salud
Las mujeres con el corazón roto tienen más riesgo de sufrir un infarto

Un 2% de los infartos que sufre la población femenina se deben a la brutal descarga hormonal que puede llegar a desatar en ellas una situación de angustia extrema.
Es necesario acabar con la idea de que las enfermedades cardiovasculares como el infarto son cosas de hombres, cuando la primera causa de muerte en mujeres son las enfermedades del corazón.
Las mujeres están igual de expuestas a este tipo de problema, lo que pasa es que esa exposición se da de manera más tardía debido a que están protegidas hormonalmente, una protección que pasada la menopausia desaparece y es cuando la proporción entre hombres y mujeres se empieza a igualar.
La cardiopatía de estrés o el ‘síndrome del corazón roto’
Una de las enfermedades del corazón que afectan mayoritariamente a mujeres es el ‘síndrome del corazón roto’, del que entre el 90 y 95% de los casos que se registran lo sufren personas de género femenino.
Antiguamente, los cardiólogos se “reían” cuando oían que alguien se había muerto de un susto o de disgusto. Hoy, sin embargo, saben que es muy difícil que le pase a un hombre, pero no tanto que le ocurra a una mujer. En algunas ocasiones esta patología se confunde con el infarto, porque la presentación clínica es similar. Un 2% de los infartos que se registran en la población femenina corresponden al ‘síndrome del corazón roto’ y se producen por la brutal descarga hormonal que puede llegar a desatar una situación de angustia extrema.
Este síndrome también se conoce con el nombre de cardiopatía de estrés o Takotsubo, que fue como lo denominaron los científicos japoneses que lo definieron. El Takotsubo es un arte de pesca especialmente diseñado para la captura de pulpos, que tiene la forma de una vasija abombada con el cuello estrecho. Su apariencia, similar a la de un «reloj de arena», se asemeja a la que adopta el corazón cuando se infarta de golpe, ante una mala noticia o cualquier acontecimiento inesperado que genera angustia, tristeza y desasosiego.
Lo que ocurre con esta dolencia es que una persona, al recibir una mala noticia, se enfrenta a un nivel de estrés instantáneo tan brutal que comienza a segregar hormonas de activación como la adrenalina o la noradrenalina que hacen que el corazón se contraiga de tal manera que los síntomas que muestra son los propios de un infarto. En general las personas que sufren este problema se recuperan, aunque también se puede llegar a reproducir.
Consejos
- No fumes (o déjalo ya). Muchas mujeres posponen la decisión de dejar de fumar el temor de ganar unos kilos. Y, sin embargo, una de las mejores maneras de cuidar el corazón es dejar de fumar. Sabemos que no es tarea fácil, por eso, te ayudamos a hacerlo.
- Haz ejercicio y sigue una dieta rica en fibra y vegetales. Mantener un peso adecuado es importante para la población en general, pero especialmente para la mujer pues con el mismo peso elevado que un hombre, una mujer tiene un mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, más aun si la grasa se acumula en tronco y abdomen.
- Controla tu presión arterial. Especialmente a partir de los 65 años, ya la curva de incidencia de hipertensión se incrementa en mujeres, lo que aumenta las posibilidades de desarrollar algún evento cerebrovascular (el riesgo de cardiopatía coronaria o ictus en mujeres hipertensas es entre dos y cuatro veces mayor que en quienes tienen valores normales).
- Come frutos rojos. Según un estudio de la Universidad de Harvard, las mujeres que comen tres o más porciones de arándanos o fresas a la semana reducen en un 30% el riesgo de padecer un infarto. Esto es debido a su alto contenido en antocioaninas, que contribuyen a la protección de la pared interior de las arterias y al control de la presión arterial.
- Ojo con la terapia hormonal sustitutiva. En la menopausia, compensar la falta de estrógenos con hormonas puede ser contraproducente, pues se ha relacionado con el desarrollo de trombos.
