psicologia canina
Juegos de pantalla como estímulo en perros ancianos

A pesar de sus limitaciones físicas, los perros mayores son capaces de seguir aprendiendo, lo que puede ralentizar el ritmo natural del deterioro mental debido a la vejez. Pero, contrariamente a los cachorros y a los ejemplares más jóvenes, a los canes viejos no se les estimula mentalmente porque al moverse cada vez menos, inconscientemente reducimos el nivel de entrenamiento.
“Como en el caso de las personas, la producción de dopamina en los perros también disminuye con el envejecimiento, lo que lleva a una disminución de la memoria y del impulso motivacional. Pero este desgaste mental natural puede contrarrestarse con el entrenamiento específico de las habilidades cognitivas”, asegura Lisa Wallis, del Senior Family Dog Project de la Universidad ELTE (Budapest, Hungría).
Para seguir ofreciendo desafíos a los canes mayores, el equipo científico, liderado por la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), propone una serie de juegos por ordenador como alternativa, uniendo tareas mentales simples con un sistema de recompensa.
Según los autores del estudio publicado en la revista ACM Digital Library, estos ejercicios mentales podrían reemplazar a una actividad física demasiado exigente para estas mascotas mayores. Pero por ahora, el proyecto está aún en el laboratorio.
Resolución de rompecabezas
El entrenamiento, que requiere cierta preparación por parte de las mascotas, se basa en la resolución de rompecabezas a través de pantallas táctiles. Una vez que los animales entienden y se acostumbran al funcionamiento se convierten en fervientes jugadores.
“La interacción con la pantalla táctil generalmente se analiza en perros jóvenes, pero los más viejos también responden positivamente a este método de entrenamiento cognitivo”, apunta Ludwig Huber, de la universidad austriaca. “Además, la perspectiva de una recompensa es un factor importante para motivar a los animales a hacer algo nuevo o desafiante”, añade el experto.
Los juegos, basados en tareas simples, no solo les estimulan mentalmente, sino que también crean en ellos emociones gracias a la interacción y la recompensa. “La sensación positiva que se crea cuando resuelven un desafío mental es comparable a la que tienen las personas mayores cuando aprenden algo nuevo, haciendo algo que disfrutan. El entrenamiento cerebral regular no solo nos anima a nosotros, sino que también aleja a los perros de la apatía de la vejez, y aumenta su motivación y compromiso, y maximiza las oportunidades de aprendizaje”, subraya Huber.
Durante el envejecimiento, las mascotas tienden a olvidar lentamente lo que han aprendido a lo largo de su vida. Pero los científicos aún no saben si esto se debe a los efectos de la edad. La propuesta de juegos a través de pantallas táctiles podría contrarrestar así esta falta de memoria.
Los autores esperan que este estudio motive a técnicos y desarrolladores de software, y a los dueños de perros interesados. “Nuestra investigación podría resultar en un proyecto de ciencia ciudadana que ayudara a entender la importancia del aprendizaje continuo en los animales”, concluye Lisa Wallis.
Virtudes y miserias en el espejo canino

Un estudio con 132 personas y sus mascotas revela que el estrés, la ansiedad o un carácter relajado y apacible del humano se reflejan en la fisiología y el comportamiento del animal.
Así al menos se desprende de un trabajo de investigadores del Departamento de Biología de la Conducta de la U. de Viena y que concluye que las personas y sus perros comparten la forma de enfrentar situaciones nuevas o estresantes y que los canes pueden adoptar conductas de sus dueños.
Beatriz Bruzzone lo percibe con Carlota, su perra pastor alemán de 7 años.
Aficionada al trekking , Beatriz la califica como «mi partner » de recorridos. Ambas suelen subir al cerro Manquehuito durante la semana. Beatriz lo hace como entrenamiento más que como paseo. Y Carlota sintoniza con ella. «No pesca a ningún perro en el camino. Va focalizada, igual que yo, y aunque va y viene libremente mientras subimos, está pendiente de dónde estoy. Si paro, ella para, o si alguien se acerca mucho, ella se interpone entre la persona y yo, pero en calma».
Los investigadores austríacos estudiaron a 132 duplas de dueños con su perro. Para evaluar la personalidad de ambos y las actitudes sociales del humano hacia otras personas y hacia la mascota, los dueños debieron contestar tres tests de personalidad humana y canina, y otros dos sobre su relación con animales de compañía y su estilo de interacción cotidiana con su perro.
Luego los enfrentaron y los pusieron en distintos escenarios, como jugar, vivir una situación amenazante, realizar una tarea complicada o separarse y reunirse después de un rato.
En todas estas ocasiones midieron su ritmo cardíaco y niveles de cortisol, una hormona cuya concentración varía en función del nivel de estrés de un individuo.
Así detectaron que los perros de personas con inestabilidad emocional o neuroticismo, caracterizadas por baja tolerancia al estrés, ansiedad y poca sociabilidad, mostraban niveles de cortisol que reflejaban un alto estrés.
En cambio, los niveles de cortisol de los canes de personas afables, sociables y comprensivas reflejaban bajos niveles de estrés en su actuar, indicando una mejor forma de autorregulación, al igual que sus dueños. Gustavo Estrada, psicólogo clínico y adiestrador canino, lo ve cotidianamente.
«Por lo general, personas ansiosas, muy aprehensivas o que salen a la calle con temor, tienen perros que se sobresaltan fácilmente o son temerosos. Y dueños más agresivos o enérgicos gatillan en sus perros respuestas marcadas de dominancia». En tanto, añade, «dueños que son tranquilos o relajados, que pasean a sus perros con correas holgadas pero con una conducción segura, le transmiten al perro ir sin tensión y tener respuestas mucho más calmadas».
El psicólogo Andrés Vera, adiestrador y experto en conducta canina de Psicocan Chile, agrega que «en todos los casos que he atendido los dueños terminan concluyendo que ellos tienen la culpa del problema de conducta o trastornos de su perro. A veces porque no conocen la raza o por una forma inadecuada de comportarse con el perro». Por eso, agrega, es más fácil trabajar con el dueño y su perro que con el perro solo.
«Al generar un cambio de disposición o actitud en el humano, se modifica casi de inmediato la conducta del perro, porque estos tienen una enorme plasticidad y nivel de adaptación», concluye.
Estudios anteriores han mostrado que entre perros y humanos se produce apoyo social y emocional, que los perros reconocen e integran información sobre el estado anímico de sus dueños y que ajustan su conducta en función de dichas emociones.