sid vicious
Vómito en el país de ‘Su Graciosa Majestad’

Significativo resulta que la manipulación que en los primeros 60 hizo de los Rolling su manager Andrew Loog Oldham, se repitiera después con el montaje comercial de Malcolm McLaren con Sex Pistols, emblema punk de finales de los 70. Así se comprueba en England’s Dreaming. Los Sex Pistols y el punk rock, minucioso examen del británico Jon Savage. Disección sociológica, ideológica, político-económica de Inglaterra en la era Thatcher. Con fotos de protagonistas de aquellos espídicos años, más carteles, fanzines, portadas…
Con muchas entrevistas que detallan lo sucedido en Londres, Inglaterra y USA. Sólo un británico es capaz de marcarse 813 páginas sobre un grupo de garrulos y sus amigos, lo que la mayoría de la humanidad considerará una vulgar anécdota. Pero England’s Dreaming interesará a quien quiera conocer las tripas de una Inglaterra que de tanto mirarse su propio ombligo ha conseguido exportarlo en forma de discos, merchandising, películas, o en este caso libros, sobre su siempre descolocada y airada juventud.
Clarividente es comparar el desparpajo de Johnny Rotten y colegas contra los padres del rock británico, una suerte de freudiana obsesión de amor y odio. Quien seguramente se quedó más con el culo al aire fue el Clash Joe Strummer, disfrazado de punk o cockney, que años después reconoció antes de morir que siempre había sido un hippy.
Los paralelismos son obvios entre «padres» e «hijos». A Keith Richards ya le escupían en 1964, en Blackpool, gamberros escoceses a quienes se enfrentó. El propio Jagger anunció en el mismísimo 1977, «la próxima gran revolución musical saldrá de la nada y arrasará con todo. Será tan nuevo, inesperado y chocante como lo éramos nosotros».
Rotten lo pillo al vuelo: «Grupos como los Stones son repugnantes». Y añadió Sid Vicious: «No me mearía encima de Keith Richards si estuviera ardiendo». ¿Y qué dijo Keith? «El punk poseía cierto espíritu, pero musicalmente no ofrecía nada nuevo. Era más importante vomitar encima de alguien. Eso también lo heredaron de nosotros. Así que déjame en paz, mejora lo que yo he hecho, provócame».