Un planeta más ‘redondo’ que nunca en 2025

Una investigación publicada por la revista científica “The Lancet” revela que en 2025 una quinta parte de la población mundial será obesa si la tasa de personas con sobrepeso sigue aumentando al ritmo actual.
El estudio, que analiza las tendencias a nivel global y regional del Índice de Masa Corporal (IMC) en adultos mayores de 18 años entre 1975 y 2014, concluyó que entre ambos años el número de personas con obesidad ha pasado de 105 millones a 641 en todo el mundo.
En concreto, la proporción de hombres obesos se ha triplicado al pasar del 3,2 % al 10,8 %, y la de mujeres se ha doblado del 6,4 % al 14,9 % en los últimos 39 años, al tiempo que la proporción de personas por debajo del peso recomendado retrocedió un tercio tanto en hombres (13,8 % a 8,8 %) como en mujeres (14,6 % a 9,7 %).
Con estos datos, The Lancet apunta que para 2025 el 18 % de los hombres y el 21 % de las mujeres serán obesos, y que más del 6 % de los varones y el 9 % de las mujeres serán diagnosticados de esta enfermedad en su modalidad severa.
La obesidad por países
Por países, en 2014 China era el que contaba con el número más elevado de personas con sobrepeso, con 43,2 millones de hombres y 46,4 millones de mujeres.
Por detrás del gigante asiático se encuentra Estados Unidos, con 41,7 millones de hombres y 46,4 millones de mujeres con obesidad.
Además, más de uno de cada cuatro hombres con obesidad severa y casi una de cada cinco mujeres con el mismo problema a nivel mundial viven en EEUU.
La investigación reveló que casi una quinta parte de los adultos obesos de todo el planeta (118 millones) habitan en solo seis países de habla inglesa con ingresos económicos elevados: Australia, Canadá, Irlanda, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos.
Asimismo, en torno a un cuarto de la población con obesidad severa (50 millones) también vive en estos países.
Según el estudio, en 2025 el Reino Unido tendrá el nivel más alto de mujeres con obesidad en Europa (hasta el 38 %), seguido por Irlanda (37 %) y Malta (34 %).
La población británica junto con la irlandesa también se situará a la cabeza de los Estados europeos con el número más elevado de varones con esta enfermedad (38 %), seguido por Lituania (36 %).
En comparación, el 43 % de las mujeres y el 45 % de los varones de EEUU serán obesos en 2025.
La obesidad en el caso de España
Respecto a España, “The Lancet” subraya que en menos de diez años el 29,5 % de las mujeres y el 31,6 % de los hombres padecerá esta enfermedad crónica.
Uno de los autores del estudio, el profesor de la School of Public Health en el Imperial College de Londres Majid Ezzati, remarcó que en los “últimos cuarenta años se ha cambiado de un mundo donde prevalecía la gente que estaba por debajo del peso adecuado a un escenario donde hay más obesos”.
“Se deben implantar de forma rápida nuevas políticas que frenen el aumento del peso y que incluyan un entrenamiento en el cuidado de la salud y en comer sano”, explicó.
Hábitos cotidianos que envenenan lentamente

La incidencia de las enfermedades relacionadas con elementos contaminantes como el plomo o el cloroformo está en aumento pues no paramos de elevar la carga tóxica de nuestro organismo. El principal problema es que no nos damos cuenta de la cantidad de agentes tóxicos perjudiciales para la salud que introducimos en nuestro cuerpo no sólo fuera de casa, sino también dentro.
En el interior de las viviendas puede haber hasta cien veces más elementos tóxicos que en el exterior.
¿Dónde se encuentran los elementos tóxicos dentro del hogar?
- Productos de higiene personal: pongamos como ejemplo el suavizante de la ropa, que tiene unos ocho productos neurotóxicos como el alcanfor, un irritante local que se absorbe muy fácilmente, causante del desorden en el sistema nervioso central y que incluso figura en la lista de residuos peligrosos. También tiene cloroformo, neurotóxico cancerígeno que también forma parte de la lista de residuos peligrosos, incluso te indican que no debe ponerse en contacto con los ojos, con la piel, con la ropa.
