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Wishbone Ash, los guerreros del Rey

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Argus (1972) cuenta con el mejor line-up de su historia: Andy Powell y Ted Turner a las guitarras solistas, Martin Turner en las cuatro cuerdas y Steve Upton a la batería
Argus (1972) cuenta con el mejor line-up de su historia: Andy Powell y Ted Turner a las guitarras solistas, Martin Turner en las cuatro cuerdas y Steve Upton a la batería

A finales de los años sesenta del siglo XX, Steve Upton y Martin Turner, bajista y batería, respectivamente, publicaron un anuncio en Melody Maker con el fin de encontrar un guitarrista para su banda. Indecisos entre dos solistas de gran valor, Steve y Martin reclutaron a los dos: se trataba de Ted Turner y Andy Powell; el grupo resultante se denominó Wishbone Ash. La banda, que en un principio fue ayudada por Miles Copeland (más tarde famoso por haber guiado la suerte de The Police), tocaba en todos los sitios que le ofrecían esa posibilidad. Después de un concierto como teloneros de Deep Purple, Ritchie Blackmore los recomendó al productor Derek Lawrence; el resultado fue un primer álbum (diciembre de 1970), ‘Wishbone Ash’, que ya contiene un tema clásico: ‘Phoenix’. En 1971 Melody Maker les definió como la «mejor promesa del año», y John Lennon recurrió a Ted Turner como músico de estudio en las grabaciones de ‘Imagine’.

La acogida que el público dispensó a ‘Argus’, tercer álbum del grupo, en la primavera de 1971, desbordó las previsiones más optimistas. La mezcla obtenida haciendo sonar juntos a dos guitarristas de estilos diferentes pero complementarios, hizo que el público dejara de lado a las bandas con un solo guitarrista: la voz de Martin Turner sonaba clara y muy adaptada al blues-rock de las canciones del cuarteto, y los largos fragmentos instrumentales conferían una gran personalidad al sonido de Wishbone Ash.

Temas como ‘The king will come’ y ‘Warrior’ muestran, por otra parte, un evidente interés por temas histórico-místicos, muy apropiados para los sonidos épicos del disco. Otro elemento que no hay que infravalorar es la honestidad de Powell y Turner. El éxito que obtuvo ‘Argus’ ante la crítica y el público lo convirtió en un disco difícil de mejorar: el grupo sentía el peso de la responsabilidad de tener que superarlo. Steve Upton declaró además: «En las grabaciones de ‘Wishbone four’ nos sentíamos cohibidos; no queríamos hacer un ‘Argus volumen 2’, aunque habría sido fácil y era lo que la gente esperaba de nosotros». Para resarcirse del paso en falso que resultó ser ‘Wishbone four’, el grupo decidió demostrar que Wishbone Ash era sobre todo una banda «de directo»: ‘Live dates’ obtuvo en poco tiempo un increíble éxito en América, convirtiéndose en uno de los más fascinantes discos en directo de todos los tiempos.

El grupo recuperó el favor de la crítica, pero en el transcurso de la gira americana de 1974 perdió a Ted Turner, que, después de viajar a la India y a Suramérica, abandonó el mundo del rock y se unió a una secta religiosa de Los Angeles. Fue sustituido por Laurie Wisefield, un guitarrista que con anterioridad habia tocado con The Home, una banda poco conocida. Un productor famoso por haber trabajado con las mejores bandas de California, Bill Szymczyk, asumio la produccion de ‘There’s The Rub’. Wisefield resultó ser un sustituto excelente de Turner. Era un guitarrista capaz de perpetuar la magia de las «guitarras gemelas»; aunque no logró igualar la atmósfera de sus anteriores conciertos en directo, a veces presente también en los discos grabados en estudio. Para ‘Locked in’ (1976) recurrieron a Tom Dowd, veterano productor de Atlantic que no logró dar nuevo brillo a su sonido. Los discos del grupo seguían siendo muy interesantes, superiores a la media, pero poco personales; lo peor era que la diferencia con su brillante sonido en directo era cada vez mayor.

‘New England’, por ejemplo, el octavo álbum de Wishbone, quizás el único que estaba a la altura del famoso ‘Argus’, fue infravalorado precisamente a causa del consolidado prejuicio de que la banda rendía muy poco en sus discos de estudio. «Habría sido más fácil grabar un single comercial (comentó Powell más tarde), pero preferíamos ser un grupo de álbumes y una buena banda en directo».

Fue precisamente su excepcional fama como grupo en directo la que les sostuvo en el candelero en los siguientes años; ninguno de los tres álbumes posteriores logró devolverles a una posición de preeminencia, una posición que seguían manteniendo cuando actuaban en directo, y que conseguía agotar inevitablemente todas las localidades durante sus giras americanas, japonesas y europeas.

