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Del zoco de la neurociencia a un mundo feliz

La llegada al mercado de dispositivos denominados ‘neuronales’ que se venden directamente al consumidor tiene implicaciones tanto en el terreno de la salud como en el de la ética. Así lo ha plantean expertos en neuroética en un artículo que se publica de la revista Neuron.
El equipo, liderado por Judy Illes, profesora de Neurología y Neuroética en la Universidad de British Columbia (Canadá), identificó 41 dispositivos en el mercado, incluyendo 22 de registro de actividad cerebral y 19 de estimulación. El objetivo era examinar cuestiones de transparencia, derechos y responsabilidad en la forma en que se comercializan y venden estos productos.
“Cuando se trata de tecnología aplicada a la salud y, en concreto tecnología cerebral, hay un mayor nivel de responsabilidad en torno a la innovación ética”, dice Illes.
Los supuestos beneficios, en entredicho
Las compañías que venden estos dispositivos cerebrales vestibles prometen beneficios que van desde la reducción del estrés, al aumento de la calidad del sueño o la pérdida de peso a una mejora en la cognición. Algunos incluso anuncian beneficios frente a la depresión y ciertas enfermedades neurodegenerativas, indican los investigadores.
A pesar de la gran variedad de afirmaciones, ha habido pocas investigaciones que hayan estudiado la validez científica de cualquiera de ellos. Los autores no intentaron evaluar la eficacia de los productos en esta revisión. En su lugar, analizaron cómo los fabricantes podrían comunicar los resultados potenciales del uso de estos dispositivos, tanto positivos como negativos, de una manera más responsable y ética.
El mercado de estos dispositivos tiene paralelismo con otros productos médicos de consumo directo, por ejemplo, hierbas y suplementos, kits de pruebas genéticas caseras, tomografías computarizadas de bienestar o los ultrasonidos tridimensionales de ‘recuerdo’ que se ofrecen a embarazadas.
Al comercializarlos en el ámbito del bienestar o la recreación, en lugar de para la salud, las compañías que venden estos productos y servicios evitan la supervisión regulatoria de las agencias, como la Adminsitración de Medicamentos y Alimentos de EE UU, subrayan los autores.
Riesgos desconocidos
“Algo que nos preocupa –dice Judy Illes– es que la gente pueda recurrir a estos dispositivos, en vez de buscar ayuda médica cuando realmente la necesita o que elija estos aparatos en vez de los tratamientos médicos convencionales. Hay muchos efectos potenciales de los que no sabemos mucho», advierte.
Los síntomas y efectos secundarios que podrían resultar del uso de estos productos incluyen enrojecimiento u otras irritaciones donde los dispositivos entran en contacto con la piel, dolores de cabeza, hormigueo y náuseas.
Algunos de los dispositivos mencionan la posibilidad de efectos secundarios en el envoltorio, pero no ha habido ningún estudio que analice su frecuencia o gravedad.
Los investigadores observan que, en gran medida, faltan etiquetas que adviertan a los consumidores sobre los riesgos. “Considero que este es un mensaje importante y responsable para los consumidores, pero pocos de estos productos lo incluyen”, dice Illes.
La autora principal cree que debido a que algunos de estos productos se comercializan para niños, que pueden ser particularmente vulnerables a sus efectos en el cerebro, se necesita más precaución. “Sus cuerpos y cerebros aún se están desarrollando”, dice.
Además, añade que “podría ser necesaria una precaución adicional para el uso de los productos de neurociencia en los ancianos, otra población que puede tener un mayor riesgo de daño potencial”.
En su opinión, también hay problemas relacionados con los productos de neurociencia que registran la actividad cerebral. «¿Cómo se utilizan estos datos y quién tiene acceso a ellos? Estas son cosas que no sabemos. Deberíamos estar haciéndonos estas preguntas», reflexiona Illes.
Sin embargo –añade– “la gran noticia es que no cuesta mucho dinero innovar éticamente. Basta con pensar un poco más, enviar buenos mensajes y considerar las posibles consecuencias. Vale la pena que las empresas se tomen el tiempo para hacerlo bien», destaca.
Lo que puede ocurrir con el café

“¿Sabías que el café podría aliviar el dolor de cabeza? ¿Y que podría prevenir enfermedades neurodegenerativas? ¿Conocías que puede reducir la presión arterial y limpia los vasos sanguíneos? ¿Y sabes que el consumo de café podría aumentar el rendimiento deportivo?”
Éstas y otras conclusiones científicas han sido recogidas en la colección de fichas tituladas “Aprendiendo sobre el café”, recientemente publicadas por el Centro de Información Café y Salud (CICAS), y que, de forma clara y sencilla, explican a los consumidores los efectos de la ingesta moderada de esta bebida.
Esta información puede resultar de gran interés para la gran mayoría de la población dado que, según datos del Cicas, el 80 % de los españoles consumen café a diario, casi 9 de cada 10 (87 %) lo asocian a estar con gente y un 75 % consideran que su uso moderado es un hábito saludable, aunque sólo el 24 % saben que puede reducir el riesgo de diabetes y otras enfermedades.
Efectos positivos
El estudio publicado en la revista The New England Journal of Medicine pone de manifiesto que aquellas personas que consumen café a diario reducen su riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular, respiratoria, ictus, diabetes, infecciones y lesiones.
