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Eunucos de voz fina y larga vida

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Pintura coral de Farinelli (en el centro) junto a varios de sus colaboradores. La única forma de calmar al Rey Felipe V, quien padecía de un grave trastorno bipolar, era escuchar la hipnotizante voz de Carlo Broschi, conocido por el sobrenombre de Farinelli, el más famoso de los cantantes castrati que se popularizaron en las cortes europeas del siglo XVIII. Farinelli acudió invitado para pasar unos meses por la Reina Isabel de Farnesio a la Corte madrileña, y terminó residiendo allí durante casi 25 años. Fue un influyente pero discreto personaje de la España de Felipe V y Fernando VI
Pintura coral de Farinelli (en el centro) junto a varios de sus colaboradores. La única forma de calmar al Rey Felipe V, quien padecía de un grave trastorno bipolar, era escuchar la hipnotizante voz de Carlo Broschi, conocido por el sobrenombre de Farinelli, el más famoso de los cantantes castrati que se popularizaron en las cortes europeas del siglo XVIII. Farinelli acudió invitado para pasar unos meses por la Reina Isabel de Farnesio a la Corte madrileña, y terminó residiendo allí durante casi 25 años. Fue un influyente pero discreto personaje de la España de Felipe V y Fernando VI

Los castrati —en singular, «castrato»— eran hombres capaces de cantar con una tonalidad de voz muy aguda. Tanta, que causaron furor durante el Barroco, época en la que llegaron a convertirse en el equivalente a las actuales estrellas musicales. Sin embargo, la historia que se esconde tras estos hombres con voz de mujer es mucho más triste y oscura.

A diferencia de lo que ocurre con los contratenores actuales, que consiguen su tono de voz de forma natural, ejercitando sólo una parte de sus cuerdas vocales, los castrati, alcanzaban su tesitura mediante una intervención quirúrgica.

Como el propio nombre de estos cantantes indica, esa operación consistía en la amputación de los testículos, con el fin de que no pudiesen producir hormonas sexuales masculinas, responsables de la muda vocal que se opera en la adolescencia. Por ello, la intervención solía realizarse entre los 8 y los 12 años de edad.

Hay que señalar que en sentido estricto, no era una castración de todo el aparato genital. Así, había quienes aseguraban que aquellos castrati que conseguían desarrollar un pene adulto —generalmente por haber sido sometidos a la intervención después de los diez años— eran los mejores amantes del mundo.

El resultado de esa poco ética intervención quirúrgica era una espectacular voz que mezclaba el colorido tímbrico masculino y femenino. Poseía la potencia propia de un hombre y, a la vez, tenía una gran ligereza y capacidad para hacer agudos portentosos como una mujer. Esta voz híbrida era considerada celestial por el público de la época, entre el que causaba furor.

La castración de seres humanos nunca estuvo formalmente permitida, pero se toleraba y generalmente era enmascarada con supuestos accidentes o enfermedades que la justificaban. Con el fin del Barroco y la incorporación de las mujeres a la escena musical, las voces de los castrati desaparecieron de los escenarios, aunque siguieron vivos en los coros eclesiásticos hasta bien entrado el siglo XIX. Alesandro Moreschi, el último castrato conocido falleció en 1922.

En la actualidad, su papel es asumido por los contratenores, que logran agudizar su voz con una técnica depurada, en lugar de recurrir a prácticas aberrantes.

Los castrados son más longevos

Las hormonas sexuales masculinas pueden ser la causa de que los hombres vivan menos que las mujeres, afirma un estudio según el cual los eunucos de la corte imperial coreana eran mucho más longevos que sus congéneres.

Los científicos coreanos Kyung-Jin Min y Cheol-Koo Lee llegaron a esta conclusión tras analizar los archivos genealógicos de la corte imperial de la dinastía Chosun (1392-1910) y comprobar que los eunucos vivían entre 14 y 19 años más que los hombres que no habían sido castrados.

«El descubrimiento aporta una importante pista más para entender por qué hay una diferencia en la expectativa de vida de una mujer y un hombre», señala el biólogo Kyung, de la Universidad de Inha, uno de los autores del estudio que publica este lunes la revista Current Biology.

Según la Organización Mundial de la Salud, las mujeres viven como término medio de seis a ocho años más que los varones en los países industrializados. En la época analizada en el estudio se guardaban celosamente los árboles genealógicos para demostrar la pertenencia a la nobleza.

Los 81 eunucos estudiados habían perdido sus órganos reproductivos en accidentes como la mordedura de un perro o se habían sometido voluntariamente a la castración para ganar acceso a palacio, donde se les permitía casarse y formar una familia con niños castrados y niñas.

Los eunucos vivieron entre 14 y 19 años más que los demás hombres y tres de ellos alcanzaron e incluso superaron la edad de cien años, por lo que la incidencia de centenarios entre los eunucos coreanos era 130 veces mayor de lo que se da hoy en los países desarrollados, subraya por su parte Cheol, de la Universidad de Corea.

Según este profesor, este hecho no puede explicarse simplemente por la calidad de vida de la que se disfrutaba en el palacio, ya que la mayoría de los eunucos pasaba casi tanto tiempo fuera como dentro de ese recinto.

De hecho, los reyes y varones de la familia real tenían las vidas más cortas y normalmente no pasaban de mediados de los cuarenta, según el estudio. Estos datos brindan algunas claves sobre la longevidad, según ambos científicos, quienes recomiendan a los hombres que para mantenerse saludables y vivir más «se alejen del estrés y aprendan lo que puedan de las mujeres».

Moralidad, yugo y familia

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Con la llegada de la II República se produce una explosión de derechos civiles y la sexualidad sale del cuarto oscuro donde la tenía metida el poder político y la Iglesia. Toda esta expresión de libertad republicana cambia de forma radical con el estallido de la guerra civil y la llegada del franquismo al poder (1939-1975)
Con la llegada de la II República se produce una explosión de derechos civiles y la sexualidad sale del cuarto oscuro donde la tenía metida el poder político y la Iglesia. Toda esta expresión de libertad republicana cambia de forma radical con el estallido de la guerra civil y la llegada del franquismo al poder (1939-1975)

La obra «Mujer, moral y franquismo: del velo al bikini», de la autora y profesora de Historia de la Universidad de Málaga Lucía Prieto, analiza el control que el régimen franquista ejerció sobre la mujer y la política demográfica, con incidencia en la sexualidad femenina bajo valores católicos.

Así lo destaca la autora en un recorrido por las décadas más oscuras del franquismo, y en concreto del control que hizo a través del Patronato de protección a la mujer.

La institución se creó en 1941 y duró hasta 1971 con el objeto de «luchar contra la prostitución», actividad que fue legal en España hasta 1956, con sus censos de «casas de lenocinio», aunque el objetivo real fue controlar a las mujeres con «riesgo moral» o «comportamientos opuestos» al dictado de la Iglesia.

La creación de este organismo formó parte de la «estrategia demográfica» del régimen franquista, ha explicado la experta, para «controlar la moral y la sexualidad femeninas» y «garantizar la regeneración demográfica» tras la Guerra Civil y la procreación dentro del matrimonio católico, ya que nunca se incidió sobre el factor de la prostitución.

El fin de la guerra trajo consigo un «aumento espectacular» de la misma, ejercida de manera legal y clandestina, y como consecuencia social quedaron «mujeres solas, niñas huérfanas» o familias desestructuradas por el éxodo, con altos niveles de pobreza, registrando Barcelona y Málaga los mayores volúmenes de actividad.

Asimismo, se suprimió la legislación Republicana, y con ello la prohibición del divorcio, el matrimonio civil o el aborto.

Esto se tradujo en la «estigmatización» de las parejas que no estaban casadas por la Iglesia o de las madres solteras, la persecución del adulterio femenino, no así del masculino; o el «control de la vida sexual de las mujeres» con la interiorización del discurso de que éstas debían llegar «vírgenes al matrimonio» y reproducir.

El cambio social de los años 50 supuso en España que «el Estado invirtiera en la creación de reformatorios de mujeres», donde quedaban «recluidas» chicas de entre 16 y 25 años que habían llevado una «conducta contraria al régimen». Allí se ejercía un «control estricto», pero «no orientado a formación intelectual».

Otro de los aspectos que ha estudiado ha sido el funcionamiento de los centros de maternidad, en los que «el régimen acogía a madres solteras», siendo su mayor preocupación el que los menores nacieran, pero olvidando a las mujeres.

