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La máquina que electrocuta recuerdos

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Primero lo consiguieron en ratones, luego se descubrió un gen esencial para la pérdida de memoria. Ahora, neurocientíficos holandeses han logrado el siguiente paso: dar con una técnica que logra eliminar de la memoria malos recuerdos de forma selectiva. La técnica se basa en la conocida terapia electroconvulsiva (TEC), pero aplicada en un momento concreto. En las pruebas con 42 pacientes ha funcionado
Primero lo consiguieron en ratones, luego se descubrió un gen esencial para la pérdida de memoria. Ahora, neurocientíficos holandeses han logrado el siguiente paso: dar con una técnica que logra eliminar de la memoria malos recuerdos de forma selectiva. La técnica se basa en la conocida terapia electroconvulsiva (TEC), pero aplicada en un momento concreto. En las pruebas con 42 pacientes ha funcionado

Un equipo internacional de investigadores ha constatado en humanos que los recuerdos se pueden borrar de manera selectiva mediante la terapia electroconvulsiva (TEC), aplicada poco después de que los citados recuerdos sean evocados.

Esta es la principal conclusión de un trabajo liderado por Marijn Kroes (Holanda). En él participaron, entre otros, el británico Bryan Strange, director del laboratorio de Neurociencia Clínica, en el Centro de Tecnología Biomédica (Universidad Politécnica de Madrid), y Guillén Fernández, director del Donders Centre for Neuroscience, Holanda.

El experimento se realizó en Holanda con 39 pacientes diagnosticados con depresión y a los que ya se les aplicaba la TEC.

Los investigadores les hicieron aprender dos historias con contenido emocional −una de una atraco y otra de un accidente−, una semana antes de que les fuera aplicada la terapia electroconvulsiva. El aprendizaje de estas historias fue a través de la combinación de diapositivas y una narración, explica Strange.

Llegado el momento de la TEC en el quirófano, los investigadores mostraron a un grupo de pacientes la primera diapositiva, en parte oculta, de una de las historias, justo antes de que recibieran las corrientes del citado tratamiento. El objetivo, evocar sus recuerdos sobre esa historia desagradable que se habían aprendido.

Veinticuatro horas después, los investigadores preguntaron a los pacientes que recordaran ambas historias y constataron que aquellos que recibieron electroconvulsiones presentaron una pérdida de memoria al intentar recordar la historia reactivada antes de la TEC.

«Este experimento demuestra que se pueden disminuir los recuerdos selectivamente», según Strange, y confirma que existe un proceso de reconsolidación de la memoria.

Fases de la memoria

Y es que históricamente la neurociencia ha hablado de tres fases en la memoria: codificación, consolidación y proceso de recuerdo, pero desde hace unos años se ha unido una cuarta, la de reconsolidación.

La primera es el momento del aprendizaje, la segunda es cuando lo aprendido se consolida y la tercera lo que logramos recordar. La cuarta fase, la de reconsolidación, se da cuando un recuerdo ya consolidado es evocado −por ejemplo, un paisaje o un olor nos puede evocar un recuerdo determinado−, y es aquí cuando se abre un período de labilidad o fragilidad en el cual la memoria puede ser modificada por un factor externo, como en este experimento.

Este estudio, según Strange, ahonda en el conocimiento sobre cómo se pueden modificar los recuerdos en el cerebro y podría ayudar a pacientes, por ejemplo, con trastorno de estrés postraumático.

El cerebro pide acción para no olvidar

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Pasar hambre durante unas horas puede mejora el resultado de la memoria,
Pasar hambre durante unas horas puede mejorar el resultado de la memoria,

Ingerir menos calorías, dormir la siesta, caminar a diario, mantenerse bien hidratado, seguir la dieta mediterránea y estudiar las cosas antes de comer, son algunas estrategias naturales para conservar la retentiva, a pesar del paso de los años.

El ejercicio físico de forma regular, explorar nuevas actividades en vez de anclarse en la rutina, completar crucigramas y otros pasatiempos que requieran actividad mental, atender diversas informaciones, como pueden ser las noticias o el parte meteorológico de la televisión, o la publicidad de una revista, para intentar recordar sus datos unos minutos después y preservar la memoria.

Son algunas de las recomendaciones y gimnasias convencionales destinadas a oxigenar el cerebro y mantener activas las neuronas, para así preservar y mejorar la retentiva. Además de estas “recetas clásicas”, las últimas investigaciones desvelan otras formas inéditas para ayudar a que nuestra memoria se mantenga más próxima a la de un elefante y alejada de la de un pez.

Mantener una hidratación adecuada es un factor decisivo para memorizar y recordar, ya que perder más de un dos por ciento de agua corporal basta para disminuir la capacidad de memoria a corto plazo, según una revisión de estudios científicos, dirigida por la doctora Ana Adan, de la Universidad de Barcelona (noreste de España), y publicada en ‘Journal of the American College of Nutrition’.

Según explica la doctora Adan en su estudio, algunas de las tareas en las que se aplica la memoria inmediata son hacer listas de dígitos o palabras, mientras que la memoria a corto plazo o de trabajo se emplea para trabajos de aritmética, razonamiento y comprensión.

