leonardo da vinci

Mundo caníbal

Posted on Actualizado enn

Canibalismo en Brasil en 1557, grabado de Theodor de Bry
Canibalismo en Brasil en 1557, grabado de Theodor de Bry

No es una de las mejores facetas del ser humano y su tratamiento ha quedado restringido a publicaciones especializadas de antropología o medicina, y al cine de terror; sin embargo, sabemos que la antropofagia, el gusto por la carne humana ha estado presente en la dieta de nuestros ancestros y también en la de grupos humanos modernos.

En algunas culturas de la América precolombina, la carne humana era alimento de los dioses, y de allí derivaban los sacrificios humanos con su consiguiente ingesta. En Asia, al mismo tiempo, existían ritos funerarios en los que los deudos se comían partes de sus finados familiares. En Europa, mientras tanto, la sangre y los huesos de los muertos se usaban como ingredientes mágicos, independientemente de a quién hubieran pertenecido.

En varias culturas, como las de pueblos de Nueva Guinea, las islas del Pacífico, o en pueblos de filiación caribe, estuvo presente la idea de que devorar ciertos órganos o partes del cuerpo de tus amigos podía fortalecerte y hacerte heredar atributos del otro; lo que es menos sabido es que la creencia en las propiedades curativas gracias al consumo del cuerpo de otra persona también estuvo presente en muchas naciones y culturas de la Edad Media europea.

Durante los siglos XVI y XVII pedazos de momias egipcias se vendían para ser usados en la preparación de remedios para distintas enfermedades, comprados por boticarios y médicos, que pensaban que curarían todo, desde un simple dolor de cabeza a enfermedades más graves, como convulsiones.enfermedades como la epilepsia, tratamientos de hematomas y hasta dolores de cabeza.

Esta creencia podría explicar por qué eran tan comunes los saqueos de tumbas, que hasta hace poco tiempo se atribuían exclusivamente a la búsqueda de prendas valiosas o para el estudio clandestino de la anatomía humana. Pedazos de carne y huesos humanos eran parte de ungüentos y medicinas que generalmente se tomaban de cuerpos momificados o en su defecto, de cementerios desprotegidos.

Otra costumbre, atribuida a los países germánicos, era la de beber la sangre de personas ejecutadas. Los verdugos vendían la sangre de sus víctimas y se recomendaba beberla fresca, ya que el verdugo era considerado un gran curandero en los países germánicos.

Paracelso recomendaba beberla fresca, pero existieron recetas que enseñaban a conservarla en forma de ungüento o mermelada para tratar problemas circulatorios. Siguiendo esta lógica, se recomendaba el consumo de fragmentos de cráneo humano, diluidos en alcohol, para aliviar los dolores de cabeza, y de testículos para incrementar la potencia sexual.

Otra explicación de la ingesta de carne y restos humanos está en que para la medicina de la Edad Media y el Renacimiento, el espíritu era parte de la fisiología: las partes del cuerpo están ligadas al alma aun después de la muerte. Por ello, Leonardo da Vinci escribió: «preservamos nuestra vida con la muerte de otros. En una cosa muerta la vida insensata permanece y cuando ésta se reúne en el estómago de los vivos, recobra sensibilidad y vida intelectual».

La práctica cayó en desuso paulatinamente durante el siglo XVIII, aunque los remedios que incorporaban partes del cuerpo siguieron vigentes hasta principios del siglo XX. Cuando la ciencia separó lentamente la medicina del sustrato mágico probablemente perdió una importante fuente de sentido ritual, pero ganó en especificidad y efectividad: la transfusión de sangre y el trasplante de órganos son formas sublimadas de resurrección en las cuales un cuerpo incorpora partes de otro cuerpo como si fuera suyo.

El striptease de La Gioconda

Posted on

Después de una serie de análisis en el Museo Louvre de París, donde se expone la Mona Lisa, los curadores creen que el boceto es "al menos en parte" de Da Vinci.
Después de una serie de análisis en el Museo Louvre de París, donde se expone la Mona Lisa, los curadores creen que el boceto es «al menos en parte» de Da Vinci

El dibujo de un desnudo que guarda un sorprende parecido con La Gioconda de Leonardo Da Vinci podría haber sido realizado por el mismo autor, según afirman varios expertos. Un grupo de científicos del museo del Louvre de París, donde se exhibe esta obra maestra, examinaron un dibujo a carboncillo conocido como la Monna Vanna, que había sido atribuido al estudio del artista florentino.

El dibujo había permanecido desde 1862 en la colección de arte renacentista del Museo Condé, en el palacio de Chantilly, al norte de la capital francesa. Los conservadores del museo creen, tras meses de exámenes en el Louvre, que “el dibujo es al menos en parte” obra de Da Vinci. “No es una copia insulsa”, explica el conservador Mathieu Deldicque. “Estamos viendo algo que fue realizado en paralelo a la Mona Lisa, al final de la vida de Leonardo”, cuenta.

El experto en restauración del Louvre Bruno Mottin confirma que el dibujo data de la época en que vivió el pintor renacentista, a comienzos del siglo XV y que era de una “muy alta calidad”. Los exámenes probaron que no se trataba de una copia de un original perdido, declara el experto al diario Le Parisien. Sin embargo, advierte que “debemos ser prudentes” sobre la autoría.