El estudio se centra en Málaga, donde el Patronato tuvo especial intervención por la preocupación que existía en cuanto a los efectos del turismo y la «liberalización de las costumbre», lo que provocó la «construcción de nuevos centros» como las «residencias de señoritas» bajo el control del patronato y la Iglesia.

Y es que en la capital malagueña se daba una de las mayores concentraciones del país de prostíbulos, similar a Barcelona, y que con la ilegalización del ejercicio en 1956 no desapareció, sino que «se incrementó».

Prieto destaca que el régimen «implantó un programa de moralización para erradicar la prostitución» bajo un «control absoluto de la conducta de la mujer» y «un modelo de comportamiento basado en valores católicos» que la sociedad española arrastra hasta nuestros días.

La autora opina que la «educación en valores» en la escuela y el conocimiento son los instrumentos a través de los cuales se puede cambiar la sociedad, ya que la escuela en España «no es laica» y los «valores perviven», ha criticado, aunque se han implementado políticas contrarias desde los gobiernos democráticos.

Por ello, aboga por seguir trabajando en la igualdad de género o «luchar contra la violencia simbólica”.

Adoctrinamiento desde la escuela

Según el periodista Edmundo Fayanas, «no de los aspectos del cambio que había realizado la II República es la implantación de la coeducación en el sistema educativo. Una de las primeras medidas del régimen franquista, una vez finalizada la guerra civil fue la prohibición de la coeducación, medida tomada, el uno de mayo de 1939. Es sabido, que los maestros republicanos fueron fuertemente represaliados, provocando la muerte de miles de ellos».

Para Fayanas, «uno de los principales promotores del fin de la coeducación fue Onésimo Redondo, porque consideraba la coeducación como un capítulo de acción judía contra las naciones libres, un delito contra la salud del pueblo, que deben penar con sus cabezas los traidores responsables.

En el artículo 26 del Concordato firmado entre España y el Vaticano en el año 1953, decía: “Todos los centros docentes, de cualquier orden y grado, sean estatales o no estatales, la enseñanza se ajustara a los principios del dogma y de la moral de la Iglesia católica”.

Luis Alonso Tejada, en su libro “La represión sexual en la España de Franco”, analiza cómo el sistema educativo creado por el franquismo tenía como objetivo la limitación de las posibilidades intelectuales de las niñas y las mujeres, cuya única finalidad era encaminarlas a actividades de inferior rango cultural y social, es decir. al mundo del hogar y cumplieran su finalidad reproductiva.

El discurso franquista hablaba de la necesidad de una educación adaptada a cada uno de los sexos, para que así se pudieran desarrollar las características masculinas y femeninas. La mezcla de los sexos resultaba pues muy peligrosa para el desarrollo de los individuos, suponiendo una masculinización para las mujeres y una feminización para los hombres.

Botella Llusía rector de la Universidad Complutense de Madrid lo dejaba bien claro, cuando decía lo siguiente: “En esta educación juvenil de la mujer, es un error educar a las mujeres igual que a los hombres: la preocupación que deben recibir para la vida es radical y fundamentalmente distinta. Un formación encaminada no a hacer de ella un buen ciudadano, sino una buena esposa y una buena madre de familia o, si se queda soltera, en un ser útil a sus semejantes”.

Pilar Primo de Rivera y otras mujeres de la Sección Femenina en Alemania
Pilar Primo de Rivera y otras mujeres de la Sección Femenina en Alemania

En el año 1943, Pilar Primo de Rivera decía: “Las mujeres nunca descubren nada, les falta talento creador, reservado por Dios para las inteligencias varoniles, nosotras no podemos hacer más que interpretar mejor o peor lo que los hombres nos dan hecho… por eso hay que apegar a la mujer con nuestra enseñanza a la labor diaria, al hijo, a la cocina, al ajuar, a la huerta, tenemos que hacer que la mujer encuentre allí toda su vida y el hombre todo su descanso”.

Como podemos comprobar actualmente, todavía quedan rasgos muy importantes de la educación franquista en nuestra sociedad. No hemos avanzado mucho cuando hoy en día, los colegios del OPUS DEI segregan por género, renunciando a un principio básico cual es la igualdad de género y la coeducación.

Se practicaba la doble moral en el franquismo y regía tanto en los comportamientos masculinos como en los femeninos. La feminidad significa pertenecer a un solo hombre y por tanto era fundamental conservar la virginidad para el matrimonio. Sin embargo, se aconseja que los hombres fueran castos hasta el matrimonio, pero sí se les permitía tener relaciones con prostitutas.

Matrimonio y castidad femenina

Por Orden ministerial del diez de marzo de 1941, se plantea que las parejas que no deseasen casarse por el matrimonio religioso, podían hacerlo solamente por lo civil siempre y cuando justificasen el no ser católicos mediante un certificado. Prácticamente nadie empleó esta disposición, porque era considerado esto ser republicano y en consecuencia una traición política al régimen franquista, poniendo en riesgo su libertad.

Fayanas explica que «un aspecto muy llamativo dentro del franquismo es la prohibición del uso de los anticonceptivos, de ahí que muchos españoles son hijos del método anticonceptivo de la ‘marcha atrás’. Estaba prohibida cualquier cosa que impidiera la reproducción».

En el Código Penal del año 1944 aparece la figura “del parricidio por honor” -recuerda Fayanas- cuando se sorprendía a la mujer en adulterio, no así el hombre. Esta figura del adulterio estuvo vigente hasta el año 1963.

Las mujeres solo podían pertenecer a un solo hombre. En cambio, el marido cometía el delito del adulterio solo cuando su amante vivía con él, o sea en el hogar familiar, con la esposa y los hijos, o cuando la relación era públicamente conocida y provocase un escándalo público.

Para la familia franquista la virginidad femenina era esencial, ya que si se perdía no sólo se ponía en duda la honestidad de la chica, sino también la de la familia. Cuando una chica soltera comunicaba a sus padres su embarazo algunos la protegían escondiéndola o ayudando al aborto o al infanticidio. Sin embargo muchos padres decidían echar a la hija del hogar para salvar el honor de la familia.

Los chicos que mantenían relaciones sexuales antes del matrimonio no eran culpables de nada, sino que aparecían como los más viriles del mundo. Muchos fueron clientes adictos de las prostitutas y la sociedad nunca los juzgó como sí hacían con las mujeres.

Las mujeres no podían denunciar a sus maridos por adulterio cuando éste mantenía relaciones sexuales con otra mujer. La legislación franquista les obligaba a demostrar la existencia de una vida en común entre los dos amantes.

El padre Quintín Sariegos en su libro “La luz en el camino” dice: “En el 90% de los casos son ellas las que desperezan la fiera que duerme en la naturaleza del hombre con el ofrecimiento de su celo apetitoso”.

Las chicas de la burguesía franquista con la educación que recibían acaban siendo frígidas. Su práctica sexual era timorata, haciendo el amor a oscuras, siempre con pijama y exclusivamente con fines reproductivos y no como forma de placer. Si una mujer tenía un orgasmo ultrajaba al marido e inmediatamente se iba a confesar. En el trabajo “Las españolas en secreto, comportamiento sexual de la mujer en España” realizado por José Antonio Valverde y Adolfo Abril, publicado en el año 1975 decía lo siguiente: “Podemos estimar las insatisfacciones sexuales femeninas entre un 74% y 78%. Esto es muy claro, que cada cien españolas con actividad sexual generalmente dentro del matrimonio, setenta y seis no encuentran satisfacción; de cada cien, setenta y seis no alcanzan el orgasmo y, en muchas ocasiones, ni lo han conocido”.

La Sección Femenina del Movimiento enseñando a las mujeres a ser mujeres
La Sección Femenina del Movimiento enseñando a las mujeres a ser mujeres

Esta falta de placer de la mujer casada española era algo impuesto por la educación que se les proporcionaba. Si seguimos al famoso rector de la Universidad Complutense de Madrid, Botella Llusía decía:

“Hay muchas mujeres, madres de hijos numerosos, que confiesan no haber notado más que muy raramente, y algunas no haber llegado a notar nada, el placer sexual, y esto sin embargo, no las frustra, porque la mujer, aunque diga lo contrario, lo que busca detrás del hombre es la maternidad… Yo he llegado a pensar alguna vez que la mujer es fisiológicamente frígida, y hasta la excitación de la libido en la mujer es un carácter masculinoide, y que no son las mujeres femeninas las que tienen por el sexo opuesto una atracción mayor, sino al contrario”.

El matrimonio franquista solo busca una sexualidad procreadora que dependía del plano divino. Los hombres y las mujeres solo debían colaborar con Dios y se les prohibía que utilizasen la relación sexual con el único fin de gozar.

