mascotas
Gatos, amigos y funambulistas

¿En qué piensan los gatos cuando nos miran fijamente, escuchándonos hablar pero negándose a obedecer o a aprender la más mínima señal? Son animales fascinantes por su belleza y expresividad pero también por su enigmático comportamiento. ¿Por qué viven con nosotros?
Cuenta John Bradshaw, antrozoólogo y autor de «En la mente de un gato», que si bien la mente de los perros es muy diferente a la de su ancestro el lobo gris, los gatos siguen pensando hoy como los cazadores salvajes que han sido siempre. «En un par de generaciones los gatos son capaces de retomar ese estilo de vida independiente que caracterizaba a sus antecesores hace 10.000 años».
Y sin embargo, cualquiera que haya tenido alguna vez un gato enroscado en sus tobillos conoce su lado zalamero, cariñoso, sumiso y casero. Gracias a su enorme flexibilidad, continúa Bradshow, no solo física sino también de carácter, y su capacidad para distinguir rápidamente entre amigos y enemigos, los gatos pueden vivir entre estos dos estilos de vida tan diferentes en una o dos generaciones.
También significa que los gatos mascota llevan todavía consigo el legado de sus antepasados remotos y reflejan sus instintos salvajes, y por eso es importante saber de dónde vienen para entender cómo se comportan.
Bradshow dedica varios capítulos del libro a explicar la evolución desde el cazador solitario y salvaje al habitante de un piso en una gran ciudad. Porque a diferencia de los perros, que hemos criado y modificado durante siglos para cumplir tareas como pastores, guardianes, cazadores o acompañantes, el ser humano solo ha criado distintas razas de gatos por motivos estéticos.
La neurociencia gatuna
Los gatos aportaban una ventaja más concreta, la de deshacerse de roedores y otros animalillos allí donde el ser humano no los quería, pero el resto de su atractivo era puramente emocional, desde su belleza y suavidad hasta la simbología que algunas civilizaciones crearon en torno al animal.
Analizando descubrimientos y estudios en torno a la neurociencia gatuna, Bradshaw dedica varios capítulos a explicar cómo la versión del mundo que cada cachorro de gato conforma a través de sus sentidos, especialmente su hipersensible olfato, tendrá consecuencias durante toda su vida. Sus emociones hacia sus iguales, hacia los humanos y hacia el entorno en el que viva y las estrategias con las que tratará de sobrevivir se irán conformando durante sus primeros meses de vida.
¿Qué significan los ronroneos? ¿Por qué queremos tanto a nuestros gatos? ¿Es solo por su aspecto, sus adorables y expresivas facciones que nos recuerdan a las nuestras, o hay algo más? ¿Y qué sienten los gatos por su gente? ¿Nos quieren o solo nos necesitan?
Bradshaw intercala explicaciones científicas con sus propias experiencias de una larga vida de interacción y convivencia con gatos para explicarnos todo lo que hay que saber sobre la mente de nuestros felinos.
Juegos de pantalla como estímulo en perros ancianos

A pesar de sus limitaciones físicas, los perros mayores son capaces de seguir aprendiendo, lo que puede ralentizar el ritmo natural del deterioro mental debido a la vejez. Pero, contrariamente a los cachorros y a los ejemplares más jóvenes, a los canes viejos no se les estimula mentalmente porque al moverse cada vez menos, inconscientemente reducimos el nivel de entrenamiento.
“Como en el caso de las personas, la producción de dopamina en los perros también disminuye con el envejecimiento, lo que lleva a una disminución de la memoria y del impulso motivacional. Pero este desgaste mental natural puede contrarrestarse con el entrenamiento específico de las habilidades cognitivas”, asegura Lisa Wallis, del Senior Family Dog Project de la Universidad ELTE (Budapest, Hungría).
Para seguir ofreciendo desafíos a los canes mayores, el equipo científico, liderado por la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), propone una serie de juegos por ordenador como alternativa, uniendo tareas mentales simples con un sistema de recompensa.
Según los autores del estudio publicado en la revista ACM Digital Library, estos ejercicios mentales podrían reemplazar a una actividad física demasiado exigente para estas mascotas mayores. Pero por ahora, el proyecto está aún en el laboratorio.
Resolución de rompecabezas
El entrenamiento, que requiere cierta preparación por parte de las mascotas, se basa en la resolución de rompecabezas a través de pantallas táctiles. Una vez que los animales entienden y se acostumbran al funcionamiento se convierten en fervientes jugadores.
