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Promiscuidad femenina para evitar la extinción

La mayoría de las personas saben lo que significa la poligamia, un régimen familiar en que se permite al varón tener varias esposas y que, por ejemplo, practicaban los mormones en sus inicios, o un “harén”, es decir un grupo de mujeres que viven bajo la dependencia de un jefe de familia y que, aunque suele asociarse a las sociedades musulmanas, también tuvo lugar en otras civilizaciones antiguas, como la griega. Menos numerosas son aquellas las personas que conocen el significado del término poliandria, una condición infrecuente entre las personas y poco documentada en la historia de la civilización, por la cual una mujer puede estar casada simultáneamente con dos o más hombres, si bien tener varias parejas a la vez es algo más habitual entre otros seres vivos, como los insectos.
“Estar casada con varios hombres al mismo tiempo ayudaba a crear una red de seguridad para las mujeres en algunas culturas minoritarias”, según Kathrine Starkweather, investigadora de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos.
De acuerdo al estudio efectuado por Starkweather, publicado en la revista ‘Human Nature’, “disponer de maridos adicionales garantiza a las mujeres de dichas sociedades que sus niños sean atendidos, incluso si uno de sus padres muere o desaparece”.
Starkweather y Raymond Hames, coautor del trabajo y profesor de Antropología en la Universidad estadounidense de Nebraska, examinaron la documentación científica sobre 52 culturas de diversas épocas con tradiciones de poliandria pertenecientes a todos los continentes, excepto Europa.
Al estudiar la documentación sobre estas sociedades repartidas por todos los rincones del mundo, desde el Ártico hasta los trópicos, pasando por los desiertos, entre ellos la etnia Bari en Venezuela, los expertos descubrieron que el hecho de estar expuestas a condiciones ambientales similares parecía influir en que culturas disímiles adoptaran la poliandria.
En las culturas estudiadas, los varones con frecuencia superaban originalmente en número a las mujeres, pero después sufrían una elevada mortalidad antes de la edad adulta, porque eran más propensos a morir en la guerra, durante la caza y la pesca, o en accidentes, y además pasan temporadas fuera del hogar familiar, según Starkweather y Hames.
En estudios previos, se ha comprobado que las tradiciones de trasmisión de la propiedad de la tierra en las culturas poliándricas, especialmente las de Nepal, Tibet y la India, conducían a que la tierra fuera dividida en partes iguales entre los hijos varones tras la muerte de padre de la familia.
Según la investigadora de la Universidad de Missouri, esta práctica habría conducido a que la tierra quedará subdividida en parcelas demasiado pequeñas para ser cultivadas, de forma que proporcionaran cosechas suficientes para alimentar a una familia.
Al estudiar a estas pequeñas culturas igualitarias, Starkweather comprobó que los hermanos más jóvenes integrantes del matrimonio poliándrico suelen proteger y proporcionar alimento para la familia cuando está ausente el hermano mayor, que a menudo es el marido primario.
Poliandria, en el reino animal
La poliandria es mucho más frecuente en el reino animal y está presente en una gran cantidad de especies, desde los insectos a los mamíferos, de acuerdo a un estudio de las universidades de Exeter y Liverpool, en el Reino Unido, que refleja que este fenómeno podría tener una ventaja biológica: reducir el riesgo de que una población animal se extinga debido a que se produzcan sucesivas generaciones formadas sólo por hembras.
Si el SR proliferase en una especie y lo portase la mayor parte de su descendencia femenina, este cromosoma “antimasculino” pasaría nuevamente a los hijos, dando lugar a su vez a cada vez más generaciones sucesivas de hembras, hasta que finalmente no quedarían machos y la población se extinguiría.
El estudio británico, efectuado con la mosca de la fruta ‘Drosophila pseudoobscura’, indica que el hecho de que una hembra tenga múltiples machos puede suprimir la expansión del cromosoma SR, haciendo las generaciones de “sólo hembras” sean una rareza.
Según los expertos de Exeter y Liverpool, este efecto obedece a que los machos que portan el cromosoma SR producen la mitad del esperma que los machos normales. Cuando una hembra se empareja con múltiples machos, sus espermatozoides compiten para fertilizar los óvulos, y son superados en esta competición por los espermatozoides de los machos normales, con lo que el SR no logra expandirse, según los británicos.
En general los biólogos creen que la función de la poliandria –que practican las abejas, ranas, buitres, cormoranes y macacos, entre otras especies- es contribuir a que las hembras engendren descendientes aptos, dado que gracias a esta práctica, el esperma que acaba fertilizándolas sería el del macho con mejores genes.
Sin embargo, algunas investigaciones sugieren, por contra, que la promiscuidad de las hembras no ayuda siempre a conseguir la mejor contribución genética paterna.
Un equipo de investigadores de las universidades de Uppsala, en Suecia, y Aarhus, en Dinamarca, ha estudiado las hembras de un tipo de escarabajo comúnmente denominado gorgojo, las cuales suelen aparearse con múltiples machos.
Al investigar a los escarabajos ‘Callosobruchus maculatus’, este equipo dirigido por el biólogo y ecólogo Goran Arnqvist, de la Universidad de Uppsala, ha descubierto que, cuando los gorgojos hembras se aparean con dos machos, el macho con genes de “baja calidad” procrea más descendientes que el macho con una dotación genética de “alta calidad”.
En conclusión, la poliandria todavía puede seguir acompañada del adjetivo “enigmática”, ha comentado este investigador.
Deslizamientos psicológicos del placer

«Disfruto de ver películas porno» o «Me gustan los encuentros sexuales salvajes y desinhibidos» son algunas de las cuestiones sobre las que los participantes de la última encuesta realizada por el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada tendrán que mostrar su conformidad y nivel de aceptación. Se trata de un cuestionario sobre la sexualidad en el ámbito de las relaciones de pareja compuesta por 55 preguntas que tratan aspectos tan variopintos como la capacidad de excitación en situaciones concretas, las sensaciones vividas durante las masturbaciones y las relaciones en pareja o la frecuencia con la que se asiste a actos religiosos.