Por su parte, el análisis de la revista de la American Heart Association (AHA), Circulation: Heart Failure demuestra el efecto cardioprotector del café, al igual que lo defiende la Fundación Española del Corazón.
Sobre los efectos del café en la alerta y en las enfermedades neurodegenerativas da respuesta la ficha “El café y el cerebro”. Varios estudios demuestran que la cafeína mejora el rendimiento cognitivo, la capacidad de alerta, atención y concentración, hechos de especial interés en la conducción.
En cuanto a las enfermedades neurodegenerativas, distintas investigaciones concluyen que el contenido de antioxidantes del café ejerce un efecto protector frente a un número de enfermedades en las que está implicado el estrés oxidativo de las células, como ocurre con el párkinson o el alzhéimer.
Siempre con moderación
Cómo afecta el consumo de café en los deportistas es otra de las cuestiones que se plantea en “El café y el deporte”. A este respecto, existen evidencias de que el café puede mejorar la velocidad y la potencia en esfuerzos cortos pero intensos y que mejora la resistencia a la fatiga.
En “El café y su cafeína“, los expertos señalan que el consumo moderado de esta sustancia (300 mg o tres-cuatro tazas diarias), además de tener efectos positivos sobre el rendimiento mental, la alerta y la concentración, puede formar parte de un estilo de vida saludable, activo y de una dieta equilibrada.
Dosis letal
Un estudio publicado en Mayo Clinic Proceedings ha puesto en alerta a los más cafeteros, tras concluir que el consumo de más de 28 cafés a la semana, cuatro diarios, aumenta el riesgo de muerte un 21% y, en las personas menores de 55 años, el riesgo de una mayor mortalidad puede ser incluso superior al 50%.
Aunque la cifra puede sonar algo escandalosa, los autores de este trabajo, pertenecientes al Arnold School of Public Health de la Universidad de Carolina del Sur (Estados Unidos), recuerdan que el último Estudio Nacional del Café realizado en este país reveló que más del 60% de la población adulta bebe café todos los días, con una media de tres tazas diarias.
El estudio trataba de analizar los efectos del consumo de café en caso de muerte por todas las causas y las muertes por enfermedades cardiovasculares, para lo que utilizaron una cohorte de más de 43.000 personas de 20 a 87 años, con un seguimiento medio de 17 años (entre 1979 y 1998).
Durante el seguimiento se registraron 2.512 muertes (de las que el 87,5% fueron hombres), y el 32% de estas muertes están provocadas por una enfermedad cardiovascular.
Además, se observó que aquellos que consumían mayores cantidades de café (tanto hombres como mujeres) eran también más propensos a fumar y tenían niveles más bajos de capacidad cardiorrespiratoria.
La tasa de mortalidad más significativa se notificó en quienes tomaban más de 28 cafés a la semana, que tenían un riesgo de mortalidad un 56% mayor.
Además, las mujeres más jóvenes que consumían más de 28 tazas de café por semana también tenían un riesgo más de dos veces mayor de mortalidad por cualquier causa, en comparación con quienes no bebían café.
Los investigadores sugieren que las personas más jóvenes deberían evitar el consumo excesivo de café. Sin embargo, subrayan que se necesitan más estudios en diferentes poblaciones para evaluar la información sobre los efectos del consumo de café a largo plazo y su relación con un aumento de la mortalidad por enfermedad cardiovascular.
El latido del sueño

Las personas que duermen menos de seis horas pueden tener un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en comparación con aquellas que lo hacen entre siete y ocho horas, según sugieren los resultados del estudio PESA CNIC-Santander, publicado en el Journal of American College of Cardiology (JACC).
Según la investigación, el sueño de ‘mala calidad’ aumenta el riesgo de aterosclerosis (acumulación de placas en las arterias de todo el cuerpo). “Hasta ahora hemos tratado de entender las enfermedades cardiovasculares pero, gracias a estudios como este, estamos comenzando a entender la salud”, señala Valentin Fuster, director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
“Hay dos cosas que hacemos todos los días: comer y dormir. Desde hace años conocemos la relación entre una buena nutrición y la salud cardiovascular; sin embargo, no tenemos tanta información acerca de la relación entre el sueño y la salud cardiovascular”, afirma el autor principal del estudio, José M. Ordovás, investigador del CNIC y director de Nutrición y Genómica en el Centro de Investigación de Nutrición sobre el Envejecimiento Jean Mayer Human-USDA en la Universidad de Tufts (EE UU).
“Las enfermedades cardiovasculares son un gran problema mundial. Actualmente estamos previniendo y tratando a las personas afectadas con diferentes métodos –fármacos, actividad física y dieta–. No obstante, estos resultados enfatizan que debemos incluir al sueño como una ‘herramienta’ más para combatirlas”, subraya Ordovás.
“Este es el primer estudio que muestra que el sueño medido objetivamente está asociado de manera independiente con la aterosclerosis en todo el organismo, no solo en el corazón”, añade.
Trabajos previos ya han demostrado que la falta de sueño aumenta el riesgo de patología cardiovascular al incrementar los factores de riesgo de la enfermedad cardíaca, como los niveles de glucosa, la presión arterial, la inflamación y la obesidad.
