martin scorsese

The Band, raíces y honestidad

Posted on Actualizado enn

Canadienses de origen, The Band supieron demostrar en sus canciones toda la música de raíz americana, el country, el blues, y el rock and roll
Canadienses de origen, The Band supieron demostrar en sus canciones toda la música de raíz americana, el country, el blues, y el rock and roll

Cuando a principios de los años sesenta Ronnie Hawkins Ilega a Toronto, Canadá, está firmemente decidido a bajar a Elvis Presley del trono del rey del rock’n’roll. No lo consigue, a causa de su desmedida pasión por el whisky, pero tiene la suerte de topar con Robbie Robertson, un joven guitarrista competidor de Lonnie Mack y de James Burton, el legendario «apoyo» de Ricky Nelson, quien reúne a un grupo de amigos canadienses y excelentes instrumentistas como eran el pianista Richard Manuel, el teclista Garth Hudson, el bajista Rick Danko, procedentes de grupos desconocidos como The Robots y Paul London & The Trombones. El batería del grupo Arkansas, Levon Helm, completó el grupo que fue bautizado como Ronnie Hawkins & The Hawks.

El repertorio de las primeras giras está constituido por rockabilly y Rhythm and blues, mezcla que contribuye a crear en torno al grupo una sólida reputación en los clubes y en las salas de baile del Canadá y de los Estados Unidos. El grupo, sin embargo, graba muy poco con Hawkins: durante una de estas grabaciones, exactamente ‘Mojo man’ (1964), Levon Helm toma el micrófono para entonar un clásico del rock’n’roll, demostrando al resto de los componentes que es el momento oportuno para separarse del cantante y continuar por si solos. La formación adopta en primer lugar el nombre de The Canadians y despues el de Levon & The Hawks. Graban algunos singles para pequeñas compañías independientes, y, mas tarde, acompañan en tres discos al cantante John Hammond Jr. (hijo del gran John Hammond). Helm daba voz a la nueva imagen del grupo: batería de gran impacto, era un cantante con voz modulada e inconfundible, y, sin escribir canciones, llega a convertirse en el líder del grupo, sostenido vocalmente por Rick Danko y Richard Manuel. El largo camino les estaba transformando en instrumentistas de gran valía de tal modo que podían cambiarse los instrumentos en cualquier momento.

De 1965 es una colaboración del grupo con el cantante de blues Sonny Boy Williamson, interrumpida violentamente por la imprevista muerte del cantante; a continuación Levon & The Hawks, ya muy populares en la Costa Este, fueron contratados por Bob Dylan (aconsejado por Hammond) que estaba preparando su gira mundial de 1966. Dylan comprendió que ese era el grupo que le servia para completar sin problemas su dificil transición del folk al rock. La primera grabación que llevan a cabo juntos es el single ‘Can you please crawl out of your window’. Despues, Robertson participará en la grabación de ‘Blonde on blonde’ y The Hawks se uniran a Bob en la controvertida gira electrica de 1965/1966.

Por aquella epoca, Levon Helm, perdido el liderazgo del grupo, abandona temporalmente la formación, siendo sustituido por Mickey Jones. Aunque el público estaba desconcertado por la transformación de Dylan, por lo que no siempre tenia una buena acogida, The Hawks eran protagonistas de un fenómeno único en el mundo del pop. El fin de la gira les permite preguntarse qué es lo que quieren hacer exactamente, en la misma época del famoso accidente de moto que tuvo Dylan.

Al contrario de la mayoría de grupos de la escena musical americana de aquella época, The Hawks, nombre que nunca figuró en los carteles de la gira, no estaban politizados, ni se hallaban ligados a grupos de protesta; sin duda el ser canadienses les hacía indiferentes al envoltorio político que otros utilizaban de manera oportunista.

Más tarde decidieron retirarse a una granja cerca de Woodstock, llamada Big Pink, para reflexionar después de haber pasado seis años en la carretera. Garth Hudson declaró: «El ser capaces de cortar leña, de hacer las cosas de la casa y vivir esas sencillas experiencias eran parte de un estilo de vida que nos gustaba. Comprendimos que musicalmente podíamos crear cosas interesantes sin la compañía de otros artistas».