Cualquiera que lo desee puede rellenar las cuestiones presentadas en la investigación con tan solo entrar en el enlace propuesto por la universidad (ver un poco más abajo). La única petición que desde la institución educativa se hace es que se responda de forma honesta y sincera para conseguir unas conclusiones eficaces. Así, quien desee participar en el proyecto solo debe entrar en dicho enlace y responder a una simple pregunta sobre matemáticas. Tras esto, solo quedará que el encuestado medite sobre sus relaciones sexuales tanto en solitario como en pareja y se desprenda de los prejuicios que podrían falsear sus respuestas.
En un primer momento, el usuario debe rellenar cuestiones relacionadas con su edad, sexo, su estado sentimental y si en la actualidad tiene actividad sexual. Asimismo, se pide que el encuestado indique su orientación sexual, pudiendo elegir entre una amplia variedad de elecciones que incluyen, entre otros, exclusivamente heterosexual, exclusivamente homosexual, asexual, predominantemente heterosexual con contactos homosexuales esporádicos, predominantemente homosexual con contactos heterosexuales más que esporádicos, bisexual, etc.
Entre las cuestiones que debe rellenar los participantes se pide que recuerde «lo mejor posible» el orgasmos que más recientemente ha experimentado durante la masturbación en solitario y elija entre palabras como gozoso, desbordante o palpitante dicha experiencia. De igual modo, se presenta distintas situaciones sexuales y se pregunta si está de acuerdo con las mismas y las ha experimentado, como que «cuando un desconocido sexualmente atractivo me toca accidentalmente, me excito con facilidad» o «cuando veo a otros teniendo contactos sexuales, me dan ganas de tener sexo».
«Le indico a mi pareja que me toque los genitales cuando así lo deseo», «Me apetece explorar mi sexualidad» son otras de las afirmaciones que deben valorar los participantes y elegir su nivel de conformidad al respecto. Son 55 cuestiones que únicamente quitará al interlocutor unos 15 minutos de su tiempo pero que ayudarán a la Universidad de Granada a descubrir con mayor claridad las relaciones sexuales actuales.
Estudios previos
Poco antes, otro estudio de la Universidad de Granada ha demostrado que no existen diferencias significativas entre las fantasías sexuales que experimentan habitualmente los hombres y las mujeres, ya que ambos sexos fantasean con aspectos íntimos o románticos que involucran a la pareja o persona amada. Además, los hombres tienen más fantasías sexuales (positivas y negativas) que las mujeres, lo que confirmaría, a juicio de los investigadores, la vieja creencia de «ellos piensan más en el sexo que ellas».
Para llevar a cabo esta investigación, sus autores trabajaron con una muestra formada por 2.250 españoles (49,6% hombres y 50,4% mujeres), con edades comprendidas entre 18 y 73 años y que mantenían una relación de pareja heterosexual de al menos 6 meses. Los científicos obtuvieron la información a través de una encuesta recogida de modo incidental, para lo que contaron con la participación de institutos provinciales de educación permanente de varias ciudades andaluzas, centros de educación de adultos, talleres de empleo, la Biblioteca Pública Municipal de Granada y varias facultades de la Universidad de Granada y la Complutense de Madrid.
Los resultados obtenidos indican que casi el 100% de hombres y mujeres ha experimentado alguna fantasía sexual de modo placentero y agradable a lo largo de su vida, y en torno el 80% de la muestra encuestada informa haber experimentado, al menos, una fantasía sexual de forma negativa o desagradable en algún momento.
Sin embargo, existen diferencias cuando se compara la frecuencia con que se tienen determinadas fantasías en ambos sexos. En concreto, los científicos observaron que las mujeres experimentan de modo agradable, con mayor frecuencia que los hombres, fantasías de tipo íntimo y romántico. Sin embargo, los hombres piensan con mayor frecuencia que ellas en actividades exploratorias, relacionadas con sexo en grupo o búsqueda de nuevas sensaciones, como “ser promiscuo”, “intercambio de parejas” o “participar en una orgía”. La frecuencia de esta fantasía va desde “alguna vez en la vida” a “alguna vez al año”.
Las fantasías sexuales que son experimentadas de un modo más desagradable o no placentero son las relacionadas con temas de sumisión sexual. En concreto, se encuentra que las mujeres piensan, de modo más frecuente que los hombres, en “ser presionada a mantener relaciones sexuales”. Los hombres, sin embargo, tienen el pensamiento de participar en actividades homosexuales con una connotación negativa de modo más frecuente que las mujeres.
Los autores de este trabajo son los investigadores Nieves Moyano Muñoz y Juan Carlos Sierra Freire, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, quienes han realizado el primer trabajo que aborda la evaluación de las fantasías sexuales como pensamientos positivos y negativos en España. Los resultados se publicarán en otoño en la revista Anales de Psicología.
Los investigadores de la UGR advierten que tener fantasías sexuales “favorece aspectos como el deseo o la excitación sexual, por lo que son un indicador de salud sexual”. En el marco de la terapia, creen que es necesario tener en cuenta, además de la presencia o ausencia de las fantasías, la actitud que presenta el paciente hacia estas.
Los investigadores pretenden estudiar si vivir las fantasías sexuales de un modo negativo o desagradable resulta disfuncional para el pleno desarrollo de determinadas conductas sexuales. Para ello, solicitan la colaboración de personas adultas mayores de 18 años que mantengan una relación de pareja de al menos 6 meses. Para participar, solo hay que contestar a una serie de preguntas en las que se garantiza anonimato y la máxima confidencialidad.
Carrera por el intercambio de flujos

La ciencia lo desmiente: los polos opuestos no se atraen, sostiene Daniel Gilbert, un profesor de Harvard que aduce estudios científicos para afirmar que nos sentimos atraídos por individuos que son similares a nosotros, pero «es la apariencia física la determinante para la atracción romántica». «La genética nos diseña para que seamos atractivos» afirma con rotundidad Gilbert en su conferencia sobre ‘La ciencia de la atracción romántica’.