“En nuestra investigación, que incluye a casi 4.000 participantes, hemos evaluado el impacto de la duración del sueño o la fragmentación del mismo en la aterosclerosis. Así, hemos visto que los participantes que dormían menos de 6 horas al día o tenían un sueño muy fragmentado y de mala calidad tenían más placas de colesterol, en comparación con aquellos que dormían más horas o tenían un sueño menos fragmentado”, subraya Fernando Domínguez, primer autor del artículo. “La duración y la calidad del sueño son de vital importancia para la salud cardiovascular”.
Un trabajo que mejora los anteriores
El estudio utilizó técnicas de imagen para detectar la prevalencia y la tasa de progresión de las lesiones vasculares subclínicas en una población con una edad media de 46 años. Todos los participantes estaban libres de enfermedad cardíaca conocida y dos tercios eran varones. Todos los voluntarios usaron durante siete días un actígrafo, un pequeño dispositivo que mide de forma continua la actividad o el movimiento, para medir las características del sueño.
Se dividieron en cuatro grupos: los que dormían menos de seis horas, de seis a siete horas, de siete a ocho horas y los que dormían más de ocho horas. Los participantes se sometieron a ecografías cardíacas en 3D y tomografías computarizadas (TC) para detectar la presencia de enfermedades cardíacas.
La investigación descubrió, después de considerar los factores de riesgo tradicionales para la enfermedad cardíaca, que los participantes que dormían menos de seis horas tenían una probabilidad de un 27% mayor de tener aterosclerosis en todo el organismo, en comparación con los que lo hacían de siete a ocho horas.
Además, aquellos que tenían una mala calidad de sueño tenían una probabilidad de un 34% mayor de tener aterosclerosis, en comparación con aquellos que tenían una buena calidad de sueño.
La calidad del sueño se definió por la frecuencia con la que una persona se despertaba durante la noche y la frecuencia de sus movimientos durante el sueño, que reflejan sus diferentes fases. Si bien el número de participantes que durmieron más de ocho horas fue pequeño, el estudio también sugirió que el sueño excesivo puede estar asociado con un mayor riesgo de aterosclerosis, especialmente en mujeres.
Para Ordovás, este trabajo es diferente a los estudios previos que se han llevado a cabo sobre sueño y salud del corazón. En primer lugar, es más grande y se enfoca en una población saludable. Además, muchos de los trabajos anteriores han incluido personas con apnea del sueño u otros problemas de salud o se han basado en cuestionarios para determinar cuánto dormían los participantes. Sin embargo, en este caso se han utilizado actígrafos para obtener medidas objetivas del sueño. “Lo que las personas informan sobre su sueño difiere muchas veces de la realidad”, concluye Ordovás.
Sabores que respetan la vida

Jean-Chistian Jury trabajaba 16 horas al día y comía a deshora y mal, como muchos cocineros. Tras sufrir dos infartos, descubrió en el veganismo una fuente de salud no sólo para la humanidad, sino también para el planeta, y se convirtió en uno de los gurús de un movimiento que anima a seguir en «Cocina vegana».
Desde su experiencia como autor de alta cocina vegana en el restaurante La Mano Verde (Berlín), como escritor de libros y como profesor de la materia, Jury comparte 450 recetas de 150 países, desde las berenjenas rellenas con salsa de tamarindo de Afganistán a las espinacas con tomate y crema de cacahuetes de Zimbaue, para demostrar que «la carne no es imprescindible para que una comida sea deliciosa y nos deje satisfechos».
En el volumen, editado por Phaidon con la aspiración de convertirse en la «biblia vegana», también ha invitado a prestigiosos cocineros famosos por sus platos vegetales a compartir algunas recetas, desde el neoyorquino Dan Barber (Blue Hill) al español Xavier Pellicer, del restaurante Céleri (Barcelona), a quien considera «una fuente de inspiración para el mundo vegano».
Cada vez son más los que adoptan una dieta vegana, totalmente libre de proteína animal. «Es imparable, es una reacción de las generaciones jóvenes contra el cambio climático, el sufrimiento de los animales y, por supuesto, contra la comida rápida y los alimentos procesados malsanos», dice.
En un mundo en el que cunden las alertas por el cambio climático pero el científico Stephen Hawking tuvo que advertir a Donald Trump de que «pone la Tierra al borde del precipicio» por la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, Jury defiende que «convertirse en vegano a gran escala es una de las mejores opciones que tenemos para invertir el proceso de dañar el planeta».
Recuerda que alrededor del 40 por ciento de la superficie terrestre se utiliza para alimentar a ocho billones de personas, pero que «el 30 por ciento de la superficie total libre de hielo del mundo no se destina a cultivar granos, frutas y verduras para dar de comer directamente a los seres humanos, sino para apoyar la cría de los animales que consumimos. No puede haber ninguna otra actividad humana que tenga mayor impacto en el planeta que la cría de ganado».
No sólo le preocupa la salud de la Tierra. Este cocinero se adscribió al veganismo tras sufrir dos episodios de insuficiencia cardíaca y ser advertido por sus médicos: «Decidí cambiar mi estilo de vida y adoptar una dieta saludable que contiene todos los nutriente, minerales, enzimas, vitaminas y calorías necesarias. Desde entonces nunca he estado enfermo. Tengo 64 años y me siento mejor que nunca».
