leiber y stoller

Historias de la calle con influencia sonora

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Con Gardner y Bobby Nunn -ambos de The Robins- y Leon Hughes y Adolph Jacobs, The Coasters se convirtieron en emblema de toda una generación de oyentes. Fueron uno de los primeros grupos negros de la era del rock and roll. Al tiempo que llegaron a audiencias blancas con su aspecto amable y su estilo inmaculado canalizaron en su deliciosa mezcla de sonidos afroamericanos las inquietudes de la juventud de los cincuenta. Pocas asociaciones como la de esta banda y la pareja Leiber & Stoller fueron tan fructíferas y esplendorosas en la edad dorada del pop norteamericano
Con Gardner y Bobby Nunn -ambos de The Robins- y Leon Hughes y Adolph Jacobs, The Coasters se convirtieron en emblema de toda una generación de oyentes. Fueron uno de los primeros grupos negros de la era del rock and roll. Al tiempo que llegaron a audiencias blancas con su aspecto amable y su estilo inmaculado canalizaron en su deliciosa mezcla de sonidos afroamericanos las inquietudes de la juventud de los cincuenta. Pocas asociaciones como la de esta banda y la pareja Leiber & Stoller fueron tan fructíferas y esplendorosas en la edad dorada del pop norteamericano

Los autores y productores Jerry Leiber y Mike Stoller desarrollaron un método insólitamente aventurero para producir a los cantantes de color, utilizando frecuentemente material que ellos mismos escribían y fortaleciendo el sonido con la utilización de técnicas de estudio poco ortodoxas. Para The Coasters escribieron y produjeron una serie de temas (no menos de diecisiete éxitos, en América, entre 1955 y 1962) entre los que se hallaban algunas de las grabaciones más innovadoras e influyentes de la historia del rock.

La historia de The Coasters empieza con la formación de un grupo conocido como The Robins, los «Petirrojos», que trabajaba con Johnny Otis antes de encontrar a Leiber y Stoller, en 1951. Durante los cinco años anteriores, The Robins habían ayudado a convertir a Los Angeles en el centro más importante del desarrollo del rhythm and blues de después de la guerra. Grabaron para Excelsior, Score, Aladdin y Savoy, y entraron en el Top Ten de rhythm and blues en dos ocasiones, en 1950. Al año siguiente, el grupo había grabado para Modern ‘That’s what the good book says’, firmada por Leiber y Stoller.

En 1953, The Robins fueron reclutados por RCA Víctor y grabaron otro tema de Leiber y Stoller, ‘Ten days in jail’. El disco ponía en evidencia algunas técnicas de producción que en lo sucesivo también caracterizarían el trabajo de Leiber y Stoller; por ejemplo, el uso de la voz del bajo para subrayar un verso «clave» de la canción: un estilo que pronto contagió las grabaciones de muchos grupos vocales de color.

Más tarde, en 1953, Leiber y Stoller fundaron su propia compañía discográfica, Spark; The Robins grabaron siete singles para Spark, entre los que estaban ‘Riot in cell block number 9’ y ‘Proud’. Ambos eran óptimos ejemplos de rhythm and blues, capaces de reflejar completamente la vida en el gueto sin descuidar el aspecto «social» de las canciones.

El último tema grabado por The Robins para Spark fue ‘Smokey Joe’s Cafe’, en 1955. Tenía un texto que se integraba muy bien a la música y ya contenía aquellos elementos que, en poco tiempo, harían famosos a The Coasters a nivel internacional: el «Smokey Joe’s Cafe», con sus sucias historias sobre la vida diaria en los bajos fondos, pertenece a la misma categoría que los clubes de stríptease, las agencias de empeño, los hipódromos, las callejuelas sórdidas, las prisiones y los fastfood a los que The Coasters se referirían una y otra vez en sus canciones.