La genética es el área que explica cómo se transmite la herencia de generación en generación a través de los seres humanos, a los que Gilbert denomina «vehículos temporales», inventados por el ADN «para transportarlo y hacer que -las instrucciones genéticas de la vida- permanezcan en el tiempo». Nuestra genética, redondea este profesor y psicólogo, se encarga de que cumplamos el requisito necesario para realizar este traspaso de ADN, que no es otro que las relaciones sexuales.
Sin embargo, somos «selectivos» a la hora de elegir con quién tendremos relaciones sexuales y más aún con quién tendríamos descendencia. Según algunos estudios, las mujeres son más selectivas que los hombres, algo que depende de costes de distinta índole; por un lado, físico, pues mientras la cantidad de esperma que puede producir un hombre es ilimitada, las mujeres solo cuentan con 300 óvulos a lo largo de toda su vida.
Gilbert también habla de riesgo de enfermedades sexuales, mayor en el caso de las mujeres y del «coste reputacional», ya que, tradicionalmente, la promiscuidad se juzga mucho más duramente en ellas que en los hombres.
En cuanto a la importancia de la apariencia, la cultura es clave a la hora de juzgarla, pues el ideal de belleza – esencialmente femenino – determinará lo que en cada sociedad tengamos asignado como bello. Si bien estos ideales de belleza han cambiado a lo largo del tiempo, algo que se ha mantenido siempre como una referencia de la belleza es la proporción.
Aun asín Gilbert sostiene que la naturaleza nos ha diseñado para que resultemos atractivos al sexo opuesto: los estrógenos hacen que las mujeres sean más curvilíneas y atractivas a los ojos masculinos, mientras que la testosterona hace que los hombres sean más fuertes y den una sensación de protección.
Pero no todo se dirime en el terreno de la apariencia. Tenemos más sentidos que marcan si alguien nos resulta atractivo o no, como el olor o las sensaciones al besar, y también hay factores que dependen de las hormonas, como las voces graves. La geografía también es un factor que determina a nuestras parejas, pues según Gilbert aunque pensemos que las elegimos, realmente ya nos han sido asignadas por accidentes geográficos.
La proximidad física condiciona cual va a ser la «pequeña porción de población mundial» que vamos a conocer a lo largo de nuestras vidas y saber las posibilidades que tenemos de «juntarnos» con alguien por su cercanía puede hacer que nos guste más o menos.
El profesor de Harvard sostiene que no hay nada misterioso en la atracción, «entendemos perfectamente cómo funciona y de dónde viene; es la voz de nuestros genes». «Aunque estemos marcados por nuestros genes, no somos sus prisioneros, la naturaleza nos ha hecho inteligentes para que, aunque los genes nos pongan en una dirección, nosotros podamos elegir si cogemos otra», ha finalizado Gilbert.
Tantra para el placer infinito

¿Qué es el sexo tántrico? Una pregunta que mucha gente se hace pero cuya respuesta, pocos conocen. Quizá porque suena demasiado lejano.
Lo cierto es que lejano sí es, ya que se trata de una práctica que se basa en el Tantra, una filosofía de vida de origen oriental con más de 4.000 años de antigüedad, que utiliza la energía sexual para conseguir una conexión con uno mismo. La meditación o disciplinas como el yoga, también con origen en la India, están muy relacionadas.
Dado que el sexo tántrico es una práctica que muchos desconocen, diferentes escuelas tántricas ayudan a descubrir las técnicas y a vivir experiencias con esta actividad oriental. Sobre esto hay mucho escrito pero cada persona puede llevarlo a cabo de una forma distinta: desde la más ortodoxa hasta la más occidentalizada.
Una nueva experiencia: el sexo tántrico
Ropa cómoda, higiene mental y física y unos pies preparados para quedarse descalzos. Son los requisitos que tengo que cumplir antes de asistir al taller de crecimiento erótico y emocional.
Esta práctica se basa en aplicar dos corrientes filosóficas: por un lado el Tantra y por otro la Gestalt, una corriente psicológica que tiene su origen en Alemania y es un tipo de terapia cuyo objetivo es “darse cuenta” de lo que te ocurre en el encuentro con la otra persona. De esta forma, ésta última corriente aporta un toque occidental a la filosofía tántrica.
En el sexo tántrico es preciso comprender y sentir las cuatro llaves de esta corriente oriental que son necesarias para conseguir una vida feliz y son vitales para practicar el sexo tántrico, para que después podamos aplicarlas en nuestra intimidad:
» Vivir el momento presente: Si una persona no está presente con sus cinco sentidos en una relación sexual y está pensando en que mañana tiene mucho trabajo o que ayer discutió con su padre, no va a poder disfrutar por completo del acto.
» Aceptar como es uno mismo y a los demás: Si no te aceptas como eres y estás pensando en que no te has depilado o si se te nota la celulitis es difícil que se consiga una relación plena. Pero del mismo modo se tiene que aceptar el cuerpo de la otra persona. En el tantra se adora cada poro de la piel de la persona con la que estás: sea el amor de tu vida o una relación de una noche.
» Seguir un movimiento armónico y fluido: Llegar a una danza con tu pareja. En el sexo normalmente se prepara el lugar, la iluminación, el momento… En un ritual ortodoxo de sexo tántrico se prepara la atmósfera, la luz, los olores, incluso la comida…es lo que se llama el Maithuna.
» Expresar lo que sientes y piensas: Decir lo que te gusta o no y pedir algo si quieres recibirlo, ya que si no lo pides, puede que te lo hagan pero también puede que nunca lo sientas. Entendemos la relación sexual como un acto de comunicación íntimo. No hay mayor afrodisíaco que tu pareja muestre que algo te gusta y te produce placer. Se puede expresar con la palabra, gemidos, con el cuerpo…
Una vez que conocemos estas cuatro claves, comienza la sesión. Nos ponemos de pie y caminamos respirando por la nariz, y soltando el aire por la boca. ¿En qué consiste el sexo tántrico?