La base de esta corriente es «disfrutar de los alimentos frescos», de temporada y preferentemente orgánicos, y rechazar una industria alimentaria que «ha creado alimentos procesados que encajan en un estilo de vida moderno y rápido pero sin los nutrientes requeridos», además de excesos de sal, azúcar y grasas saturadas.
Eso incluye los que buscan ser sustitutos vegetales de la carne o el pescado, «el mayor error» en el que pueden incurrir quienes se inicien en el veganismo, ya que los procesos a los que se someten la proteína de soja y el añadido de condimentos para replicar sabores «mata los nutrientes».
«Si la industria alimentaria está produciendo tantas réplicas, es para compensar sus pérdidas porque la población vegana está creciendo de una manera muy rápida», asegura Jury.
El cocinero, quien resalta que en el sudeste asiático «están por delante en la alimentación basada en plantas», critica que, cuando un niño comunica a sus padres que quiere ser vegano, la reacción sea de «¡pánico en la cocina!» y recurrir a alimentos procesados sin proteína animal. «Eso no es una opción a largo plazo», advierte.
«Al igual que cualquier otra dieta, la basada en vegetales tiene que ser equilibrada y hay que estudiar y aprender para lograrla», aunque con «Cocina vegana» demuestra que no es difícil, porque «las posibilidades de los productos de origen vegetal son deliciosas y casi infinitas».
Hacia una dieta saludable
A mí me llevó más de 10 años dejar de comer productos de origen animal, así que no pretendo convencer a nadie, sino dar pautas para conseguirlo», asegura Tobias Leenaert al hablar de su libro ‘Hacia un futuro vegano’ (Ed. Plaza y Valdés) en Madrid.
Cofundador de la organización belga Ethical Vegetarian Alternative (EVA) y de ProVeg International, este escritor belga pretende «mostrar los diferentes discursos y caminos para llegar a Villavegana, la ciudad ideal libre de consumo animal» donde sitúa una sociedad global sostenible.
En su caso, según explica, se animó a intentar este camino gracias a su novia vegetariana y a la apuesta que le hizo un amigo de no comer carne durante un mes.
Por ello su libro, publicado en la colección «Liber anima» comprometida con el movimiento animalista, sigue un enfoque práctico que «no pretende convencer y convertir a los lectores en veganos inmediatamente», sino guiarles paso a paso.
Entre las razones para persuadirles de la necesidad del veganismo, el autor ha señalado que la ganadería animal «es responsable de aproximadamente el 50 % de los gases del efecto invernadero, además de influir negativamente en la contaminación del agua y la deforestación, por las talas masivas de bosques para crear prados de pasto y granjas industriales».
El consumo masivo de productos animales, «no sólo de comida», es en su opinión la causa «en mayor o menos medida, de cualquier problema medioambiental actual» por lo que, si se pudiera reducir, «no sólo evitaríamos el sufrimiento de los animales y mejoraríamos nuestra salud, sino que beneficiaríamos el ecosistema».
Para Leenaert se trata de «un problema maravilloso» ya que resolviéndolo con una sola medida, el apoyo al veganismo, «puede solucionar muchos otros problemas».
Este autor belga cree que el triunfo de esta filosofía de vida llegará «más rápido de lo que pensamos» en algunos países y está convencido de que en un futuro orientado por el veganismo no tendrán cabida las especies animales criadas específicamente para su consumo, porque «para que un animal tenga una mala calidad de vida, es mejor que no tenga vida», ha sentenciado.
El libro está dirigido «especialmente» a las personas ya interesadas de antemano en el movimiento vegano pero también al resto de la sociedad porque «las personas que son veganas por moda y no por valores éticos también ayudan a aumentar la demanda».
Leenaert destaca que ser vegano ahora es «más fácil» que antes, pues la variedad, la calidad y la accesibilidad a todo tipo de artículos «ha mejorado exponencialmente» en los últimos años y ya son «muchas» las empresas que invierten en alternativas «eco-friendly» de no procedencia animal.
Terapia de pedos para alargar la vida

Oler flatulencias ayuda a reducir el riesgo de padecer cáncer, evita infartos y previene la demencia. Así lo revela un estudio de la Universidad de Exeter (Reino Unido).
Según el informe científico, existe correlación entre estar expuesto a gases y un significativo aumento de la expectativa de vida de las personas.
El alargamiento vitalicio es similar al que experimentan las personas que han cambiado sus hábitos en aspectos revolucionarios como la dieta balanceada, la actividad física o han dejado de fumar. El informe afirma que oler pedos podría tener una incidencia parecida en la regeneración celular que experimentaría un exfumador tras más de diez años sin probar un cigarrillo.
El responsable es el sulfuro de hidrógeno, uno de los componentes de los gases intestinales. Al contrario de lo que se creía, los investigadores afirmaron que no son los microbios gástricos los responsables del mal olor, sino la fétida molécula. Al parecer, este químico tiene numerosos efectos positivos en el organismo del que lo aspira.
Cuando las células están estresadas producen enzimas para crear sulfuro de hidrógeno de manera habitual. Gracias a ello se preservan la mitocondrias, se regula la inflamación y se incrementa la producción de sangre en todo el organismo.
Así, oler flatulencias ajenas sería una manera natural de regular nuestro bienestar emocional y la actividad cerebral.