El personaje de Smokey Joe está interpretado por el bajo Bobby Nunn, que amenaza al solista (Gari Gardner) con un cuchillo de cocina. La caracterización, increíblemente eficaz, y la atmósfera evocada hicieron subir la cotización del autor, Jerry Leiber, que llegó a ser considerado, junto a Chuck Berry, el mejor autor de textos de rock’n’roll. Lleno de aquellos ritmos que se espera oír en los antros de los barrios bajos, el «Smokey Joe’s Cafe» representaba el tipo de lugar en el que se puede acabar a puñetazos, pero donde los jóvenes se hacen hombres.

Gracias al éxito de los discos de The Robins, Atlantic contrató a Leiber y Stoller, en 1955, como productores independientes. The Robins se dividieron en dos: Gardner y Nunn se quedaron y reclutaron a Billy Guy y Leon Hughes para formar The Coasters. El nuevo nombre lo puso el manager Lester Still, con la intención de asociarlos con el sonido de la Costa Oeste. Hughes, que era más un bailarín que un verdadero cantante, fue sustituido por Young Jessie.

En 1957, la nueva formación obtuvo un gran éxito con ‘Searchin», que estuvo en las listas de éxitos americanas durante seis meses, llegando hasta el quinto puesto, y después fue relanzada, como single, con ‘Young blood’ en la cara B, una sugestiva canción de inspiración sexual que narraba la historia de un joven deslumbrado por bellezas de cine.

Las chicas de las canciones de The Coasters tenían una fisonomía precisa: eran jóvenes y precoces, tenían grandes ojos redondos y usaban jerseys ajustados, y, aun sometidas a la estrecha vigilancia de sus padres, patinaban o paseaban por el parque, en espera de dedicarse a aquella actividad que parecía agradar tanto a los jóvenes.

En ‘Young blood’ es tal la excitación que, según ha escrito el periodista americano Bill Millar, «te esperas ver salir de un momento a otro un preservativo de la portada del disco». Pero cuando, finalmente, el joven de la canción logra a la chica de sus sueños, interviene el padre de ella que lo amenaza con una profunda voz de bajo: «Harías mejor en dejar en paz a mi hija».

Se trataba de temas demasiado violentos para el año 1957. Las canciones de The Coasters eran tan explícitas que alguien empezó a definirlos como peligrosos, desde el punto de vista educativo, para los muchachos (a los que obviamente se dirigían).

Después de algunos éxitos de menor impacto como ‘Idol with a golden head’ y ‘What is the secret of my success’, The Coasters se trasladaron a Nueva York, donde Cornelius Gunter, de The Flairs, y Will «Dub» Jones, de The Cadets, sustituyeron a Young Jessie y Bobby Nunn.

Si bien ya habían conocido el éxito económico, The Coasters no alcanzaron la fama mundial hasta que ‘Yakety yak’ escaló en 1958 las listas de éxitos a ambos lados del océano. El título es sólo una interjección al final de cada estrofa; los versos no hacen más que parodiar las amenazas de los padres a sus hijos, en un burlesco conflicto generacional que define bien la atmósfera de aquellos años.

‘Charlie Brown’, que en 1959 alcanzó el segundo puesto en las listas de éxitos, estaba enmarcada en el mismo contexto: The Coasters enunciaban la lucha contra la autoridad de un joven poco inclinado a obedecer las obligaciones que la sociedad quería imponerle.

El inconformismo de ‘Charlie Brown’ desencadenó duras críticas hacia el habitual dúo de autores, Leiber y Stoller, acusados de haber creado estereotipos sobre la piel de gente de color, de haber especulado con la utilización de una imagen cómica de los vocalistas negros. Pero la pareja no había hecho más que evidenciar una situación ya existente: el cantante de rhythm and blues, durante mucho tiempo obsesionado por el crimen, por el sexo, por el juego de azar, había creado el estereotipo de sí mismo, igual que Otis Redding cantaba la vida de los ladrones.