“La interacción con la pantalla táctil generalmente se analiza en perros jóvenes, pero los más viejos también responden positivamente a este método de entrenamiento cognitivo”, apunta Ludwig Huber, de la universidad austriaca. “Además, la perspectiva de una recompensa es un factor importante para motivar a los animales a hacer algo nuevo o desafiante”, añade el experto.
Los juegos, basados en tareas simples, no solo les estimulan mentalmente, sino que también crean en ellos emociones gracias a la interacción y la recompensa. “La sensación positiva que se crea cuando resuelven un desafío mental es comparable a la que tienen las personas mayores cuando aprenden algo nuevo, haciendo algo que disfrutan. El entrenamiento cerebral regular no solo nos anima a nosotros, sino que también aleja a los perros de la apatía de la vejez, y aumenta su motivación y compromiso, y maximiza las oportunidades de aprendizaje”, subraya Huber.
Durante el envejecimiento, las mascotas tienden a olvidar lentamente lo que han aprendido a lo largo de su vida. Pero los científicos aún no saben si esto se debe a los efectos de la edad. La propuesta de juegos a través de pantallas táctiles podría contrarrestar así esta falta de memoria.
Los autores esperan que este estudio motive a técnicos y desarrolladores de software, y a los dueños de perros interesados. “Nuestra investigación podría resultar en un proyecto de ciencia ciudadana que ayudara a entender la importancia del aprendizaje continuo en los animales”, concluye Lisa Wallis.
Animales que despiertan la telepatía latente

Entenderse con cualquier animal es posible y comprender lo que dicen puede resultar determinante para resolver situaciones tan controvertidas como un divorcio, aunque para ello se ha de recurrir a la comunicación telepática, una capacidad «innata» de todos los seres vivos.
Así lo asegura la terapeuta María Victoria Caramés, que enseña cómo se puede establecer una comunicación con las mascotas o incluso con un gusano.
Victoria Caramés sostiene que los humanos han olvidado este tipo de comunicación, pero mantenemos la capacidad para establecerla y de lo que se trata es de desarrollarla. Son, según esta experta, los animales, particularmente las mascotas, los que pueden ayudar a revitalizar la potencialidad telepática de los hombres.
Hace años descubrió, por casualidad, que se podía comunicar con una ballena, y fue entonces cuando se convirtió en toda una especialista en el «lenguaje de sentimientos», con el que los animales pueden llegar a enseñar al ser humano «muchas cosas».
Para llegar a este nivel de conocimiento hasta convertirse en comunicadora de animales y terapeuta, tuvo que realizar tres cursos, cada uno con un nivel distinto.
Fiel seguidora de los métodos de la terapeuta canadiense Penélope Smith, cuando Victoria empezó a dominar la técnica se dio cuenta de que su perro «sabía más de mí que yo de él». A partir de ahí se conectó con una amplia variedad de seres vivos de la especie animal, entre los que se incluyen hormigas o cucarachas.
Reconoce que es algo difícil de entender si uno no acaba sumergiéndose en este conocimiento. Ella misma pensaba que era una experiencia mística, hasta que descubrió que se puede hablar, «incluso con plantas», y casi de cualquier cosa.
Entre sus múltiples experiencias está la intervención de un gato en el proceso de separación de sus dueños. El gato aportaba su opinión, especialmente cuando surgían las discrepancias, y Victoria era la encargada de transmitirles las frases que telepáticamente le hacía llegar el felino.
«Puedes llegar a tener una conversación muy fluida, tan fluida que te replanteas todo», enfatiza la telépata, quien sostiene que esta comunicación no es algo novedoso en el tiempo, sino que los Druidas o los Chamanes ya conversaban con los seres vivos de su época.
Mientras mantiene esta conversación, un gato maúlla en el interior del vehículo en el que viaja, y Victoria tiene claro lo que le comenta: «me está diciendo que quiere ir a donde lo llevamos, pero que no quiere viajar».
«Las primeras veces, flipas», dice la experta. Y no es para menos, ya que en la conversación el animal puede explicar cuál es la comida que más le gusta o describir cómo es su estancia.
Avisa que la única forma de comprobar todo lo que comenta es que «la gente lo viva», si bien aprecia que del escepticismo inicial se ha pasado a una situación donde quienes acuden «llegan creyendo».
Otros estudios
La mayoría de la comunidad científica no acepta la existencia de la telepatía como un hecho objetivo. Pese a que la NASA e innumerables centros de investigación en el mundo han realizado experimentos al respecto, la conclusión oficial hasta el momento es que no se pueden transmitir los pensamientos sin usar un medio físico.
Rupert Sheldrake, un biólogo de la Universidad de Cambridge, contra la opinión de los expertos, se ha dado a la tarea de diseñar y realizar experimentos de telepatía con animales. Está convencido de que la telepatía existe y que esta realidad se puede verificar mediante una observación simple del comportamiento animal.
