Stonehenge
A vueltas con Stonehenge y sus druidas sanadores

El monumento megalítico de Stonehenge, que atrae anualmente a turistas y hippies de todo el mundo y en el que algunos han visto un antiguo observatorio astronómico, fue una especie de santuario para los antiguos druidas. Los habitantes de las islas británicas acudían a ese monumento que data de entre los años 2.500 y 2.000 antes de Cristo, para curarse de sus males como hoy hacen los cristianos que viajan a Lourdes en busca de algún milagro, afirma Timothy Darvill, profesor de arqueología de la Universidad de Bournemouth (sur de Inglaterra).
En su libro, titulado «Stonehenge: The Biography of a Landscape» (Biografía de un Paisaje), Darvill presenta pruebas de que muchos de los restos humanos encontrados en tumbas próximas a ese monumento, formado por varios círculos concéntricos de piedras de gran tamaño, indican que las personas en cuestión estaban enfermas. Los análisis de dentaduras efectuados indican que muchos de los enterrados allí no eran habitantes de las localidades vecinas sino que habían llegado de Gales, Irlanda e incluso de la Europa continental.
Así, en una tumba descubierta en 2002 a unos cinco kilómetros de distancia de Stonehenge se identificaron los restos de un individuo que parecía proceder de los Alpes suizos y recibió de sus descubridores el nombre del arquero de Amesbury.
Darvill señala en su libro que varias leyendas del siglo XIV hablan de un mago que trajo aquellas piedras mágicas desde el Oeste de las Islas Británicas. «Se creía que esas piedras particulares tenían propiedades curativas porque en Preseli (Gales) había muchos manantiales sagrados de los que se creía que tenían cualidades terapéuticas», afirma Davrill.
En tiempos prehistóricos, el agua salía de las rocas que se utilizaron para construir Stonehenge, y se sabe que hasta entrado el siglo XVIII, muchos visitantes arrancaban esquirlas para utilizarlas como talismanes. Según el arqueólogo británico, el conjunto de Stonehenge estaba presidido por una deidad que era el equivalente de Apolo, dios griego relacionado también con las curaciones. «Aunque el principal santuario de Apolo estaba en Delfos, se creía entonces que durante el invierno abandonaba el territorio griego y viajaba a la tierra de los hiperbóreos, identificada comúnmente con la actual Gran Bretaña».
Darwill propone que los seguidores modernos de los druidas que celebran anualmente en Stonehenge el solsticio de verano en la creencia de que continúan la tradición deberían, por el contrario, llevar a cabo sus viejos rituales en invierno, cuando los antepasados creían que ese lugar sagrado lo ocupaba Apolo.
Los druidas eran los sacerdotes de los celtas aunque su papel no se limitaba a la religión sino que abarcaba otras funciones relacionadas con la astronomía, la medicina e incluso la magia. Varios autores romanos como Plinio el Viejo y Julio César se refirieron a ellos y alguno de ellos señala que iban vestidos de blanco y cortaban el muérdago, planta para ellos sagrada, con hoz de oro.
El primero en vincular Stonehenge con la religión de los antiguos celtas fue el británico William Stukeley a comienzos del siglo XVIII, y ya a finales de ese siglo se estableció un culto neopagano relacionado con los viejos druidas.
Un círculo perfecto
Este monumento megalítico pudo ser un círculo perfecto, según los arqueólogos, después de que hayan aparecido unas manchas oscuras que corresponderían al lugar donde en su día había piedras.

