillerato o a un universitario hasta un profesional con ganas de hacer más atractiva, clara y comprensible su escritura.

Hoyos considera fundamental «en todos los niveles de escolaridad que a la gente le enseñen a escribir»; es una forma de aprender a pensar y además la escritura ha hecho explosión con las nuevas tecnologías y cada vez es más necesario saberse expresar por escrito.

Hoy cualquiera, no solo los pudientes o poderosos, deben escribir a diario, aunque ya no sean cartas, memorias o documentos, sino mensajes de texto, correos electrónicos o trinos en Twitter.

Antes de escribir este manual Hoyos dictó talleres de escritura y mucho antes cuando era el director de El Malpensante debió leer infinidad de textos que les enviaban personas deseosas de publicar en una revista que siempre se ha preciado de dar a conocer nuevos escritores y relatos inéditos.

El error más común se da en la regla mas básica de todas: en español las frases se construyen con sujeto, verbo y predicado y no hay que poner signos de puntuación entre estos elementos, a no ser que haya oraciones subordinadas, afirma.

El manual de Hoyos es todo menos dogmático, presenta infinidad de ejemplos concretos y graciosos de frases con mala y buena redacción y tiene un toque humorístico que ayuda al lector a desarrollar el afecto por la escritura de que él hace gala.

No es que Hoyos incite a no respetar las reglas académicas. La filosofía del manual es «aprende bien y luego cuando te sientas seguro empieza actuar por tu cuenta».

El «Manual de Escritura» es la segunda obra publicada por Libros-malpensante, una editorial independiente colombiana creada en torno a la revista homónima. El primero fue un libro de crónicas del escritor y periodista colombiano Alberto Salcedo y para los próximos el material saldrá seguramente de los nutridos archivos de la revista.

«Las grandes editoriales han dejado cosas sin cubrir y las intermedias han desaparecido, por lo que creo que hay un publico para las pequeñas e independientes», señala Hoyos.

Uno de los consejos que da Hoyos a quienes se inician en la escritura lo tomó de Gustave Flaubert, el autor de «Madame Bovary»: «siempre hay que leer en voz alta los textos, porque las palabras tienen sonido y «el oído de la mente no basta».

A más ficción, más empatía

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La novela de ficción supone un desafío para las convicciones de los lectores y les fuerza a penetrar en la mente de los personajes
La novela de ficción supone un desafío para las convicciones de los lectores y les fuerza a penetrar en la mente de los personajes

Cuando la escritora Louise Erdrich obtuvo el premio nacional de literatura de EE.UU por su novela «The round house», no sabía que su obra estaba contribuyendo a incrementar la empatía de sus seguidores. Este y otros títulos novelísticos han servido a dos investigadores estadounidenses para concluir que las lecturas de ficción ayudan a las personas a identificar mejor las emociones ajenas.

Según el trabajo, este tipo de literatura permite apreciar el mundo desde otros puntos de vista e identificarse con los personajes, lo que afecta positivamente al desarrollo de las habilidades sociales.

Durante el ensayo, los investigadores dividieron a los participantes en tres grupos. Uno de ellos recibió un texto de ficción, otro uno de no ficción y el último ninguna lectura. Los investigadores, miembros del Nuevo Centro de Investigación Social de Nueva York (EE UU), seleccionaron las obras según los premios que habían recibido.

“Hemos utilizado diferentes tipos de textos”, indica David Comer Kidd, uno de los autores del estudio. “Seleccionamos extractos de los primeros capítulos de algunos libros que fueron finalistas de los Premios Nacionales de Novela o best sellers en Amazon, y algunas historias cortas de la colección de ganadores del Premio Henry”, añade.

Los expertos hicieron tres pruebas posteriores, basadas en la Teoría de la Mente (TdM), que refleja el grado en que un individuo es capaz de percibir las emociones y los pensamientos de los demás.

Este modelo tiene dos componentes, una parte cognitiva y otra emocional. “La TdM cognitiva se refiere a nuestra habilidad para reconocer lo que otra gente piensa y cree acerca del mundo que les rodea”, explica Comer. La afectiva implica la apreciación de los sentimientos.

Calibrar sentimientos

Dos de los ensayos determinaron ese desarrollo cognitivo de las habilidades sociales en los participantes. Uno es el test de los ojos de Baron-Cohen, que consiste en pedir a los sujetos que describan las emociones de la persona cuya mirada aparece en una fotografía. El otro es la prueba de reconocimiento de expresiones faciales, similar a la anterior, aunque en este caso las imágenes muestran un rostro completo.

Por último, los investigadores utilizaron el test de Yoni, utilizado para estimar también la capacidad de empatía emocional de los participantes, que requiere la deducción de los pensamientos y sentimientos de un personaje mediante unas mínimas pistas visuales y escritas.

“El hallazgo más importante es que una simple lectura corta de ficción literaria conlleva un incremento inmediato en los resultados de los test de la TdM”, explica el investigador estadounidense. “Este efecto fue igual de palpable en las personas que ya estaban familiarizadas con este tipo de textos y en aquellas que no solían leerlos”, concluye.