En septiembre de 1980 Martin Turner, bajista y fundador del grupo, abandonó los escenarios para dedicarse a trabajos en estudio. Primero lo sustituyó John Wetton (ex King Crimson y Family), quien participó en la grabación de ‘Number the brave’, y después Trevor Bolder (ex Uriah Heep y David Bowie); con la esperanza de renovar su sonido ficharon a una vocalista, Claire Hammill, pero para su siguiente álbum, ‘Twin barrels burning’ (1982), la banda recuperó su formación original de cuarteto, abandonando el experimento de contar con una cantante. El álbum marcó el regreso a un sonido decididamente más hard que los anteriores con temas de menor duración y un impacto mucho más fuerte; a pesar de ello, la rotación de bajistas continuó: Mervyn Spence, procedente de Trapeze, sustituyó a Bolder, que regresó a Uriah Heep.

Tras un largo período de reflexión, apareció ‘Raw the bone’, álbum aún más genuino que el anterior, pero qué, quizá por una deficiente promoción, no obtuvo ningún éxito. Miles Copeland, astuto manager que había cosechado fama por sus trabajos con The Police, logró reunir a los cuatro miembros originales de la banda para grabar ‘Nouveau calls’, disco que puede ser considerado como un intento de reciclaje demasiado arriesgado, pero que tiene el mérito de restituir al público la mítica formación de ‘Argus’, la misma formacion que en 1989 publicó ‘Here to hear’, para la compañía IRS.

Si te hunden, muere antes de llegar a viejo

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The Who aportaron temas efervescentes durante el cénit del Pop inglés, de 1965 a 1968
The Who aportaron temas efervescentes durante el cénit del Pop inglés, de 1965 a 1968

Supongamos que eres Pete Townshend, tienes un grupo y estás luchando por publicar tu primer trabajo. Supongamos que ofreces al mundo una canción titulada My Generation.

Supongamos que ha pasado más de medio siglo desde entonces y que dicha canción es ya por derecho un himno inmortal de la música del siglo XX (y más allá, sin fecha de caducidad).

Eso, en resumen, es My Generation, un perpetuo canto para la indómita sublevación. Un tema enorme en su momento, a pesar de lo cual siguió creciendo aún más durante los siguientes diez lustros. Y mientras continúe poniendo la piel de gallina, seguirá creciendo y cumpliendo años, manteniendo intacto su espíritu indomable.

Pero regresemos al principio. Es el año 1965 y el guitarrista Pete Townshend no es mucho más que un adolescente airado y desafiante que escucha melodías incesantemente dentro de su cabeza. Tiene un grupo, The Who, en el que comparte sueños y aspiraciones con Roger Daltrey (voz), Keith Moon (bateria) y John Entwistle (bajista).

Gracias a su ímpetu creativo, todos juntos consiguen algo de popularidad entre los jóvenes mods británicos, que rápidamente les convirtieron en ariete y estandarte de su revolución. Y no solo por sus primeras composiciones, sino también por esa bravía costumbre de Townshend de destruir su guitarra (algo que comenzó por accidente en septiembre de 1964 en un recital en Londres, y que después tuvo que continuar casi por obligación como parte de la esencia del grupo).

Poco después lanzaban su primer single, I can’t explain, en enero de 1965, que se coló en el top 10 británico. Con la fama de The Who creciendo sin control exponencialmente, el 29 de octubre de 1965 llegaba My Generation como anticipo de su LP debut, titulado muy elocuentemente The Who Sings My Generation, y editado poco después, el 3 de diciembre de aquel mismo año, hace ahora medio siglo.

My Generation, el himno, compuesto por un Pete Townshend que entonces tenía 20 años, fue recibido con alegría y alboroto por la chavalería inglesa de la época, que fulminantemente comprendió el mensaje: los mayores no nos comprenden y, liderados por la electricidad musical tenemos que montar una gorda e incendiar todas las campiñas de norte a sur y de este a oeste. Asolar todo a su paso, en definitiva.

Tras su lanzamiento como single, My Generation se encaramó al segundo puesto en el Reino Unido. En Estados Unidos le costó un poco más y se quedó en el 74, constatando las diferencias de una juventud por aquel entonces en absoluto globalizada.

Como todo clásico requiere explicación y análisis, el propio Pete explicó que lo compuso durante un viaje en tren, inspirándose en la Reina Isabel, la Reina Madre, quien obligó a tener un coche fúnebre retenido en el barrio londinense de Belgravia para no verlo durante su paseo diario. Por otro lado, Pete, muchacho furioso pero también agradecido, acreditó el Young Man Blues de Mose Allison como la inspiración musical del tema.

My Generation se convirtió, con su trote revolucionario y su pálpito iracundo, con esa guitarra huracanada y esa línea de bajo imparable, en un lugar seguro para toda una turba adolescente que no encontraba su sitio en el mundo. Al mismo tiempo, el rock estaba todavía en pañales y nadie sabía cuánto y cómo de peligroso iba a ser. La alineación de los astros convirtió a The Who en la bandera de la insurrección.

Y ahora que la banda parece tener decidida su retirada definitiva tras más de medio siglo de canciones, ahí siguen Pete Townshend y Roger Daltrey interpretando su bronco salmo, aún indomesticable a pesar del paso tiempo. La honestidad salida del epicentro del alma es lo que tiene: que conecta y perdura más allá de las arrugas y más allá de la propia vida