Pedetes con aroma a chocolate
Hace siglos combatieron el olor corporal con el perfume y ahora, puede que también se haya conseguido evitar el mal olor de las flatulencias. Christian Poincheval, un ciudadano francés de 65 años, afirma haber inventado unas pastillas para lograr que los gases huelan a chocolate o rosas.
Al menos, así lo cuenta este hombre en el diario ‘Daily Telegraph’. Poincheval dice haber elaborado las susodichas pastillas con ingredientes 100% naturales como hinojo, algas o arándanos. Estas píldoras, que han sido aprobadas por las autoridades sanitarias, pueden adquirirse en la red por el módico precio de 9,99 dólares el frasco y, en palabras de su creador, además del olor dulzón que dan a las flatulencias, también reducen la hinchazón del estómago y los gases.
Según cuenta, tuvo la idea cuando un día estaba disfrutando de una buena comida con los amigos y se percató de que las flatulencias del grupo eran insoportables. Así pues, empezó a indagar para encontrar la fórmula mágica que cambiara ese olor inaguantable por un aroma a chocolate o rosas. El resultado lo obtuvo en 2006 que fue cuando empezó a comercializarlas con grandes resultados. “Tengo todo tipo de clientes”, explica al diario británico. El francés afirma que algunos de sus clientes lo compran porque tienen problemas con la flatulencia pero que otros lo hacen como una broma para enviar a sus amigos. “Es el regalo de Navidad perfecto”, concluye Christian.
Testosterona en el balneario

El poeta estadounidense Walt Whitman escribió en 1858, bajo el seudónimo de Mose Velsor, una serie de columnas periodísticas sobre los buenos hábitos masculinos, textos ahora publicados por primera vez en español que “reivindican” la modernidad de la obra del autor de Hojas de hierba.
«Guía para la salud y el entrenamiento masculinos» es el título editado por Nórdica Libros, una adaptación de los artículos que Whitman (1819 – 1892) escribió para el periódico The New York Atlas.
Las columnas originalmente se titularon “La salud y el entrenamiento masculinos, con pistas informales sobre su condición” y durante más de 150 años se ignoró de la autoría del poeta neoyorquino.
Fue en 2014 cuando un joven que hacía su tesis “descubrió estos textos”, asegura en una entrevista con Efe el editor de Nórdica, Diego Moreno, que califica el hecho como “una sorpresa enorme, porque no se pensaba que se podía encontrar un Whitman inédito a estas alturas”.
El libro, traducido por Íñigo Jáuregui e ilustrado por Matthew Allen, recoge consejos y reflexiones relacionados a la salud, los buenos hábitos, el ejercicio, el aseo, la comida, la salud mental, la fortaleza moral o el valor del entretenimiento.
“Esta manera de dar consejos tan directos, de incitar al lector a hacer cosas nuevas, vivir bien, tener cuidado, hacer ejercicio y comer bien está presente también en la poesía de Walt Whitman”, dice Moreno sobre los textos publicados en inglés el año pasado.
Esta colección, explica, significa “la reivindicación de la modernidad de la obra de Whitman”, un escritor que llama “a la pasión, a vivir”.
“A ti, oficinista, hombre de letras, persona sedentaria, hombre de fortuna, ocioso, te digo… ¡levántate!”, son algunas de las primeras líneas de las 47.000 palabras escritas por Whitman que componen esta serie.
Moreno reconoce que con estos textos el lector se sentirá identificado en la búsqueda, “común hoy en día”, “de lo auténtico, la naturaleza, de uno mismo, de disfrutar lo real, el campo, la soledad y el desarrollo intelectual”.
Y es que, en palabras de Whitman, un hombre con una ocupación regular y buenos hábitos, entre ellos el entrenamiento, “continuará hacia un grado cada vez mayor de búsqueda, conocimiento y perfección”.
“Cumplir las leyes del entrenamiento masculino, si se siguen debidamente, puede vencer y erradicar la maldición de una mente deprimida, la melancolía y el hastío que actualmente arruinan buena parte de los días de más de la mitad de los hombres”, relataba en sus artículos bajo el nombre de Mose Velsor.
Whitman, también ensayista y enfermero voluntario, afirmaba que el entrenamiento no consiste en el mero ejercicio sino en la alimentación, las costumbres, el sueño e incluso en respirar aire puro.
“Es importante que el organismo se purifique mediante la inspiración y respiración, con abundante reserva de aire puro, durante las seis, siete u ocho horas que se emplean en el sueño”.
Para tener buena salud y cambiar un escenario de debilidad e indecisión “a una vida de verdad”, recomendaba además rodearse de amigos, viajar, bailar y el desarrollo intelectual.
Moreno asegura que lo que hace moderna y atractiva a la “Guía para la salud y el entrenamiento masculinos” son las ilustraciones hechas por Matthew Allen, un surfista, ilustrador y fotógrafo del sur de California.
“Las ilustraciones -detalla- le dan un aire muy actual y urbano, en el sentido de vida de la sociedad y la reivindicación de la naturaleza. Creemos que hay una parte bastante moderna en estos textos escritos hace 150 años”.
Esta recopilación representa un trabajo desconocido pero con el “mismo espíritu” de la reconocida obra de Whitman, un autor que, asegura Moreno, “gusta muchísimo” y “siempre deja cosas nuevas para descubrir”.
