luis buñuel
Max Aub entre océanos de Buñuel

La última gran obra que Max Aub dejó inédita, en la que trabajó los últimos años de su vida y en la que, con la excusa de trazar una biografía del cineasta Luis Buñuel, efectuó una travesía por su época y un análisis de las vanguardias, puede encontrarse con el título ‘Luis Buñuel, novela’.
La editorial granadina Cuadernos del Vigía, con la investigadora Carmen Peiré al frente, expurga y ordena las casi 5.000 páginas entre folios, cuartillas, manuscritos y «mecanoscritos» que se conservan en la Fundación Max Aub en Segorbe (Castellón).
‘Luis Buñuel, novela’ son casi 600 páginas de texto, un índice onomástico con un millar de nombres, tantos como personas salen en sus páginas, y un CD con grabaciones de algunas de las conversaciones que mantuvieron dos de los españoles más ilustres que dio el siglo XX.
En el momento de su muerte, en 1972, Aub trabajaba en una biografía sobre Buñuel por encargo de la editorial Aguilar, que en 1986 publicó ‘Conversaciones con Luis Buñuel’, una petición que aceptó porque, «aparte de ser amigos, sus vidas habían tenido connotaciones parecidas, y un mismo destino de exiliados en México», según Miguel Ángel Arcas, director de Cuadernos del Vigía.
«No escogí a Luis Buñuel, me lo ofrecieron en matrimonio. Creí que me convenía: su manera de intentar recordar lo mejor de mi pasado […]. Más que vidas paralelas, las nuestras fueron cruzadas […]. Tuvimos muchos amigos comunes […]. Los dos somos desterrados […]. Si hago este libro, tiene que ser algo importante, un poco como sus películas (…). Necesito acabar este libro y que no acabe él conmigo», dejó escrito Max Aub sobre esta obra.
Según la editorial granadina, Aub empezó a preparar el libro a mediados de 1968 con cierta aprensión por no poder terminarlo, con su salud resentida y «un corazón que había pasado por cuatro campos de concentración y un dolor por España que plasmó en toda su obra», profundamente marcada por el exilio.
En 1971 empezó a poner en orden sus papeles sobre Buñuel, a quien ya considera uno de sus personajes -de ahí el título ‘Luis Buñuel, novela’- y decidió volver a poner los pies en España para entrevistar a amigos del cineasta, cuando pronunció su célebre frase, «He venido, pero no he vuelto».
Con las impresiones de aquella estancia en la España de Franco, un país que no reconoció pero al que, en palabras de Arcas, «nunca dejó de querer», escribió el diario titulado ‘La gallina ciega’.
Según el editor, en ‘Luis Buñuel, novela’ Aub habla de lo que fue y no pudo ser su generación, con profundas reflexiones sobre la época, los años veinte, la Residencia de Estudiantes, la República, la guerra y la posguerra, el exilio, las vanguardias europeas y la influencia de todo esto en la obra del gran cineasta.
«Su empeño fue hacer una obra magna que cerrara toda su vida de escritor, consciente de que era lo último que escribía y necesitaba por ello decirlo todo», según la editorial, la cual ha contado con la estrecha colaboración de Elena Aub Barjau, heredera del escritor.

Tras la muerte de Max Aub en 1972, los manuscritos y mecanoscritos de la novela recorrieron varios paraderos hasta recalar en su Fundación, algo que Arcas no lamenta y prefiere atribuir al destino: «Tal vez ahora, pasado tanto tiempo, se pueda entender mucho mejor lo que quiso decirnos» con este libro.
La obra se compone de dos partes: una primera, con los prólogos que dejó el escritor, una biografía de Buñuel desde 1900, con su infancia y juventud, hasta el periodo 1960-72 que el cineasta pasó entre París, Madrid y México, varias semblanzas del cineasta, un análisis de su figura y de sus influencias políticas, religiosas, educativas y artísticas.
La primera parte incluye las transcripciones de algunas de las conversaciones que escritor y cineasta mantuvieron para preparar el libro, mientras que la segunda parte, de tono más teórico y más breve, se dedica a analizar el arte de su época y los principales ismos.
