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Mitos y fantasías sobre el Triángulo de las Bermudas

Si hay un lugar que sigue situándose en el centro de las más utópicas fábulas ese es el Triángulo de las Bermudas, una región situada entre Miami, las Bermudas y Puerto Rico en la que centenares de aviones, barcos y personas se han desvanecido sin dejar rastro.
Uno de los casos más famosos que se produjeron en esta polémica y peregrina zona es el del Vuelo 19, una escuadrilla formada por cinco aviones torpederos Avenger de la marina de Estados Unidos bien dotados con un completo y sofisticado equipo de navegación. El 5 de diciembre de 1945 todos desaparecieron durante un vuelo de entrenamiento de una forma bastante inquietante. El teniente Carlos O. Taylor, informó a la torre de control que estaban perdidos y que no podían distinguir la superficie del océano. Cuando las órdenes de la torre les indicaron que se dirigieran al oeste, la respuesta del teniente fue aún más alarmante: «No sabemos dónde está el oeste. Todo parece falso, extraño. No estamos seguros de ningún rumbo. Incluso el océano no parece ser el mismo de siempre».
Y esas fueron sus últimas palabras, porque a los pocos minutos desaparecieron sin dejar rastro tras de sí. Y lo cierto es que la cosa no queda ahí, porque lo que pasó a continuación añade un poquito más de terror a una historia, ya de por sí bastante gore.
Un gran hidroavión fue enviado inmediatamente para auxiliar a los torpederos; aunque su final no fue para nada el esperado. El equipo de salvamento desapareció de la misma forma misteriosa que los anteriores.
Solo unas horas hicieron falta para que seis aviones y casi una treintena de hombres se evaporaran de la forma más incongruente posible.
El suceso abrió la veda y hasta 1975 un total de 37 aviones, más de 50 barcos y un submarino atómico desaparecieron en la zona sin que en la actualidad haya aparecido un solo resto material o humano que pueda explicar las razones del peligro del lugar.
La existencia de visitantes extraterrestres que se llevan humanos para su posterior estudio, la presencia de una distorsión espacio-temporal que arrastraría a los vehículos a dimensiones o épocas diferentes o incluso seres de una civilización muy desarrollada que viven en el fondo del océano, son algunas de las hipótesis que han servido a muchos para explicar de la forma más extraña las razones de estos sucesos.
De espías y amantes
La aviadora Amelia Earheart y su navegador Fred Noonan desaparecieron en julio de 1937 sin dejar ni rastro tras de sí. Muchas teorías rodean a este suceso y algunas de las que más peso y protagonismo han conseguido con el paso de los años pueden llegar a sonar incluso a pura ficción.
Algunos, los más realistas, apuestan porque su aeronave se quedó sin gasolina y cayó al océano impidiendo ser localizada por los sistemas de la época.
Al otro lado de la balanza, los del vasto imaginario, aseguran que Earheart y Noonan se convirtieron en amantes y se refugiaron en una isla desierta apartados del resto del loco mundo. Un tercer grupo sugiere que Earhart era una espía de Roosvelt y fue capturada por los japoneses.
Un misterio que duró 53 años
Después de que el Star Dust desapareciera con once pasajeros en algún lugar entre Buenos Aires y Santiago de Chile, nadie podía pensar que más de cincuenta años después el misterio podría ser resuelto.
El viaje transcurría según lo previsto hasta que el piloto alertaba a la torre de control de que las condiciones meteorológicas le obligaban a modificar el plan de vuelo: «El tiempo no es bueno, voy a pasar a 8.000 metros para evitar el temporal».
Pocos minutos antes de tomar tierra en su destino final, el piloto informó de su hora de llegada, pero el avión jamás apareció. Durante más de medio siglo muchos fueron los que apuntaron directamente a algún ovni como gran culpable de la tragedia, uno de los que más avivaron el bulo fueron los responsables de la revisa Stendek del Centro de Estudios Interplanetarios de Barcelona.
Sin embargo, las conspiraciones toparon de bruces con la realidad en el año 2000. Un grupo de escaladores halló los restos del avión a 5.500 metros de altitud en la frontera entre Argentina y Chile.
Explicaciones
El diario británico The Guardian ha detallado que investigadores han encontrado enormes cráteres frente a las costas de Noruega, lo que explicaría enormes explosiones de gas.
¿Qué tiene que ver eso con El Triángulo de las Bermudas? Estas burbujas de gas que se mencionan son de metano, el que al salir expulsadas generarían que el agua se transforme en espuma. Esto por sí hace que un barco pierda su flotabilidad y por ende, se hunda.
Según las mediciones, los cráteres frente a Noruega tienen hasta 45 metros de profundidad y 800 metros de ancho, lo que hace posible que grandes barcos sufran con estas gigantes burbujas de metanos.
Conexión siberiana
Por otro lado, unos pastores de renos en Siberia informaron del descubrimiento de un enorme cráter en la península de Yamal, que significa “fin del mundo” en la lengua local. Por si fuera poco el revuelo levantado en el mundo a raíz del hallazgo, días más tarde se encontraron otros dos agujeros en la región, uno en el distrito Taz y otro en la península de Taymyr.

Poco después, los científicos informaron en la revista Nature que la liberación explosiva de gases atrapados en el permafrost, los hidratos de metano, pudieron haber explotado violentamente provocando así los enormes boquetes en la superficie de la tundra. Para ello se basaron principalmente en la evidencia de que el fondo de los cráteres contenía unas concentraciones de metano inusualmente altas.
Un proceso muy similar a lo que ocurrió en Siberia puede estar detrás de las misteriosas y ya legendarias desapariciones de barcos y aeronaves en el Triángulo de las Bermudas, situado en el Océano Atlántico, desde Florida hasta Puerto Rico, y limitado al norte por las islas Bermudas.
El informe, que está avalado por la Academia de Ciencias de Rusia, refiere que es muy probable que sumideros similares a los de Siberia, pero situados en el fondo del mar, sean los responsables de los frecuentes hundimientos de navíos en esa zona.
Se sabe que el metano es normalmente sólido cuando está sometido a las aplastantes presiones de las profundidades del mar, sin embargo, determinados sucesos pueden hacer que trozos de la sustancia se desprendan y formen repentinas burbujas de gas que suben hasta la superficie. Estudios previos han comprobado que un suceso así puede provocar el hundimiento de un barco que esté en el lugar equivocado y en el momento equivocado.
Se ha evidenciado que el margen continental de los Estados Unidos que se encuentra en el Atlántico Norte, efectivamente tiene una gran cantidad de hidratos de metano en su lecho. Sin embargo, hasta ahora no existe ninguna prueba de que se hayan producido liberaciones masivas del mismo como supuestamente ha ocurrido en Siberia, los cuales deberían ser de una magnitud importante para tener el potencial de hundir los barcos o derribar aeronaves.
Según científicos que no participaron en la elaboración de este informe ruso, si esta teoría fuera cierta, ya nos hubiéramos percatado de este fenómeno hace mucho tiempo, pues los hundimientos en esta zona han sido numerosos y hace muchos años que se observa a fondo la región con equipos sofisticados.
Además, la evidencia con que contamos dice que la última vez que se liberaron importantes volúmenes de gas en el área fue hace unos 20.000 años, después de la última glaciación. Por lo tanto, la teoría lanzada desde Rusia parece carecer de elementos que la avalen, al menos hasta el día de hoy.