Pero The Coasters, con su irreverencia, sacaban a relucir instituciones que los blancos parecían tener en gran estima. La autoridad, los padres, la fidelidad, el trabajo, y la consiguiente supresión de toda forma de rebelión, de toda diversión inusual y «peligrosa» eran argumentos tratados con una astucia intrépida y potencialmente subversiva. Y la asociación entre aquellos dos autores judíos y un grupo de negros del Sur sólo podía dar frutos poco digeribles para el sistema.

La justicia del Sur, el poder económico y las barreras raciales eran satirizados sin piedad, ‘Alone came Jones’, que en 1959 llegó al tercer puesto de las listas de éxitos, se burlaba de los diálogos de ciertas películas del oeste.

Pocos discos eran tan pegadizos como ‘Poison Ivy’, que alcanzó el número 7 en las listas de éxitos en 1959, o su cara B ‘l’m a hog for you’, donde se obtenía un efecto particular de la combinación de una nota repetida de guitarra con un rugiente saxo tenor.

El grupo permaneció con el tándem Leiber-Stoller durante todos los años sesenta, y la unión dio otros frutos, que llevaron a la producción del grupo de color a niveles cada vez más altos. ‘Shopin’ for clothes’, de 1960, en su obsesión «por la ropa» recordaba los excesos de pasión de Chuck Berry por los coches preparados: el protagonista busca un vestido con botones de oro macizo, un cuello de camello, un frac.  Billy Guy interpretaba el tema, como los siguientes ‘Girls, girls, girls’, y ‘Little Egypt’, con el estilo de un cantante de vodevil.

‘Little Egypt’, último clásico verdadero de The Coasters, hablaba sobre una exhibicionista, la pequeña Egypt del título, que termina casándose con el cantante, y Guy canta el texto con la exagerada arrogancia de quien puede disfrutar, en privado, del show de Little Egypt cada noche de la semana. Un tema algo «fuerte»: el disco fue censurado en algunos estados del Sur, pero, de hecho, quedó como uno de los mejores de todo el repertorio de The Coasters.

La asociación de The Coasters con Leiber y Stoller se interrumpió en 1963, y el grupo se quedó de repente sin éxitos. El contrato con la compañía discográfica terminó y no fue renovado, y el grupo se separó. En 1967 se habló de una reunión: el grupo fue asignado a una firma CBS, Date, y Leiber y Stoller volvieron a producir canciones (‘Soul pad’, ‘Down home girl’ y ‘D.W. Washburn’). ‘Down home girl’ estaba caracterizada por un humor country-blues, ‘Soul pad’ parodiaba las modas de los alimentos macrobióticos, del misticismo y de la psicodelia.

Las nuevas canciones eran las más punzantes que Leiber había escrito nunca, pero los productores no lograron obtener el apoyo incondicional de CBS. Aquellas canciones lograron un éxito mayor en versiones de otros artistas, como The Monkees (‘D.W. Washburn’) o The Rolling Stones (‘Down home girl’).

Después de otra larga ausencia, The Coasters volvieron a las listas de éxitos en 1971 con una versión de un viejo tema de Leiber y Stoller, ‘Love potion number 9’. Desde entonces, sin el apoyo de los dos productores de los huevos de oro, el grupo cambió varias veces de compañía discográfica, pero ya no recuperó la fama.

La contribución histórica de The Coasters es importante. Su habilidad vocal es única. Sus piezas fueron versioneadas por The Hollies, The Beatles, Ray Charles y The Tremeloes, entre otros. Y el «humor negro» del grupo influyó en muchos artistas, como Frank Zappa, Eddie Cochran o Curtis Mayfield, e incluso en Prince y la música negra de los años ochenta.