La masturbación

Siempre ha sido una obsesión del franquismo y de la iglesia católica española. El padre García Figar atribuía a la masturbación problemas físicos y mentales y decía “Desnutrición orgánica. Debilidad corporal. Anemia general. Caries dental. Flojera de piernas. Sudor en las manos. Opresión grande en el pecho. Dolor de nuca y espalda. Pereza y desgana para el trabajo y hasta la imposibilidad de realizarlo. Acortamiento de la vida sexual, imposible de rescatar más tarde. Pérdida de atracción para el sexo contrario y repugnancia al matrimonio. Esterilidad espermatozoide. Retentivo nulo. Oscuridad en el entendimiento. Obsesiones y desvarios. Voluntad débil. Incapacidad para el sacrificio. Aficiones animales”.

Existían manuales, que señalaban como debían dormir los niños/as. Siempre las manos fuera de las sábanas y de la manta. Se intentaba que los colchones fueran duros y se recomendaba no llevar ropa interior de lana, porque producía mucho calor y podría excitar al portador.

En los internados (que eran muy numerosos en esas épocas pues era la forma de que los chicos/as de los pueblos pudiéramos estudiar) se recomendaba que por la mañana, una vez despierto, no permanecieras más tiempo en la cama, pues puedes caer en el pecado de la impureza. Se llegaba al extremo de prohibir a los chicos meter la mano en los bolsillos.

El escritor Francisco Umbral en su libro “Memoria de un chico de derechas” describía lo siguiente:

“Nos enseñaron a odiar el propio cuerpo, a temerlo, a ver en su desnudez rojeces de Satanás, repeluznos de Luzbel, frondosidades infernales. Odiábamos nuestro cuerpo, le temíamos, era el enemigo, pero vivíamos con él, y sentíamos que eso no podía ser así, que la batalla del día y la noche contra nuestra propia carne era una batalla en sueños, porque ¿De dónde tomar fuerza contra la carne sino de la propia carne? Había un enemigo que vencer, el demonio, pero el demonio era uno mismo”.

El noviazgo

Emilio Encisó Viana escribía en el año 1952 el libro “La muchacha y la pureza”, en el decía: “Cuando los vestidos, por frivolidad o por tontería de la moda o por descuido, se achican, se ciñen, o de otro modo resultan provocativos, son inmodestos… Haya quien dice ¿Qué tiene que ver en el vestido femenino un centímetro más o menos? Son tonterías de los curas y las beatas ¿No han de tener nada que ver? Ese centímetro hace que en el vestido no exista la moderación, la regla, el equilibrio que exige la decencia cristiana, y es ocasión de que, al verlo, ofenda la pureza ¿Qué tiene que ver, por ejemplo, que los novios vayan cogidos del brazo? ¿No ha de tener que ver? Esas intimidades, esa licencia de coger el novio el brazo de la novia, es una puerta que se abre al pecado, es una facilidad para él, es un incentivo, es una hoja arrancada a la flor de la pureza, es la corteza que se ha quitado a la fruta”.

Era habitual en esta época franquista que en la prensa provincial aparecieran relaciones de parejas que habían sido multadas por atentar a la moral con actos obscenos en la vía pública.

El padre Antonio Aradillas escribió un título ¿El beso…?, decía: “Pero un día pudo más la pasión que el cariño, y el novio sorprendió a Maribel con un beso brutal clavado con saña de bestia en la mejilla de nieve de f13la chica piadosa. El beso del novio se había clavado punzante en la mejilla, y con rabia comenzó Maribel a restregar su cara, intentando borrar toda huella posible. Y claro, la huella se hizo más ancha, más roja y más profunda. Se le ve a simple vista en su cara… Ha llegado a sentir auténtico asco de todos los labios humanos”.

Era habitual en las familias burguesas franquistas tener criadas. Era cotidiano que los chicos de esas familias iniciaban sus primeras experiencias sexuales con las criadas familiares.

La conocida literata Carmen Martín Gaite escribió el libro “Usos amorosos de la postguerra española”. En dicho libro, nos relata como era habitual en esta época que las chicas con pocos recursos que trabajaban como criadas, no podían aguantar la presión de los chicos. Cuando eran sorprendidas en este tipo de relaciones eran despedidas, lo que provocaba que muchas acabaran en la prostitución al no tener otra posibilidad para poder sobrevivir. Se decía que los chicos se podían sobrepasar con las criadas todo lo que querían y para ello utilizaban el chantaje.

Homosexualidad

Fayanas explica que «la iglesia veía la homosexualidad como una sexualidad no reproductiva y pecaminosa». «Desde el punto de vista militar -prosigue-, era una traición a los valores militares, y desde el punto de vista del poder franquista se veía como prácticas de la izquierda, es decir, rojos, ateos y decadentes. La palabra ‘maricón’ se convirtió en el insulto por excelencia».

Titular en el que se destaca la detención de transexuales
Titular en el que se destaca la detención de transexuales

Cuando el franquismo se asentó, se empezó a perseguir a la homosexualidad de una forma más clara, los llamados “violetas”. Los hombres considerados homosexuales durante el franquismo eran tachados de enfermos y sometidos a terapias muy duras.

El régimen había creado los modelos del hombre y la mujer, basándose en la ortodoxia de la moral del nacional catolicismo. El hombre debía ser viril, fuerte y líder, mientras que la mujer, relegada al hogar, tenía que mostrarse buena esposa y madre al cuidado de la prole. La dictadura entró en la vida privada de las personas indagando en las conductas desviadas y en las inclinaciones impropias de los verdaderos españoles. El clima social opresivo condenó a los homosexuales al miedo y a la clandestinidad.

Para el franquismo la relación sexual entre dos mujeres era algo que no se podía concebir. Era impensable que una mujer pudiera disfrutar de su sexualidad y en consecuencia no estaba permitido salirse del papel que la sociedad del régimen les había encomendado que no era otro que el de tener hijos y atender el hogar. Es decir, para el régimen franquista el lesbianismo no existía. De esta forma, dos mujeres podían pasear y estar juntas siempre, sin que se pusiera en cuestión su sexualidad, mientras que esto era imposible en el hombre.

La homosexualidad masculina, como estamos viendo se reprimió con dureza y claridad: leyes de peligrosidad social, listas de maleantes, detenidos. Sin embargo, para el franquismo el lesbianismo no se contemplaba, en consecuencia se silenciaba y negaba su existencia. Si algo se ignora o se niega, no existe: así pensaba el régimen.

No obstante, Fayanas destaca que «las lesbianas desarrollaron hasta redes económicas para no depender de los hombres. Eran solidarias y crearon increíbles espacios de libertad: desde acampadas hasta zonas bohemias, como el Paralelo o las Ramblas de Barcelona. Sus relaciones eran clandestinas, pero disimulables: nadie podía imaginarse que dos amigas del brazo podían llegar a tener una relación «tan subversiva”, como dice Matilde Albarracín.

Cosas del yacer por siempre jamás

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Fernando «El Católico» en el lecho de muerte de su esposa Isabel
Fernando «El Católico» en el lecho de muerte de su esposa Isabel

El de un rey, Fernando el Católico, muerto a causa de una sobredosis del «viagra» de la época, o los muchos de la viuda de Fernando VII, María Cristina, con Fernando Muñoz, con quien tuvo ocho hijos, son algunos de «Los grandes polvos de la historia», destacados por José Ignacio Arana en su libro.

Arana, médico y profesor de Pediatría de la Universidad Complutense de Madrid, quería que su libro tuviese el «recatado» título de «Historias Curiosas de la Sexualidad» pero, según revela, «las mujeres de Espasa Calpe», que ha editado el libro, «son tremendas y viendo su contenido decidieron que no podía llamarse más que como se llama».

«Los grandes polvos de la historia» es un ensayo riguroso sobre la sexualidad a lo largo de la historia, aunque escrito «en tono desenfadado».

De entre todas las pasiones amorosas, Arana destaca la que embargó a Fernando el Católico, ya viudo de Isabel, por Germana de Foix, a la que llevaba 36 años.

Se casaron, tuvieron un hijo, Juan, que murió, y una vida sexual inusual entre la realeza. Para atender a los requerimientos de su esposa, Fernando el Católico se «medicó» con cantárida, un insecto que contiene una sustancia responsable de una vasodilatación muy parecida a la que produce la «viagra».

El problema es que la cantárida puede provocar graves episodios de congestión, que es lo que le pasó a Fernando el Católico cuando en 1516, con 64 años «en la espalda» y de camino al monasterio de Guadalupe, hizo una parada en Madrigalejo y tomó, «para satisfacer a la fogosa Germana», una «sobredosis» que le provocó una hemorragia cerebral.