Según los autores, las personas que leen ficción literaria calibran los sentimientos de los demás con mayor precisión en comparación con los que leen no ficción, ficción popular, o nada en absoluto.

“Es la literatura de ficción la que mejora el rendimiento en la TdM porque los lectores deben implicarse totalmente en el texto”, señala Comer.

Por el contrario, “la ciencia ficción o las novelas románticas tienden a ofrecer personajes y situaciones establecidas, mientras que la novela de ficción supone un desafío para las convicciones de los lectores y les fuerza a penetrar en la mente de los personajes”, recalca.

Desde la infancia

El trabajo pone de manifiesto el valor de la ficción literaria a la sociedad y recalca sus implicaciones en los debates sobre la necesidad de las humanidades y las artes en las escuelas.

Jordi Solbes, investigador y profesor en el departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales de la Universidad de Valencia, se muestra de acuerdo con estos autores. “Lo que se debería fomentar es el gusto por la lectura”, indica el experto.

“Como todo, empieza en la infancia, en casa y en la escuela”, recalca Solbes. “Los niños nos tienen que ver leer en casa, hay que leerles cuentos por la noche, escucharles leer cuando sepan hacerlo, guiarles en la lectura”, añade.

Los científicos indican que las conclusiones del trabajo pueden servir para tomar mejores decisiones acerca del grado en el que se apoya la literatura, y, de una manera más amplia, el arte. “Vivimos rodeados de ficción en los libros, la televisión y en las películas; pero sabemos muy poco acera de cómo nos afecta psicológicamente”, destaca Comer.

“Esta investigación será de gran interés para la psicología y para aquellos interesados en conocer cómo la cultura afecta a las personas”, concluye el estadounidense.

Entre sus próximos proyectos se encuentra el estudio de los efectos a largo plazo de una exposición crónica a la ficción literaria.

Contar historias con un pie puesto sobre la tumba del Rock

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Little Richard y Bill Haley. El primero sufrió el hecho de ser un intérprete negro en una sociedad racista. Haley pasó a la posteridad como uno de los inventores del Rock
Little Richard y Bill Haley. El primero sufrió el hecho de ser un intérprete negro en una sociedad racista. Haley pasó a la posteridad como uno de los inventores del Rock

El escritor español más prolífico, con cerca de 500 novelas, Jordi Sierra i Fabra, vuelve a sus orígenes musicales con Historia del rock, destinado a las nuevas generaciones que no conocieron a Los Beatles ni a Elvis Presley. «Todo comenzó en 1954 con Bill Haley, pero la época dorada del rock se produjo entre los años 1969 y 1973», explica.

Es comúnmente aceptado que el rock echó a caminar cuando Bill Haley grabó el 12 de abril de 1952 el Rock around the clock. Sin embargo, precisa Sierra, Elvis Presley fue la cara del rock en esos años iniciales: «Little Richard y Chuck Berry eran negros en una sociedad todavía racista, Jerry Lee Lewis no era guapo y el Rey, aunque no componía, era guapo, tenía una voz increíble y era la imagen que el rock necesitaba, porque al final se trataba de un espectáculo».

El rock and roll murió por sus propios errores a finales de los 50, cuando por diferentes circunstancias «los cinco que manejaban el cotarro» dejaron de cantar durante unos años: Jerry Lee Lewis después del escándalo que desató su matrimonio con una prima de 14 años; Chuck Berry tras ser condenado acusado de obligar a prostituirse a una joven en un club suyo; Little Richard después de tener una conversión místico-religiosa; Buddy Holly al morir en un accidente de aviación; y Elvis tras ir al servicio militar”.

En música, añade Sierra i Fabra, cinco años de ausencia es mucho y cuando algunos volvieron, como el Rey, «los gustos de la nueva generación ya habían cambiado».

En Historia del rock (Siruela), Sierra i Fabra se hace eco de la fuerte contestación que el rock recibió por parte de la Iglesia: «había capellanes en los púlpitos arengando contra el rock por diabólico, por ser un invento comunista, y curiosamente en los países comunistas el rock era visto como un invento del capitalismo».

Lo cierto es que, como relata el autor, «al acabar la II Guerra Mundial, había una generación de jóvenes que buscaban un lenguaje propio y una identidad nueva, y en el rock encontraron una música, una estética, una ropa, porque cada sociedad tiene la música que merece».

El libro, que está dirigido a las generaciones actuales, pretende, dice el autor, enmendar la tragedia actual: «hoy en día, cuando se escucha más música que nunca, un niño siente el 15% de la música, pues generalmente lo hace en un móvil y con dos pequeños auriculares, una tecnología que ha hecho que se pierda emoción, que se maleduque el oído y que haya desaparecido el ritual de poner un elepé en el tocadiscos».