Rupert Sheldrake realiza investigaciones, especialmente con las mascotas. Asegura que el 50% los perros, por ejemplo, saben con antelación cuándo van a regresar sus dueños a casa. De hecho, mostró pruebas de este comportamiento en algunos videos que hizo circular, pero que fueron retirados de la red sin explicación alguna.
Sheldrake señala que los perros desarrollan un vínculo afectivo especial con algunas personas, sean sus dueños o no, y que eso les permite percibir su cercanía mucho antes de que se hagan presentes. Según sus pesquisas, hasta el 30% de los gatos también tienen esta facultad.
En sus investigaciones encontró que en 64 casos, de 65, los gatos desaparecen una hora antes de una cita con el veterinario. Es como si supieran previamente que deben ir al médico y se escaparan para evitar esa molestia. Sin embargo, estos datos no hacen parte de un estudio formal que pueda verificarse plenamente.
El profesor Sheldrake también argumenta que es muy fácil observar cómo los perros parecen especialmente dotados para percibir el mundo interno de las personas. Esa sería la razón por la que sienten simpatía o antipatía instantánea con determinadas personas; parece que conocieran las intenciones ocultas de cada una y actuaran en consecuencia.
¿Telepatía o refinamiento en la comunicación?
Los experimentos de Sheldrake no han sido documentados suficientemente. Frente a la supuesta capacidad telepática de percibir a sus dueños antes de que se hagan presentes, puede haber otras explicaciones. Este comportamiento se puede deber a un olfato u otro sentido muy desarrollados. También por el factor costumbre, que les indica la hora más o menos exacta en que sus dueños llegan o se van.
Los animales también son capaces de identificar los gestos o rutinas que preceden a una acción determinada. Los humanos tenemos muchos comportamientos mecánicos y no reparamos en ellos. Por ejemplo, sin darnos cuenta, puede que usemos preferencialmente prenda determinada para ir al médico. Las mascotas quizás perciben esto y pueden predecir lo que sigue.
Algo similar podría ocurrir con la supuesta simpatía o antipatía súbita. Si alguien se acerca con el propósito de hacer daño, estará más tenso y probablemente presentará un nivel mayor de adrenalina. El animal puede captar esto como una señal de sus intenciones y, entonces, prepararse para la defensa.
La comunicación afectiva también puede llegar a ser tan estrecha que basta con gestos sencillos para que la mascota “adivine” el estado emocional de su dueño o viceversa.
Aún así, siguen apareciendo testimonios sobre esa presunta comunicación telepática entre los seres humanos y los animales. Los suficientes para no cerrar el tema con un escepticismo radical, sino más bien dando lugar a la pregunta y a nuevas investigaciones.
Tener gatos disminuye el riesgo de infarto y depresión

Existen evidencias científicas de que la convivencia con un gato aporta grandes beneficios para la salud, ya que ayudan a tener una vida más plena, tanto física como mentalmente.
Los distintos estudios existentes para conocer cuál es el papel del gato en los hogares y cómo es la relación con sus propietarios, indican que ésta es muy estrecha y con un fuerte componente afectivo, en la mayoría de los casos.
De este modo, los niños que viven con un gato tienen menos posibilidades de desarrollar alergias y asma, así como, convivir con estos felinos se asocia a bajos niveles de triglicéridos en la sangre, lo que reduce el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
Además, el gato ayuda a disminuir el riesgo de problemas cardiovasculares porque los propietarios de estos animales de compañía suelen tener valores más bajos de presión sanguínea y muestran menor reactividad cardiovascular en situaciones de estrés.
Asimismo, los felinos son un gran apoyo emocional en momentos difíciles y ofrecen mucha compañía a sus propietarios, tanto que un 67% de los propietarios afirma que su gato siempre está allí cuando lo necesita. Por descontado, generan confianza, sobre todo, en aquellas personas que requieren una atención especial.
En conclusión, tener un gato como mascota no solo ayuda a mantener un buen estado físico, puesto que convivir con este animal de compañía ayuda a tener mejor salud cardiovascular, sino también mental, ya que alivia el estrés y la depresión por que disminuyen los síntomas de malestar psicológico, lo que deja sin cimientos la tan usada acusación vas a terminar como la loca de los gatos.