Los miembros de The Band ya de adolescentes estaban fascinados por el sur profundo del país vecino, un mundo de sonidos febriles que entraba en sus casas gracias a las mágicas emisoras de radio de aquella época
Los miembros de The Band ya de adolescentes estaban fascinados por el sur profundo del país vecino, un mundo de sonidos febriles que entraba en sus casas gracias a las mágicas emisoras de radio de aquella época

Asumido definitivamente el sencillo nombre de The Band —que era el que aparecía en los carteles de la gira de Dylan— el grupo se pone a trabajar. El resultado de su etapa en Woodstock es el disco ‘Music from Big Pink’, publicado en 1968 y considerado por muchos como uno de los mejores discos de la historia del rock. Tambien graban con Dylan las canciones que veran la luz en 1975, en el doble álbum titulado ‘The basement tapes’. ‘Music from Big Pink’ obtiene un éxito inmediato, gracias a la popularidad conseguida por The Band como grupo de Bob Dylan, también creador de Ia portada del disco. La crítica americana define la música de The Band como ‘white soul’, ‘soul blanco’, y el periodista Greil Marcus escribe en su libro Mistery train: «The Band representa una continuidad de las generaciones; en contra de las tendencias de los sesenta, ellos innovaban Ia tradición pero también querían perdurar; en contra de Ia música pop Ilevada a cabo de modo efímero, se aprovecharon de su posición, pues era un grupo con años de rodaje a, sus espaldas, un grupo que quería durar».

Además, Robertson explica: «Quiero escribir sobre cosas con las que puedo estar directamente relacionado: me puedo proyectar mejor en los campesinos que se unieron en sindicatos durante Ia Depresión que en el que va a San Francisco para ponerse flores en el pelo». Todas las canciones de ‘Big Pink’, tanto las escritas por Robertson solo como las realizadas en colaboración con Dylan, Danko y Manuel, evocan esta América perdida y el deseo de recuperarla; ‘Tears of rage’, ‘To kingdom come’, ‘We can talk about it now’, ‘The weight’, ‘Chestfever’ son inspirados retratos de la América rural, de la soledad y la desesperación que nacieron a causa de las emigraciones; forman una gran metáfora de una América ideal propuesta como un nuevo «mito de la frontera». Los arreglos musicales de estas canciones incluían una gran variedad de instrumentos, consiguiendo una grandeza interpretativa jamás vista, en un fecundo conflicto entre lo acústico y lo eléctrico, con intervenciones de órgano, piano y violín de una forma muy original e inédita.

En 1969, terminado el trabajo en colaboración con Dylan, The Band publica un segundo álbum, ‘The Band’, que confirma Ia fuerza y la madurez conseguida por el grupo, sobre todo gracias a las composiciones de Robertson. Desde la balada sobre la guerra civil, ‘The night they drove Old Dixie down’, hasta el seco humor de ‘Up on Cripple Creek’, todas las canciones están escritas desde el punto de vista de las clases populares y de la gente simple; son pequeñas joyas musicales adornadas con fantasiosos arreglos. Este álbum es la consagración de The Band como una de las mas grandes realidades del rock, aunque al tratar aspectos típicamente americanos ponga un cierto limite a su exportación.

Del año siguiente es el álbum experimental ‘Stage fright’, escrito y grabado en dos semanas de conciertos en directo – aunque sin público – en el Teatro de VVoodstock. Este LP, al igual que ‘Cahoots’ (1971), no tiene el mismo éxito que los primeros álbumes, anticipando los desiguales éxitos de The Band en los años setenta.

El doble en directo ‘Rock of ages’, grabado la noche del 31 de diciembre de 1971 en la Academia de Música de New York, es un extraordinario reflejo de la historia y de las vicisitudes de The Band; y el sexto LP, ‘Moondog matinee’, es un homenaje a los clásicos del rock’n’roll.

Un nuevo brote de popularidad tendrá lugar gracias a su participación en otra gira de Bob Dylan, la del histórico doble álbum en directo ‘Before the flood’, justamente atribuido a Bob Dylan/The Band, ya que el grupo interviene tanto que llega a invadir las grabaciones con su típico sonido. Pero en 1975 el álbum ‘Northern lights/ Southern cross’ recibe una indiferente acogida por parte de la critica y del público, y tras dieciséis años The Band empieza a pensar en una separación. El día de Acción de Gracias de 1976 el legendario Winterland de San Francisco está rebosante de un público entusiasmado, consciente de que va a ser algo memorable. Bill Graham ofrece a todos pavo y pan ácimo, creando una atmósfera casi religiosa.

Cuando se alza el telón, los quinientos fans ven por última vez tocar juntos a The Band, mientras la cámara de Martin Scorsese lo filma todo. ‘The last waltz (El Ultimo vals)’, triple álbum y película, documenta una memorable noche en la historia del rock. En el escenario, junto a The Band, se alternaron personalidades que habían colaborado con el grupo durante su larga carrera: Ronnie Hawkins, Neil Young, Joni Mitchell, Dr. John, Van Morrison, Muddy Waters y -por supuesto- Bob Dylan. El disco fue publicado en 1978.