El período dorado del rock se produjo a partir de 1969, cuando se vendieron el doble de discos que el año anterior, y se prolongó hasta 1973, cuando estalló la cuarta guerra árabe-israelí. “La crisis del petróleo hizo que no hubiera dinero para hacer discos y el rock sinfónico se hundió, y al período que se abrió le correspondió una nueva música, el punk, con jóvenes rabiosos sin trabajo y que tocaban la guitarra, pero en 1977, cuando la gente tenía más ganas de diversión, irrumpió la música disco con Saturday night fever», explica el autor.

historia_del_rock_jordi_sierraCon la música disco llegaron la new wave, la música cibernética, el techno, todos como una «expresión popera y animada», sin embargo, en EEUU, donde los negros no podían ir a la discoteca, surgieron iniciativas de hombres que en los locales en que se reunían salían a hablar y «fue así como surgió el rap».

Sobre el eterno debate, Beatles-Rolling Stones, Sierra i Fabra piensa que «hubo una rivalidad muy sana, que les retroalimentaba, pero en realidad estaban de acuerdo para no sacar un disco al mismo tiempo y sabedores que juntos se comerían el mundo».

Sierra i Fabra, que prepara un libro sobre Bob Dylan (99 razones para amar o no a Dylan), se muestra favorable al Nobel de Literatura al cantautor norteamericano: «Es un reconocimiento a una época, a una generación, y lo positivo es que a partir de ahora en los colegios se leerá a Machado y Lorca, y también se estudiará a Tom Waits, Leonard Cohen y Bob Dylan», concluye.

Del oso le viene al galgo la afición a los enigmas

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En "El templo de la luna" destacan las referencias a lo sobrenatural, que se recogen a través de las experiencias que viven algunos de los personajes, dando rienda suelta a algunas leyendas sobre el lugar y la civilización
En «El templo de la luna» destacan las referencias a lo sobrenatural, que se recogen a través de las experiencias que viven algunos de los personajes, dando rienda suelta a algunas leyendas sobre el lugar y la civilización

Fernando J. López del Oso, ganador con su primera novela, «El templo de la luna», del VI premio Minotauro, asegura que su experiencia sobre lugares con enigmas históricos le ha permitido narrar las aventuras de un arqueólogo en una civilización de leyenda.

El hijo del periodista Fernando Jiménez del Oso ha dicho que, desde que recibió recientemente este premio de ciencia ficción y literatura fantástica ha sabido que se va a dedicar profesionalmente a la escritura, territorio que sólo había explorado anteriormente con ensayos sobre la genética, campo en el que está especializado.

Licenciado en Biología, López del Oso ha invertido la mayor parte de su vida laboral en trabajar en una empresa que organiza viajes a lugares con enigmas históricos -«me aburría la idea de estar días haciendo proyectos repetitivos en un laboratorio, señala»-, y sus conocimientos nutren esta novela de aventuras.

«No me avergüenzo al reconocer que he tenido que estudiar», ha confesado el autor al explicar que, más allá de las lecturas de novelas que hace con asiduidad -«soy un lector voraz», añade-, ha leído libros sobre técnicas narrativas.

El contenido, sin embargo, ha sido una recopilación de sus experiencias en diferentes partes del mundo, que ha recogido mientras trabajaba -profesión que dice entre comillas, pues es para el una afición-, y que ha sometido más tarde a una investigación científica para transmitir algunos de los conocimientos en la novela.

Sin embargo, «El templo de la luna» (Minotauro) no pretende ser un libro de historia ni descubrimientos, sólo exponer algunos de los enigmas históricos más fascinantes y desarrollar una aventura en torno a ellos: «quería explorar el territorio del ¿y si…?, lo que con una novela es posible pero con un ensayo, no».

La voluntad del autor de novelar este tipo de -en ocasiones- leyendas proviene de su escepticismo hacia los contenidos de los libros de historia y por su inquietud al querer cuestionar las «convenciones» que transmiten: «hay mucho más escondido», sospecha López del Oso.

Según el escritor, este es un valor que le ha transmitido su padre, que le enseñó a «no aceptar las cosas y a tener un criterio propio» -cosa que Jiménez del Oso ha adoptado a la perfección-, pero también le recomendó «no seguir su camino porque él fue único por las circunstancias en las que vivió» -consejo del que Fernando hijo ha acabado prescindiendo con la publicación de «El templo de la luna»-.

La ambición de López del Oso es la misma que siente el personaje del libro, Julián, un arqueólogo al que le encargan la recuperación de una corona en Perú que perteneció a una civilización de leyenda, en donde se encuentra con otros personajes, que aunque tienen el mismo objetivo, emprenden sus acciones por diferentes motivos.

En «El templo de la luna» destacan las referencias a lo sobrenatural, que se recogen a través de las experiencias que viven algunos de los personajes, dando rienda suelta a algunas leyendas sobre el lugar y la civilización.

el_templo_de_la_lunaLa novela es muy «cinematografiable» y, según el autor, esto se debe a su amplia cultura en este campo, del que se declara «un vasto consumidor» y del que admite que le ha influido.

Fernando J. López del Oso ya está escribiendo su segunda novela, tras el éxito de la primera, y será, según él, «más parecida a lo que hacía mi padre».

