mundodisco
El infinito planeta Pratchett

Terence David John Pratchett, más conocido como Terry Pratchett, el satírico demiurgo del Mundodisco, legó uno de los universos fantásticos más originales de la creación contemporánea, que ha sido capaz de vender más de 85 millones de libros en 37 idiomas.
De hecho, se trata del segundo autor británico de ficción con mejores ventas después de J.K.Rowling pero, a diferencia de ésta que obtuvo el éxito exclusivamente por su saga de Harry Potter, la producción del de Beaconsfield es mucho más prolífica y novedosa y abarca también novelas juveniles, relatos cortos e incluso guiones para las adaptaciones televisivas de sus novelas.
El joven Pratchett publicó su primer relato a los 13 años en una revista de su colegio y se orientó profesionalmente hacia el periodismo para desarrollar su don para la escritura, que ejercía con facilidad y gran fluidez como demuestra su larga lista de publicaciones.
Después de todo, tal y como dejó dicho en su Papá puerco: “A los dioses no les gusta que las personas no trabajen mucho. Las personas que no están ocupadas continuamente pueden empezar a pensar, por ejemplo”.
En 1971, trabajando ya como periodista, publicó con 23 años su primer libro, La gente de la alfombra, que fue muy bien recibido por la crítica y que supuso el comienzo de una producción ininterrumpida que alcanzó el definitivo éxito comercial a partir de 1983 gracias a El color de la magia, la primera de sus cuarenta obras publicadas sobre el Mundodisco.
El escenario de todas ellas es una dimensión paralela construida sobre la base de las antiguas leyendas orientales: un territorio plano que se sujeta sobre cuatro colosales elefantes a su vez apoyados en el caparazón de una inmensa tortuga cósmica.
En este Mundodisco se suceden las aventuras de multitud de personajes que se ambientan en épocas distintas entre la Edad Media y la época victoriana, parodiando desde los cuentos de hadas tradicionales hasta la obra de verdaderos colosos del género fantástico, como H.P. Lovecraft, Robert E. Howard, J.R.R. Tolkien e incluso con referencias a William Shakespeare.
Entre los protagonistas de su saga figuran el antiheroico hechicero Rincewind -al que le gustaría tener una vida mucho más aburrida de la que le depara su autor-, La Muerte -tradicionalmente esquelética y armada con guadaña, pero acompañada igualmente por familiares como su nieta Susan Sto Helit-, un envejecido pero animoso bárbaro llamado Cohen -trasunto humorístico del original Conan-, la aprendiz de bruja Tiffany Arching -ayudada por unos duendecillos indeseables apodados pictsies– y hasta un mueble con iniciativa propia -y muy mala uva- llamado simplemente el Equipaje.
Dioses de humor variable, magos de todos los pelajes, bibliotecarios transformados en orangutanes, estafadores malévolos y muchos otros seres aparecen en esta saga que cuenta con obras especialmente memorables como La luz fantástica, Mort, ¡Guardias, guardias! o Los pequeños hombres libres, entre otras.
Además de las novelas de Mundodisco, Pratchett escribió otros textos célebres como la conocida trilogía de los gnomos (Camioneros, Cavadores y La nave) y la de Johnny Maxwell (Sólo tú puedes salvar a la humanidad, Johnny y la bomba y Johnny y los muertos) o novelas en colaboración como Buenos presagios con Neil Gaiman y La tierra larga con Stephen Baxter.
Su obra ha conocido adaptaciones con mayor o menor fortuna a la televisión, el cine, los dibujos animados, los videojuegos y hasta el teatro.
La imagen de Pratchett, hombre afable e irónico que fue uno de los primeros escritores en comunicarse personalmente con sus fans a través de internet, era particularmente reconocible en las convenciones del fandom merced a su inconfundible sombrero negro que le confería un aire de brujo de otra dimensión, mal camuflado a la hora de manifestarse en la nuestra.
De hecho, vivía en una casa muy cerca del singular entorno lítico de Stonehenge, en el condado de Wiltshire, por lo que en realidad no sería nada extraño que viniera de un mundo paralelo y se hiciera pasar por un ser humano corriente…
De fino humor e intereses múltiples, él mismo advertía de que “el problema de tener una mente abierta es que la gente insiste en entrar dentro de uno para poner allí sus cosas”.
Su popularidad alcanzó tal calibre que en 1998 fue nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico, aunque con su habitual sorna en principio estuvo tentado a rechazar un nombramiento que creía era una simple tomadura de pelo.
Entre otros reconocimientos recibió también el título de doctor honoris causa por las universidades de Warwick y de Portsmouth, además de premios como el Margaret Edwards o el Wodehouse.
El propio autor anunció oficialmente en diciembre de 2007 que padecía una de las enfermedades más crueles del mundo moderno: el mal de Alzheimer, que acabó con su vida 8 años después, el 12 de marzo de 2015.
Con gran entereza, trabajó hasta el momento en el que la enfermedad le imposibilitó seguir materializando el enjambre de ideas y planes que aún guardaba en su cabeza, pero nunca mostró miedo ante su destino pues, como dice uno de sus personajes en Tiempos interesantes: “lo que no muere no puede vivir, lo que no vive no puede cambiar, lo que no cambia no puede aprender… La criatura más diminuta que muere en la hierba sabe más que tú, diosa”.
O, quién sabe, tal vez se aburrió de la creciente seriedad imperante en el mundo y decidió volver a Ankh-Morpork, en busca de algo más interesante que el olor de las amapolas…