Noches tórridas como aliento para la guadaña

Un análisis estadístico de los efectos de las noches de mucho calor sobre la mortalidad en el entorno de Barcelona revela que durante esos periodos nocturnos se producen más fallecimientos por causas naturales, respiratorias y cardiovasculares. El número de noches ‘tropicales’ ha aumentado en las últimas décadas en la capital catalana.
Los efectos de los días de calor sobre la mortalidad en las ciudades se suelen estudiar considerando las temperaturas máximas y, sobre todo, las mínimas durante esas jornadas. Ahora, el investigador Dominic Royé de la Universidad de Santiago de Compostela ha aplicado nuevos índices biometeorológicos para analizar mejor esa relación e identificar las noches en las que la población es más vulnerable al estrés térmico, que perjudica el bienestar y la salud.
El estudio, publicado en el International Journal of Biometeorology, se ha centrado en el entorno de Barcelona. El autor ha utilizado los datos horarios de temperatura registrados entre los años 2003 y 2013 para definir dos índices: uno que valora la intensidad (suma de las temperaturas que se alcanzan) y otro la duración (número de horas que superan 23ºC) del calor durante las noches.
“En general, en un sentido clásico, las noches tropicales son aquellas en las que su temperatura mínima no baja de los 20ºC, pero en este trabajo se establece un umbral relativo de 23ºC, lo que permite tener en cuenta la aclimatación de la población a las temperaturas de Barcelona”, comenta Royé a Sinc. Cuando se superan los 25ºC las noches pasan a denominarse tórridas, como algunas registradas a finales de julio de este año y en agosto de 2017, además de las que se esperan durante la ola de calor de esta semana.
Por otra parte, el investigador ha recopilado la información oficial facilitada por el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña sobre las tasas de mortalidad en Barcelona, Badalona y L’Hospitalet de Llobregat durante el periodo 2003-2013. Los fallecimientos se clasificaron en tres categorías: por causas naturales (todas las patologías salvo accidentes), enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Después se aplicó un modelo estadístico para saber si existe una vinculación entre estos datos y los dos índices. “Las asociaciones para las variables de exposición al calor y la mortalidad muestran una relación con valores altos y medios que persisten significativamente hasta uno o dos días después del episodio”, subraya.
En concreto, se observó que la mortalidad por causas naturales aumenta un 1,1% por cada 10% de la noche en la que se superan los 23ºC, y hasta un 9,2% en las raras ocasiones en las que no se baja de esa temperatura en toda la noche.
Los efectos de las altas temperaturas nocturnas sobre la mortalidad por causas cardiovasculares son parecidos, pero en el caso de los fallecimientos debidos a problemas respiratorios son todavía más altos.
Aunque para el análisis se han utilizado datos del periodo 2003-2013, el investigador considera que los resultados de años posteriores no deben ser muy diferentes: “En principio, se puede suponer que los riesgos siguen igual; aunque en el futuro, con el cambio climático y el incremento de las temperaturas, estos y el estrés térmico también aumentarán, si sigue la tendencia de aumento de noches tropicales en Barcelona”.
El autor reconoce que no se pueden extrapolar directamente los resultados de la capital catalana a otras ciudades, ya que varían las condiciones climáticas y poblacionales, “pero no hay duda de que en muchas áreas urbanas también existen riesgos por noches cálidas”.
Personas y distritos más vulnerables
En la actualidad, Royé participa en un estudio internacional para comparar lo que ocurre en otras ciudades europeas, como Madrid. Además, recuerda que el riesgo de mortalidad por calor no es igual para toda la población: “Personas mayores, niños y pacientes con enfermedades crónicas, así como individuos con un nivel socioeconómico bajo, son los grupos más vulnerables”.
“También hay que tener en cuenta el efecto de isla de calor dentro de las ciudades, sobre todo en el centro –destaca el experto–. Este efecto se observa justamente durante la noche debido a que las zonas urbanas, con elementos artificiales como el hormigón y el asfalto, no enfrían tan rápidamente como el entorno rural. Por eso en la ciudades se eleva la frecuencia de noches cálidas y por tanto, el estrés térmico entre sus vecinos”.
Royé y otros investigadores de la Universidad de Compostela también han aplicado las técnicas estadísticas para analizar por primera vez en España los efectos del calor y el frio en la venta de medicamentos para enfermedades respiratorias.
Este otro estudio, realizado con datos de A Coruña y publicado en la revista Pharmacoepidemiology and Drug Safety, confirma que el riesgo de consumir estos fármacos se reduce en verano y aumenta durante los meses más fríos, aportando información que puede ayudar a anticipar posibles epidemias.
Sanadoras canciones aliñadas con LSD

Todos tenemos experiencias o preferencias particulares, como una canción favorita, que significan mucho más para nosotros que para los demás. Ahora, investigadores del Hospital Universitario Psiquiátrico de Zúrich (Suiza) han estudiado cómo cambia el significado de las cosas para los consumidores de la droga psicodélica LSD, y además, han encontrado las sustancias y zonas del cerebro implicadas.