También inusual es la historia de María Cristina de Parma, la cuarta esposa de Fernando VII, a pesar de que era su sobrina, y que «aguantó dignamente» los cuatro años de matrimonio, durante los que tuvo dos hijas -Isabel II y Luisa-, con «un sujeto de repulsivo físico» que solo «yacía con ella con lujuria de animal y no con amor de esposo».

Murió él, y ella, a los tres meses, se rindió a la pasión que despertaba en el soldado del cuerpo de Guardias de Corps Agustín Fernando Muñoz. Contrajeron matrimonio secreto pero ella continuó de regente viuda hasta que Isabel II, con 13 años, fue proclamada reina.

Hasta entonces, María Cristina combinó la regencia con los embarazos, sin que pasaran desapercibidos en los mentideros: «Lloraban los liberales que la Reina no paría, ¡y ha parido más Muñoces que liberales había», decían las coplillas de la época.

«Esos escándalos serían hoy impensables porque la vida ha cambiado mucho, fundamentalmente gracias al mayor avance en la sexualidad: la contracepción, que ha permitido desligar reproducción de sexo», afirma el autor.

Arana pide «indulgencia y respeto» para casi todos los protagonistas de su libro porque, para algunos, como el general Serrano, «un sinvergüenza que violó a Isabel II cuando era aún una niña», guarda el mayor de sus desprecios.

También tienen su espacio los «polvos» que desembocaron en hijos siempre cuestionados porque a su padre se les atribuía impotencia, caso de Enrique IV, y en «ilegítimos», entre los que el autor, «en un atrevimiento impertinente pero sugestivo», incluye a Alfonso XII.

«Hijo mío, la única sangre Borbón que corre por tus venas es la mía», dicen que dijo Isabel II, titular de una «agitada vida sexual», a su vástago.

Juegos de alcoba entre plantas

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La Paeonia festiva, una planta de peonía, actúa a través de sus estambres dispuestos como una corona
La Paeonia Festiva, una planta de peonía, actúa a través de sus estambres dispuestos como una corona

Ver lo conocido de un modo nuevo e inesperado fue lo que hizo que Carl von Linneo (1707-1778) clasificara las plantas sexualmente, algo que recordaron en «Herbarium Amoris» con primerísimos primeros planos otros dos suecos, el fotógrafo Evard Koinberg y el escritor ya fallecido Henning Mankell.

El proyecto comenzó en 1999, cuando Koinberg leyó los textos de Linneo, quizá la figura de la Ilustración sueca más conocida, y se quedó «estupefacto» por la desinhibición y la poesía del lenguaje del padre de la botánica.

«Los sépalos son el tálamo donde se juntan los estambres y los pistilos, con su forma de cetro. Los filamentos son los conductos espermáticos, el estilo el pasaje maternal o vagina, el óvulo los ovarios, el pericarpio el ovario fértil y la semilla es el huevo», describía el botánico.

Linneo fue el primero que habló de la sexualidad de las plantas y a partir de su observación de una colección de más de 20.000 especímenes, las agrupó en un Calendarium Florae y las clasificó sistemáticamente por el número y disposición de sus partes reproductivas.

Fue muy polémico en su tiempo porque afirmó que los estambres y pistilos eran como un espejo de los genitales humanos y provocó una «revolución sexual» en taxonomía de las plantas.

En base a su herbario desarrolló su sistema de clasificación botánica, todavía vigente, que ordena las plantas en función de su tiempo de florecimiento, y por el número y disposición de sus órganos sexuales.

Clasificó las plantas en 24 grupos o clases, contó los estambres de la flor y anotó cómo estaban organizados y según la cantidad de estilos del pistilo los separó en subgrupos u órdenes y fue quien les dio nombre (género) y apellido (especie) con su nomenclatura binaria.

La idea de que las plantas y su sexualidad salieran de la oscuridad fue, precisamente, el punto de partida del trabajo de Koinberg, realizado en su mayor parte en el jardín que rodea su casa en Uppland, el mismo paisaje en el que vivió y trabajó Linneo.

Mankell, el «padre» del taciturno y famoso detective sueco Wallander, fue el encargado de glosar la figura del botánico y asegura en el libro que «igual que Suecia es una potencia prácticamente desconocida» en cualquier materia, todo el mundo sabe quién fue Linneo.

Koinberg ha creado un moderno equivalente del trabajo de Linneo, acercándose al sujeto con la misma pasión y dedicación, y fotografía cada delicada flor en su estudio bajo condiciones perfectas de luz para celebrar el erotismo de la flor.

Describe el ciclo vital de varios ejemplares desde su etapa de capullo, al florecimiento y marchitamiento consiguiendo un moderno Calendarium Florae, un calendario visual que registra gráficamente el año a través de las flores.

En «Herbarium Amoris» (Taschen), Koinberg captura el lirismo y el brillo del erotismo del mundo floral en primeros planos, sobre un fondo negro, en el que destacan cada parte de la planta, el rocío titilando en los pétalos abiertos o las más delicadas formas vegetales infundidas de «fuerza vital desenfrenada».

«El cáliz es el lecho nupcial en el que los estambres y el pistilo se unen. En algunas camas hay cuatro hombres, dos altos y dos bajos, con la novia, y en otras hasta diez hombres», comparaba Linneo para escándalo de sus coetáneos.

Educación inclusiva desde el uniforme a la escuela

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Tailandia es un país sensibilizado con las inquietudes del colectivo transgénero, que es considerado un regalo de los dioses. A la izquierda, modelo estándar. A la derecha, uniforme para Ladyboys
Tailandia es un país sensibilizado con las inquietudes del colectivo transgénero, que es considerado un regalo de los dioses. A la izquierda, modelo para Tomboys. A la derecha, uniforme para Ladyboys

¿Falda para chicas y pantalones para chicos? En un mundo globalizado y cambiante, ¿no es algo vetusto este planteamiento simple, que perpetúa estereotipos sexistas? ¿Por qué el fin de semana las más pequeñas visten pantalones, pero de lunes a viernes ciertos colegios imponen falda en sus uniformes? ¿Que hay de los estudiantes transgénero y de sus derechos?

El debate no es nuevo y de ello da buena cuenta la plataforma Change.org, que ha recogido peticiones para acabar con los uniformes sexistas de todos los puntos del planeta. Alergia a los leotardos fue una de las primeras causas que se pudieron leer en esta red colaborativa de apoyo. Una pequeña no podía jugar libremente en el patio porque no soportaba la lana de los leotardos y no quería enseñar su ropa interior al dar volteretas en el patio. No todas las peticiones atienden a la misma causa.

En Melbourne, la madre de una niña de 6 años impulsó una campaña porque su hija sencillamente quería llevar pantalones. Más de 16.000 firmas han avalado el deseo de la niña y el colegio ha accedido: la pequeña Asha podrá vestir pantalón como el resto de sus compañeros.

Un paso más allá, la Priory School, en Sussex (Reino Unido) ha saltado a los periódicos por haber cambiado su política de uniformes, en un intento de incluir a los estudiantes del llamado tercer sexo, tal y como recoge The Guardian. Así, en este centro y desde este curso, todos los alumnos deben usar pantalones. Tony Smith, director de esta escuela, ha afirmado que el cambio lo impulsaron varios alumnos que habían estado preguntando por qué el uniforme atribuía ciertas prendas a los niños y otras a las niñas. “Además, hemos tenido en cuenta que tenemos un pequeño pero creciente número de alumnos transgénero para quienes el uniforme es muy importante”. La longitud de las faldas escolares -que decrece a la misma velocidad a la que crece la edad de las alumnas- también ha influido en la toma de esta decisión, según el director de esta escuela.

Pero si hay un ejemplo en esto del fin de los uniformes para chicos y para chicas es Tailandia, un país donde los transgénero son respetados por todos, teniendo incluso su propio certamen de belleza seguido por audiencias millonarias. Los terceros cuartos de baño ya son una realidad en miles de centros educativos de todo el país y hace unos años llegó el cambio a los obligatorios uniformes universitarios: la Universidad de Bangkok creó un código de vestir con faldas y pantalones “trans”. Eso sí, pantalones más estrechos y femeninos para “ladyboys” y faldas más largas y masculinas para “tomboys”.

La Escuela de Bellas y Artes Aplicadas de la Universidad de Bangkok publicó sus códigos de vestimenta en su página de Facebook, permitiendo a los estudiantes elegir uniforme de acuerdo a su identidad de género.