El monumento prehistórico es actualmente un semicírculo, y los arqueólogos nunca han podido confirmar si fue un círculo perfecto.
Según los medios británicos, el cuidador de Stonehenge, Tim Daw, se puso en contacto con los expertos al notar unas manchas en una zona del césped del monumento que había quedado seca, porque no le había llegado la irrigación artificial que mantiene el lugar en los días de verano calurosos y sin lluvias. Daw cuenta que al ver las manchas se dio cuenta de que podrían corresponder a los lugares donde reposaron las piedras, por lo que se puso en contacto con los expertos.
«Yo estaba mirando el césped desde la zona de acceso del público cerca de las piedras y pensé que necesitábamos encontrar una manguera más larga para que llegara a las manchas secas», relata Daw. «Me acordé que las marcas eran las que los arqueólogos habían mirado sin éxito sobre señales de piedras. Llamé a mi colega y, al verlas, se dio cuenta del posible significado también. Al no ser arqueólogos, llamamos a los profesionales», añade.
Así, los arqueólogos ordenaron fotos aéreas rápidamente, que han ayudado a establecer que Stonehenge pudo ser un círculo perfecto.
Las manchas salen a la luz tras el análisis de English Heritage (Patrimonio Inglés), responsable de cuidar el lugar. El organismo subraya que, a pesar de ser uno de los lugares más estudiados, Stonehenge aún sorprende a los expertos.
La historiadora Susan Greaney, de English Heritage, dijo que este descubrimiento accidental tiene un «gran significado», pues demuestra que aún hay «mucho que aprender» sobre el lugar.
En el solsticio de verano, los rayos del sol coinciden con el eje central de los grandes bloques de piedra del monumento, distribuidos en cuatro circunferencias concéntricas, y numerosos ciudadanos se congregan en los alrededores para admirar la luz.
Además, restos arqueológicos hallados en la zona confirman que el monumento era también un homenaje al solsticio de invierno (22 de diciembre), según el ancestral calendario druida. Según los estudios, Stonehenge fue utilizado para una variedad de ceremonias religiosas hace cinco milenios, durante su época de esplendor.
Nuevos hallazgos
El monumento megalítico de Stonehenge pudo haber sido levantado primero en Gales y posteriormente trasladado a Wiltshire, su ubicación actual al sur de Inglaterra. Esa es la teoría propuesta por el arqueólogo de la University College London (UCL) Mike Parker Pearson .
Desde la década de 1920 se sabe que algunas de las piedras del conjunto neolítico, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1986, provienen de las montañas de Preseli, en Gales. Sin embargo, los arqueólogos no han podido explicar hasta ahora por qué los constructores del monumento que tiene unos 5.000 años de antigüedad, trasladaron las pesadas piedras a lo largo de más de 200 kilómetros en lugar de utilizar canteras similares mucho más cercanas.
Según la teoría de Parker Pearson, la respuesta a ese enigma es que Stonehenge es un monumento funerario que se levantó originalmente cerca de donde se tallaron las rocas. Cuando sus creadores decidieron trasladarse hacia el este, 500 años después, cargaron con las pesadas piedras para no dejar atrás a sus antepasados, argumentó el arqueólogo.
«Su idea de empaquetar las pertenencias era más profunda y significativa que la que tenemos nosotros. Ellos se movían junto con su herencia y aquellas piedras representaban a sus ancestros», razona el experto británico.
En busca de una tumba
«Estamos tratando de dilucidar si realmente hubo una tumba con un círculo de piedra alrededor, que habría sido desmantelada. Si ése fuera el caso, lo que hicieron básicamente fue transportar la encarnación física de sus antepasados para restablecerla en otro lugar», indica Parker Pearson.

Un equipo de la UCL y la Universidad de Leicester anunciaron ha detectado las canteras de donde se extrajeron las piedras de Stonehenge, en dos puntos de las montañas galesas denominados Carn Goedog y Craig Rhos-y-felin.
Gracias a las características naturales de las rocas, que forman pilares, los pobladores neolíticos de la zona solo tuvieron que insertar en algunas grietas cuñas de madera que se hinchaban con la humedad y la lluvia, y facilitaban la separación de grandes bloques de piedra.
Por medio de las marcas que dejó ese proceso en las rocas, los arqueólogos han sido capaces de determinar el lugar de la cantera exacto de donde fue extraída cada piedra en particular.
El equipo de la UCL ha estudiado además cerca de medio millón de fragmentos de hueso que se han desenterrado en la actual localización de Stonehenge.
Una quinta parte de esos restos corresponde a personas que vivieron en el oeste de la isla de Gran Bretaña, probablemente en Gales, y algunos podrían haber sido trasladados junto con las piedras del monumento para ser enterrados de nuevo. «Muchos de los restos son fragmentos quemados. Había varios cientos de personas enterradas. ¿Quienes fueron? ¿De dónde vinieron? Según los últimos resultados científicos, que aún no se han publicado, estamos hablando de personas que fueron quemadas en piras construidas con diversos materiales», explica Parker Pearson.
«Casi con seguridad, no todos (esos materiales) provenían de la meseta de Salisbury (en Inglaterra). Llegaron a Stonehenge ya quemados», afirma el arqueólogo.