Buñuel, el republicano
Dos meses después de la sublevación militar que dio paso a la última Guerra Civil en España, el cineasta Luis Buñuel se dio de alta, el 18 de septiembre de 1936, como afiliado de la UGT en la Federación Española de la Industria de Espectáculos Públicos, sección de Empleados de Casas de Películas.
Luis Buñuel Portolés figura registrado con el número 30.764 en la relación nominal, escrita a máquina, que ha encontrado el investigador histórico Policarpo Sánchez en el Archivo de Salamanca después de años de trabajo y de registrar «papel a papel como una hormiguita», numerosas cajas y legajos.
El excéntrico inquilino de la Residencia de Estudiantes, amigo de Federico García Lorca y Salvador Dalí, se convirtió así en un afecto a la causa de la II República durante la contienda fratricida, para la que trabajó como coordinador de Propaganda dentro del Servicio de Información de la Embajada de España en París.
Así consta en otros papeles que ha escudriñado Sánchez, uno de los mejores conocedores del Archivo de Salamanca, y firme defensor de su unidad a través de una asociación creada por él para supervisar la legalidad de la salida de documentos con destino a instituciones, partidos y sindicatos.
Luis Buñuel (1900-1983), exiliado en México, hijo de una familia pudiente que le permitió viajar y formarse, se convirtió en un activo militante al servicio de la II República con encomiendas como la de gestionar en París una copia del célebre documental «The Spanish Earth», del holandés Joris Ivens (1898-1989), un alegato de intención propagandista para mostrar al mundo el caos de España y recabar ayuda contra los militares sublevados.
Policarpo Sánchez ha encontrado varios telegramas fechados en Valencia que acreditan ese encargo y en los que el remitente se interesa por el estado de las gestiones de Buñuel.
«Ruégote preguntes Buñuel cuando enviara película Tierra Española para la cual le fue entregado dinero Stop. Urge indique estado asunto Stop. Saludos Roces Subsecretario Instrucción Pública», señala uno de los telegramas desempolvados por este investigador.
Lo envía Wenceslao Roces, subsecretario de Instrucción Pública, y lo recibe en la capital de Francia José Lino Vaamonde, comisario general adjunto del Pabellón español en la Exposición Internacional de París del año 1937, donde supuestamente Buñuel se encontraría con el director o los productores del filme, ha manifestado Sánchez.
«The Spanish Earth», 54 minutos de duración, fue rodada en varios lugares del cerco de Madrid y de los frentes en Fuentidueña de Tajo y varios escenarios de la batalla del Jarama, objeto de encarnizados combates por tratarse de la línea de comunicación entre la capital de España y Valencia, ciudad ésta donde se desplazó el Gobierno de la II República.
Orson Welles y John Dos Passos figuran como guionistas además de Prudencio de Pereda, su producción costó 2.000 dólares y fue estrenada en la Casa Blanca el 8 de julio de 1937 a petición del entonces presidente de Estados Unidos, Franklin D. Rooselvet.
En agosto se proyectó en Francia y por fin, después de numerosas gestiones, en España el 23 de mayo de 1938, aunque fue marginada de los canales de producción comercial por su carácter reivindicativo y polémico.
No obstante, su proyección en determinados ámbitos (asociaciones culturales, universidades e incluso la Sociedad Naciones) «logró que se cumplieran dos de sus objetivos principales: informar a la opinión pública de Estados Unidos sobre la Guerra Civil y recaudar fondos para la causa republicana», ha precisado Sánchez, inmerso en la tarea de documentación previa a la publicación de un libro sobre el cine durante la Guerra Civil.
De las peripecias de Buñuel al comienzo de la contienda, el cineasta dio cuenta en su libro «Mi último suspiro» (1982), publicado un año antes de su muerte y fruto de largas conversaciones, durante casi veinte años, con uno de sus principales colaboradores, el guionista Jean-Claude Carrière, con quien forjó media docena de películas, entre ellas «El discreto encanto de la burguesía» (1972), Óscar a la mejor película de habla no inglesa.