La atmósfera
Una habitación con poca luz, con un olor agradable y una música casi silenciosa. Dejamos los teléfonos móviles que tanto nos suelen acompañar, los bolsos, los maletines…y estamos en un espacio donde no hay nada que nos desvíe la atención del momento que vamos a vivir.
Respirar
En el sexo tántrico es muy importante controlar la respiración y sincronizarla con tu pareja para poder entrar en la misma energía.
Sentir
Andamos despacio por la habitación, nos paramos frente a la persona que nos cruzamos, decimos nuestro nombre y nos abrazamos. ¿Qué nos transmite el abrazo del otro? Paz, sensibilidad, fuerza, protección, alegría, sensatez…Todo esto son sensaciones que al relajarnos percibimos mucho mejor. Durante el sexo tántrico se siente cada movimiento, mirada, abrazo, beso, caricia… como si eso fuera lo único que existiese en ese momento. Tocarse las manos, sentir la mirada de quien tienes enfrente…
Confiar
Saber llegar a un equilibrio con tu pareja o con una persona que conozcas en ese momento: dejarse llevar con los ojos cerrados es muy importante para olvidar y confiar. No intentar tener siempre el control de lo que estamos haciendo: quizá si nos dejamos llevar nos guste lo que la otra persona nos hace.
Adorar el cuerpo
Tenemos que aceptar como somos cada uno y buscar todas esas cosas buenas: la mirada, los labios, las orejas, las manos, las piernas…todos contamos con algo digno de mencionar. Si nos aceptamos como somos, el momento del sexo será mucho mejor ya que solo estaremos preocupados de sentir y disfrutar. Pero también tenemos que adorar el cuerpo de la persona con la que estamos, siempre podemos sacar detalles que nos gusten y a él o ella también le agradará que se lo digamos: me gusta tu cuello, tu boca, tu mirada…
Olvidar el tiempo
En la sociedad y en el momento en que vivimos es muy difícil dejar de lado el reloj. Siempre estamos pensando en la lista de la compra, el trabajo de mañana, la cena de esta noche o en todas las cosas que tenemos que hacer. Pero para practicar el sexo tántrico el tiempo se ha de olvidar. Hay que tener la cabeza y todos los sentidos en ese momento sin preocuparnos de nada más, para poder vivir esa experiencia al cien por cien.
Danzar
El sexo tántrico es como un baile: hay que coordinarse, llegar a un equilibrio, dejarse llevar en momentos, mandar en otros, pero sobre todo escuchar una misma melodía y danzar al son de ella.
Preliminares eternos
Caricias, besos lentos, susurros, miradas…en el sexo “convencional” todo esto lo podríamos practicar en los llamados preliminares, que según el médico sexólogo Ángel Ruiz Ejarque “es aquel proceso que antecede al acto de la penetración, es decir, el juego amoroso antes del coito y que tiene como finalidad la excitación”.
Pero el sexo tántrico no se basa en unos preliminares y la eyaculación como fin, sino en sentir, pedir lo que deseas, adorar el cuerpo de tu pareja, escuchar y dejarte recibir placer…esa danza sin tiempo en la que se trata de que las mujeres tengan el mayor número de orgasmos posibles y el hombre aguante la eyaculación para así poder durar el tiempo que quiera.
¿Y qué tiene que hacer el hombre para no eyacular cuando tiene un orgasmo?
En el que llamamos sexo convencional, el hombre siente un orgasmo y simultáneamente eyacula, pero en el sexo tántrico no. Para ello, los hombres deben:
» Fortalecer la musculatura pubococcigea (la que rodea la zona de la pelvis) .
» Practicar y conocer cuál es su punto de no retorno, mediante la masturbación.
» Controlar la respiración.
De esta forma se consigue tener un orgasmo controlado por el propio hombre y se impide que se eyacule, por lo que puede continuar con el acto sexual. Sin embargo, el sexólogo Ruiz Ejarque advierte de que se ha de tener especial precaución con este método ya que “si no se es precavido y se hace sin ningún control puede llevar a una afectación de eyaculación retardada o incluso a pérdidas del apetito sexual. Es decir, que cuando quiera eyacular, ya no pueda. Hay que practicarlo de forma responsable”.
¿En la cama? Mejor en el suelo
La cama, ese lugar que tanto utilizamos para el sexo convencional: fácil, práctico y cómodo. Pero en el sexo tántrico no es el lugar ideal ya que impide muchos movimientos. Suele practicarse en el suelo encima de una manta, un pañuelo grande, un Kilim…
¿Y posturas? Excepto el abrazo tántrico, que consiste en que la mujer abrace al hombre con los brazos y las piernas sentada sobre las rodillas del hombre, no hay más posiciones. No se trata de imitar unas posturas establecidas sino de sentir, estimular y llegar a un equilibrio con la otra persona.
Con el abrazo tántrico, la postura de la mujer estimula el Limgam (el pene) del hombre y le mantiene al borde del orgasmo continuamente, y al mismo tiempo ella los siente.
Juguetes eróticos tampoco suelen utilizarse. Un vibrador no tendría sentido en el sexo tántrico ya que se trata de sentir un cuerpo con el otro.
El sexo tántrico es una manera diferente de sentir y de experimentar algo tan universal como es la sexualidad. Durante las horas del taller aprendimos que dentro del mundo ruidoso e imparable en el que vivimos siempre es necesario un momento de relajación, sentimiento y valoración de lo que tenemos, y si todo eso lo aplicásemos en nuestra vida sexual, seguramente lo disfrutaríamos más.
El baile de los afectos intercambiables

El miedo a una relación afectiva profunda o la búsqueda de sensaciones novedosas empujan a los matrimonios al intercambio de parejas, un práctica, no obstante, minoritaria en España.