Su nuevo proyecto también girará en torno a enigmas pero, en este caso, del campo de la biología, concretamente del de la criptozoología, tratando aquellos animales que no tendrían que existir, pero que existen: «en el planeta hay entre 10 y 30 millones de especies y sólo hay catalogadas 1,6 millones», explica el genetista haciendo gala de su filosofía «y si…?».

Alicia a través del trazo

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El autor de los dibujos pone el acento sobre un hecho que, según su parecer, no queda del todo claro en el texto de Carroll: casi todos los personajes que rodean a Alicia le regañan y le "levantan el dedo", algo que él se ha encargado de dejar bien claro en sus creaciones
El autor de los dibujos pone el acento sobre un hecho que, según su parecer, no queda del todo claro en el texto de Carroll: casi todos los personajes que rodean a Alicia le regañan y le «levantan el dedo», algo que él se ha encargado de dejar bien claro en sus creaciones

De aspecto cándido e inocente pero con una mirada penetrante, así es la joven Alicia que protagoniza la edición ilustrada del libro «Alicia a través del espejo» de Lewis Carroll, una nueva imagen creada por el ilustrador Fernando Vicente, quien ha puesto su imaginario al servicio de este clásico de la literatura.

«Me ha quedado muy mía, y de hecho creo que le he subido la edad. No es tan infantil como estamos acostumbrados a verla, aunque a mi me gustan mucho las ilustraciones clásicas de John Tenniel. He intentado huir un poco del vestidito con mandil y he tratado de hacer mi propia versión», cuenta Vicente sobre los dibujos realizados para esta edición de Nórdica Libros.

Una versión en la que Alicia no es tan niña como la imaginamos, pero no hasta el punto que la ha presentado Tim Burton en la película del mismo nombre recientemente estrenada en España, bromea el artista.

Con vestido morado y una gran lazada blanca en el pelo rubio, la Alicia de Vicente sigue viviendo esas travesuras creadas por Carroll en 1871, el libro que supuso la continuación de «Alicia en el País de las Maravillas» (cuyo 150º aniversario se celebró en 2015).

Para decidir qué escena dibujar de cada capítulo, el artista madrileño (1963) acudió a sus hijos, unos consejeros de alto nivel que le indicaron las situaciones más «simpáticas».

Tras este divertido y familiar proceso, Vicente puso al servicio de Carroll su maestría con las expresiones y el color, como se pone de manifiesto en escenas como la elegida para el capítulo «El jardín de las flores vivas», una ilustración con la que se siente «especialmente contento».

«Las flores en el libro son muy gruñonas, aunque en realidad lo son todos los personajes. Hasta ahora siempre había visto a estas flores dibujadas como feas, pero yo creo que no hay nada más maravilloso y más glamuroso que una flor, y he puesto flores gruñonas pero con mucho estilo», cuenta sobre este dibujo en el que las flores son bellas mujeres discutiendo a la hora del te.

Y en este punto, el autor de los dibujos pone el acento sobre un hecho que, según su parecer, no queda del todo claro en el texto de Carroll: casi todos los personajes que rodean a Alicia le regañan y le «levantan el dedo», algo que él se ha encargado de dejar bien claro en sus creaciones.

Para este autor, cuyos trabajos se dieron a conocer en míticas revistas como «Madriz» y tiene en su haber tres premios de la «Society for News Design», su participación en este libro ha sido «un regalo» con el que está recogiendo sus frutos: «¡He firmado en la Feria del Libro de Madrid 40 ó 50 ejemplares!».

Además, reconoce que el libro ilustrado está «más vivo que nunca» si miramos a otras épocas en las que estos libros eran casi considerados objetos de coleccionista.

«En este momento delicado que está viviendo el mundo del libro, con la bajada de ventas y con la presencia de los libros electrónicos, el libro ilustrado es una obra que no te la puedes descargar, sino que si la ves, la quieres tener y la compras», matiza este autor que en estos momentos está «metido» en «Cumbres Borrascosas».

Con 137 páginas, en las que el texto da paso al dibujo, y el dibujo se rinde a las palabras, Nórdica Libros ha sorprendido también con una edición más grande a las que tiene acostumbrados a sus lectores, ya que los dibujos de Vicente no sólo lo pedían, sino que lo merecían.

¡Liberad a la Comic Sans!

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La fuenta Comic Sans tiene muchos detractores en el mundo del diseño, pero también una porción de inefables seguidores
La fuente Comic Sans tiene muchos detractores en el mundo del diseño, pero también una porción de inefables seguidores

La tipografía Comic Sans, inspirada en la usada en los bocadillos de los cómics, no deja indiferente a nadie: frente a la corriente que pugna por «erradicar» algo que considera «terrorismo tipográfico», dos diseñadores franceses se han propuesto salvarla de la quema y reivindicar su lugar en el arte.

El diseñador Vincent Connare creó esta tipografía desenfadada en 1994 para Microsoft -ahora forma parte de su catálogo de fuentes oficiales- y utilizó como inspiración el tipo de letra habitual en los diálogos de los cómics de Marvel y DC. La proliferación de su uso y su irrupción en documentos serios desató la ira de los puristas del diseño gráfico, que la consideran «muy fea», «poco profesional» y sobreutilizada.