Sexo más allá de gónadas y genitales

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Lili Elbe (1882-1931) fue la primera persona conocida por ser la destinataria de una cirugía de cambio de sexo
Lili Elbe (1882-1931) fue la primera persona conocida por ser la destinataria de una cirugía de cambio de sexo

Corren los años 70 y, mientras el cuerpo de las compañeras de Calíope empieza a cambiar, la joven adolescente sigue exactamente igual. Cada día se sienta en su pupitre, pensando que la naturaleza se ha olvidado de ella. Un tiempo después empieza la transformación. Crece y su voz se vuelve un poco más grave; sus rasgos, angulosos. El uso del sujetador sigue siendo meramente testimonial y la regla continúa sin aparecer.

Preocupados por su desarrollo, y tras varios diagnósticos vagos, sus padres la llevan a un especialista. Callie, como la llaman cariñosamente, es lo que el doctor Luce describe como “un pseudohermafrodita masculino” –genéticamente hombre, pero con apariencia de mujer– debido al síndrome de deficiencia de 5-alfa reductasa, una de las patologías que causan una diferencia en el desarrollo sexual.

Tras muchas pruebas, el doctor dictamina que, al haber crecido educada en un rol femenino, ella es, en realidad, una chica. Calíope, quien le ha mentido en la mayoría de las preguntas de la evaluación psicológica, se va de casa para evitar la cirugía feminizante que le quitará su clítoris inusualmente grande y comienza a llamarse a sí misma Cal. Se ha dado cuenta de que, en realidad, es un chico.

Cal es el protagonista de la novela Middlesex, escrita por Jeffrey Eugenides y premio Pulitzer en el año 2003. Narrada en primera persona, la historia comienza con Cal explicando que nació dos veces: como niña primero, un increíble día sin niebla tóxica de Detroit en enero de 1960; y como chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974.

Las anomalías de la diferenciación sexual se originan en el desarrollo fetal y su frecuencia es inferior a 1 de cada 2.000 recién nacidos

El desarrollo sexual diferente se produce cuando un individuo presenta a la vez características genéticas y fenotípicas –la manifestación física de ese genotipo– propias de varón y de mujer. Como le sucede al protagonista de Middlesex, se puede tener, por ejemplo, un cariotipo masculino y órganos sexuales ambiguos o de apariencia femenina.

También denominadas anomalías de la diferenciación sexual (ADS), estas diferencias se originan en alguna de las etapas del desarrollo fetal. Su frecuencia es baja, inferior a 1 de cada 2.000 recién nacidos, aunque variable según las causas, por lo que se incluyen actualmente dentro de la definición de enfermedades raras.

Genes, gónadas y genitales no son lo mismo

La determinación del sexo genético tiene lugar en el momento de la concepción: si el espermatozoide que fecunda el óvulo es portador de un cromosoma sexual Y, dará lugar al nacimiento de un niño (XY). En el caso de que sea portador de un cromosoma X, el futuro bebé será genéticamente una niña (XX).

La diferenciación del sexo gonadal (con la presencia de ovarios o testículos) y del sexo genital (pene o vagina) se produce durante periodos críticos de la vida del feto en los que puede sufrir anomalías, que llevan a una alteración en el desarrollo sexual cuando alguno de los tres niveles (sexo genético, gonadal y genital) no coincide con los demás.

Las personas con un desarrollo sexual diferente pueden tener discrepancias entre sus genitales internos y externos, entre los cromosomas y los genitales, poseer simultáneamente tejido ovárico y testicular, o unos genitales ambiguos.

Asignación del sexo

En España, cuando nace un bebé es obligatorio asignarle un sexo. En el caso de los bebés con alguna diferenciación en el desarrollo sexual, desde el consenso de Chicago publicado en 2006, un equipo médico formado por pediatras endocrinólogos, cirujanos pediátricos, genetistas y pediatras urólogos hacen pruebas para conocer los cromosomas, las gónadas y las hormonas del bebé. Con los resultados, el equipo médico asigna un sexo, basado en el género con el que se han sentido mayoritariamente identificados en su vida adulta otras personas con su mismo diagnóstico.

“En España hay ocho días para asignar el sexo, pero si después, a lo largo de la infancia, los padres, tutores y los profesionales que lleven el tratamiento del menor llegan a la conclusión de que sería mejor la asignación de otro sexo, se puede cambiar –explica Laura Audí, investigadora del grupo de Endocrinología Pediátrica del Hospital Vall d’ Hebron y experta en diferencias en el desarrollo sexual–. No es como el cambio en las personas transexuales. Con un informe médico y la voluntad de la familia, se puede resolver”.

A pesar de la posibilidad de cambiarlo, la situación puede generar situaciones de estrés para la familia y el menor. “Tiene que pasar por un juez, este tiene que aprobarlo… Son situaciones legales que probablemente van a ir evolucionando”, concreta Audí.

El 1 de noviembre de 2011, Alemania se convirtió en el primer país europeo en permitir que en los certificados de nacimiento no se registrara el sexo de los recién nacidos. La medida pretendía evitar erratas legales y burocráticas, y las incomodidades que pudiera generar la definición del sexo en personas con diferencias en su desarrollo.

En abril de 2014, el Tribunal Superior de Australia determinó que un ciudadano del estado de Nueva Gales del Sur que lo había solicitado podría registrarse como “no definido”, ya que la ley establecía que una persona podía no ser “ni hombre ni mujer”. Recientemente, en octubre de 2015, un tribunal francés reconocía, en primera instancia y por vez primera el país galo, el sexo neutro de un individuo que no se sentía cómodo en ninguno de los dos.

“Medidas como la alemana son un apoyo a la libertad y a la no presión. Sin embargo, también he oído comentarios de familiares que creen que no es una solución porque se les señala como distintos al no asignarles sexo”, comenta Laura Audi.

La Asociación Intersexual de Norteamérica (ISNA, por sus siglas en inglés) considera que los recién nacidos con una diferencia en el desarrollo sexual deberían ser asignados como hombre o como mujer, según en qué género encajarán al crecer con mayor probabilidad. Se oponen, sin embargo, a que los bebés reciban cirugías embellecedoras con el objeto de ‘normalizar’ sus genitales.
Las cirugías embellecedoras a bebés no se aconsejan

“Asignar un sexo no implica cirugía, únicamente es una etiqueta como ‘chico’ o ‘chica’. La normalización genital no crea ni cimienta una identidad de género. Solo retira tejido que el paciente puede querer más tarde”, explican en su página web.

En algunas ocasiones la intervención médica será necesaria para asegurar la salud del niño y, en ese caso, siempre deberá llevarse a cabo, explican: “Ejemplo de esto sería un tratamiento endocrinológico en niños con hiperplasia congénita que pierden sal, o cirugías para dar una apertura urinaria de drenaje a niños que nacen sin una”.

Las cirugías para ‘normalizar’ los genitales no deberían hacerse antes de que el niño sea capaz de tomar una decisión informada

Sin embargo, a su juicio, las cirugías para hacer que los genitales tengan un aspecto ‘normal’ no deberían realizarse antes de que el niño sea lo suficientemente maduro para tomar una decisión informada.

Las diferencias en el desarrollo sexual tienen orígenes muy diferentes y hay más de cuarenta causas conocidas. En España, dos asociaciones reúnen a familiares y afectados por dos de las patologías más frecuentes: GrApSIA, para los afectados por el Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos (SIA), y la Asociación Española de Hiperplasia Suprarrenal Congénita, alrededor esta segunda patología.

Cromosomas de hombre, aspecto de mujer

El síndrome de insensibilidad a los andrógenos (SIA) se presenta cuando una persona es genéticamente masculina (tiene un cromosoma X y un Y) pero es resistente a las hormonas masculinas o andrógenos. Como resultado, posee algunos o todos los rasgos físicos de una mujer, pero los caracteres genéticos de un hombre. Hay dos tipos de síndrome de insensibilidad a los andrógenos: completo e incompleto. El completo impide totalmente el desarrollo de cualquier característica masculina. El individuo nace y se cría con una apariencia femenina total. El cuerpo es el de una mujer, con senos, vagina y caderas. La única irregularidad es la falta de menstruación, ya que carece de útero y ovarios.

Cal es el protagonista de la novela Middlesex, escrita por Jeffrey Eugenides y premio Pulitzer en el año 2003
Cal es el protagonista de la novela Middlesex, escrita por Jeffrey Eugenides y premio Pulitzer en el año 2003

GrApSIA surgió en el año 2000 a raíz del contacto de varias personas con el grupo de apoyo inglés (AISSG), creado en los 80, y trabaja para que las personas con SIA y los padres o familiares de niñas con este diagnóstico tengan más información sobre el tratamiento a seguir y puedan compartir vivencias.