El intercambio de parejas es una práctica que suelen llevar a cabo matrimonios que son “más compañeros de piso” que otra cosa y que se aventuran a este tipo de relaciones porque en el fondo tienen miedo a una relación afectiva profunda, según el psicólogo y sexólogo Esteban Cañamares, quien ofrece las claves del perfil de estas personas, conocidas por el nombre de “swingers”, una expresión que puede traducirse por los que se columpian, es decir que están abiertos a todo.
Según Cañamares, es “habitual” que las personas que buscan un intercambio de parejas necesitan tener un pie dentro y otro fuera de la relación, no se atreven a mantener un compromiso afectivo profundo, y “se suele dar en personas que han sido maltratadas por sus padres”.
Y esto es así porque “la persona que me quería, me cuidaba era también un peligro y así que ahora que me relaciono con alguien que me da cariño, ternura, tengo un pie fuera por si tengo que salir corriendo, es decir no pongo todos los huevos en la misma cesta”.
“No puedo creer ni confiar al cien por cien en esa persona, no sea que después me traicione, me agreda , me ataque… invierto la mayor parte del tiempo en ti, pero tengo a alguien de reserva”.
Más abiertos de mente
El psicólogo Enrique García Huete considera que se trata de personas más abiertas de mente que la mayoría, buscadores de novedades y sensaciones.
Hay una teoría en la que se categorizan seis grandes estilos de amar: lúdico, erótico, pragmático, amistoso, altruista y obsesivo.
El estilo de amor lúdico es el de variación y cambio, son los llamados picaflores. Pero un lúdico puede dejar de ser picaflor si tiene los estímulos y novedades que su cuerpo necesita .
Cuando se encuentran dos lúdicos, y sus valores no conservadores son similares, es entonces cuando puede plantearse un intercambio de parejas porque necesitan salir de la rutina. Pero en principio no hay una patología de base.
Sí se han dado casos de alguna persona que accede al intercambio porque su pareja se lo pide, y en ese acceder si puede haber un trastorno por dependencia.
Con acuerdo en el intercambio de parejas no hay problema
Cuando en la pareja, tanto el uno como el otro están de acuerdo, “en principio no hay ningún problema, y suele funcionar durante muchos años”, pero funciona siempre que haya algo que no rompa ese equilibrio , o que a uno de lo dos no le suceda algo, como por ejemplo una dolencia, y no quiera seguir con la historia porque lo que busca es una relación afectiva, busca seguridad, no más intercambio, coinciden ambos psicólogos.
Pero el intercambio de parejas es un tipo de relación que puede ser estable si es de común acuerdo. Y es un “tópico que los hombres son casi siempre quienes arrastran a las mujeres a este tipo de relaciones, ellas son tan adictas y partidarias a este tipo de relaciones como ellos”.
Según Cañamares , los daños psicológicos “son enormes” cuando una de las personas no está de acuerdo con el juego y está sufriendo porque se siente forzada , porque no se atreve a romper.., o antes de entrar en ese juego la pareja se rompe. Solamente puede funcionar con cierto éxito si las dos personas tienen esa misma necesidad de que aparezcan terceras personas”.
Si se trata de un tema impuesto por parte de uno de los miembros de la pareja, estas relaciones producirán celos y la pareja terminará rompiéndose.
Mente y genitales
“Tiene que haber un acuerdo, mas mente y genitales y el corazón fuera”, porque las relaciones con terceras personas no suelen ser relaciones afectivas sino puramente sexuales.
Observa Cañamares, que no obstante sexo y afecto siempre están mezclados, porque cuando una persona te desea , te toca, te acaricia, por un segundo se tiene la fantasía de que te quiere aunque sepas que no es así…
En realidad, los swingers buscan ese amor maravilloso que nunca tuvieron y como no lo encuentran pues al día siguiente vuelven a repetir la operación.
Pero no hay muchas consultas al psicólogo en relación a esta temática, primero, insiste Cañamares, porque es residual; y segundo, porque normalmente lo aceptan los dos miembros de la pareja y los casos que conocemos es porque uno de ellos acude a nosotros pero por otras razones, por ejemplo por una depresión, y lo sabemos porque nos cuentan su vida en conjunto,
No obstante, señala el psicólogo, con la mochila cultural que tenemos lo normal es no aceptar la propuesta de tu pareja para esos intercambios, y por eso se pueden contar con los dedos de las manos quienes practican el intercambio consentido de parejas.
La infidelidad
Para Cañamares la relación con terceras parejas “no es un remedio contra la infidelidad”, porque ademas si se está con otra mujer y no es algo genital sino afectivo, entonces eso si es infidelidad y produce celos, el cambio de parejas no es afectivo.
En la infidelidad, en cambio, si es frecuente que haya una tercera persona, que otro miembro de la pareja desconoce.
“Y lo primero que hay que decir es que infidelidad las hay de muchas clases no solo de tipo genital..Si tu estás en el hospital enferma y no voy a verte es una infidelidad, si dedico mi tiempo y mi esfuerzo a mi familia pero no a tu pareja, eso es una infidelidad también….
Sobre este asunto , Enrique García Huete también considera que el intercambio de parejas no es un remedio contra la infidelidad y recuerda que lo lúdico está en la base de lo que ha sido la supervivencia de los mamíferos superiores y que normalmente una relación no suele durar más de tres años, entre el cortejo , la fecundación, el embarazo y el cuidado de la cría.
Pero una vez pasada esa época muy basada en los biológico-hormonal, la relación pueda acabarse si aparece un macho más “poderoso” o una hembra mejor.
La inexactitud viable del poliamor

La mayoría de los españoles vive en una monogamia sucesiva, un estilo de relación que va acompañada en ocasiones de infidelidades, pero hay una minoría que entiende el vínculo amoroso de otra forma y que está abierta a mantener más de una relación sentimental duradera de forma simultánea y consensuada.
Esa minoría disfruta con lo que los expertos del querer denominan poliamor, la posibilidad de amar a dos, tres … a varias personas a la vez, sin estar loco, como diría Antonio Machín y como coinciden psicólogos y sexólogos al tratar estas relaciones, que son distintas al amor libre o a una infidelidad.