Por muy leve que sea la deshidratación, implica un desequilibrio del medio interno que puede repercutir negativamente en la capacidad cognitiva e interferir en la correcta realización de actividades laborales o académicas que requieran la utilización de habilidades mentales concretas, según esta psicóloga experta en Psicobiología.

Según la doctora Adan “los cambios en la cantidad de sales y electrolitos corporales producidos por la deshidratación pueden alterar la actividad cerebral y el correcto funcionamiento de diversos sistemas de neurotransmisión, que intervienen en el procesamiento cognitivo favoreciendo la pérdida de concentración y menor rendimiento”.

Para mantener un estado de hidratación óptimo, Adan recomienda consumir aproximadamente entre 2 y 2,5 litros de líquido al día, de los que entre un 20 y 25 por ciento tiene que proceder de alimentos, y entre un 75 y 80 por ciento de las bebidas.

Otro estudio de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.) sugiere que caminar al menos 9,5 kilómetros a la semana podría ayudar a preservar el tamaño del cerebro, que disminuye en la edad avanzada y, por consiguiente, a atajar los problemas de memoria, que dicha reducción cerebral puede acarrear en la gente mayor.

En la investigación, dirigida por el investigador Kirk I. Erickson y publicada en la revista ‘Neurology’, participaron 299 personas sanas que registraron la distancia que caminaban en una semana, durante nueve años. Al finalizar dicho lapso fueron sometidas a escáneres craneales para medir el tamaño de sus cerebros.

El estudio descubrió que las personas que caminaban entre 9,5 y 14,5 kilómetros semanales tenían un mayor volumen de materia gris comparado con quienes no caminaban tanto.

Después de cuatro años más, los participantes fueron evaluados nuevamente y se comprobó que el 40 por ciento de ellos había desarrollado algún grado de deterioro cognitivo o demencia, pero aquellos que caminaban más kilómetros veían reducido su riesgo de desarrollar problemas de memoria a la mitad.

Al llegar a una cierta edad las conexiones neuronales se van debilitando provocando que “ciertas partes del cerebro se vayan desconectando y produzcan la aparición de ciertos tipos de demencia que, a veces, conllevan una pérdida de memoria”, según la neuropsicóloga Gema Mejuto.

Entre los olvidos más frecuentes se encuentran los del tipo ‘lo tengo en la punta de lengua’, que ocurren cuando “no nos salen” las palabras más comunes, nos olvidamos los nombres de personas, tenemos dificultad para aprender una nueva habilidad o no recodamos lo que acabamos de decir.

Además de mantener relaciones sociales, para mejorar la memoria la doctora Mejuto destaca los beneficios que aporta al cerebro la dieta mediterránea basada en el pescado azul, en las frutas y en las verduras.

Asimismo, una dieta baja en calorías puede mejorar la memoria en las personas mayores de edad, según se desprende de un trabajo de investigadores germanos, dirigidos por la doctora
Agnes Floel.

Los científicos de la Universidad de Münster (Renania, Alemania) seleccionaron a 50 personas con un promedio de edad de 60 años, los dividieron en tres grupos y a los integrantes de uno de dichos grupos les redujeron el consumo de calorías en cerca de 30 por ciento.

Al cabo de tres meses de comenzada la dieta, sometieron a todos los participantes a una prueba de memorización, constatando que los pertenecientes al grupo de consumo restringido de calorías mostraron un aumento en sus niveles de memoria verbal, comparados con los otros dos grupos, que no tuvieron limitaciones alimenticias.

Por otra parte, expertos del Centro para la Investigación del Cerebro y el Comportamiento de la Universidad de Haifa, en Israel, han encontrado que echar una siesta a media tarde ayuda a mejorar la fijación de los recuerdos y la destreza mental.

Los investigadores han estudiado la habilidad de una serie de personas para repetir una secuencia de movimientos con los dedos. Los participantes fueron divididos en dos grupos, uno de los cuales pudo dormir durante una hora y media tras aprender la secuencia, en tanto que los demás permanecían despiertos.

Los expertos de Haifa descubrieron que aquellos que habían echado una cabezadita vespertina mejoraron significativamente su habilidad para repetir el ejercicio, lo que para Avi Karni, responsable del estudio, demuestra que disfrutar de “una siesta diurna acelera y mejora la destreza del cerebro”.

Pasar hambre durante unas horas puede mejorar el resultado de la memoria, según otra investigación realizada por un grupo de científicos japoneses y expertos del Instituto Metropolitano de Ciencias Médicas de Tokio.

Las pruebas, realizadas con dos grupos de moscas de la fruta, uno sin alimentar y otro debidamente alimentado, han demostrado que el hambre despierta una hormona que reduce el azúcar en el organismo y activa una proteína en el cerebro capaz de mejorar la memoria, según la cadena NHK.

El estudio también ha revelado que en los casos en los que las moscas pasaron hasta 20 horas sin comer el resultado es inverso y se produce una reducción de la memoria.

Según el equipo japonés, los resultados pueden ser extrapolados a los seres humanos ya que cuentan con esa misma proteína en el cerebro y apuntan a que las personas podrían recordar las cosas mejor si las estudiaran antes de las comidas.