Tras publicar el album ‘Island’ en 1977, el adiós fue ya definitivo y cada uno siguió su propio camino. Todos los miembros de The Band continuaron carreras en algún grado relacionadas con la música, aunque fue Robertson quien se consagró con la trayectoria más exitosa. Él se convirtió en productor musical y escribió bandas sonoras (trabajando como asistente musical para varias películas de Scorsese) antes de su alabado regreso con disco solista, llamado ‘Robbie Robertson’, producido por Daniel Lanois y con la compañía de U2 en dos canciones.

Helm recibió buenas críticas por su debut en la película ‘Coal Miner’s Daughter’, biografía de la cantante de country Loretta Lynn, y por su narración y papel secundario junto a Sam Shepard en ‘The Right Stuff’ (1983).

Garth Hudson, con su habilidad para múltiples instrumentos, ha lanzado dos aclamados discos solistas: ‘The Sea To The North’, en 2001, y «Live at the Wolf» en 2005, ambos con su esposa Maud como vocalista, y también se ha mantenido ocupado como un solicitado músico de estudio. Los demás miembros han intercalado sesiones musicales con ocasionales discos solistas.

En 1983, The Band se reunió y volvió a las giras, aunque sin Robertson. Algunos seguidores y críticos han sugerido que se debió a disputas. Robertson, en cambio, ha dicho que tal respuesta era exagerada, y que les desea a sus antiguos compañeros la mejor de las suertes. Varios músicos fueron reclutados para reemplazar a Robertson y completar el grupo.

The Band, un conjunto de raíces que vivió en la honestidad
The Band, un conjunto de raíces que vivió en la honestidad

Mientras The Band continuaba la gira, el 4 de marzo de 1986, Richard Manuel se suicidó en su habitación de hotel en Florida, Estados Unidos. Luego se supo que sufrió durante muchos años de un alcoholismo crónico. Según la autobiografía de Helm, en las últimas etapas de su enfermedad, Manuel tomaba ocho botellas de licor Grand Marnier diarias.

El 16 de octubre de 1992, los miembros sobrevivientes de The Band participaron en el concierto homenaje a Bob Dylan celebrado en el Madison Square Garden (New York City), interpretando «When I Paint My Masterpiece», que más tarde (1993) se publicó en el disco «The 30th Anniversary Concert Celebration» del artista de Minnesota.

En 1993, The Band grabó el disco ‘Jericho’, en el que la mayoría de las composiciones fueron hechas por otros. En este mismo año, los componentes de The Band participaron el masivo concierto del ex-Pink Floyd, Roger Waters, de «The Wall» en Berlín.

El 10 de diciembre de 1999, The Band perdió a otro integrante, Rick Danko, quien murió a los 56 años, mientras dormía.

Códigos de muerte y sus canciones

Posted on Actualizado enn

Martin Scorsese, apoyado sobre una farola, en la esquina de una de las localizaciones que utilizó en "Malas Calles", de 1973
Martin Scorsese, apoyado sobre una farola, en la esquina de una de las localizaciones que utilizó en «Malas Calles», de 1973

Martin Scorsese es pasión por el cine. Por rodarlo, por devorarlo y por preservarlo. Autor de «Taxi Driver», «La última tentación de Cristo» o «Infiltrados», el neoyorquino de origen siciliano es también el cineasta que descubrió a Robert de Niro y sublimó a Leonardo di Caprio.

Pero ante todo Scorsese es un cinéfilo incorregible que con solo 11 años escribió su primer guión, para el que esperaba contar con estrellas como Marlon Brando y Burt Lancaster.

El pequeño Marty empezó a acariciar ese desmesurado amor por el séptimo arte a través de la televisión en blanco y negro de su casa familiar de Little Italy, el barrio italiano de Nueva York donde se crió entre un imaginario de reliquias católicas y salsa boloñesa.

El asma privó al frágil chico de pelo negrísimo de corretear por esas calles que magistralmente llevó después al cine en cintas como «Malas calles» o «Uno de los nuestros», donde imperaban los estrictos códigos de conducta de las mafias italoamericanas y los matones de barrio.

Y su «mamma italiana», de nombre Catherine y omnipresente en su filmografía, le convirtió por ello en un asiduo a la quietud de las salas de cine, lo que favoreció que, tras haber amagado con meterse a cura, terminara estudiando cinematografía en la Universidad de Nueva York.

La cinefilia de Scorsese, bruñida ahora en aulas académicas, desembocó inevitablemente en Alfred Hitchcock, maestro al que imitó, exprimió, emuló y homenajeó en incontables ocasiones.