El poliamor se basa más en el amor que en el sexo y sus partidarios consideran que este sentimiento no tiene que estar restringido porque si quieres a alguien deseas lo mejor para esa persona, y eso incluye permitirle ampliar su vida amorosa y sentimental.
Así se refiere al poliamor María Pérez Conchillo, directora del Instituto de Psicología y Sexología Espill y presidenta de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual (AESyMeS). «Son unas relaciones consensuadas abiertas, en las que se entiende que se pueden querer y mantener relaciones emocionales, íntimas o sexuales de forma duradera con más de una persona y no tienen por qué ser necesariamente sexuales», profundiza Conchillo.
Es un amor, por decirlo de alguna forma, más socializado: «Todo esto es aceptado por la pareja, no hay engaño -prosigue-. Hay unos contratos muy claros de integrar a la otra persona y compartir, y de hacerlo con consentimiento y sinceridad». Esto no ocurre en el intercambio de parejas o en el sexo abierto, en los que en algún caso uno de sus miembros da el paso a estas prácticas por el otro.
En el poliamor lo importante es tener la capacidad de elegir otra forma de vivir las relaciones afectivas en general. Pero vivir el amor de esta forma tiene sus complicaciones porque se trata de un estilo menos aceptado socialmente que el enamoramiento en exclusiva.
Es difícil vivirlo porque es poco frecuente, tal y como señala el director del máster en Sexología de la Universidad Camilo Jose Cela, Carlos de la Cruz, pero eso no significa que no sea posible y deje de ser «normal».
«El reino de las relaciones es el reino de las peculiaridades y que algo sea poco frecuente no significa que se deba catalogar de no ‘normal’. El ‘no me gustaría, no sería capaz’, no significa que no pueda haber eso», incide el psicólogo y sexólogo.
Un ejemplo aún más visual para entender este mundo de peculiaridades: «Yo tampoco sé hacer malabares -apunta Cruz- y no me parece extraño que haya gente que sepa hacerlos y esté feliz haciéndolos». Posiblemente a estos malabaristas les puede parecer sencillo esta forma de amar, pero si, como dice De la Cruz, en vez de dos, se habla de tres «es más probable que haya más cambios y que no siempre todos los cambios sean compatibles con mantener la situación ‘de hoy en un futuro'».
Muchas personas al escuchar simplemente la palabra poliamor se habrán preguntado ¿por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?, una pregunta que este experto contesta con otra: «¿por qué a veces se le llama sexo cuando se le debería llamar amor?». Algunos autores hacen una clara raya entre amor y enamoramiento: «El amor es más profundo que el enamoramiento, pero también menos trepidante», según Pilar Varela, profesora de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y autora de «Público amor puro y duro». «Se puede querer a dos personas a la vez, pero no se puede estar enamorado de dos personas a la vez. El enamoramiento, esa fuerza arrebatadora que modifica el orden vital, es absolutamente exclusivo, solo cabe estar enamorado de uno», comenta Varela.
El amor es vulnerable y conviene cuidarlo, según la psicóloga, a quien le parece «una tontería peligrosa» eso de ‘ve donde el corazón te lleve'».
Una opinión a la que posiblemente se sume Paloma Carrasco, psicóloga del Hospital Quirón de Sevilla, quien considera conveniente diferenciar «el amor de verdad de los sentimientos».
Para Carrasco se puede sentir atracción por varias personas a la vez, pero no se debe confundir con el amor. «Generalmente, detrás de una situación amorosa de este tipo (que en la mayoría de los casos se experimentará como crisis personal y provocará sufrimiento) se esconderá una importante inmadurez afectiva». Un amor «completo y sano», a su juicio, pide por sí mismo exclusividad y fidelidad» porque el «amor no es matemático, no se puede dividir en partes iguales; antes o después tendrá la necesidad de elegir, decantándose por la persona que más la valore y enriquezca».
El amor tiene multitud de ingredientes: complicidad, intimidad, pasión, sexo … y cada uno defiende que su forma de amar es la más plena y completa.
Machín se anticipó hace muchos años a una de ellas, cuando cantaba en su «Corazón Loco» cómo se pueden querer a dos mujeres a la vez y no estar loco».
Los vampiros existen, pero no muerden

En el mundo de la ciencia, es común oír decir que todo es energía, lo cual no sería diferente en nosotros y por nosotros.
El equipo de investigación de la Universidad de Bielefeld, Alemania, hizo un descubrimiento interesante que muestra que las plantas pueden absorber las fuentes alternativas de energía para otras plantas.
Este descubrimiento podría tener un impacto importante en el futuro de la bioenergía, posiblemente proporcionando evidencia de que las personas absorben otras energías de la misma manera.
Los miembros de la investigación biológica del profesor Olaf Kruse, confirmaron por primera vez que una planta, Chlamydomonas reinhardtii, no sólo lleva a cabo la fotosíntesis, también tiene una fuente alternativa de energía, que puede absorber de otras plantas, según lo publicado en el sitio Nature.com.
Las flores necesitan agua y luz para crecer, y las personas no son diferentes. Nuestros cuerpos físicos son como esponjas, absorbiendo el ambiente que nos rodea. “Esto es exactamente el por qué hay personas que se sienten incómodas cuando existe un cierto grupo con una mezcla de energías y emociones“, dijo el psicólogo y terapeuta Dr. Bader Olivia Lee.
Las plantas producen la fotosíntesis a partir de dióxido de carbono, agua y luz. En una serie de experimentos, el profesor Ola Kruse y su equipo cultivan algas microscópicas, Chlamydomonas reinhardtii, y encontraron que cuando son expuestas a una falta de energía, estas plantas de células individuales pueden absorber energía de los vegetales de alrededor.
El alga marina “digiere” las enzimas de celulosa, convirtiéndolas en pequeñas partes de azúcar, y luego se transporta a las células y se convierte en fuentes de energía.