El movimiento Ban Comic Sans (algo así como «por la prohibición de la Comic Sans») persigue acabar con el uso de una fuente que conciben como expresión de «tontería, ingenuidad infantil e irreverencia». «Apelamos al hombre común a que se subleve y se alce contra esta maldita ignorancia tipográfica. Creemos en la doctrina: prohíbe la Comic Sans. Será la salvación para todos aquellos que saben leer y escribir. Haciendo causa común para erradicar esta fuente de la faz de la Tierra nos esforzamos por asegurar que futuras generaciones se librarán de esta epidemia», proclama su manifiesto.

En la red abundan las descalificaciones a la Comic Sans. «Cada vez que usas esta fuente, un diseñador pierde sus alas», dice uno de los lemas del movimiento contra la tipografía.

En español, un blog «de concienciación de masas y denuncia pública de los actos de terrorismo tipográfico» se suma a esta corriente criticando el empleo de la Comic Sans en eventos públicos, como mítines políticos, y en los medios de comunicación españoles. Tal ha sido el rechazo que ha generado la expansión de su uso en ciertos sectores, que Connare tuvo que justificar públicamente el porqué de su invento alegando que la criatura fue concebida únicamente para ser empleada con fines infantiles y no en documentos formales.

A favor de Comic Sans

Ahora, los diseñadores franceses Florian Amoneau y Thomas Blanc se han propuesto «restituir esta tipografía en el mundo del diseño, donde se encuentra en peligro de extinción» con su proyecto Comic Sans Project. La iniciativa, una «causa justa», independiente y sin fines comerciales, consiste en convertir a Comic Sans los logos de marcas mundialmente conocidas, como la NASA, Google o la saga Star Wars. Somos los defensores de la Comic Sans. «Somos los defensores de la Comic Sans. No nos dan miedo las fuentes», aseguran en su página web.

Amoneau y Blanc han explicado en una entrevista que la tipografía es tan buena como otras y que si se utiliza bien «el resultado es muy agradable de ver». «En un principio, el proyecto era irónico. Pero logo tras logo nos dimos cuenta de que un uso apropiado de esta fuente podía tener efectos fantásticos. Tenemos muchos comentarios de personas que nos dicen ‘odio esta fuente profundamente, pero, maldita sea, algunos de estos logos funcionan'», han indicado los diseñadores.

Amoneau y Blanc han reconocido que este proyecto les ha abierto los ojos y les ha llevado a utilizar la Comic Sans incluso en otros proyectos profesionales. Probablemente el exigente mundo del diseño no readmitirá la tipografía con tanto entusiasmo, pero su existencia continuará siendo exitosa entre el público general porque seguirá protagonizando por los siglos de los siglos tarjetas de felicitación de navidad, invitaciones de boda y «power points» de gatitos lindos.

Ortografía del Soul para todos los públicos

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Little Milton, uno de los grandes intérpretes de los establos Chess y Stax
Little Milton, uno de los grandes intérpretes de los establos Chess y Stax

Los lectores y los amantes de la música soul están de suerte. El mercado editorial ha lanzado esta temporada algunos libros para comprender las claves de este estilo musical que puso a bailar a medio mundo y que, todavía hoy, sigue moviendo a la otra parte del planeta.

Por orden de aparición hay que destacar el libro «Espíritus en la Oscuridad. Un viaje a la era soul» (66rpm), de Andreu Cunill, un enciclopédico volumen cargado de sonidos abandonados, joyas de la América profunda y, como dice en el prólogo el cantante y compositor Swamp Dogg, un trabajo lleno de pinceladas mágicas de «los músicos más olvidados del mundo».

El documento está planteado casi como un mapa del tesoro que recorre Estados Unidos con brújula, cantimplora rellena de bourbon y buenas vibraciones. «Tenía muy claro que tenía que ser un viaje; la música afroamericana es una trashumancia del ritmo que surge en África y viaja a América por la fuerza. Y una vez allí se traslada por el caudal del río Misisipi desde Nueva Orleans hasta Chicago y desde Nueva York a Los Ángeles», dice un apasionado Cunill.

La investigación se divide en capítulos por zonas geográficas donde se repasan a los autores, discográficas y espíritu de la época. A continuación, Cunill selecciona -y disecciona- una serie de discos y autores desconocidos para el gran público que quedaron sepultados por la gran explosión del soul en los sesenta.

«No me gusta hablar de cara B. Para mí, son aquellos artistas que tuvieron menos suerte. La parte del negocio siempre fue dura con la creatividad. Algunos supieron vencer y otros acabaron derrotados; pero si nos ceñimos a la calidad musical, hay muchos más vencedores», añade.

Coincidente en el tiempo, pero diferente en el concepto, también ha aparecido en las librerías «Soul y Rhythm&Blues Historia, cultura, artistas y álbumes fundamentales» (Ma Non Tropo), de Manuel López Poy.