Durante toda su vida, Scorsese se rodeó de colaboradores de Hitchcock (1899-1980), como el compositor de la música de «Vértigo» Bernard Herrmann, a quien encargó la banda sonora de «Taxi Driver», el diseñador de producción de «El hombre que sabía demasiado», Henry Bumstead, a quien empleó en «El cabo del miedo», o el grafista de «Psicosis», Saul Bass, a quien reclutó para «Casino».

La conexión ibérica del realizador se ubica en «La clave Reserva», que el neoyorquino rodó en 2007 por encargo de la marca española de cava Freixenet a partir de un pedazo de guión del director de «Los pájaros».

Scorsese es un amante del «storyboard» (guión gráfico), que trabaja con un detalle extremo. El director neoyorquino realiza dibujos a lápiz bastante sencillos, para darle una cierta idea de cómo va a ser sus películas. No se trata de bocetos demasiado técnicos, sino más bien de pequeñas anotaciones o croquis para sí mismo -y para sus colaboradores más cercanos. Son más una guía rápida para el momento del rodaje, que muestran cómo va a imaginar una determinada escena y cómo se debe pasar a la siguiente.

Este creador de culto que también sabe llegar a las masas recibió cartas de Sidney Lumet, Liza Minelli, Frank Capra o Steven Spielberg cuando requirió su apoyo para pedirle a Kodak que actualizara sus archivos cinematográficos. Ese esfuerzo por preservar la memoria del cine cristalizó en 1990 en la creación de la Film Foundation, dedicada a preservar y restaurar películas antiguas. Le apoyaron, entre otros, Stanley Kubrick, Clint Eastwood, Francis Ford Coppola, George Lucas o Steven Spielberg.

Estos tres últimos cineastas tuvieron el honor de entregarle, en su cuarta nominación, el Óscar al mejor director por «Infiltrados», en la que colocó delante de la cámara a Di Caprio, su gran actor fetiche junto con Robert de Niro.

Además de cinéfilo, el neoyorquino es profundamente melómano. Y es que Scorsese, perteneciente a la última hornada legendaria de cineastas estadounidenses, no ha tenido un fetiche como el que John Williams es para George Lucas y Steven Spielberg ni ha dotado a sus filmes de la majestuosidad con la que Nino Rota vistió «El padrino» de Francis Ford Coppola, pero ha tenido una relación fundamental con la música.

De todas sus películas, la banda sonora más recordada es la que Elmer Bernstein compuso para «La edad de la inocencia», el filme menos «scorsesiano» de su carrera.

El cineasta siempre cita como su película favorita «Las zapatillas rojas», el musical sobre ballet dirigido por Michael Powell y Emeric Pressburger en 1948, que restauró él mismo con mimo y resultados espectaculares a través de su World Cinema Foundation y la reestrenó en el Festival de Cannes 2006.

Su coqueteo con el género no fue más allá de aportar una canción histórica como «New York, New York» a la película del mismo título, protagonizada por su Liza Minnelli y su fetiche, Robert De Niro, que se encuentra en cambio entre los peores títulos de su filmografía.

Scorsese y De Niro, durante el rodaje de "Taxi Driver"
Scorsese y De Niro, durante el rodaje de «Taxi Driver»

Antes de destacar como cineasta había trabajado como supervisor del montaje de «Elvis on Tour», en 1972, y en los años ochenta, ya como director reconocido, firmó el videoclip de la canción «Bad», de Michael Jackson.

Uno de los títulos fundamentales de su primera etapa, «Taxi Driver», estaba dedicado al músico Bernard Herrmann, que se despedía del cine y de la vida con este filme tras haber compuesto para Alfred Hitchcok melodías tan famosas como las de «Psicosis» o «Vértigo».

Ha utilizado cantantes en sus repartos, como Kris Kristofferson en «Alicia ya no vive aquí», Iggy Pop en «El color del dinero», David Bowie en «La última tentación de Cristo», Debbie Harry y Peter Gabriel en «Historias de Nueva York» y Gwen Stefani en «El aviador», además de dar a Mark Wahlberg su única nominación al Óscar en Infiltrados».

Además, Scorsese ha documentado la carrera de sus músicos favoritos; lo había hecho con el que fuera, además, su compañero de piso, Robbie Robertson, en «El último vals», en 1978, aunque hasta el siglo XXI no la recuperaría con «No Direction Home: Bob Dylan», en la que se centraba en la trayectoria del cantante en los años sesenta.

Ya como músicos, llevó a las puertas de los premios de la Academia a U2 por su composición «The Hands that Built America», tema principal de «Gángsters de Nueva York».