Tinta negra sobre papel blanco

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Leiber (a la izquierda) comentó en una entrevista a Rolling Stone: “Yo me sentía negro. Era negro en todo lo que hacía. Y quería ser negro por muchas razones. Eran mejores músicos, eran mejores atletas, no eran recatados con el sexo, y sabían disfrutar de la vida mejor que la mayoría de las personas"
Leiber (a la izquierda) comentó en una entrevista a Rolling Stone: “Yo me sentía negro. Era negro en todo lo que hacía. Y quería ser negro por muchas razones. Eran mejores músicos, eran mejores atletas, no eran recatados con el sexo, y sabían disfrutar de la vida mejor que la mayoría de las personas»

Antes de que el dúo Lennon-McCartney llegara a lo más alto del firmamento musical, el letrista Jerry Leiber formó con el compositor Mike Stoller una sociedad que fabricó algunos de los grandes hitos de los inicios del rock.

La pareja proporcionó a Elvis Presley varios de sus temas más electrizantes. En 1956, el «rey» transformó el blues de su «Hound Dog» en una descarga rockera y convirtió «Jailhouse Rock» en uno de sus señas de identidad.

Su canción «King Creole» inspiró en 1958 una de las películas más destacadas de las protagonizadas por Elvis, a quien Leiber-Stoller proporcionaron también algunas de sus mejores baladas («Loving You», «Don’t» y «Love me»).

Originario de Baltimore, el joven Jerry Leiber trabajaba en una tienda de discos de Los Angeles cuando conoció en 1950 a Mike Stoller, con quien enseguida compartió su afición por la música negra.

Aquella afinidad puso en marcha una fábrica de canciones irresistibles y de largo recorrido. Su primer éxito, «Kansas City», publicada originalmente en 1952, fue número uno siete años más tarde de la mano de Wilbert Harrison.

Los «Fab Four» la incluyeron en su álbum «Beatles for Sale» (1964), en un «medley» junto al tema «Hey, hey, hey». Paul McCartney, quien la cantaba en la versión de los Beatles, la ha retomado a lo largo de su carrera en solitario. En 1953 formaron Spark Records, su propia compañía discográfica, que fue absorbida posteriormente por el gigante Atlantic.

A finales de los cincuenta, la factoría Leiber-Stoller echaba humo. «Yakety Yak», su colaboración con el grupo vocal The Coasters, pasó varios meses como número uno de las listas norteamericanas en 1958 y se convirtió en la banda sonora de una época.

La jugada se repitió un año más tarde con «Poison Ivy», versioneada por los Rolling Stones al comienzo de su carrera, y que décadas después dio nombre a la villana de la película «Batman y Robin», interpretada por Uma Thurman.

Y es que las canciones Leiber-Stoller siempre tuvieron una extraordinaria capacidad para saltar de una década a otra. «On Broadway», creada en 1963 para otro grupo vocal, The Drifters, se convirtió en 1978 en un éxito mundial en la versión del guitarrista de jazz y vocalista George Benson.

En 1961 se unieron al cantante Ben E. King para crear una de las grandes canciones de la historia de la música, «Stand By Me». Leiber escribió junto a King una de las letras más hermosas de su carrera, toda una declaración sobre la amistad que en los años ochenta inspiró una novela de Stephn King llevada al cine por Rob Reiner.

La canción regresó entonces a las listas de éxito y llegó a ser número uno en el Reino Unido.

«Stand By Me» ha sido interpretada en el último medio siglo por centenares de artistas, entre los que figuran John Lennon, quien la incluyó en su disco de versiones «Rock ‘n’ Roll» (1975), Otis Redding, Jimi Hendrix, Elton John y el mismísimo Mohamed Ali.

La fábrica Liber-Stoller siguió produciendo éxitos hasta entrados los años setenta, cuando Stealers Wheel’s popularizó «Stuck in the Middle with You», retomada por Quentin Tarantino en su película «Reservoir Dogs».

Una década después llegaron los homenajes. Lieber y Stoller ingresaron en el Salón de la Fama de los compositores en 1985; un año después en el de Productores y en 1988 se les abrieron las puertas al salón de la fama del Rock and Roll.