El autor, reconocido experto del mundo del Blues, se adentra con ánimo pedagógico en la expresión musical afroamericana que, tildada en su origen como Race Records (discos raciales), revolucionó la cultura popular del siglo XX. La guía, que arranca con los grandes pioneros -Sam Cooke, Ray Charles y James Brown-, incluye una necesaria selección de los 50 álbumes fundamentales del soul.

Otro autor que se ha lanzado al frondoso universo de la música negra es David Moreu. Con el libro «From de Whisper to a Scream. Una historia oral del Soul» (66RPM), utiliza el género periodístico de la entrevista para presentar a 37 artistas que, de una forma u otra, marcaron el devenir de este sonido, surgido del cruce entre «Rhythm&Blues», el góspel y el deseo de olvidar al «Tío Tom».

En este otro viaje, las personas marcan el mapa geográfico. «El soul se desplegó -cuenta Moreau- en tres ciudades norteamericanas: Memphis, Nueva Orleans y Detroit. De la primera, entrevisté, entre otros, a Booker T. Jones (uno de los músicos más relevantes de Stax Records); de la segunda, elijo a Allen Toussaint porque destacó como músico, compositor y productor de grandes himnos de la época».

«Por último, de Detroit elegiría la entrevista con Otis Williams, de The Temptations, la banda más popular del sello Motown,», destaca Moreau que incluye sus encuentros con el Reverendo Kyles y con Zelma Redding (esposa del gran Otis) como conversaciones emotivas con personajes que no son músicos.

Tanto en «Una historia oral del Soul» como en la Guía de López Roy aparecen los nuevos artistas que, con etiqueta Neo Soul (Amy Winehouse, Jill Scott, Alice Russell o Kylie Auldist, entre otros), mantienen la llama del alma en el siglo XXI. Cunill, por su parte, delimita el mapa al inicio de los sesenta hasta el cambio de rumbo de 1979.

Todos coinciden, en cambio, en la carga política que supuso esta forma musical en la defensa de los derechos civiles de la población de color en Estados Unidos. «Es la única vez en la historia de la música popular que la música hace tanto por un pueblo y le devuelve el orgullo», considera Cunill.

«La relación entre el soul y la lucha de la comunidad afroamericana por su derechos fue algo que no se planteó, fue espontáneo y de ahí su magia, la gente necesitaba esperanza y esta música les proporcionó eso», comenta.

El empuje social que tuvo esta música liberadora fue más allá de la asunción de derechos de una comunidad discriminada. Su fuerza estaba en un ritmo que todavía permanece y que hace mover -con descaro y sensualidad- a todos aquellos que creen en el poder de la música.

Como dijo el histórico crítico de música pop de los setenta, el inefable Nik Cohn, para definir la aparición de este estilo: «El ritmo no cambió, ni el tema, pero se hizo más profundo, más apasionado. Todos sudaban. Eso era el soul».

McCartney y las poéticas plumas del pájaro negro

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Cuando fueron ganando confianza en sí mismos, el dúo Lennon-Mc Cartney llevó más allá las fronteras existentes en la creación de las letras
Cuando fueron ganando confianza en sí mismos, el dúo Lennon-Mc Cartney llevó más allá las fronteras existentes en la creación de las letras

Blackbird Singing, el libro con los versos que el ex Beatle escribiera entre 1965 y 1999, revela otra faceta del prolífico artista. No sólo es difícil, sino también inútil tratar de establecer fronteras exactas entre las artes, menos entre la música y la poesía. El legado de Bob Dylan, Jim Morrison, Nick Cave, Lou Reed y The Beatles, entre otros, no puede restringirse sólo al ámbito de la música popular, porque a partir de ésta desplegaron una estrategia poética con letras de alto contenido que quedaron grabadas en las conciencias de miles de personas como el más poderoso mensaje inoculado desde el arte.

Adrian Mitchell, poeta, dramaturgo y amigo personal de Paul Cartney y Linda (fallecida en abril de 1998), fue uno de los principales promotores de la idea de publicar el trabajo poético que el ex Beatle había ido acumulando desde la adolescencia, cuando enviaba sus trabajos a la revista literaria del colegio. Finalmente, el esfuerzo se concretó en Blackbird Singing (Grijalbo), un volumen que reúne versos y canciones editado por el propio Mitchell en versión bilingüe y aparecido este mes en las librerías chilenas.

Adrian me convenció de que el libro también debía incluir canciones. Ahora coincido plenamente con él en que ambas formas de escritura tienen la misma capacidad de transmitir sentimientos profundos, afirma McCartney en el prólogo del libro.

Las letras de clásicos como Eleanor Rigby, Hey Jude, Yesterday, When I’m Sixty Four, Yellow Submarine, Penny Lane, Fool on the Hill, Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band, aparecen en esta recopilación junto a otros textos que no fueron pensados para llevar música.

Mitchell conoció a McCartney en 1963, cuando escribía una columna de pop en el Daily Mail. Ese año publicó la primera entrevista que el grupo diera a un periódico de ámbito nacional: A Paul le interesó que yo hubiera publicado novelas y poemas. Así pude conocerle mejor, dice el editor.