«Ahora sabemos qué receptores, neurotransmisores y regiones del cerebro están involucrados cuando percibimos nuestro entorno como significativo y relevante», destaca Katrin Preller, la autora principal. En concreto, han descubierto que el receptor de la serotonina 2A –un tipo de neurotransmisor– y las zonas de la línea medial cortical del cerebro están involucradas.
Estudios previos ya habían demostrado que el LSD altera la atribución de significados y de relevancia personal respecto al entorno; además de cambiar la manera en que la gente se percibe a sí misma, ya que la distinción entre el yo y lo que está fuera se borra. Pero lo que no estaba claro es qué partes del cerebro y sustancias neuroquímicas eran responsables.
Para descubrirlo, los investigadores suizos suministraron –por partes– a los participantes de un experimento tres opciones: un placebo, la droga LSD sola, y LSD con el suministro posterior de ketanserina (fármaco antagonista selectivo de receptores de la serotonina). El objetivo era ver qué significado daban a una serie de canciones, algunas muy importantes para los voluntarios, y otras neutras o sin sentido.
De esta forma se observó que las piezas musicales que antes carecían de sentido para los participantes adquirieron un significado especial cuando estaban bajo la influencia del LSD. Ese efecto fue disminuyendo cuando los voluntarios recibieron el segundo fármaco que contrarrestaba los efectos del LSD en los receptores de la serotonina del cerebro.
Los investigadores encontraron que los efectos psicodélicos del LSD se eliminaron cuando los participantes recibían la ketanserina, ya que bloqueó la capacidad de la droga psicodélica para actuar sobre los receptores de serotonina conocidos como 5-HT2AR. “Ese hallazgo fue una sorpresa, ya que el LSD era conocido hasta ahora por estimular los receptores de dopamina”, subraya Preller.
Imágenes por resonancia magnética funcional
Por otro lado, para visualizar qué partes del cerebro están vinculadas a esas atribuciones cambiantes del significado, se utilizó la resonancia magnética funcional (fMRI), una técnica que ofrece imágenes de la actividad del cerebro mientras realiza una tarea.
«Al combinar imágenes cerebrales funcionales y evaluaciones detalladas del comportamiento durante las investigaciones sobre la relevancia o el significado subjetivo que se daba a las piezas musicales, pudimos dilucidar las relaciones neurobiológicas del procesamiento de la relevancia personal en el cerebro», dice Preller.
«Comprobamos –explica– que la atribución de significado personal y su modulación por el LSD está mediada por los receptores 5-HT2A y las estructuras de la línea media cortical, que también están implicados de forma crucial en la experiencia de un sentido del yo».
Según los autores, estos resultados sirven para entender cómo se procesa en el cerebro la importancia que damos a ciertas cosas, como las canciones, además de revelar blancos para el tratamiento de enfermedades psiquiátricas o fobias en las que se ve alterada la relevancia que el paciente otorga a determinadas experiencias sensoriales o señales.
Preller adelanta que, después de las canciones, su equipo planea ahora investigar si se observan los mismos efectos en respuesta a estímulos visuales y táctiles.
Sincronizados con Matusalén

Los seres humanos pueden vivir entre 100 y 120 años, siempre y cuando corrijan a tiempo los procesos de envejecimiento prematuro del organismo. La diferencia entre el siglo que podríamos alcanzar a vivir y la edad a la que llegamos finalmente está determinada en gran parte por los hábitos de vida.
Esto significa que, aunque el DNI de una persona señale que tiene 60 años, su organismo puede corresponder al de una persona 20 años más vieja o, por el contrario, al de un adulto vital y energético de 40.
La medicina antienvejecimiento estudia el proceso evolutivo natural de las personas, descarta los factores perjudiciales que producen un deterioro prematuro, corrige los síntomas orgánicos de decaimiento y previene la aparición de los signos de desgaste prematuro.
El médico realiza una serie de pruebas para determinar cuáles son los marcadores biológicos de cada paciente (biomarcadores) a nivel bioquímico, biofísico y funcional. “También estudiamos genéticamente a la persona para que, sabiendo sus necesidades, podamos cubrirlas nutricionalmente y conservar así un proceso de envejecimiento regulado”, explica el doctor Mariano Bueno, director del centro especializado en antienvejecimiento, Biosalud, con sede en Zaragoza.
La genética condiciona un 25% de la longevidad del ser humano, mientras que el 75% restante está determinada por el estilo de vida. El presidente de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL), José Serres, sostiene que ese 75% se puede modificar en función de cómo se trata al organismo. “Si fumamos, si no hacemos ejercicio y si comemos mal se va a disminuir nuestra esperanza de vida”.
Las diferencias entre la edad biológica y la cronológica se determinan —de acuerdo con el presidente de la SEMAL, José Serrás— con pruebas de analítica clínica, valoración de funciones en el organismo , estatus hormonal, medición de ácidos grasos del organismo, medición de antioxidantes, pruebas bioquímicas, cálculo de la elasticidad de la arteria carótida y otras pruebas de flexibilidad.
Las pruebas previas sirven para conocer el estado en el que llega el paciente, programar un tratamiento personalizado y luego repetir algunos de los análisis para comparar las mejoras conseguidas. “Me satisface — declara Bueno— que la gente diga que está mucho mejor pero a mí lo que me vale es que, si antes el paciente tenía altos índices de acidez, luego aparezca en las analíticas que se ha corregido porque “esa es la prueba evidente y objetiva de que efectivamente así es”.