La humanidad recuperada a través del espejo animal

Atribuir cualidades humanas a animales no es algo nuevo y hay variados ejemplos de antropomorfismo desde los albores de la civilización. Sin embargo, existe actualmente una tendencia marcada hacia la identificación de cualidades humanas en el reino animal, un hecho que podría parecer irrelevante, pero que, de acuerdo con algunos miembros de la comunidad científica puede usarse como herramienta para potenciar la protección medioambiental y crear programas de conservación que lleguen a la gente a través de sus lazos emocionales.
El antropomorfismo es la atribución de emociones, características e inteligencia humana que se da a los animales. Esta tendencia marcada sobre todo en las últimas décadas, gracias a la aparición de personajes animados en películas y series televisivas, incluye la generación de imágenes de animales con rasgos muy humanos, como ojos redondeados que permiten expresar emociones familiares para los humanos.
Así, emociones características del ser humano como felicidad, ira o tristeza, o la representación de animales vestidos o realizando actividades humanas resultan en un aumento de compasión y empatía. De esta manera, cuanto más humanización percibimos en los animales, más fácil nos resulta identificarnos con él y desarrollar un sentimiento de empatía, publicó el servicio de radiodifusión internacional Deutsche Welle.
“El antropomorfismo es un camino hacia el conocimiento”, dijó John Fraser, psicólogo de conservación y presidente de New Knowledge, un centro de estudios asentado en Nueva York. “La empatía es esencial para promover el amor por los animales y las especies, y si lo podemos conseguir proyectando nuestras percepciones personales en estas criaturas, entonces es importante hacerlo”.
En 2013, la revista Biodiversity and Conservation publicó un estudio dirigido por Meredith Root-Bernstein, de la Universidad de Oxford, en el que se descubrió que el antropomorfismo ayuda a la gente a dar sentido a sus interacciones con el mundo no humano. El estudio se centró en la manera en la que las personas crean elementos antropomórficos en las especies animales, así como en su manera de interactuar con ellas a través de diversos mecanismos. También afirma que donde hay un sentido de conexión, a menudo hay un mayor compromiso para la conservación.
Sin embargo, el antropomorfismo no se trata de una de las ideas más aceptadas, y algunos científicos muestran escépticos porque consideran que lleva a hipótesis poco científicas sobre el comportamiento de los animales. “Como conservacionistas que somos, nosotros lo vemos como una suerte de teoría popular sobre las similitudes entre humanos y todas las demás especies. Estas formas de identificarse con el mundo natural son una poderosa herramienta, y deberíamos tratar de entenderla y trabajar con ella”, agregó Root-Bernstein.
Basados en esta idea, la creación de campañas de conservación que se centra muchas veces en una mascota inspirada en un animal al que se le otorgan características humanas, lo que ayuda a acaparar la atención pública y, en consecuencia, financiación.
Así, destaca el caso de Rare, organización conocida por sus exitosas mascotas en sus campañas, que insiste en que una mascota debe ser parte de un programa de educación más extenso y demostrar un comportamiento particular conectado a un mensaje medioambiental claro.
Sin embargo, a final de cuentas no deja de tratarse de un asunto de supervivencia, y el antropomorfismo puede resultar sencillo al momento de aplicarse en a animales sociales e inteligentes como chimpancés, pandas, osos polares y delfines. No obstante hay que tomar en cuenta que este proceso de otorgarles cualidades humanas se lleva a cabo en ocasiones a expensas de otras especies “menos atractivas».
Un ejemplo claro de esto último, que poco o nada tiene que ver con la conservación de las especies ocurrió cuando la mascota del equipo de baloncesto de Nueva Orleans tuvo que ser rediseñada debido a que muchos la consideraban aterradora. El incidente se vio remendado con una simulación de cirugía estética en la que el rostro de la botarga de Pierre, el Pelícano se ajustó por una faz más amigable.
No obstante, este esfuerzo por hacer de la naturaleza más amable a la vista de los ojos humanos representa un problema en sí mismo: la demanda de los animales como mascotas. Este fenómeno se ha replicado durante los últimos años gracias a videos virales como el caso de uno protagonizado por un loris perezoso.
Así una organización ambiental pidio a Google que retirara el material de su canal de videos, argumentando que estos promovían la demanda de conseguir este animal como mascota, además de su caza para uso en medicina tradicional asiática, provocando por ello el contrabando ilegal de la criatura.
Finalmente, aunque los efectos del antropomorfismo no siempre son beneficiosos, algunos sugieren que se siga utilizando como estrategia para ayudar a la conservación de especies. “Vivimos en un mundo en el que todos tratan de manipularnos”, dijo el psicólogo medioambiental John Fraser. “La comunidad conservacionista debe promover la conservación usando las mismas herramientas que se usan para potenciar el abuso de recursos que está llevando a la degradación de hábitats y provocando la extinción de muchas especies”.