- Productos de limpieza: en productos como el amoniaco o la lejía están presentes elementos neurotóxicos como los mencionados anteriormente. Además, se recomienda el uso de vinagre, limón o bicarbonato para la limpieza tal y como se hacía antiguamente al resultar más saludable.
- Cosméticos: el maquillaje resistente al agua, los pintalabios eternos y los productos milagro casi siempre tienen truco y en el tema de la toxicidad no son una excepción. Algunos de los componentes de los cosméticos, cremas, colonias o perfumes son muy peligrosos, como las sustancias cancerígenas o los ftalatos, que son disruptores endocrinos.
Otro problema cosmético muy de moda es el de las barras de labios de larga duración que lo son porque tienen plomo, sustancia que estamos absorbiendo. El plomo es un metal pesado bioacumulable, por lo que es muy difícil eliminar del cuerpo y puede provocar problemas de memoria, cognitivos, pulmonares, etc.
- Aditivos químicos: colorantes, potenciadores del sabor, conservantes… pese a estar presentes en dosis pequeñas, comemos al menos 3 veces al día, introduciendo en el organismo multitud de sustancias que son aditivas, algunas cancerígenas o que provocan alteraciones del sistema nervioso y del tiroides.
La comida es nuestra primera medicina, si tomas alimentos llenos de aditivos lo que estás produciendo es más daño a tu organismo que beneficio.
- Ondas electromagnéticas: es sobre todo el sumatorio y el abuso que se hace de ellas. Es un enemigo invisible que puede provocar cáncer, problemas cognitivos, neurológicos, irritabilidad, nerviosismo, pues los campos electromagnéticos se acoplan a los campos electromagnéticos que también existen en nuestro interior pudiendo provocar alteraciones.

Si son peligrosos…¿Por qué nos parece un consumo seguro? Se basan en que efectivamente son dosis muy pequeñas y quieren decir que, como son legales, son seguros, pero la palabra legal no puede ir unida a la seguridad porque sabemos que lo que no se ha calculado en ningún momento es el efecto sumatorio de todos estos productos.
Relación entre la salud y el cambio climático
Además de estos agentes tóxicos instalados en nuestra casa, hay otros tantos externos que nos resultan más conocidos como los pesticidas, la contaminación acústica o el cambio climático.
Respecto a este último, lo que se produce es un gran desequilibrio, como, por ejemplo, las plantas y el exceso de calor, pues emiten mucha más cantidad de terpenos, una sustancia reactiva que en la dosis adecuada no tendría que ser tan nociva. Somos naturaleza, y si rompemos la armonía sufriremos las consecuencias.
Las legumbres, una apuesta segura

Un cultivo milenario, pero un potente aliado contra amenazas tan actuales como el cambio climático, y un “superalimento” saludable dentro de la aclamada Dieta Mediterránea: son las legumbres, esas semillas comestibles en las que la ONU ha puesto el foco en 2016 para reactivar su consumo y su producción.
Con el Año Internacional de las Legumbres, Naciones Unidas quiere concienciar al mundo de los beneficios de su ingesta y de su cultivo al mismo tiempo que intenta fomentar su producción, que está cayendo por diferentes motivos.
Y ahí van los datos, según el panel del Ministerio de Agricultura Alimentación y Medio Ambiente cada español consume sólo tres kilos de legumbres al año, casi diez kilos menos que hace 50 años. En término generales, la FAO detecta un descenso lento pero constante tanto en los países desarrollados como en los menos, al pasar el consumo mundial de los 7,6 kilos por persona de 1970 a 6,1 en 2006.
La Federación Española de Leguminosas (AEL), que agrupa a los envasadores de legumbres, es la organización encargada de las acciones promocionales del Año de las Legumbres en España. Su presidente, Guillermo García, tiene “grandes esperanzas” en que este año sirva para que revierta la tendencia a la baja del consumo gracias a nuevas posibilidades que también están en el mercado como lo que él denomina “la revolución” de la conserva de legumbre, que “hace solo dos décadas era totalmente desconocida” y que facilita su preparación.