Lo ideal, según el doctor Serrás, es iniciar este tipo de tratamiento desde que se está en el vientre materno y controlar que la madre no fume, no beba y no esté en contacto con sustancias tóxicas. Desde niños es necesario tomar una alimentación saludable, “lo que en España no se cumple”, y entre los 30 y 40 años iniciar un tratamiento.
Mariano Bueno explica que las personas llegan a consulta a partir de los 50 años y cuanto más tarde vienen “menos cosas podemos hacer”; sin embargo, de acuerdo con su experiencia, todos los pacientes que se han hecho el tratamiento han concluido que merece la pena y “de hecho siguen viniendo”.
Cuando un paciente se pone en las manos de la medicina antienvejecimiento lo primero que nota son cambios internos que incrementan la sensación de rejuvenecimiento como una mayor vitalidad y una mejora en la capacidad de memorización. La piel también presenta mejoras considerables aunque como lo enfatiza Bueno “esto no tiene nada que ver con la estética”.
El especialista comenta que cuando se habla de medicina antienvejecimiento usualmente se relaciona con tratamientos estéticos y, al contrario, los cambios que se producen siempre son “de dentro hacia afuera” que sí se pueden complementar con cirugía o procedimientos externos pero “nuestro fin es solucionar las cosas de adentro para que se exterioricen de forma saludable”.
Al hablar de precios, el doctor Serres afirma que no es un tratamiento caro y depende, en gran medida, de las pruebas a las que el paciente se quiera someter y al programa de cuidados que se establezca. “Planteándolo como una medicina preventiva no es un tratamiento costoso, al contrario te permite ahorrar dinero a futuro”.
El uso de la bicicleta ahorra muertes y dinero

Los 12 principales sistemas de bicicletas compartidas de Europa aportan beneficios para la salud y la economía. Actualmente, el paso a la bicicleta compartida por parte de personas que antes viajaban en coche ya permite evitar cada año cinco muertes y ahorrar 18 millones de euros. Así, en el caso que todos los viajes hechos en los sistemas de bicicletas públicas fueran de exconductores de coche, se evitarían 73 muertes al año y se ahorrarían 226 millones de euros. Son las conclusiones de un nuevo estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación Bancaria ”la Caixa”.
Los sistemas de bicicletas compartidas se han vuelto muy populares en diversas ciudades de todo el mundo. En 2013, ya se estimaba que existían más de 500 servicios por todo el planeta. En España, hay cerca de 100, destacando el de Barcelona con 6.000 bicicletas, o los de Valencia o Sevilla, con 2.000 cada uno.
El estudio, publicado en Environment International, analiza los 12 sistemas de bicicletas compartidas más grandes de Europa —todos ellos con más de 2.000 unidades—, y que se ubican en seis países (Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Polonia y España). Nueve de ellos cuentan con sistemas de bicicletas mecánicas, dos combinan las mecánicas y eléctricas (Barcelona y Milán) y uno utiliza únicamente bicis eléctricas (Madrid). De hecho, este es el primer estudio que incluye el impacto de los vehículos eléctricos.
A partir de la metodología de Evaluación de los Impactos en la Salud, los investigadores han analizado los beneficios y los riesgos para la salud de sustituir los viajes en coche por desplazamientos en las bicicletas de los sistemas de uso compartido. Con datos de encuestas de transporte y salud, y registros de contaminación y de accidentes de tráfico, se estimó el número de muertes anuales debido a la falta de actividad física, accidentes de tráfico y exposición a la contaminación del aire (partículas en suspensión PM 2,5).
El estudio valoró las muertes evitables gracias a los beneficios derivados de un mayor uso de la bicicleta. En el caso de las bicicletas eléctricas, las conclusiones indican que también producen beneficio para la salud, aunque no dan lugar a tanta actividad física como una bicicleta mecánica y los usuarios podrían tener más riesgo de accidentes de tráfico ya que pueden alcanzar una velocidad superior.
Menos muertes en toda Europa
Isabel Otero, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, destaca que “los resultados muestran beneficios para la salud, en especial de las bicicletas mecánicas, en todas las ciudades estudiadas”. Los impactos positivos para la salud son sobre todo por “el aumento de los niveles de actividad física”, explica la investigadora. Así, Otero señala que los beneficios de usar la bicicleta por la ciudad “superan en mucho a los riesgos en las 12 ciudades europeas”.
De entre todas las urbes estudiadas, París fue la que obtuvo mejores resultados en cuanto a beneficios para la salud, ya que su sistema de bicicletas compartidas permite evitar 2,5 muertes al año. Esto se debe probablemente a que es el sistema más grande de Europa, con más de 23.000 bicicletas y 110.000 viajes por día. En lo que se refiere a Barcelona, se estima que el bicing (mecánico y eléctrico) evita cada año una muerte y ahorra 2,5 millones de euros.
“Los actuales beneficios podrían ser aún mayores si las autoridades locales trabajaran para aumentar el número de viajes en bicicleta al día, la seguridad en la circulación y la calidad del aire”, destaca David Rojas, investigador de ISGlobal y coordinador del estudio, que anima a los ayuntamientos a apostar por este sistema “por sus numerosos beneficios económicos y para la salud, incluso evitando muertes”.
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