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Aún hay esperanza para lo fantástico

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Lo que mejor define a David Roas como escritor de cuentos es que conoce perfectamente la técnica que sirvió a los grandes del cuento fantástico (algunos aparecen citados aquí, con Lovecraft a la cabeza), porque es el máximo especialista español en su estudio y edición
Lo que mejor define a David Roas como escritor de cuentos es que conoce perfectamente la técnica que sirvió a los grandes del cuento fantástico (algunos aparecen citados aquí, con Lovecraft a la cabeza), porque es el máximo especialista español en su estudio y edición

El escritor e historiador de la literatura David Roas, una de las grandes voces del cuento en español, explora «el terror en un sentido amplio» en su volumen de relatos, «Invasión», por el que deambulan niños zombies, alfombras fantásticas o menores constructores de ataúdes.

Roas explica que el reto de este nuevo volumen era «escribir por primera vez un libro entero dedicado a cuentos inquietantes, fantásticos», pues en sus libros anteriores esos elementos se mezclaban con humor o con lo grotesco, incluso con la autoficción.

En «Invasión» (Páginas de Espuma) Roas explora el terror cotidiano, el que provocan los objetos con los que convivimos y que tienen su lado oscuro, porque es el lado de lo fantástico que más le interesa: «Me gusta hurgar en el día a día, tiene una raíz muy cortazariana y cualquier objeto, como en este caso una alfombra, si le das una vuelta puede derivar a lo fantástico, o esa mujer con una dentadura que canta de manera autónoma».

En bastantes relatos recurre a los niños, fruto de su experiencia con la paternidad: «En mi vida se ha colado un niño desde hace cinco años y medio para bien y para mal, y deja huella».

La idea del autor es no dejar ninguna arista sin explorar y por eso no descarta un cuento con un niño zombi, el niño que hace ataúdes, o el niño monstruo, pues «a menudo nos obsesionamos con la inocencia de los niños, y es interesante sacarlo de su dimensión inocente como hace la película ‘El otro’ (1972), de Robert Mulligan».

«Utilizar a niños sigue siendo provocador», señala Roas, que recuerda que cuando muestra en la universidad el filme «¿Quién puede matar a un niño?» (1976), de Narciso Ibáñez Serrador, «todavía provoca inquietud».

La huella de Lovecraft, Edgar Allan Poe o Mary Shelley son claros referentes de este volumen y el propio Roas admite que es «fan de Poe por encima de todo».

A Lovecraft dedicó parte de 2016 durante una beca de investigación en la Universidad de Brown en Providence (EEUU) y «era inevitable que saliera un cuento inspirado de aquella experiencia».

Roas establece en «Invasión» «un diálogo permanente» en forma de homenajes a otros autores, como Cristina Fernández Cubas, el Rod Serling de «The Twilight Zone, Mercedes Abad, Eduardo Berti o parodiando a George A. Romero. «No sé escribir en el vacío, veo series, leo género fantástico», apunta en este sentido.

No faltan autorreferencias a su anterior libro de cuentos, «Distorsiones», que comparte con «Invasión» ese gusto por el terror cotidiano.

«Cosas que no me atreví a hacer entonces derivan en ‘Invasión’ en una búsqueda de otras salidas a lo fantástico, y así el relato «La casa vacía» es una respuesta a «La casa ciega» de «Distorsiones»

Quizá el cuento más «famoso» sea «Agua oscura», por conmemorar el 200 aniversario de la reunión de Villa Diodati en la que nacieron el precursor de Drácula y Frankenstein.

Reconoce Roas que «el cuento fantástico ha recibido un doble maltrato en España: por parte del mundo de la edición, que lo consideraba un género de segunda fila, y por parte de la universidad, pero en los últimos años la situación ha cambiado y hay cada vez más tesis doctorales que lo analizan, y cada vez hay más escritores que publican fantástico. Además, la crítica no tiene ya reparos en valorarlo».

El autor, uno de los principales estudiosos del género en España, considera que «al igual que sucede con la novela negra, el fantástico, tanto real como sobrenatural, tiene su apogeo coincidiendo con períodos de crisis».

Roas percibe que «hay una crisis general de nuevos miedos que la gente está explorando, y el fantástico reproduce el miedo más metafísico o filosófico del mundo» y por eso no es casual, añade, el éxito de tantas series de televisión, desde la ciencia ficción de «Black Mirror», que muestra el horror de la tecnología o del control humano, hasta «Stranger Things», que juega más con lo sobrenatural.