Las legumbres en el campo
En cuanto al cultivo, los datos oficiales reflejan que la superficie de leguminosas en España era en 2014/2015 de 275.000 hectáreas, un 20 % más que en la campaña anterior, mientras que la producción se redujo un 10 %. Por el momento, ocho de cada diez kilos de los que se consumen en España son de importación, pues “los costes de producción aquí son más caros que las mercancías que llegan de fuera”, apunta García. La idea es, puntualiza, “que empecemos a producir para nuestro abastecimiento”, lo cual implica un incremento en el que tendrá mucho que ver la nueva programación de la Política Agraria Común (PAC).

Y es que su potencialidad como fijador de nitrógeno, convierten el cultivo de leguminosas en un aliado frente al cambio climático. Por ello, la PAC las reconoce como superficie de interés ecológico que permite recibir las ayudas del “greening”, que son las que están asociadas a medidas medioambientales. ”Esta medida nos ayudará mucho porque los agricultores se habían decantado por cultivos más cómodos como el maíz, el trigo o la cebada”, señala el responsable de los legumbristas de España.
Aún no se conocen los datos de superficie de cultivo de 2015, primer año en el que entró en vigor esta medida, pero se esperan “grandes sorpresas”, pues solo en producciones muy concretas como la alubia de La Bañeza, amparada bajo una Indicación Geográfica Protegida (IGP) se ha pasado de 2.200 hectáreas en 2014 a 3.900 en 2015, apunta García, que también es vicepresidente de esta IGP.
En la mesa, un superalimento
Con motivo del Año Internacional también se hará hincapié en los beneficios para la salud de comer legumbres y, por eso, se ha encargado un informe a la Federación Española de la Nutrición. Uno de los responsables de este estudio, José Manuel Ávila, adelanta que la disminución paulatina del consumo de legumbres es “un indicio más del alejamiento de la población española del patrón de la Dieta Mediterránea“. Lo aconsejable, según este experto, es consumir unas tres o cuatro raciones por semana -de entre 60 y 80 gramos en crudo-.
Cada cien gramos de legumbres aportan unas 350 kilocalorías y son alimentos ricos en proteína vegetal e hidratos de carbono complejos, poseen bajo contenido en grasa y aportan gran cantidad de fibra -solube e insoluble- y micronutrientes como calcio, hierro, potasio, fósforo, magnesio o zinc, entre otras vitaminas. Para no elevar el perfil calórico a la hora de consumirlas, se pueden ingerir hervidas, salteadas en ensalada o en puré, aconseja el experto, aunque reconoce que el potaje suele ser la forma más usual de comerlas.Pero por su tiempo de preparación y la complejidad de estas recetas, muchas veces nos resistimos elaborarlas en casa
En casa o en el restaurante, la legumbre celebra su año en el que espera volver a ser la protagonista de las mesas, al tiempo que ayuda a mitigar los efectos del cambio climático en el campo y mejora nuestra salud: un servicio redondo.
La salud a través de hábitos ‘alcalinizantes’

El origen de la salud está en nuestra naturaleza. En concreto, en el pH de la sangre, el índice que mide su acidez o alcalinidad en una escala del 0 al 14. ¿Cuál es el nivel idóneo? El 7,4. Pero la contaminación ambiental, los malos hábitos alimenticios o el estrés acidifican el cuerpo y alteran este ph. Y la sangre reacciona: roba los nutrientes que necesita del resto de órganos vitales para compensar el desequilibro.
Enrique González, director técnico de Bioenergía Humana (BHU) y nutricionista terapéutico, afirma que “la sangre es el director“. Siempre procurará que su índice de pH no se mueva del 7,4. “Y si se lo ponéis difícil, ya se encargará de robar minerales para que la cifra permanezca”. Las oscilaciones del pH de la sangre son casi nulas (+/- 0,04), y por tanto no se suele medir. “Lo que solemos medir son otros líquidos del cuerpo como la saliva y la orina. Si están ácidos es que están cediendo a la sangre, y si están alcalinos no”.