Desde la organización explican a Sinc que la mayoría de las afectadas contacta con ellas por email. “En el caso de las adultas, el momento del contacto suele estar relacionado con momentos vitales relevantes relacionados con el SIA, como son el diagnóstico, el hecho de enfrentarse a una operación quirúrgica, retomar las visitas médicas o una terapia hormonal, decidir si informar o no a la pareja sobre el síndrome, o tener la necesidad de encontrar otras personas en su misma situación”, relatan. “Las niñas llegan a la asociación a través de sus familias, ya que fueron sus padres los que contactaron en primer lugar con nosotros”, puntualizan.

Niñas con genitales que parecen de varón

La investigadora Laura Audi explica que la anomalía más frecuente en las niñas es el déficit de 21-hidroxilasa, es decir, la hiperplasia suprarrenal congénita (HSC). Es la patología que aparece con mayor frecuencia. La forma grave de la deficiencia, llamada clásica, puede tener una frecuencia de uno por siete o diez mil.

Este trastorno afecta las glándulas suprarrenales, encargadas de producir hormonas como el cortisol, la aldosterona e incluso las hormonas sexuales. Una persona con HSC produce demasiado andrógeno, hormona que da características masculinas. Las niñas que tienen HSC severa pueden nacer con genitales ambiguos. Es decir, que sus genitales pueden parecer más de hombre que de mujer.

Lola Pujante es la presidenta de la asociación Española de Hiperplasia Suprarrenal Congénita y habla de su experiencia como madre con una niña con este diagnóstico. “Durante el embarazo es un niño, al nacer es un niño, y luego te das cuenta de que en realidad tienes una hija, puesto que aparecen signos ambiguos. Le hacen la prueba del cariotipo y sale XX”, explica.

“La asociación quiere ayudar en ese tramo de dudas y desconocimiento para poder decir a los padres ‘tranquilos, vuestro hijo está bien, llevará una vida normal, necesitará medicación y control, pero tendrá calidad de vida”, cuenta.

En la actualidad, agrupaciones como la Organización Internacional Intersexual Europa, Accord Alliance, los colectivos LGTBI y la plataforma Advocates for informed choice siguen trabajando en favor de los derechos de las personas con diferencias en el desarrollo sexual. Informar sobre qué son realmente las anomalías en el desarrollo sexual, eliminar estigmas y discriminaciones, conseguir que niños y adultos reciban la mejor atención y puedan decidir con toda la información posible, y evitar cirugías ‘embellecedoras’ al nacer son parte de la ruta de viaje de este colectivo, aún desconocido y discriminado.
Intersexuales en el papel y la pantalla

Además de Middlesex, otras piezas de la literatura y el cine abordan el tema del desarrollo sexual diferente. El chico de oro (2013), de Abigail Tarttelin, narra la historia del adolescente Max, con una anomalía de la diferenciación sexual. La película argentina XXY (2007) escrita y dirigida por Lucía Puenzo, fue la inspiración este libro de 2013 y también trata la historia de un adolescente 15 años con un estado intersexual.

La reciente The Danish Girl, con Eddie Redmayne, cuenta la historia de Lili Elbe (1882-1931), la primera persona conocida por ser la destinataria de una cirugía de cambio de sexo.

Entre los documentales que abordan el tema, La ciencia de los sexos (2009) y Mi aventura intersexual (2010). Y, en televisión, dos referencias: la serie estadounidense Masters of Sex incluye un capítulo en el que se produce el nacimiento de un bebé con una anomalía en el desarrollo sexual –Fight, el tercer episodio de la segunda temporada– y la serie Faking it (2014), producida por la MTV, incluye desde su segunda temporada un personaje intersexual.

Muxes más allá de la entrepierna

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Los muxes son hombres zapotecos homosexuales que viven en la región del Istmo, en Oaxaca, y su papel dentro de la sociedad zapoteca es reconocido y protegido como un género extra
Los muxes son hombres zapotecos homosexuales que viven en la región del Istmo, en Oaxaca, y su papel dentro de la sociedad zapoteca es reconocido y protegido como un género extra

En la región zapoteca del istmo de Tehuantepec, al contrario que en la mayor parte de las sociedades actuales, el conocido como ‘tercer género’ no solo no está sometido al debate público, sino que se configura como una forma de vida en sociedad más: estos son los muxes.

Las leyendas zapotecas narran que San Vicente, el patrón de la región mexicana de Juchitán, viajaba con tres sacos llenos de semillas, uno de ellos repleto de grano masculino, otro femenino y el tercero, mixto. Mientras pasaba por la ciudad de Juchitán de Zaragoza, el tercer costal se rompió y cayó al suelo. Así nacieron los muxes.

En encaje social de los muxes poco tiene que ver con el que la transexualidad tiene en el resto del país. Los muxes son hombres que, por determinados motivos deciden adoptar roles femeninos. La transexualidad no está ligada con la figura del muxe, que puede continuar siendo un hombre si así lo desea, aunque lejos de la heteronormatividad.

El origen de esta palabra es incierto, aunque se considera que proviene de la adaptación de la palabra española «mujer» a la lengua zapoteca que carece de diferenciación de género gramatical, una característica cultural básica para entender el encaje de los muxes en estas sociedades.

La figura del muxe proviene de la época precolombina y nació en el seno de los zapotecos, una de las civilizaciones más avanzadas de Mesoamérica. Durante siglos han sido considerados como ‘tercer género’, ni mejor ni peor que un hombre o una mujer, sino diferentes.

Aunque los muxes han adoptado roles femeninos, tradicionalmente han contado con privilegios negados a las mujeres, como su participación en las decisiones habitualmente masculinas. Además, algunos miembros de esta comunidad se encargaban de la iniciación sexual de los adolescentes, con el fin de preservar la virginidad de las jóvenes zapotecas hasta el matrimonio.

En la actualidad, los muxes continúan siendo elementos valorados en las comunidades zapotecas, tanto así que son considerados por las madres como el mejor de entre sus hijos, ya que no acostumbran a tener relaciones duraderas, sino que parte de su rol social se encuentra en el cuidado de sus padres durante su vejez.

Es precisamente esta característica la que les proporciona gran relevancia en las sociedades zapotecas, ya que se valora su dedicación al cuidado de niños, enfermos o ancianos, así como a las tareas del hogar. Debido a su apoyo a la familia, tras el fallecimiento de la matriarca, pueden adoptar su figura de autoridad.

La ‘muxeidad’, al ser un rol social aceptado y respaldado por sus actividades como ‘cuidadores’, puede ser propiciada por las familias. En ocasiones, madres sin hijas crían a alguno de sus hijos varones mediante un rol tradicionalmente femenino, con lo que también existen muxes menores de edad.

Además, en el ámbito social, también son los encargados de crear y bordar los trajes tradicionales de las mujeres de la región, así como vestidos de gala para bodas, cumpleaños y aniversarios.

Con respecto a las relaciones sentimentales de los muxes, estas acostumbran a ser cortas y con hombres; sus relaciones con mujeres se consideran un tabú. Por otra parte, se les presupone la promiscuidad, incluso con hombres casados, y las relaciones estables son una excepción.

El lenguaje juega un rol fundamental a la hora de hablar del encaje social de los muxes, ya que no hay una sola forma de denominar a los miembros de este grupo, sino que, por lo general, se sienten cómodos tanto con nominaciones masculinas como femeninas.

Aunque los muxes acostumbran a ser hombres que han decido adoptar roles femeninos, también existen casos de transexualidad. Naomy Méndez, una muxe que se identifica con el sexo femenino, ha explicado, según ha publicado ‘Verne’, que existen dos tipos de muxes.

«Hay una gran gama de muxes, pero existen dos categorías principales: las muxes gunaa y los muxes nguiiu», los primeros identificados como mujeres y los segundos como hombres. También existen casos de muxes que no se identifican con ninguna de estas categorías, sino como ‘tercer género’.

El encaje que los muxes han tenido tradicionalmente y tiene aún hoy en la cultura zapoteca no se puede comprender desde otras cosmovisiones en las que históricamente solo han existido los roles: hombre o mujer. La función social que estos cumplen, así como su aceptación sin tapujos, es uno de los pocos oasis de tolerancia en un país característico por sus altos niveles de agresiones machistas y contra la comunidad LGTBI.