“Esta es la primera vez que este comportamiento se confirma en un organismo vegetal. Estas algas pueden digerir la celulosa contradiciendo todos los apuntes anteriores. En cierta medida, lo que estamos viendo son plantas que se alimentan de las plantas“, dice el profesor Kruse.
El Dr. Bader Lee dice que cuando los estudios de energía se vuelvan más avanzados en los próximos años, podremos ver como toda esta acción también se está traduciendo a los seres humanos.
Bader Lee añade: “El cuerpo humano es muy similar a una planta que chupa, absorbe la energía necesaria para alimentar a su estado emocional, y puede energizar las células o aumentar la cantidad de cortisol y catabolizar, alimentar a las células dependiendo de la necesidad emocional“.
Por último, el Dr. Bader habla de la conexión del hombre con la naturaleza que se ha perdido con los años, pero que vuelve a descubrir de nuevo, diciendo que el ser humano puede absorber y sanar a través de otros seres humanos, animales y cualquier parte de la naturaleza. Es por eso que estar cerca de la naturaleza a menudo es vigorizante, energizante y cura a muchas personas.
Contrariamente a lo que muchos “científicos” piensan de la era moderna, que afirman saberlo todo, sí hay un mundo espiritual, que no está separado de la ciencia, pero si separado de la reducida ciencia del hombre.
Debido a los numerosos informes de personas con habilidades paranormales ”para el estándar mundo moderno, los investigadores de la Universidad de Granada en España condujo un estudio sobre el hecho de que personas afirman ver el aura de los demás, tal como se publicó en el sitio web MedicalXpress.
El fenómeno neuropsicológico ‘Sinestesia’, es una condición en la que un patrón cognitivo lleva al otro, mezclando sus sentidos. Por lo tanto, las personas que tienen esta capacidad, pueden ver o sentir el sonido, escuchar un olor, o personas que asocian con un tipo de color la música.
Vemos que esto no es sólo una suposición, es algo que ha sido descubierto por los científicos y confirmado por otros, que durante miles de años era conocido en las culturas orientales, por ejemplo.
Por lo tanto, nuestro campo áurico puede afectar tanto cuánto se ve afectado no sólo por las personas que nos rodean, sino también por los objetos, ya que como se indica en la ciencia, todo es energía.
Vampirismo
Parece algo de ciencia ficción o una simple historia paranormal, sin embargo, la ciencia ha demostrado que los seres humanos somos continuamente afectados por las energías del entorno. A esta conclusión se llegó gracias a un estudio realizado en algas, hecho por la terapeuta y médico Olivia Lee Bader. Ella señala que lo que le sucedió a las plantas marinas también puede aplicarse a los seres humanos.
La Energía se transmite de unos a otros. Pura física. Cuando dos personas interaccionan, se produce un intercambio de Energía, Este intercambio es mayor cuanto más largo es el periodo en el que las personas están en contacto.

Cuando una persona tiene buena Energía, siente que todo está bien. Está contento, piensa con claridad, está optimista. Todo fluye. En este estado, uno saca lo mejor que tiene.
Cuando una persona tiene Energía de baja calidad, no ve las cosas claras, se siente perdido, desesperanzado, lleno de miedos, etc. En este estado, uno muestra las cosas malas que tiene. Una versión de uno mismo mejorable.
Es muy difícil que, cuando dos personas hablan, ambas estén en el mismo nivel de Energía. De hecho es casi imposible. Siempre hay uno que tiene la energía de mejor calidad que el otro. Cuando dos personas hablan, lo habitual es que pase una de estas dos cosas:
1. El que está mal baja al que está bien
2. El que está bien sube al que está mal.
Consejos
Cuando sientas que te bajaron tu energía, es decir te empiezas a sentir cansado o pesado por la situación, puedes alejarte ó tomar consciencia de que el problema lo tiene el otro. Que no es tuyo. Al identificar que la cosa no es tuya, decides no sentirla. Y, si no la sientes, no la padeces.
Puede parecer egoísta, pero no lo es en absoluto. De hecho, todo lo contrario. Si eres capaz de no contagiarte, como tu Energía es de mejor calidad, conseguirás subir al otro.
Anuptafobia, una nueva etiqueta para la soltería sin remedio

El miedo a no llegar al altar para casarse o a no tener un compañero de vida, parece algo de otras épocas y ajeno al actual siglo XXI, donde las citas y los romances por internet, hacen que proliferen las relaciones informales y de menor duración como los ‘amigovios’ o las parejas abiertas.
Sin embargo, aunque han cambiado los tiempos, el temor a la soltería pervive en muchas personas. Hombres y mujeres tienen temor a la soltería, aunque ellas padecen más este síndrome, puesto que a los condicionantes sociales se une el ‘reloj biológico’ que a partir de los 30 años, apremia a algunas mujeres hacia la maternidad.
El miedo persistente e injustificado a quedarse solteros para siempre o a no encontrar pareja y, en definitiva a quedarse solos, más allá si hay o no un deseo de casarse, se llama anuptafobia, y está regulado no solo por la herencia cultural y el entorno social, sino también por la educación y el nivel de desarrollo personal de cada individuo.
El deseo de alcanzar el amor, de tener un compañero con el que compartir un proyecto de vida es algo normal, pero cuando ese sentimiento de soledad contamina todas las áreas de nuestra vida, es hora de prestarle mucha atención. El normal deseo de tener pareja se vuelve patológico cuando la persona pone en esta aspiración un rango de exigencia tan grande, que anula su capacidad de disfrutar de un encuentro espontáneo.
Existe anuptafobia cuando se pasa de, simplemente dejar que ocurra, a planificar sistemáticamente para que se produzca recurriendo a todo tipo de artimañas y tecnologías. En definitiva, cuando tener pareja se convierte en el objetivo prioritario de la persona.