La literatura fue el vínculo que unió al rockero y al escritor, los que de manera informal desarrollaron una serie de actividades en torno a la música y la poesía. Uno de los momentos más importantes de mi vida fue cuando interpreté cuatro de mis poemas acompañado por Paul, Linda y su grupo en la etapa de Southend de su gira mundial, en 1991. Ese mismo año, Linda sugirió a Mitchell la idea de la publicación, pensada en un primer momento como un regalo sorpresa para el cumpleaños de Paul.

blackbird_singingLa idea prendió inmediatamente. Desde hacía mucho tiempo Mitchell tenía la certeza de que en el rock había poesía pura y auténtica, aunque muchos de los letristas de la música popular sólo pretenden ganar dinero repitiendo fórmulas sensibleras y vacías. No era el caso de los Beatles. Fue con el rocknroll cuando las letras oscuras y sinceras del rhythm and blues llegaron a la radio. Chuck Berry y Jerry Leiber escribieron historias sobre la vida en la ciudad, coches, hamburguesas, amor, alcohol y problemas de todo tipo. Eran dramas poéticos de tres minutos. A Los Beatles les encantaban estas canciones y antes de componer las suyas las cantaban. Cuando fueron ganando confianza en sí mismos, el dúo Lennon-Mc Cartney llevó más allá las fronteras existentes en la creación de las letras hasta conseguir maravillas como Sergeant Peppers, Come Together y A Day in the Life. Y cuando se separaron, siguieron escribiendo canciones intensas e inteligentes.

Como su música, la poesía de McCartney no es para eruditos, no esconde sentidos bajo capas semánticas: Paul no está en la línea de los poetas académicos modernos. Es un poeta popular, como lo fuera Homero, comprendido y apreciado por millones de personas que nunca han pisado una universidad. Sin embargo, no es simple, dice el recopilador, y agrega que la escritura del músico está teñida de las lecturas de Oscar Wilde, Tennessee Williams, Bernard Shaw, Sheridan y Hardy. También acusa la influencia de quiénes fueron amigos personales y a los que el rockero solía leer sus trabajos, como Allen Ginsberg y Tom Pickardf. Paul no sólo posee una de las voces más cálidas y suaves de nuestra época. Es evidente que tiene un don único para escribir canciones que llegan directo al corazón. Pero también es un orfebre y un malabarista cuando trabaja con las palabras. Tanto sus poemas como sus canciones guardan sorpresas, asegura Mitchell.

El sueño tecnicolor y sus adicciones

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Las sustancias psicoactivas y la música han estado íntimamente ligadas a lo largo de la historia
Las sustancias psicoactivas y la música han estado íntimamente ligadas a lo largo de la historia

El mundo de la música y el de las drogas siempre han ido cogidos de la mano -por lo menos en los medios de comunicación. Controversias mediáticas aparte, lo cierto es que la relación entre los músicos de renombre y las drogas ha sido de lo más curiosa. Bien sea para abrir un proceso creativo, por la relación de la música con lo etéreo, o bien por escapismo -o por curiosidad, o por motivos contra culturales, o poses varias- una larga lista de músicos han tenido una pasajera, estable, creativa y/o autodestructiva relación con las sustancias psicoactivas, y es sobre este tema de lo que trata a conciencia este libro.

Quizás lo más curioso es que determinados estilos musicales hayan tenido una relación muy cercana con la aparición de determinadas sustancias psicoactivas -antes desconocidas o no utilizadas por la sociedad occidental. Este es el caso de la asociación de la marihuana con los músicos de jazz, la relación de las anfetaminas con la música rock, de los psiquedélicos con el pop, el éxtasis con la música dance, o el crack con el el rap (sólo por citar algunos vínculos).

De todas maneras, siempre ha habido artistas que han bebido un vaso de vino de tanto en cuanto, aunque seguramente esto no había llamado mucho la atención; pero el hecho de que determinadas sustancias psicoactivas fueran ilegales, del desconocimiento que se tenía de su uso y de la condición de gigantes con pies de barro de algunos músicos -combinado con el afán pedagógico y escandaloso de algunos medios de comunicación-, ofreció como resultado un buen tema para las portadas de los periódicos.

rock2«Historia del Rock y las drogas» es un libro escrito de una forma amena y dinámica. Harry Shapiro ha llevado a cabo una concienzuda, exhaustiva y comprensiva investigación sobre este espinoso -y a veces escandaloso- tema. Arrancando con el siglo XX, que se abrió (musicalmente hablando) con el jazz negro en EE.UU., hasta llegar a finales de siglo con las raves y el MDMA, el autor aborda el tema de forma directa, sin dejar un ápice de información sin tratar, casi buscando datos ‘debajo de las alfombras’ -Shapiro es también biógrafo de varios músicos de pop.