Príapo, la fimosis de un Dios

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Una restauradora brasileña descubrió un detalle camuflado a lo largo del tiempo por capas de pintura en uno de los trabajos del francés Nicolas Poussin (1594-1665): Príapo, el dios griego de la fertilidad, con su pene erecto
Una restauradora brasileña descubrió un detalle camuflado a lo largo del tiempo por capas de pintura en uno de los trabajos del francés Nicolas Poussin (1594-1665): Príapo, el dios griego de la fertilidad, con su pene erecto

Hace siglos, Príapo era considerado por los griegos como una deidad de la fertilidad. Por ello, solía ser representado con un gigantesco pene que, usualmente, estaba erecto. Para los antiguos, era la viva imagen de la fecundidad y la procreación. Sin embargo, un nuevo estudio publicado por la revista «Urology» ha desvelado una incómoda y curiosa verdad sobre este dios: fue representado con fimosis en uno de los frescos de Pompeya (el cual tiene a sus espaldas casi 2.000 años de antigüedad).

El artífice de este descubrimiento ha sido el doctor Francesco Maria Galassi quien, tras observar el susodicho fresco (ubicado en la Casa de los Vetti, una de las pocas que sobrevivió a la erupción del Vesubio) se percató de la «dolencia» de Príapo. «Su gigantesco miembro viril tiene una fimosis patente. Más concretamente, una fimosis cerrada». A su vez, el experto ha señalado lo sumamente extraño que le ha parecido hallar esta característica en una pintura dedicada a una deidad de la fecundidad.

La fimosis, concretamente, se produce cuando el prepucio es demasiado estrecho para descubrir el glande parcial o totalmente (lo cual puede producir problemas a la hora de mantener relaciones sexuales y tener hijos). «Esta condición presenta diferentes grados de gravedad y, en el caso específico de Príapo, parece ser la de mayor gravedad. En él no hay retracción de la piel en el glande», añade el experto.

Pero… ¿Por qué representar a una deidad de la fertilidad de esta forma? «En este caso, el pinto podría haber deseado destacar que este defecto anatómico era habitual en Pompeya mezclándolo con la fertilidad de Príapo», señala Galassi. Y es que, tal y como afirma el experto, se han hallado todo tipo de artefactos de la época destinados a paliar este problema.

A pesar de lo asombroso que es ver este problema en un dios de la fertilidad, lo cierto es que este tipo de defectos del tracto genitourinario se han representado de forma recurrente en las pinturas de la prehistoria con un extraño grado de precisión. En este sentido, la profesora de Historia Clásica Jessica Hughes ha señalado  que este tipo de pinturas podrían hacerse por hombres con fimosis como una forma de buscar la curación y la fertilidad a través de los dioses.

Escultura fálica en Barcelona

La famosa estatua del dios romano de la fertilidad, Príapo, el que exhibe un enorme pene de medio metro en plena erección, vuelve a estar a la vista. El Museu d’Arqueologia de Catalunya (MAC) ha decidido rescatar de sus almacenes esta pieza, de más de dos metros de altura, y devolverla a la sala de exposiciones, de donde fue apartada por considerar la dirección del centro de aquel momento que podía ofender a los visitantes. Un buen porcentaje de ellos son escolares.

Tras una cesión a una exposición en Murcia sobre el erotismo y la sexualidad de Roma, que permitió limpiar y restaurar la estatua, el director del MAC, Xavier Llovera, ha decidido colocarla en la sala, al final del recorrido de la época romana, «a ver qué pasa», se pregunta, con interés museográfico. De momento, lo que pasa es que vuelve a ser una de las estrellas de las visitas de los escolares, que se detienen ante tamaño miembro, se fotografían y ríen. La pieza carece por ahora de cualquier cartel explicativo. Esta obra procede del Barcelonès, pero no se tienen demasiados datos de su historia y autoría. Príapo, que suele ser considerado hijo de Dioniso y Afrodita, era un dios menor del panteón romano; se le concedía un carácter rústico y un potencial como generador de fertilidad, tanto vegetal como animal.

Además del rescate de Príapo, el MAC ha instalado en una vitrina algunas piezas que explican la vida íntima en la antigua Roma: se trata de una vasija de cerámica con cuatro escenas eróticas de delicada factura, procedente de la antigua Bílbilis (Calatayud) y un colgante de bronce, hallado en Sasamon (Burgos) que representa un animal con sólo patas traseras, cuyo tórax deviene glande, al igual que sus dos patas y su rabo; lo monta una mujer que sostiene una corona de laurel. De las patas penden sendas campanillas.

En la época romana –anterior a la moral cristiana, por tanto– se afrontaba con cierta normalidad algunos aspectos que hoy son plena actualidad en Barcelona, como la prostitución. Los burdeles estaban perfectamente señalizados. Y las representaciones fálicas no sólo estaban toleradas, sino que se creía que aportaban suerte y protección, además de fertilidad, de manera que la figura que muestra el MAC, que hoy al menos llama la atención, suspendida dentro de la vitrina, llama la atención..

Príapo cruza el charco

Una restauradora brasileña descubrió un detalle camuflado a lo largo del tiempo por capas de pintura en uno de los trabajos del francés Nicolas Poussin (1594-1665): Príapo, el dios griego de la fertilidad, con su pene erecto.

Priapo fue representado con fimosis en uno de los frescos de Pompeya
Priapo fue representado con fimosis en uno de los frescos de Pompeya

“Escondieron el falo de Príapo. Es lo que llamamos los retoques del pudor, no es poco común”, señala la restauradora Regina Pinto Moreira, quien pasó ocho meses para restaurar “Hymenaeus travestido durante un sacrificio a Príapo”, que data de entre 1634 y 1638.

La pintura estaba rota y tenía agujeros, y la restauradora del Museo del Louvre debió retirar varias capas acumuladas a lo largo de 300 años. El trabajo sobre la obra, de 3,73 m de largo y 1,66 m de alto, costó 150.000 euros, según Folha.

La obra perteneció a la familia real española. Con las guerras napoleónicas el cuadro cayó en manos aristócratas inglesas y fue vendido a un coleccionista francés, Georges Wildenstein, que a su vez lo vendió en 1953 a Francisco Assis Chateaubriand, influyente periodista brasileño y fundador del Museo de Arte Moderno de Sao Paulo (MASP) en 1947.

Gran Canaria, líder mundial en pinturas púbicas

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Los motivos semejan figuras triangulares, con ángulos exactos, ejecutados con técnicas de abrasión originando un bajorrelieve que, con los contraste de luz-sombra, por la influencia del sol, podrían representar motivos triangulares púbicos muy parecidos a los que aparecen reflejados en muchos yacimientos de cuevas excavadas distribuidas por toda la geografía de la isla

El culto a la fertilidad de los antiguos aborígenes de Gran Canaria y su búsqueda de la perpetuación de la humanidad hicieron que la isla tenga en la actualidad la mayor concentración de grabados de triángulos púbicos del mundo, más de un millar, labradas en bajo relieve en las cuevas de Risco Caído y los paisajes sagrados de montaña en la caldera de Tejeda.

De esta manera, se trata de un enclave geográfico recientemente inscrito en la Lista Indicativa Española para convertirse, en el siguiente paso, en Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Eta explicación de los triángulos púbicos es una de las conclusiones expuestas por el director científico del proyecto, Julio Cuenca.

Precisamente Cuenca sostiene que estos símbolos son obra de mujeres, pues eran ellas las que estaban al cuidado de los santuarios, las que vivían allí y llevaban a cabo los rituales para rendir culto a la fertilidad.

Por su parte, el prehistoriador, Jean Pierre Duhard, señala que la representación del triángulo púbico, que formó parte del bagaje cultural de los grancanarios ancestrales, convierte a la isla en el rincón del mundo con más grabados de este tipo, añadiendo que ni siquiera la supera Francia, donde hay 240 del paleolítico superior en los abrigos rocosos de Blanchard, Castanet o Cellier.

Este es el motivo por el que los grabados púbicos tienen una mención especial en el exhaustivo expediente que prepara el Cabildo de Gran Canaria para la declaración como bien cultural por parte de la UNESCO.

En esos Espacios Sagrados de Montaña se sitúa la cueva de Los Candiles, inigualable por albergar nada menos que 344 vulvas grabadas del techo al suelo en las cuatro paredes de esta planta rectangular, circunscrita al santurario de Risco Chapín, dentro de la caldera de Tejeda y conectada por varios senderos con Risco Caído, el mayor de los tesoros del conjunto arqueológico.