Algunos síntomas de la anuptafobia son:
1. Estar pendiente de conocer a alguien en el trabajo
2. Juntarse con amigos o generar situaciones solo para que nos presenten a alguien y ver qué pasa
3. Centrar la atención en observar a parejas en la calle y pensar de modo recurrente cómo lo habrán conseguido.
4. Preguntarnos por qué no somos elegidas.
Ocho claves para sanar nuestras relaciones
Contentar al otro desapareciendo uno mismo como persona
La pareja requiere de sano equilibrio entre lo que se da y lo que recibe. Si nos dedicamos sistemáticamente a conformar al otro, terminaremos creándole la sensación de que tiene “una deuda” con nosotros por todo lo que le damos y esa persona acabará por alejarse.
Mostrarse perfecto o autosuficiente y sin debilidades
Exhibir nuestra vulnerabilidades y puntos débiles, no solo nos ayuda a nosotros mismos a ser más auténticos, sino que también genera un espacio donde la otra persona puede acompañarnos a transitar en los momentos difíciles, desde una conexión más auténtica con nosotros.
Intentar conseguir al otro a cualquier precio como un trofeo
Una cosa es actuar como si uno fuera un selector de personas que está a la pesca de un talento o trofeo, y otra muy distinta es el encuentro espontáneo entre dos personas que se muestran tal y como son. El verdadero encuentro entre dos seres se produce desde la honestidad y desde lo bellamente humanos que son.
Tolerar las conductas del otro que nos causan malestar
No poner límites al otro implica que nosotros mismos no tenemos nuestros propios límites claros. Si está pasando esto, tenemos que reeducarnos y aprender a gestionar nuestras emociones, ya que amar también requiere de límites.
Tratar de «poseer» al otro para evitar la soledad
Se trata de comprender la diferencia entre el amor y la «posesión». “Tener” pareja apunta a la «posesión» de otra persona para crear la ilusión de que nunca nos sentiremos solos. “Estar” en pareja conduce a aceptar la soledad existencial que a todos nos atraviesa e intentamos calmar con la placentera compañía de nuestro ser amado y el resto de los vínculos que constituyen nuestro universo personal.
Depositar en otra persona nuestro propio bienestar
A veces depositamos la responsabilidad de nuestra propia felicidad y bienestar en la pareja y esto es irreal, ya que solo nosotros somos responsables de generar espacios y momentos gratificantes. Si los podemos y queremos compartir mucho mejor, pero teniendo en cuenta que uno es el único responsable de su propia felicidad y la otra persona es aquello que puede y quiere ser.
No aceptar la propia soledad existencial
Lograr acompañarnos de nosotros mismos, trabajar en la capacidad de estar a solas, nos prepara para acompañar a otros y dejarnos acompañar mejor, sin destruir ni dejarnos destruir en una relación posesiva. Hacer algo que nos apetece como retomar un libro, ver una película pendiente, mimarnos con algún capricho o, simplemente caminar o tomarnos una buena taza de té o café, es un buen comienzo para aprender a acompañarnos a nosotros mismos sin miedo.
Relacionarnos deficientemente con nosotros mismos
Las personas con este temor a la soledad deben tener en cuenta su autoestima y, para ello, nada mejor que tomen contacto con actividades que puedan experimentar el placer de estar consigo mismos y con el entorno, como el método Pilates o la natación.
Cómo expulsar a los celos de la rutina emocional

¿Son buenos los celos en su justa medida?, ¿qué diferencias puede haber con la envidia?. Y tú, ¿eres celoso? ¿y envidioso? La inseguridad trasladada a las relaciones personales puede provocar que se conviertan en un auténtico infierno.
“A veces soy celoso y a veces no”; “Todos somos a veces un poco envidiosos. Los celos suelen ser más en temas de pareja”; “Sí soy celosa, más con la pareja”; “Creo que en su justa medida, como todas las cosas, los celos pueden estar bien”; “Puedo ser celoso con mi pareja, pero no en el mal sentido, puedo serlo cuando por ejemplo tengo inseguridad”.
Son algunas de las respuestas habituales que dan las personas cuando son cuestionadas por los celos como acompañante en el día a día de una pareja.
En este punto, hay que distinguir qué es la celotipia, los celos constitutivos, cómo diferenciarlos de la envidia y qué podemos hacer cuando condicionan nuestra vida y la de nuestra pareja.
La celotipia es un trastorno en el cual los celos jerarquizan tu vida y son lo más importante de ella. Si eso sucede, comenzamos a tener imaginaciones excesivas, obsesiones pensando por ejemplo que mi mujer me engaña o mi marido está con otra, algo que de alguna manera se convierte en protagonista del día a día.
Porque todos somos algo celosos, y apuntan bien quienes piensan que los celos en ocasiones, si son ligeros, si son muy pequeñitos, son constitutivos, forman parte de nuestra vida, eso sí, hay que diferenciar entre celos y envidia.
Por ejemplo, en el terreno de los niños, cuando nace un hermano nuevo, el niño que estaba solo con los padres, tiene que resituarse, tiene unos pequeños celos que le van a venir bien, celos constitutivos. Sin embargo, si eso se da de una manera constante ahí estaríamos hablando de un problema, y si quiere hacer daño a su hermanito tendríamos que hablar de envidia.
Para el experto, es necesario saber gestionar los celos, pues “una vez que son ligeros, y que son constitutivos, de cada uno de nosotros, tendríamos que ver cómo lo gestionamos para que no se desarrollen de una manera celotípica.
La inseguridad, un arma peligrosa
La inseguridad es una de las causas de unos celos que pueden condicionar la relación y hacer sufrir a la otra persona. La peligrosa necesidad de doblegar al otro.
Cuando estamos inseguros lo que estamos haciendo es paliar ese sentimiento que tenemos por la vía de los celos, un sentimiento que de alguna manera hace que nos sintamos excluidos y que en el fondo tiene que ver con que nos sentimos rechazados, no nos sentimos importantes, y de repente queremos doblegar a la otra persona teniendo gestos y situaciones que hacen que la relación vaya a peor.
¿Cómo hacerlo? Debemos salir de nosotros mismos, vernos desde arriba, para poder reconfigurar la mente y alcanzar una vida mucho más tranquila y saludable.