“El trazo de la parte de arriba del dibujo, cerca de la cabeza, fue realizado por una persona diestra”, mientras que el artista, que falleció en Francia en 1519, era zurdo. “Es un trabajo que tomará tiempo”, añadió. “Se trata de un dibujo sobre el que es muy difícil trabajar, porque es especialmente frágil”.

Entre las pruebas presentadas por Deldicque para afirmar que se trata de un boceto de la Mona Lisa fuguran las siguientes:

  • Las manos y cuerpo son casi idénticos.
  • Los retratos tienen casi el mismo tamaño.
  • Pequeños agujeros perforados alrededor de la figura sugieren que puede haber sido utilizado para trazar su forma sobre un lienzo.

Sin embargo, Mottin afirmó que esperaban esclarecer la identidad del artista en un plazo de dos años, a tiempo para una exposición en Chantilly con motivo del 500 aniversario de la muerte de Leonardo da Vinci.

El dibujo de Chantilly había sido atribuido, en principio, al maestro toscano cuando fue comprado por el Duc d’Aumale en 1862 por 7.000 francos, una suma importante en aquel entonces. Pero, años después, los especialistas dudaron sobre su autenticidad y dedujeron que el dibujo podría haber estado ejecutado por algún miembro del estudio del artista.

Da Vinci y las gemas del cenáculo

Posted on

Aunque las llamadas "piedras del paraíso" citadas en los Antiguos testamentos son doce, Leonardo sólo pinto ocho y lo hizo a propósito para cargar aún más de significado su gesto
Aunque las llamadas «piedras del paraíso» citadas en los Antiguos testamentos son doce, Leonardo sólo pinto ocho y lo hizo a propósito para cargar aún más de significado su gesto

Leonardo da Vinci plasmaba en sus obras mensajes ocultos, como el de la piedras preciosas en los ropajes de los protagonistas de «La ultima cena», en las que reparó una historiadora que ha dedicado un libro a explicar el enigmático simbolismo que quiso comunicar el genio renacentista.

«Leonardo e le dodici pietre del Paradiso» (Leonardo y las doce piedras del paraíso) de la historiadora Elisabetta Sangalli es un inédito estudio sobre un aspecto hasta ahora nunca analizado de una de las obras más radiografiadas del mundo: «La Última Cena» o «El Cenáculo» de Leonardo da Vinci, que se encuentra en el convento de Santa María delle Grazie, en Milán (norte de Italia).

«Me di cuenta de la existencia de las piedras preciosas del Cenáculo mientras preparaba una lección sobre la obra. Observando bien los detalles me fije en el broche pintado por Leonardo a la altura del cuello de Cristo y seguí observando y lo noté en otros ropajes», explica esta profesora italiana,

«Sabiendo que Leonardo no dejaba espacio a la casualidad y daba significados a todos los detalles de sus obras me pregunté el porqué había pintado estas gemas, qué quería comunicar y cómo las asoció a los apóstoles de cristo», agregó.

Así, explica, «comenzó mi viaje para descubrir el misterio de las doce piedras».

Para ello se ha basado y documentado en las tradiciones y simbolismo que le daban a las gemas los antiguos egipcios, pero también a la tradición hebraica o los escritos medievales y, claro está, en los Testamentos donde aparecen las «doce piedras».

En estas antiguas culturas ya se daba un uso simbólico de las piedras preciosas, «algo que también hizo Leonardo, para así dar con estas gemas una interpretación personal a los apóstoles elegidos, según la personalidad y el carisma de cada uno de ellos».

Destaca la esmeralda en la túnica de Jesús, una piedra «que es considerada portadora de paz y símbolo del renacimiento y que hasta la Edad Media se relacionada con la regeneración».

Explica la historiadora que la esmeralda que aparece en el ropaje de Jesús estaba asociada «a la tribu de Leví, que era la única que tenía acceso al sacerdocio», otro guiño de Leonardo según este estudio.

En San Juan aparece un «yahalom», un diamante «con una clara referencia a la luminosa espiritualidad del apóstol preferido de Jesús por su corazón puro».

Mientras que en San Andrés aparece una piedra de color azul, un zafiro, que hace referencia a la Ciudad Celeste del Apocalipsis, asegura la estudiosa.

Sangalli ha tenido que comparar el deteriorado fresco de Leonardo acabado en febrero de 1487 con las versiones de sus discípulos o de otras copias para poder encontrar la pigmentación exacta de las piedras preciosas y analizar su simbología.

leonardo_da_vinci_y_las_12_piedras_del_paraisoAunque las llamadas «piedras del paraíso» citadas en los Antiguos testamentos son doce, Leonardo sólo pinto ocho y lo hizo a propósito para cargar aún más de significado su gesto.

«En la simbología bíblica del Apocalipsis el número 7 es recurrente y por ello fueron siete los apóstoles elegidos por Leonardo», agrega.

Sangalli explica que el fresco que pinto Leonardo fue un encargo para el convento de los Dominicos y se encuentra en la zona del refectorio y el prior de entonces era Vincenzo Bandello, que había estudiado a fondo la Apocalipsis de San Juan y probablemente fue él quien dio a Leonardo las indicaciones para colocar las piedras.