A lo largo de los capítulos del libro veremos desfilar infinidad de músicos: desde Louis Armstrong a los Chamical Brothers, pasando por Bob Marley, Elvis, los Beatles, los Stones, Holiday, Janis Joplin, Morrison o Miles Davis. La actitud general Shapiro ante lo enigmático del tema es entre curiosa y precavida, pues como es sabido la personalidad a veces poco estable de las estrellas de la música, ligada con la condición de ilegalidad de algunas sustancias psicoactivas, condujeron a más de desastre (tanto en relación a adicciones como a muertes trágicas).

En este sentido este libro también es un buen recorrido por la problemática originada por la prohibición de las drogas en el siglo XX, un estudio sociológico del mundo de la política, las drogas, la música, los medios de comunicación y la corrupción gubernamental. Lo dicho: un tour de force por el esmero y por la amplitud.

Plumas coetáneas por siempre jamás

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Darío Villanueva, representante de las letras en España
Darío Villanueva, representante de las letras en España

El director de la Real Academia, Darío Villanueva, Catedrático de Literatura Comparada, acaba de publicar «Lo que Borges enseñó a Cervantes», un título provocador en el que viene a decir que todos los escritores son coétaneos entre sí y que todos se influyen, no solo los que han venido antes, sino al revés.

«Todos los autores contribuyen al gran sistema de lo literario. La gente podrá pensar que es absurdo que Borges enseñe a Cervantes, porque uno es del siglo XX y el otro vivió entre los siglos XVI y XVII, pero tiene su sentido porque la lectura de Borges, en un lector común, modifica luego la lectura de Cervantes», explica Villanueva (Villalba, Lugo, 1950).

«Cada aportación literaria modifica el significado de todas las aportaciones anteriores, dentro de ese sistema complejo al que llamamos literatura mundial o universal», subraya Villanueva, quien asegura que la literatura actual «goza de muy buena salud», aunque, advierte de la amenaza que supone lo que llama «Postliteratura», «la literatura convertida en pura industria».
Publicado por Taurus, «Lo que Borges enseñó a Cervantes» es un libro escrito por Villanueva, junto a César Domínguez, profesor de Literatura Comparada de la Universidad de Santiago de Compostela, y Haun Saussy, catedrático del departamento de Literatura en la Universidad de Chicago (EE.UU.).

Un volumen que ya se publicó en inglés y un texto apasionante y claro; una guía para transitar por el mundo de la literatura en medio de la globalización, para saber cómo se construye el canon literario, o para analizar las influencias del cine y otras artes.

«En este momento, y para un comparatista como soy yo, la literatura es la suma de toda la literatura que se ha producido y esa literatura está ahí. En el momento en el que un lector de hoy lea a Dostoievski en Brooklyn se está convirtiendo en contemporáneo de Dostoievsk, y Dostoievski es para él un autor igual que John Cheever o que pueda ser Philip Roth», recalca.

Y hoy a la literatura se puede acceder como nunca antes se había hecho, subraya este filólogo y gran experto en Literatura Comparada, que señala tres líneas sobre la creación literaria actual. La primera de ellas es la literatura que está naciendo por la influencia de la tecnología. «Lo que podríamos llamar la ciberliteratura», dice el experto.

«Me interesa la ciberpoesía -matiza- porque la poesía es un género que se presta muy bien a la condensación y a la precisión de los propios mensajes digitales, y además la ciberpoesía permite incluir lo que los latinos y griegos llamaban ‘carmina figurata’, o caligramas; es decir, permite introducir una imagen dentro de la palabra, que es lo que hacían los caligramas, como poemas-dibujo».

La segunda línea de la ciberliteratura, que señala Villanueva, es la que constata que en la red están «todos los autores que existen y están disponibles para nuestra lectura».

Y el tercer punto para el director de la Real Academia de Lengua se refiere a la confirmación de que los autores nuevos viven de la tradición. Esto es, aclara Villanueva, «que los que escriben ahora nos están ayudando a entender de manera distinta a los que han escrito antes».

Pero por debajo de todo este análisis sobre la actualidad literaria, Villanueva destaca, su preocupación, por la que denominada «Postliteratura», recalca.

«Hoy la industria cultural de lo literario se ha convertido en algo tan novedoso que la creación está siendo muchas veces sometida a los dictados de la creación industrial. De manera -advierte-, que el escritor no es el que marca la pauta, como ocurría antes, sino que es al revés, el editor es el que al escritor lo convierte en una especie de oficinista de la editorial, una especie de obrero de la editorial, que le proporciona la materia prima para una industria».

«Y esa materia prima son los textos, pero unos textos efímeros, destinados a un consumo inmediato en forma, muchas veces de lo que llamamos en inglés ‘best sellers’ -recalca-, que lo único que pretenden es vender un número muy importante de ejemplares en un número muy corto de días o de meses».

«Luego son libros que desaparecen, y esto sí que es la destrucción de la literatura, porque la literatura como decía Machado es ‘palabra esencial en el tiempo’, el escritor tiene una voluntad de perdurar lo que escribe», añade Villanueva, quien ve también un peligro en la perdida del concepto de autoría.

«En la red hay mucha información, pero muchas veces se desvincula de su fuente, y eso es un peligro», concluye.