Relatos del mundo paralelo

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Quiller- Couch (uno de los autores rescatados en este compendio sobre espejos) escribe sus historias en base a una anécdota o suceso mínimos, generalmente intrascendentes, que adquieren un atmósfera excepcional
Quiller- Couch (uno de los autores rescatados en este compendio sobre espejos) escribe sus historias en base a una anécdota o suceso mínimos, generalmente intrascendentes, que adquieren un atmósfera excepcional

Borges, Poe, Chesterton, Papini, Schwob, Hoffmann, Lovecraft y otros grandes escritores se sintieron atraídos, inspirados, por el misterio de los espejos y muchos, algunos de manera recurrente, les dedicaron parte de sus mejores páginas, ahora seleccionadas por el escritor Andrés Ibáñez.

«A través del espejo» es el título de la antología que Ibáñez ha preparado para la editorial Atalanta, un título que sugiere la inquietante idea de lo que pudiera encontrarse más allá del reflejo, la posibilidad de que éste fuese un espejismo u -otra vuelta de tuerca- la imagen elegida para la portada de la antología, un Magritte titulado «La reproducción prohibida»: un espejo que muestra la espalda de un hombre que lo mira de frente.

Así de extrañas, de sorprendentes, de absurdas o surrealistas se tornaron las páginas de maestros como Bioy Casares, Virginia Woolf Angela Carter después de que se asomaran a un espejo o, quién sabe, de que se pusieran a escribir reflejados en uno de ellos.

Andrés Ibáñez cuenta que si ha hecho esta antología ha sido porque le atraen «los reflejos, los espejos y también las sombras», tal vez porque él piensa «en imágenes» y «el espejo es un productor de imágenes y también un receptáculo de imágenes; cualquier persona enamorada de las imágenes tiene que sentirse necesariamente atraída por los espejos».

«El espejo es quizá el único objeto verdaderamente metafísico que conocemos; el único objeto verdaderamente mágico; es un objeto que duplica el mundo, que crea un mundo paralelo; como el arte; como nuestra mente», ha señalado Ibáñez al recordar que ante «la historia de las distintas culturas humanas, son pocas las que no han sentido la atracción del espejo; del espejo surgen religiones, filosofías, leyendas, teorías mágicas o científicas, sentencias morales…».

Con la excepción de «El regreso», de Walter de la Mare, un texto poco conocido y que ni siquiera está traducido, antólogo y editor han procurado no incluir fragmentos sino textos completos, lo que explica la ausencia del espejo de Alicia.

Entre los escritores más raros seleccionados, Ibáñez menciona a Arthur Quiller-Couch, «autor de uno de los mejores relatos de la colección», o al japonés Edogawa Rampo, si bien, a la hora de las sorpresas, Ibáñez ha señalado el texto de fray Bernardino de Sahagún, que cuenta aparentemente un hecho real.

Igualmente destaca textos no provenientes de la literatura, como «El basilisco de Viena», extraído de un libro sobre animales raros de Willy Ley, o el titulado «¿Son posibles los espejos de Arquímedes?», de Jurgis Baltrusaitis, que  califica de «único y fascinante».

Sobre si la exactitud con la que reproduce el espejo es un valor literario, Ibáñez contesta: «Por supuesto que sí; es lo que buscamos al escribir, buscamos la exactitud en el color, en el espacio, en el mundo evocado, en la emoción; buscamos algo todavía más difícil que la exactitud: buscamos la verdad».

«Pero también lo indeterminado es un valor literario importante, la literatura se mueve entre lo exacto y lo totalmente inexacto, intentando definir lo inexacto con exactitud y revelando la fabulosa inexactitud de todo lo exacto; Lezama Lima hablaba de expresar lo indeterminado con la máxima exactitud posible», añade.

Sobre el tan citado espejo de Stendhal, Ibáñez explica: «Me gusta mucho Stendhal; en cuanto a eso de que la novela es ‘un espejo a lo largo del camino’… Si ese pensamiento le permitió escribir ‘Rojo y negro’, entonces me gusta, desde luego; recuerdo que una vez cuando estaba en el colegio dibujé este famoso espejo de Stendhal; dibujé un camino con árboles, bancos,… y un espejo con dos piernas caminando por él; la verdad es que el espejo de Stendhal es una imagen totalmente fantástica».