¿Qué signos aparecen en el cuerpo tras el “saqueo” de nutrientes? Cansancio, dolores de cabeza, problemas digestivos, dismineralización de las uñas y el cabello…“Si pasa el tiempo y no se pone remedio, estos síntomas se convierten en enfermedades como el cáncer”, asegura el experto.
¿Qué diferencia a un cuerpo enfermo de uno sano?
Pensemos en el motor de un coche. Si está ácido y oxidado, a veces cuesta ponerlo en marcha y se puede parar en cualquier momento. Si por el contrario está alcalino y bien lubricado, tenemos la garantía de que funcionará bien por mucho tiempo. Lo mismo ocurre con nuestro cuerpo. Si se mantiene en su estado natural, es decir, ligeramente alcalino (con el pH de la sangre por encima de 7), estará protegido frente a enfermedades. El nutricionista lo explica: “No va a tener que ceder ningún tipo de sustancia y va a propiciar un clima poco favorable para virus y bacterias”.
En cambio, un cuerpo ácido es un cuerpo enfermo o propenso a la enfermedad porque la sangre, las células y los órganos vitales viven en un entorno hostil y están en peligro. ¿Y quién marca el grado de acidez o alcalinización de nuestro cuerpo? “Los líquidos que interactúan con la sangre en el intercambio de elementos orgánicos”, apunta el experto.
“Tenemos que trabajar para que nuestro cuerpo esté alcalino y no ácido”. ¿Cómo?
Cuatro claves para combatir la acidez
1. Nutrición. Somos lo que comemos, así que si quiere ser alcalino, coma alcalino. Según González, lo ideal es “compensar con más alimentos alcalinizantes -ricos en potasio, magnesio y/o calcio- para que el cuerpo no tenga que sufrir robando minerales para alcalinizar la sangre”. De este modo lograremos equilibrar la cifra del ph. La recomendación del experto es consumir menos alimentos acidificantes y más alimentos alcalinizantes.
Alimentos ácidos | Alimentos alcalinos |
Café | Patata |
Alcohol | Lechuga |
Bebidas gaseosas | Pepino |
Frituras | Coles de Bruselas |
Azúcar refinado | Espinacas |
Harina blanca | Algas |
Zumo de frutas envasado | Limón |
Chocolate | Bayas de Goji |
Mermelada | Aguacate |
Leche | Ajo |
Arroz | Té verde |
Carne roja | Jengibre |
Frutas en general | Almendras crudas |
Como apreciamos en la tabla, “podemos encontrarnos con un alimento ácido como el limón con un comportamiento alcalinizante una vez digerido, por su aporte mineral y la ausencia de azúcares”.

2. Ejercicio físico. Un cuerpo vago o sedentario realiza sus funciones con mucha más lentitud. González aconseja hacer deporte adaptado a la edad y el nivel de preparación de cada uno para “mantener el cuerpo vivo”. Así se activa el metabolismo, se eliminan toxinas y el organismo funciona bien.
3. Ducha interior. Depurar los residuos de nuestro cuerpo es imprescindible. “Los tóxicos también nos acidifican, sobre todo si el organismo no limpia o no drena bien”, afirma el nutricionista. Por eso propone recurrir a algunas plantas que ayuden en la labor de limpieza. Hidratarse también es muy importante.
4. Equilibrio emocional. Mens sana in corpore sano, y viceversa. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud implica bienestar físico y psíquico, así como bienestar ambiental y social. El estrés emocional provoca que ciertas hormonas nos tensionen y dejen residuos en el organismo. González asegura que “necesitamos un estado de salud mental y emocional adecuado que nos ayude a lograr un cuerpo alcalino”.
- ← Anterior
- 1
- …
- 3
- 4