Mientras, respecto a la cueva Risco Caído, los investigadores intentan traducir el relato que escribe en sus paredes los triángulos púbicos cuando la luz del sol y de la luna penetra por un agujero en la pared que mira al amanecer y que marca con exactitud los equinoccios y solsticios en este templo calendario de alta precisión.

La luz que entra en la cueva toma a veces una forma fálica que ilumina varios triángulos con un simbolismo extraordinario, otras parece una mujer embarazada, lo que constituye un lenguaje visual inusitado relacionado con la fertilidad, quizás por la preocupación de perpetuar la especie humana de los primeros pobladores de la Isla, aislados como estaban del resto de la humanidad.

Además de en los Espacios Sagrados de Montaña, hay unas pocas representaciones púbicas en cuencas de barrancos próximas al mar, como el barranco de Silva, en Telde, las cuevas de Lezcano, en el barranco de Teror, así como en Gáldar, lo que no deja de ser una incógnita por encontrarse fuera del ámbito de los santuarios de montaña.

Todos ellos constituyen el mapa actual de Gran Canaria, aunque los investigadores no descartan nuevos descubrimientos en el futuro.

«Best sellers» que sacan a la luz viejos roles de alcoba

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En la dominación todo tiene que ver con la obediencia. El "bondage", por ejemplo, requiere que haya ataduras en las manos y en los pies, vendas en los ojos o mordazas en la boca
En la dominación todo tiene que ver con la obediencia. El «bondage», por ejemplo, requiere que haya ataduras en las manos y en los pies, vendas en los ojos o mordazas en la boca

La dominación sexual, también denominada Sadomasoquismo es una palabra que viene de los términos “sadismo” y “masoquismo”. El Marqués de Sade, escritor y filósofo francés del siglo XVIII, fue el primero que utilizó este concepto en sus obras y el que dio nombre a esta práctica sexual.

Con el tiempo, muchas parejas se han atrevido a combatir la rutina de su vida sexual con nuevas formas de avivar la pasión. Sin embargo, algunos han llegado a extremos como adoptar los roles de amo o sumiso.

El sadomasoquismo se utilizaba para hablar de una patología que tiene que ver con personas que necesitan ejercer la dominación, la violencia o la agresividad para sentir excitación, o bien aquellos que necesitan lo contrario, es decir, sentirse humilladas, en una actitud sumisa o recibir dolor para conseguir placer sexual.

A pesar de ello, hay muchos casos de personas que no llegan a convertirlo en patología como tal, sino que simplemente se aficionan a este tipo de prácticas en mayor o menor medida. Es una distinción muy importante, ya que hay veces que no se trata de un trastorno y es solo una conducta sexual gratificante.

La delgada línea entre trastorno y conducta

¿Dónde está el límite? Está en la necesidad. Hay quienes, para disfrutar del sexo, sienten la necesidad de incluir estos juegos y no se ven capaces de disfrutar de una relación sexual sin practicar la dominación y la sumisión. Jugar a forzar no llega a ser sadomasoquismo como tal, sino que es una práctica sexual como otra cualquiera.

Hay muchos ejemplos de personas que han añadido dentro de sus rituales sexuales este tipo de prácticas y no supone un problema, sino que las disfrutan. Les sirve para romper la monotonía de una vida sexual. Incorporarlo dentro de la vida sexual no es un problema, siempre y cuando las dos partes estén de acuerdo.

Sin embargo, cuando se necesita el sadomasoquismo a toda costa, estaríamos ya hablando de patología.

El sexo implica ciertos deseos, pero también, a veces, no tener el valor de decírselos a nuestra pareja. La normalización de los juegos de dominación gracias a unas novelas que han leído miles de personas y en las que aparecen prácticas de este tipo, hace que muchas parejas se atrevan
El sexo implica ciertos deseos, pero también, a veces, no tener el valor de decírselos a nuestra pareja. La normalización de los juegos de dominación gracias a unas novelas que han leído miles de personas y en las que aparecen prácticas de este tipo, hace que muchas parejas se atrevan

El problema llega cuando, el que tiene la actitud masoquista, busca satisfacer la necesidad sádica fuera de su relación de pareja. Ahí llega la ayuda en terapia o la ruptura de la pareja.

“Disfruto cuando me someten” o “me siento bien cuando tengo una actitud de dominación” son dos pensamientos que las personas masoquistas o sádicas tienen en sus mentes a la hora de enfrentarse a su vida íntima.

En ocasiones, el sadomasoquismo se convierte en un simple juego de interpretación de roles. Sin embargo, en estos casos, el dolor sigue siendo la fuente de placer. De hecho, esta conducta sexual implica dos conceptos de dolor:

Dolor físico: en las prácticas más puramente sadomasoquistas, se realizan quemaduras con velas, pellizcos, ataduras realmente fuertes, golpes y bofetadas durante el acto sexual, además de mordiscos en la zona genital y en la del pecho.

Dominación: todo tiene que ver con la obediencia. El bondage, por ejemplo, requiere que haya ataduras en las manos y en los pies, vendas en los ojos o mordazas en la boca.

Cada pareja busca y explora aquellas prácticas que les resultan más excitantes. Normalmente, una persona sadomasoquista encuentra placer en las dos actitudes, tanto con dolor físico como en la parte de dominación, aunque también hay quienes solo lo alcanzan mediante una de las dos opciones.

Perfil de un sadomasoquista

No se puede hablar claramente de un perfil. Sí que es cierto que la sexualidad, en este tipo de conductas extravagantes, cumple una función de compensación. Cuando una persona tiene que tomar decisiones en su día a día y llevar las riendas, pasa a ser sumiso en el terreno sexual. De esta forma, descargan la responsabilidad, no son juzgados y se dejan llevar.

Al otro lado está quien en su vida normal se siente frustrado y no tiene un cargo donde ejercer la dominación. Esa persona desea tener un poder de control y lo saca a relucir en su vida íntima. “Estas personas se muestran débiles en el trabajo, pero en el ámbito sexual sí pueden ser los amos y eso les resulta placentero”, dice el psicólogo.

Cualquier persona puede ser sadomasoquista en algún momento de su vida, pues la dominación y la sumisión siempre puede estar presente sin llegar a ser un trastorno.

De la ficción a la realidad

Desde “Cincuenta sombras de Grey”, el alcance que la novela erótica ha tenido entre nosotros ha sido enorme, sobre todo en mujeres. Muchas personas se han atrevido a practicar un tipo de juegos que hasta ahora no habían probado o que les había dado vergüenza sacar a la luz.

El sexo implica ciertos deseos, pero también, a veces, no tener el valor de decírselos a nuestra pareja. La normalización de los juegos de dominación gracias a unas novelas que han leído miles de personas y en las que aparecen prácticas de este tipo, hace que muchas parejas se atrevan.

Cualquier persona puede ser sadomasoquista en algún momento de su vida, pues la dominación y la sumisión siempre puede estar presente sin llegar a ser un trastorno
Cualquier persona puede ser sadomasoquista en algún momento de su vida, pues la dominación y la sumisión siempre puede estar presente sin llegar a ser un trastorno

Antes no había tantos juguetes sexuales dedicados al mundo de la dominación o la sumisión, sino que eran unos artilugios más que no tenían tanto protagonismo como ahora. Es difícil ir a un sex shop y no encontrar fustas, cuerdas para atar, esposas o artilugios de cuero.

Megan Maxwell, autora que ha saltado a la fama por su trilogía “Pídeme lo que quieras”, afirma: “Todo el mundo tiene fantasías, pero no hablan de ellas por pudor. El hecho que mis personajes sean realistas es clave para que las lectoras se adentren en la fantasía. Los hombres son más visuales, y las mujeres más de imaginar y fantasear. Leer este tipo de libros ayuda a imaginar y disfrutar de esas fantasías que anhelamos, pero que a veces las mujeres no nos atrevemos a realizar”.

“En ocasiones las mujeres disfrutan más leyendo escenas eróticas que practicando sexo real”, destaca Maxwell.

¿Tiene tratamiento?

Cuando se trata de una patología, se puede trabajar sobre ello y reorientar el deseo; es casi siempre la solución que los expertos proponen a sus pacientes. Sin embargo, muchas veces es difícil de dominar solo con el tratamiento psicológico y, en ocasiones, se requiere el uso de fármacos.

En la mayoría de las ocasiones se utilizan antidepresivos porque tienen una función que aumenta los niveles de dopamina. Esto hace que los comportamientos compulsivos se frenen. El sadomasoquista tiene que dar el primer paso y reconocer que la fuerza de su adicción a estas prácticas está dominando su vida. Una vez que el paciente quiere y está convencido de hacerlo, la ayuda está servida en la consulta.